El estado de derecho ha sido sustituido por la voluntad de los Castro en Cuba, de Chávez y
Maduro en Venezuela, de Correa en Ecuador, de Evo Morales en Bolivia y de Daniel Ortega en Nicaragua
Las dictaduras de América Latina son una amenaza global
Los gobiernos de Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua que no cumplen ninguno de los elementos esenciales de la democracia y cuyo objetivo es mantenerse indefinidamente en el poder a cualquier costo, representan un peligro real para sus pueblos a los que oprimen sometiéndolos a crisis económicas, sociales y políticas agravadas progresivamente. Las democracias de la región y del mundo que por acción u omisión toleran y coexisten con estos gobiernos del socialismo del siglo XXI, parecen ignorar que las dictaduras socavan los principios en los que se funda el propio poder de sus gobiernos legítimos, que son causa de inestabilidad para las democracias y que constituyen una amenaza global.
Todas y cada una de las cinco dictaduras de América Latina violan sistemática y permanentemente los derechos humanos y las libertades fundamentales como mecanismo de institucionalización del miedo para el control social; los presos políticos como Leopoldo López y decenas más en Venezuela, o el gobernador Leopoldo Fernández y los generales Claros, Rocabado, Veliz, Quiroga y Aranda en Bolivia, y los miles de exiliados son sólo una muestra. La libertad de prensa no existe y la represión a periodistas y medios de comunicación tiene casos estremecedores como en Ecuador del Diario el Universo, el del caricaturista Bonil, la persecución de Janet Hinostroza y Fernando Villavicencio por denunciar corrupción.
El estado de derecho ha sido sustituido por la voluntad de los Castro en Cuba, de Chávez y Maduro en Venezuela, de Correa en Ecuador, de Evo Morales en Bolivia y de Daniel Ortega en Nicaragua; en lugar de del principio por el que nadie puede estar por encima de la ley, los dictadores con título de presidentes son la ley y dictan órdenes, sentencias, condenas y todo tipo de abusos por televisión y en mensajes públicos. La irretroactividad de la ley para perseguir a los opositores políticos y el asesinato de la reputación de cualquier líder contestatario, son la ley del miedo que han impuesto.
Las elecciones libres, justas y basadas en el voto universal y secreto han sido sustituidas por rituales de fraude para la perpetuación, con afrentas tales como las que ahora mismo acontecen en Nicaragua, la que anuncia Morales en Bolivia, o la manipulación que Maduro hace en Venezuela para evitar un referéndum revocatorio que tiene perdido. La oposición ha sido eliminada en Nicaragua; dividida, subordinada, e incluso penetrada en Ecuador, Bolivia; limitada y desconocida en la autoridad y competencias que ha adquirido en Venezuela; o simplemente vejada, encarcelada, amenazada y asfixiada en Cuba. Dejan sobrevivir liderazgos que no amenazan el poder. No existe división ni independencia de los órganos del poder público, los fiscales y jueces son el brazo represivo del sistema.
Se trata de gobiernos cercanos, vinculados, tolerantes o simplemente parte del narcotráfico, al punto que hoy se considera a Venezuela y Bolivia como narco estados: en Venezuela Maduro jefe acaba de nombrar ministro a un militar bajo investigación de narcotráfico, sin olvidar los dos sobrinos de su esposa presos en Nueva York por el mismo motivo; o la misma condición de líder máximo de los cocaleros que tiene Evo Morales y su estado plurinacional, quien ha sostenido en la ONU que la “lucha contra el narcotráfico es un instrumento de sometimiento del imperialismo”. La narco valija diplomática del gobierno de Correa. La dictadura castrista que pretendió terminar la sombra del narcotráfico que llegaba a los Castro con el fusilamiento de Ochoa, pero sin poder borrar testimonios de lo contrario, esto sin olvidar la estrecha relación de todos con la narco guerrilla de las FARC. Y el narcotráfico tiene como mercado a los pueblos de Estados Unidos y Europa, ahora acusados por las dictaduras de no controlar el consumo.
El modelo dictatorial del siglo XXI ha tratado de expandirse en Perú, Honduras, Salvador, ha perdido la Argentina de los Kirschner y la tolerancia y auspicios del Brasil de Lula y Dilma. Han buscado ganar influencia en la política interna de los Estados Unidos regalando petróleo en el Bronx, presionando sobre representantes de Louisiana y más. Han logrado éxito con la creación y acción de Podemos en España cuyo auspicio es soslayado por los sospechosos que hoy constituyen la tercera fuerza política en un sistema que quieren destruir. El tema del terrorismo de origen islámico, el narcotráfico vinculado a este terrorismo, la apertura de relaciones y expansión de “negocios” de las cinco dictaduras latinoamericanas con Irán y sus entornos, su posición anti Israel, el crecimiento de la presencia islámica en sus territorios por apertura de las dictaduras, es otro asunto grave.
El proyecto de las dictaduras del América Latina no pasa por perder el poder ni transformarse en democracias, no tienen en su agenda el concepto de “transición” que con más esperanza que realidad acarician los gobiernos democráticos. El tema es que las democracias de la región y del mundo que toleran estas dictaduras y aceptan la simulación de democracia con la que se presentan, están desconociendo el peligro de ser la próximas víctimas como sucedió con los sistemas políticos de Venezuela, Ecuador, Bolivia y Nicaragua, cuyos líderes creían y afirmaban que a ellos no les podía pasar porque sus respectivos países no eran como Cuba….pero pasó. Cuando las democracias coexisten con las dictaduras, vulneran los principios de su propia legitimidad, están subestimando a un enemigo declarado que incluso los insulta y menosprecia. El problema causado por estas dictaduras no es solamente de quienes las padecen, es una amenaza global.