Crimen e impunidad del régimen cubano
El 13 de julio: aniversario del hundimiento del remolcador “13 de marzo”.
Un crimen de Fidel Castro que hasta el día de hoy permanece impune
Elizabeth Burgos - abc Uno de los crímenes más cobardes y crueles perpetrados por la dictadura de Fidel Castro fue el asesinato de 37 cubanos tras el hundimiento del remolcador llamado “13 de marzo”.
Los hechos sucedieron en horas de la madrugada del 13 de julio de 1994, cuando cuatro barcos pertenecientes al Estado cubano y equipados con mangueras de agua, embistieron un viejo barco remolcador, “13 de marzo”, perteneciente a la Empresa de Servicios Marítimos del Ministerio de Transportes, que habían reparado, dotado de un motor nuevo, y en el que intentaban escapar de Cuba rumbo a Estados Unidos 68 fugitivos que se encontraban a bordo.
Los hechos ocurrieron a siete millas de distancia de las costas cubanas, frente al puerto de la ciudad de La Habana. Según testigos que sobrevivieron al naufragio, apenas zarpó el remolcador del puerto cubano, comenzaron a ser perseguidos por embarcaciones del Estado cubano equipadas con tanques y cañones de agua. Las embarcaciones oficiales embistieron con sus respectivas proas el remolcador fugitivo con la intención de hundirlo, al mismo tiempo que les lanzaban agua a presión a todas las personas que se encontraban en la cubierta del barco, incluyendo mujeres y niños. La súplica de las mujeres y niños para que el ataque cesara fue en vano; la vieja embarcación en en la que intentaban huir, cedió ante la criminal embestida, hundiéndose y dejando un saldo de 37 muertos, de los cuales 10 eran menores de edad.
31 personas sobrevivieron a los sucesos del 13 de julio de 1994. Los sobrevivientes manifestaron que, cuando el remolcador “13 de marzo” se encontraba ya a 7 millas de distancia de las costas cubanas, una de las embarcaciones que lo perseguían, la Polargo 2, bloqueó por delante al viejo remolcador, mientras que la otra embarcación denominada Polargo 3 embistió por detrás , partiéndole la popa.
Luego, la Polargo 3 y la Polargo 5, se situaron a los costados del remolcador y comenzaron a lanzarle agua a presión al barco y a las personas que se encontraban en la cubierta del remolcador. Los gritos y el clamor de las mujeres y niños que se encontraban en la cubierta del remolcador, no impidieron que se detuviera la embestida criminal. La presión de los chorros era igual a 1.500 kg por pulgada.
El barco se hundió llevándose al fondo los cuerpos de 19 niños: entre los niños muertos se encontraban uno de 5 meses, uno de 2 años, dos de 3 años, uno de 5, uno de 10, dos de 11, uno de 12; 18 adultos entre 17 y 35 años, y nueve entre 38 y 50 años. Los que se refugiaron en el cuarto de máquinas para librarse de la ferocidad de los chorros de agua, también perecieron allí atrapados. Todas eran personas que buscaban escapar de la fatalidad que les había sido impuesta, pues estaban en edad de buscarse un futuro.
Los testigos de los hechos afirman que lanchas guardafronteras observaban los hechos desde lejos, sin voluntad de intervenir para no darle al ataque una connotación militar, esperando, sin embargo, la desaparición de todos los náufragos para que no quedaran testigos.
Si hay sobrevivientes de la tragedia es porque sucedió lo inesperado: cuando ya todo parecía terminado y estaban a punto de morir, aparece un barco griego en las inmediaciones y al percatarse las lanchas guardafronteras que los griegos estaban observando los hechos, decidieron intervenir y prestarle socorro a los “náufragos”.
Gracias a los griegos existen 31 sobrevivientes de esa tragedia.
Los familiares de las víctimas que perecieron ahogadas se dirigieron a las autoridades cubanas a fin de rescatar los cuerpos que se encontraban en el fondo del mar. La respuesta del Gobierno fue negativa, con el pretexto de que no poseían la dotación técnica adecuada para extraer el remolcador y los muertos. Sin embargo, tampoco han entregado los cuerpos de los que se ahogaron en la superficie.
La organización “Hermanos al rescate”, con sede en Miami —que consiste en una pequeña flotilla de aviones dedicados a rescatar a los balseros cubanos que intentan escapar de Cuba—, solicitó autorización al Gobierno cubano para sobrevolar el lugar del naufragio e intentar el rescate de algunos cuerpos, pero la solicitud fue rechazada sin explicaciones. (Por cierto, los “Hermanos al rescate” han sido también víctimas de la agresión criminal de la dictadura castrista. Dos de sus aviones fueron derribados y los pilotos asesinados por la aviación castrista cuando se encontraban en misión y al estar sobrevolando aguas internacionales).
Hasta hoy, ninguno de los cuerpos ha sido rescatado. De haber sucedido estos hechos bajo alguna de las dictaduras militares que azotaron el continente durante los años setenta-ochenta, este crimen contra la humanidad hubiese tenido un profundo impacto. La impunidad internacional de la que goza la dictadura castrista y la complacencia que se otorga a sus crímenes son inexplicables.
Solo los exiliados cubanos en Miami conmemoran esa fecha cada 13 de julio y realizan una conmovedora ceremonia en honor a las víctimas. Los adultos lanzan flores al mar, grupos de niños traen mariposas cautivas que representan el alma de los niños asesinados, que echan a volar a orillas del mar.