Más allá de los fines políticos e ideológicos que llevan a las huelgas de hambre y sed, hay
límites dictados por el organismo, que si bien la voluntad puede vulnerar, lo logra solo hasta cierto punto
Mahatma Gandhi.
Hambre y sed, mito y realidad
No hay una respuesta única a la pregunta de cuánto tiempo puede sobrevivir una persona sin ingerir alimentos y tomar agua. Más aún, imposible encontrar un parecer abarcador en todos los casos. Ante todo por las diferencias de causas y objetivos. No es lo mismo quedarse varado en un lugar desértico que iniciar una huelga de hambre y sed por determinada causa.
En el primer caso las respuestas tienen que ver en buena medida con razones de supervivencia. En el segundo están presentes juicios, opiniones e incluso prejuicios que afectan la valoración. Quien de pronto se pierde en un desierto, o queda atrapado en un lugar árido, tras un naufragio o la caída de un avión, intenta sobrevivir. Pero quien inicia un ayuno, y lo hace por determinada causa, sabe que en su acción se incluyen el heroísmo y el martirologio. Aunque más allá de los fines hay límites, dictados por el organismo, que si bien la voluntad puede vulnerar, lo logra solo hasta cierto punto.
En este sentido las acciones de diversos huelguistas, durante casi un siglo, conforman un paradigma donde junto a ideales políticos, de índole muy diversa, es difícil de descartar un aspecto hagiográfico, e incluso en ocasiones hasta la incidencia del espectáculo y el acto de magia.
Una regla de tres
Para el común de los mortales se aplica una regla de tres, que se considera infalible: uno puede vivir tres minutos sin respirar. En un ambiente muy hostil se puede sobrevivir durante tres horas sin encontrar refugio. Después de tres días el agua resulta imprescindible y la persona muere si no hay disponible o un sustituto. Se pueden resistir tres semanas sin comer, pero más no.
Sin embargo, estas conclusiones sencillas se echan fácilmente a un lado cuando interviene la política.
Una persona puede sobrevivir mucho más tiempo sin comida, o con muy poca comida, si deja de comer por un objetivo político. Mahatma Gandhi realizó diversas huelgas de hambre durante las décadas de 1930 y 1940, y sobrevivió durante 21 días ingiriendo solo breves sorbos de agua. El republicano irlandés Bobby Sands murió después de 66 días de huelga en la prisión británica de Maze.
Gandhi se encontraba a mediados de los 70 años de edad, y de una delgadez extrema, cuando emprendió la huelga en la que estuvo 21 días sin comer, solo ingiriendo breves sorbos de agua. No murió a consecuencias de ello, y salió del ayuno sin daños aparentes en su organismo. Viviría cuatro años más antes de ser asesinado por un fanático religioso.
En términos puramente científicos, las huelgas de hambre llevadas a cabo en 1981 por los prisioneros políticos pertenecientes al IRA en Irlanda del Norte brindaron las pruebas más valiosas de los que puede resistir un ser humano en tiempos modernos.
Al final 10 prisioneros murieron después de permanecer entre 46 y 73 días sin comer. La mayoría contaba con una buena salud antes de iniciar la huelga.
El doctor Alan Lieberson informó en la revista especializada Scientific American, hace unos pocos años, que “lo que puede durar el sobrevivir sin comida está fuertemente influido por factores tales como el peso de la persona, variaciones genéticas y otras consideraciones de salud, pero lo más importante es la presencia o ausencia de deshidratación”.
Hay también múltiples casos de quienes han pasado hambre y sed, pero no por causas políticas.
Rita Chretien, una residente de la Columbia Británica, Canadá, de 56 años, logró sobrevivir cerca de 50 días en un paraje inhóspito gracias a ingerir pequeñas cantidades de comidas desechadas y sorbos de nieve derretida.
