Luego de exitosas actuaciones en Hong Kong, la compañía del bailarín Carlos Acosta se prepara para cubrir un ciclo de presentaciones especiales en The Royal Albert Hall de Londres, informó la oficial Prensa Latina.
El programa titulado A classical farewell ya está previsto en la cartelera de la prestigiosa sala del 3 al 7 de octubre, mientras los organizadores difunden que esa será la actuación final de la primera gira de su recién formada agrupación.
El espectáculo en Londres devendrá homenaje al bailarín cubano Carlos Acosta por su despedida de la danza clásica.
Además de los integrantes de la compañía que fundó y dirige, el elenco de las presentaciones incluye figuras internacionales como Ryoichi Hirano, Yuhui Choe, Sarah Lamb, Laura Morera, Marianela Núñez y Valentino Zuchetti, todas del Royal Ballet.
Piezas icónicas de la danza clásica como el pas de deux de "El lago de los cisnes", "La sílfide" y "Diana y Acteón" forman parte del cartel.
"Je ne regrette rien", "End of time", "Les bourgeois" y "A Buenos Aires" integran también el programa que se caracteriza por su variedad de procedencias, coreógrafos y manifestaciones dentro de la vertiente clásica.
Con ese mismo espectáculo, Acosta Danza bailó durante mayo y abril en las ciudades británicas de Birmingham, Nottingham y Salford.
También actuó en Abu Dhabi el 26 y 27 de abril con el show Carlos Acosta and Friends, que incluyó a bailarines de su agrupación.
A inicios de julio, Acosta sorprendió en Hong Kong con Carmen, que tiene coreografía del propio bailarín, según destacaron medios de prensa en China.
Los 25 bailarines de su elenco poseen diferentes formaciones y biotipos. "El cubano de por sí es muy mestizo, todo muy mezclado y en mi compañía quiero reflejar eso", declaró Acosta antes de la premier mundial del grupo en La Habana.
Después de su retiro del Royal Ballet de Londres, Acosta decidió regresar a la Isla para formar su propia alineación, que ahora recorre otros escenarios del mundo.
Carlos Acosta no pudo bailar por el racismo de Alicia El pasado mes de junio, el Instituto Cubano del Libro (ICL) suspendió la presentación del libro de memorias del destacado bailarín, Sin mirar atrás, una obra en la que lanza acusaciones de racismo contra el Ballet Nacional y su directora Alicia Alonso.
Se acabó la luna de miel de Carlos Acosta con las autoridades culturales de la dictadura de Cuba, ahora empieza el matrimonio mal llevado. El reconocido bailarín había regresado a su país, después de una exitosa carrera en el exilio, para comenzar un ambicioso proyecto cultural al que le puso nombre y —sobre todo— apellido: Acosta Danza.
La cosa iba muy bien hasta que llegó el momento de presentar su autobiografía, donde acusa a Alicia Alonso de racista y cuenta su negra experiencia en el Ballet Nacional del Cuba. Todo estaba listo para el lanzamiento, pero al final no pudo ocurrir y, hasta ahora, nadie ha dado una explicación.
La historia cubana escrita dentro de la isla en los últimos 50 años se ha visto forzada a ser tan poco creíble como el discurso oficial del régimen. Los artistas que se decidan a publicar sus biografías en ese entorno, tendrán que respetar las reglas de ese juego.
O se dejan censurar o se autocensuran, que es el camino más corto, sencillo y pusilánime de no tener problemas y recibir —¡cómo no!— homenajitos, prebendas y hasta condecoraciones.
Acosta ostenta el Premio Nacional de Danza que otorga el Círculo de Críticos de Gran Bretaña en reconocimiento a los logros durante toda una vida dedicada a ese arte.
Una de las figuras del ballet cubano más conocidas en la escena internacional actual. Nacido en Los Pinos, al Sur de la ciudad de La Habana el 5 de junio de 1973, de padre chofer y madre ama de casa. Su padre lo llevó a la Escuela Elemental de Ballet de La Habana, para hacerlo un hombre de bien. Así inició en 1984 sus estudios de ballet, pero, presionado por las burlas de sus amigos y las largas jornadas en ómnibus para llegar la escuela, desatendía las clases y prefería bailar break dance en su entorno, lo que le valió fama y premios en competencias regionales.
Pese a castigos y advertencias, Acosta fue reprobado y enviado a la Escuela de la provincia Las Villas (hoy Villa Clara), donde realmente no existían capacidades para recibirlo. Ante esta dificultad, el padre lo llevó a Pinar del Río (provincia más occidental de la Isla), donde tenía otro hijo, para que Carlos pudiera culminar su enseñanza elemental de ballet. Vencido este nivel, ingresó en la Escuela Nacional de Ballet, en La Habana y fue descubierto por Ramona de Sáa Chery, su directora, quien lo tomó a su cargo y lo perfeccionó durante los tres años restantes.
