ASESINATO DE CUBANAS COMPLICA
SITUACIÓN EN BARRIO DE MADRID MARCADO POR LA INMIGRACIÓN
En la calle Marcelo Usera, eje del distrito, está ubicado el bufete de abogados
Euroasia, donde fueron asesinadas dos empleadas cubanas y un cliente ecuatoriano.
Úrsula O’Kuinghttons | Madrid | Especial El Nuevo HeraldEmilia Hernández Pérez no sale de su asombro. No quiere ni oír ni hablar del fatal suceso que ocurrió el 22 de junio a solo unos metros de su restaurante La Parrilla. Un triple homicidio que se llevó la vida de dos cubanas y un ecuatoriano en el bufete de abogados Euroasia. Hernández Pérez, nacida en Ávila, pero que reside hace más de 29 años en el distrito de Usera, dice que el barrio ha cambiado mucho.
Y tanto que ha cambiado. La calle Marcelo Usera, el eje del distrito, ubicada unos 10 kilómetros (6.2 millas) al sur de Madrid, siempre ha sido una vía muy comercial. En la actualidad la mayoría de los negocios los regentan extranjeros, principalmente chinos.
Hasta hace unos años, época de fuerte migración latinoamericana hacia España, al caminar por la zona se escuchaba un multicultural abanico de acentos de gente de Ecuador, Bolivia, Perú, Colombia y República Dominicana. En las calles destacaban las tiendas de alimentación y de ropa latina, peluquerías, agencias de viajes, y muchos locutorios, un negocio que fue desapareciendo tras la crisis económica que comenzó en 2008, y con ello, el retorno de muchos inmigrantes a sus países de origen. Por la misma época, la población de Usera solía votar a la izquierda. Algo que cambió en las pasadas elecciones presidenciales, celebradas el 26 de junio, cuando el presidente en funciones del Partido Popular, Mariano Rajoy, obtuvo la mayoría de votos. Un hecho absolutamente insólito en el distrito, que, de momento, no le asegura la presidencia a Rajoy, ya que deberá pactar entre varios grupos políticos.
El calor y color de la calle Usera
El Nuevo Herald recorrió un sábado a mediodía, en pleno verano, cuando el termómetro se aproximaba a los 35 grados centígrados (95F), la Calle Marcelo Usera, una estrecha acera de trafico y comercio.
En el número 40 de un edificio de dos plantas –en la segunda se encontraba el despacho de abogados Euroasia– las ventanas están abiertas. Unas cortinas blancas ondean al viento, y solo en el interior, el silencio de las paredes son los testigos del trágico homicidio. Mientras que en la acera, con tiendas de ropa y complementos, transeúntes pasean impávidos al reciente suceso.
En un concurrido bar, a escasos metros del número 40 de la calle Marcelo Usera, nadie quiere hablar de lo sucedido. En el interior del sitio se refrescan tomando un aperitivo una pareja de latinoamericanos. Karen Gutiérrez, de Cochabamba, Bolivia, enfatiza que el barrio ha evolucionado porque los “latinos que había, se han regresado cuando comenzó la crisis y el trabajo en la construcción se desplomó”. A su lado, la acompaña Leodas Naranjo, de 27 años, ecuatoriano que lleva 10 años residiendo en el barrio, quien dice: “Esto ya no es lo que fue, ahora dominan los chinos, pero nosotros seguimos dando el color”, refiriéndose al homicidio, pero sin querer profundizar en detalle.
En una calle aledaña, me encuentro con la tienda de santería cubana, El Poder de Orula, un sitio que ofrece solución a los problemas, con rituales de “amarres, endulzamiento y limpiezas”. Su dueño, un cubano que lleva un año en la zona, no quiere hacer mayor comentario, aunque sí asegura que él es la excepción en el barrio, ya que “por aquí no se ven cubanos”.
A pesar de que la huella de latinoamericanos sigue viva en el distrito, la mayoría de los inmigrantes que viven actualmente en Usera proceden de China, con más de 6,400 asiáticos. Es el segundo distrito de Madrid con mayor porcentaje de población extranjera, un 17.90 por ciento de sus 133,035 habitantes. Por detrás del distrito Centro con un 21.26 por ciento y seguido de Tetuán con un 16.79 por ciento de extranjeros. Todos muy por encima de la media madrileña que es un 12.14 por ciento.