En1992 el australiano James Scott estuvo perdido por 43 días en el Himalaya durante el invierno. Se refugió debajo de una roca y sobrevivió a base de nieve derretida, dos tabletas de chocolate y una oruga, hasta que fue rescatado.
El ilusionista estadounidense David Blaine pasó 44 días suspendido en una caja de cristal sobre el río Támesis en Londres, sin ingerir alimentos, en 2003.
Por su parte el místico indio Prahlad Jani, de 82 años, afirma no haber comido en casi 70 años.
El doctor Mike Stroud, destacado conferencista de Medicina y Nutrición de la Southampton University, quien acompañó al veterano aventurero británico Sir Ranulph Fiennes a través de la Antártica, afirmó que es posible sobrevivir 60 días sin ingerir alimentos.
“Es alrededor de ese tiempo cuando quienes están en huelga de hambre en las cárceles comienzan a morir”, dijo Stroud. Pero señaló que hay un número de factores que pueden influir en la capacidad de la persona para sobrevivir, tales como la manera en que en el cuerpo el metabolismo se lentifica para conservar energía.
Los límites
Seis semanas sin comer es el límite para una persona de un peso promedio, pero para alguien de mayor corpulencia este período puede extenderse algo más, de acuerdo al doctor Claude Piantadosi, de Duke University en Carolina del Norte.
En estos casos extremos, incluso pequeños sorbos de agua pueden ayudar.
En la actualidad los médicos cuentan con un mayor conocimiento sobre cómo las personas pueden sobrevivir sin agua. Incluso cuando se detienen los procesos de hidratación e ingestión de alimento, y el sujeto se encuentra en un proceso de debilidad generalizada, mientras se mantienen condiciones ideales de temperatura la vida puede extenderse por una semana. Sin embargo, cuando se logra una hidratación adecuada por otros medios la vida puede extenderse mucho más.
El agua es el mejor fluido para sobrevivir, pero no el único. Una persona puede mantenerse hidratada ingiriendo muchos diversos líquidos además del agua, con la excepción de bebidas alcohólicas, que en realidad producen deshidratación.
Uno puede vivir sin tomar agua indefinidamente, pero para ello es necesario ingerir alimentos que contengas agua en la cantidad suficiente para recuperar el líquido perdido. El cuerpo no necesita “agua pura”, lo que necesita son electrolitos y nutrientes en una solución acuosa, y contar con la capacidad de absorción. El hecho de que el agua es meramente un vehículo para diversos nutrientes se refleja en la eficacia creciente de soluciones con una mezcla de líquidos en lugar de agua en las terapias de rehidratación.
Catherine Collins, portavoz de la Asociación de Dietética Británica, explica que “el cuerpo puede remodelarse durante un período de hambruna para minimizar la cantidad de calorías que requiere”.
Sin embargo, ese reacomodo del organismo tiene un precio. Las primeras 48 horas sin consumo de alimentos, órganos vitales como riñones, hígado y cerebro, que requiere a diario 120 gramos de glucosa (principal portadora de la energía del cuerpo), comienzan a deteriorarse de tal manera que pudieran perder irremediablemente sus condiciones normales de funcionamiento, toda vez culminado el período privativo de alimentación.
Desde el punto de vista médico el daño que la persona se hace de forma voluntaria, a diario llega a afectarle varios órganos, en lo que se denomina como autoconsumo, de acuerdo a Informe21.
Una situación de no consumo de alimentos que dure más de 20 días resulta un peligro para la vida de la persona que incurra en esta conducta.
Pasados los 20 días de ayuno, disminuyen las defensas de la persona y aumenta el riesgo de todo tipo de infecciones. Es decir, toda persona que haya durado más de 20 días sin consumo adecuado de alimentos, hace evidente un intento de autodestrucción. No solo debilitó por completo las funciones de sus órganos, sino que será largo y complejo el proceso de recuperación. Además de que enfrenta una elevada posibilidad de presentar, a mediano plazo, enfermedades renales, cardíacas o cerebrales.