Con ella viajó a Italia como parte de una colaboración académica en la ciudad de Turín. Allí bailó roles solistas y estrenó Orfeo, creado para él por Massimo Morricone. En 1990 ganó el Prix de Lausanne, Suiza, con solo 16 años, y, en adelante, los máximos galardones en Vignale, Italia; el Grand Prix, en la Cuarta Bienal Internacional de Danza de Caracas; la medalla de oro, el Grand Prix y la medalla Federico Chopin, en Polonia; el premio masculino en el Concurso de Jóvenes Talentos, en Positano, y el Premio Ossimodance, ambos en Italia.
A esto se unió, en 1991, el primer premio en el Concurso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, con lo cual continuaría su larga lista de reconocimientos nacionales e internacionales: Fundación Princess Grace, de Mónaco, en 1995; National Dance Award, del Círculo de Críticos de Danza, en 2003; el premio Oliver y el doctorado Honoris Causa de la Universidad Metropolitana de Londres, en 2007, y el Premio Benois de la Danza, 2008, en Rusia.
Terminados sus estudios en la Escuela Nacional de Ballet de La Habana, fue invitado por el English National Ballet a la temporada 1991-1992, durante la que interpretó los roles principales en Cascanueces, en versión de Ben Stevenson, y en la obra del siglo XX Shérézade, de Mijail Fokín. Allí bailó con las estrellas Eva Evdokímova y Ludmila Semeniaka.
En 1992 ingresó en el Ballet Nacional de Cuba e interpretó los pas de deux Festival de las flores en Genzano, Diana y Acteón y Grand Pas Classique y se estrenó en los protagónicos de Giselle, El lago de los cisnes, Don Quijote y El espectro de la rosa. Con esta compañía realizó una gira por España. Ben Stevenson lo invitó, en 1993, a integrar el Houston Ballet, en Estados Unidos, donde permaneció como primer bailarín hasta 1998.
Con el Houston Ballet interpretó el repertorio de Stevenson, que incluyó versiones de Don Quijote, El lago de los cisnes, Cascanueces, La bayadera, el estreno mundial de La doncella de nieve y las obras Symphony in D, de Jiri Kylian; Etudes, de Harald Lander y El rito de la primavera, de Glen Tetley.
Aunque seguía en el Houston, bailó como artista invitado del American Ballet Theater; del Royal Ballet de Londres y del teatro Bolshoi de Moscú, acompañado por las ballerinas Nina Ananiashvilli y Lauren Anderson, su partenaire habitual en Houston.
En 1998 comenzó su colaboración permanente con el Royal Ballet, dirigido por Anthony Dowell. En esta compañía ha asumido roles protagónicos en Coppelia, Manon, Mayerling, Apollo, La fille mal gardée, Raymonda, In the Middle Somewhat Elevated, y ha alternado con las estrellas Sylvie Guillem, Darcey Bussell, Tamara Rojo y Zenailda Yanovsky. También ha bailado El corsario, con el American Ballet Theater, Don Quijote, con la Ópera de París y Espartaco, con el Ballet Bolshoi.
Debutó como coreógrafo y director de espectáculos con Tocororo: una fábula cubana, en el año 2003; un musical autobiográfico, estrenado en La Habana, que luego ha tenido exitosas temporadas en Inglaterra. También realizó con bailarines amigos los encuentros Acosta and Friends, a los que invitó a artistas internacionales y cubanos, en especial del Ballet Nacional de Cuba y de Danza Contemporánea de Cuba. Su autobiografía, titulada No Way Home, apareció en 2007.
A pesar de su juventud, pero como reconocimiento a su exitosa carrera, en el año 2011 fue galardonado con el Premio Nacional de Danza de Cuba.
Ha sido artista invitado de prestigiosas compañías, como el Royal Ballet de Londres, el American Ballet Theater de New York, y el Ballet Kirov, de San Petersburgo, entre otras.
Carlos Acosta ha sido comparado con Rudolf Nureyev, por su versatilidad al asumir roles dramáticos, cómicos, contemporáneos, de avant gard, musicales, siempre con un alto nivel técnico, para sentar pautas ante los bailarines del siglo XXI.
Le fue concedido el Premio Nacional de Danza en el Reino Unido 2014, entregado en enero de 2015.
De regreso a Cuba creó, a finales del 2015, la Compañía Acosta Danza, con una amplia concepción estética. El bailarín y coreógrafo, ahora director, defiende una propuesta que fusiona el ballet académico con la danza moderna, para desarrollar lo que él define como ballet contemporáneo.
Esta compañía, con sede en La Habana, debutó para el público cubano el 8 de abril del 2016 en el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso, donde estrenó en Cuba la variación de Carmen que hiciera Carlos Acosta para el Royal Ballet; así como una selección de obras del repertorio tradicional del ballet cubano y universal.