Activistas LGBT en una protesta celebrada el 23 de abril de 2013, en Bogotá. Credit Eitan Abramovich/Agence France-Presse — Getty Images
Hace dos años, un joven llamado Sergio Urrego se suicidó saltando desde el último piso de un centro comercial en Bogotá. Urrego solo tenía 16 años y como carta de despedida dejó un mensaje en su cuenta de Facebook en el que citaba la canción de Pink Floyd “Goodbye Cruel World”.
Su muerte fue el inicio de una controversia que sigue agitando a Colombia, puesto que el esfuerzo por ampliar los derechos LGBT quedó atrapado en una lucha política que ha polarizado a la nación.
Después de su muerte, Alba Reyes, la madre de Urrego, demandó a las autoridades escolares por haber aislado a su único hijo al descubrir que había mantenido relaciones íntimas con un compañero de clase.
Un año más tarde, el máximo tribunal de Colombia emitió un fallo a su favor y le pidió a las escuelas de todo el país que desarrollaran políticas más claras para evitar la discriminación. La decisión forma parte de una serie de victorias legales obtenidas por el movimiento de derechos homosexuales de Colombia, que este año celebró la decisión que legalizó el matrimonio entre personas del mismo sexo.
Sin embargo, esta semana su lucha por la igualdad chocó contra un obstáculo cuando Gina Parody, la ministra de Educación de Colombia —quien es abiertamente gay—, se convirtió en el centro de un escándalo por la implementación del fallo judicial.
El altercado comenzó cuando los contenidos sexualmente explícitos de una revista pornográfica comenzaron a circular en redes sociales y muchas personas afirmaron que formaban parte de un manual emitido por el Ministerio de Educación. Parody desmintió rápidamente esos rumores.
El ministerio implementó normas de orientación en las escuelas sobre temas relacionados con las preferencias sexuales y la identidad de género, en un esfuerzo por ayudarles a acatar el fallo, pero no ha tratado de imponer normas estandarizadas.
“Lo que uno querría es que en los colegios haya herramientas para resolver los conflictos”, Parody dijo en una entrevista el jueves.
La disputa abrió un nuevo frente en el debate nacional sobre el futuro del país que se encuentra dividido por las negociaciones de paz entre el gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc).
Una coalición de políticos opositores y los líderes de la Iglesia católica se movilizaron con extraordinaria rapidez y acusaron al gobierno del presidente Juan Manuel Santos de promover las uniones del mismo sexo y el cambio de género. Para complicar las cosas, la delegación gubernamental que negocia con las Farc en La Habana llegó a un acuerdo en temas de género que pide el establecimiento de políticas más inclusivas.
Los críticos del gobierno —y de las conversaciones de paz— se lanzaron contra Parody, de 42 años, quien es considerada una estrella de la escena política colombiana. Mostraban carteles con mensajes agresivos en los mítines y algunos llegaron a amenazarla junto con su pareja, Cecilia Álvarez-Correa Glen, la exministra de Comercio. Parody se mantuvo admirablemente estoica durante toda la semana tratando de aclarar la situación y volver a centrar el debate en términos constructivos.
“Parte de lo que me mantiene en pie y con sensatez es saber que hay jóvenes que están en el proceso de salir del clóset”, dijo. “Es una instancia muy difícil con una soledad enorme”.
También hizo una conexión entre el proceso de paz y el debate sobre los estudiantes LGBT. Los colombianos que siguen pesando los méritos de un acuerdo con las Farc —que marcaría un punto de inflexión para el país— deben tener en cuenta las raíces del conflicto, dijo.
“¿Un país pacífico es el que promueve la inclusión o la exclusión? ¿O es aquel en el que todos tienen igualdad de oportunidades?”, dijo.
Pese a que no le complace haber sido insultada y acosada durante la semana pasada, se alegra de que en la Colombia actual los estudiantes homosexuales puedan verla como un ejemplo y aspirar a servir como ministros algún día.
“Para mí es importante que puedan estar tranquilos, que sepan que pueden llegar hasta donde quieran”, dijo Parody. “Aquí no puede haber otro suicidio para que comencemos a cambiar”.