Emilia, dueña del restaurante La Parrilla, que además vive en la calle del barrio, asegura que por la noches ya no se puede dormir, “por las rencillas callejeras, la gente bebe y hace ruido, y sé que no son españoles” al escucharles su acento. Explica mientras muestra las fotos que cuelgan en los muros de su local con personajes de la talla del ex portero del Real Madrid y actual jugador del Oporto, en Portugal, Iker Casillas.
“El es muy amigo de mi hijo así que ha venido mucho por aquí”, enfatiza la empresaria. Así también muestra con orgullo la foto con el cantante David de María, e incluso con su primo Lucio, dueño del popular restaurante Casa Lucio, ubicado en el centro de Madrid y que se ha hecho famoso por los huevos rotos (mezcla de huevos con papas fritas y jamón serrano), “un plato típico de nuestra tierra de Ávila, que también lo hago aquí, pero que Lucio lo dio a conocer entre los famosos”, dice.
En este distrito obrero, con la crisis hipotecaria, muchas personas perdieron su casa. Una burbuja económica que afectó duramente a los migrantes latinoamericanos que llegaron a España con la fe de prosperar y el sueño de poseer casa propia. El mercado inmobiliario era la locomotora económica en España. En una época de bonanza en la que los bancos concedían hipotecas prácticamente con el carné de identidad, solo se tenía que acreditar que se residía y trabajaba legalmente en el país.
Algo que con la llegada de la crisis, junto a la pérdida del trabajo y la subida de intereses, apretó la economía familiar hasta no poder pagar una hipoteca, ni la posibilidad de renegociar la deuda (en la ley hipotecaria española, el propietario desahuciado debe seguir pagando la hipoteca de la vivienda que ya no posee), muchos perdieron su hogar. Con ello, el barrio perdió población latina, abriendo paso a los chinos que compraron pisos a precio de ganga.
Escenario del crimen El silencio de los vecinos del barrio procede del temor a que este crimen haya sido producto de una vendetta de mafias de narcotraficantes. El dueño del despacho, Víctor Joel Salas Coveñas, un abogado peruano, de 37 años, quien fue fiscal antidrogas en su país, era objetivo del homicida que acudió a su oficina el pasado 22 de junio para ajustar –posiblemente– una cuenta pendiente con él.
Sin testigos ni imágenes, en la era de cámaras en los teléfonos móviles, los investigadores del Grupo V de homicidios de la policía judicial, barajan diversas hipótesis para determinar el motivo de la matanza. Una resolución que parece muy complicada.
Aunque con lupa trabajan los peritos para recabar pistas de un crimen que no ocurría hace más de una década en la capital de España. Época que por un tiempo proliferó el sicariato colombiano en la región, siendo la muerte del narcotraficante colombiano Leónidas Vargas, que fue asesinado con una pistola con silenciador en el hospital 12 de Octubre (muy cerca de Usera), uno de los hechos más destacados en 2009.
Las víctimas del fatal suceso son las cubanas Eloísa Consuegra, de 33 años, ex mujer de Salas Coveñas que acababa de homologar su título de abogada en España, y su secretaria y ayudante, Maritza Osorio Riverón, de 46. Aparentemente el criminal discutió y se enfrentó a las trabajadoras. Al escuchar los gritos, el ecuatoriano John Pepe Castillo Vega, de 43, que acudía al despacho para recoger una documentación, trató de defenderlas, siendo acuchillado y golpeado. Para no dejar rastro, el homicida prendió fuego a los cuerpos de las victimas y huyó. Dejó muchas interrogantes sueltas. En un barrio que trata de prosperar, pese a la fuerte crisis que ha sacudido al país.
Elisa Consuegra Gálvez y Maritza Osorio Riverón asesinadas el 22 de junio en el barrio madrileño de Usera
Barrio Chino Usera, en Madrid
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