Juan Carlos Cremata, Andy Arencibia, y el 4 de Julio
A un año de la última función de El rey se muere, el teatrista y
el funcionario residen en EEUU tras acogerse a la Ley de Ajuste Cubano
Pedro Díaz y Laura Alemán en El Rey se muere
Jorge Ángel Pérez | La Habana, Cuba | CubanetAhora, cuando me dispongo a escribir estás líneas, todavía es 4 de Julio y muchos norteamericanos deben estar celebrando la más importante de entre todas sus fiestas. Puedo suponer los fireworks que alumbran el cielo neoyorquino y su Estatua de la Libertad. Ahora mismo, mientras hilvano ideas y me asisten los recuerdos…, alguien en Filadelfia puede estar recordándole con voz muy alta al Dios supremo aquella Declaración que Jefferson trazó hace 240 años. En este instante, cuando solo faltan unos minutos para que el reloj me advierta que ya es 5 de Julio, puede que alguien en Boston vuelva a leer el texto que proclamó la independencia norteamericana. Muchos, en aquella enorme geografía, volverán de la playa o de sus picnics, y quizá hasta queden algunos restos de las muchas barbacoas que se prepararon en todo el país, y es posible que aun estén dispuestos los hot dogs, el vino, una cerveza.
Muchas sonrisas y banderas estarán desplegadas a esta hora en la que escribo porque aun es 4 de Julio, pero mi memoria ha vuelto atrás y se ha fijado en una fecha idéntica, pero del año anterior. Ahora también es 4 de julio, solo que el año es 2015; y yo no pienso, ni estoy, en Nueva York, tampoco en Filadelfia o Boston. Mi pensamiento está en La Habana del pasado año, en la calle Línea, en la Sala Tito Junco del Teatro Bertolt Brech. Allí está sucediendo el estreno de la versión que preparara Juan Carlos Cremata de El rey se muere de Ionesco, y en el público está sentado, muy expectante, un jovencito. Ningún espectador sabe que la representación tendrá solo dos funciones. ¿Acaso el joven tan absorto lo sabía?
Andy Arenciaba se llama ese muchacho que estuvo tan concentrado y que resultó ser un especialista del Consejo Nacional de las Artes Escénicas de la República de Cuba. Andy escribirá, unos días después un texto al que bautizó como: “Notas apresuradas a partir del estreno de El rey se muere”. Andy, el bisoño funcionario, decidió mostrar su desacuerdo con la puesta de Cremata, pero el novel crítico no resolvió centrarse, ¿acaso le estaba permitido hacerlo?, en un análisis político de la puesta porque no sería conveniente. ¿Para qué, si le quedaba solo un día en cartelera? Entonces desplegó todo su aparato teórico para denostar la obra, para ponerla en crisis y para justificar las medidas y procedimientos que desplegaría en lo adelante el mencionado Consejo… Así era mejor, así no despertaba la curiosidad de los habaneros interesados en el teatro. Y lo mejor…, Andy quedaba bien con sus empleadores, y quien duda que lo promovieran luego y hasta le dieran algún viajecito…
Es cierto que Andy no fue tan execrable como Arthur González, aquel que llegó tan lejos. Este Andy fue más inteligente, y hasta supongo que guiado por el Consejo…, y decidió entonces atender en sus detalles a lo que él supone como presupuestos esenciales de una puesta en escena, para desacreditarla luego. Andy nos habló de la reteatralización de la política, de personajes desideologizados, de tipologías críticas y personajes farsescos, del choteo criollo, de Bajtín y Rabelais, del destronamiento carnavalesco, de la destrucción de las estructuras de poder, de George Balandier y del rey bufón, de las malas actuaciones que consiguió Cremata con su mala dirección de actores…
Andy cuidó muy bien su trabajo y volvió a celarlo cuando Cremata se refirió en su texto: “Condenadme no importa, la historia me absorberá” a aquellas “Notas apresuradas…”. Al parecer, por tanto cuido, a Andy Arencibia le fueron muy bien las cosas después de todo esto, tanto que hasta lo invitaron al último congreso de LASA; y jamás volvió a la isla que lo vio nacer. El propio Cremata dio la voz de alarma, por él me enteré.
Y ahora viven los dos en los Estados Unidos. Ambos se acogieron a la “Ley de Ajuste Cubano”. Andy usó el mismo procedimiento que siguió Juan Carlos Cremata después que el Consejo de las Artes Escénicas lo dejará sin trabajo, después de que disolvieran su proyecto teatral “El ingenio”, después de que supiera que ninguno de sus proyectos de cine sería financiado por el ICAIC, después de que fuera agredido en público por un exaltado y borracho periodista, después de que le ocurrieran otras cosas de las que no habló todavía y que yo no voy a mencionar.
Solo se sucedieron los días de un año y ya Andy está en los Estados Unidos de Norteamérica sin que tuviera que hacer el viaje en una balsa, tampoco salió hacia Ecuador ni recorrió Centroamérica completa para llegar a México y entrar finalmente a los Estados Unidos. El se fue trazando muy bien el camino, y hasta recomendó, públicamente, al director de teatro y cine que publicara sus textos en La Jiribilla y en Cubadebate, y que no atendiera a Diario de Cuba, Havana Time o al Miami Herald. Hasta llegó a sugerirle que no sería bueno que se propusiera armar alguna guerra de mails, en franca alusión a aquella “guerrita” que sostuvimos muchos escritores y artistas en 2006.
El reloj me advierte ahora que ya es 5 de julio. Hoy se cumple un año de la segunda y última función de El rey se muere. Ha pasado un año, solo un año de la primera función, solo un año de la segunda y última función, y Juan Carlos Cremata y Andy Arencibia están en los Estados Unidos tras acogerse ambos a la Ley de Ajuste Cubano. A Cremata no le quedó otro remedio, ¿y a Arencibia? ¿Qué dirían de esto Bajtin y Balandier? ¿Qué diría de esto Ionesco? Y que no se extrañe nadie, que nadie se atreva a dudar que quien hace solo un año traicionó a Cremata traicione mañana mismo a la “revolución” e increpe a Fidel Castro. ¿Y qué más?