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General: Los jóvenes en Cuba, una generación desconectada
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De: CUBA ETERNA  (Mensaje original) Enviado: 17/10/2016 21:26
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                                                                                                                    Marco A. Márquez, estudiante de preuniversitario
Jóvenes en Cuba: Una ‘generación desconectada’
          Yoandy Izquierdo — Especial para  El Nuevo Herald
Muchos cubanos jóvenes son parte de esta llamada “generación desconectada” — los que nacieron entre 1990 a 2010, los que no vivieron los primeros años de la Revolución triunfante sino que padecen las consecuencias de ella más de medio siglo después. Se trata de una desconexión negativa, que en ocasiones hace vivir sin proyecto de vida.
 
Laura estudia medicina, pero no confía que pueda ejercer en su país cuando termine los estudios. Marco ahora está en el preuniversitario, pero sueña con tener su propio negocio cuando se gradúe y Beatriz, estudiante de la Escuela Nacional de Arte, vive por la música, pero se siente alejada de la música cubana.
  
Como ellos, muchos jóvenes cubanos comparten esta realidad que los coloca en una incertidumbre existencial y les hace preguntarse con frecuencia dónde y cómo será su porvenir.
 
“Mi futuro en Cuba lo veo muy nebuloso, no me puedo enfocar en lo que quiero ser… Lo que me queda es trazarme una meta y cuando llegue ahí esperar a ver qué pasa”, dice Laura.
 
Laura, Marco y Beatriz son parte de esta llamada “generación desconectada” — los que nacieron entre 1990 a 2010, los que no vivieron los primeros años de la Revolución triunfante sino que padecen las consecuencias de ella después de más de medio siglo.
 
Se trata de una desconexión negativa, que en ocasiones hace vivir sin proyecto de vida, sin importar la repercusión de las decisiones personales, familiares y sociales; en otras palabras y como dicen muchos jóvenes: “es vivir a mi aire el día a día”.
 
“Yo no me siento muy identificada ni conectada con esta sociedad porque hay muchas personas que para ellas lo único que está definido es el concepto de Revolución, que para mí no es el mismo, para mí no saben lo que significa revolución,” dice Sara, 16, estudiante de nivel medio superior. “En todos los países existe una revolución...Respeto que hay muchas formas de pensar diferentes a la mía y me gustaría que ese respeto fuera mutuo”.
 
A pesar de que una gran parte de la población cubana vive “desconectada”, en particular los jóvenes constituyen el grupo etario que mejor refleja esta característica. La mayoría no pueden concebir, no tienen o no quieren un proyecto de vida en la isla. No se ven aquí en el futuro más inmediato y ven la emigración como salida ante los problemas económicos y vicisitudes en general que sufre el país, esa fuga mundi que se está viviendo en Cuba en la actualidad.
 
Emmanuel Márquez, de 18 años y estudiante que recién inicia la carrera de medicina, ya se está planteando cuestiones esenciales de su futuro como médico y dice que “ha visto que, de los médicos que trabajan en Cuba, los que prosperan son los que tienen que salir de misión, independientemente de que no les pagan lo que deberían porque son los que se juegan el ‘pellejo’ fuera”. Comparte con otros jóvenes las dudas sobre el mañana, y cuenta que su “idea es estudiar hasta terminar la carrera teniendo fe en que ‘esto’ cambie y si no es así, si me veo muy apretado, me iría de misión”.
 
Ante la crisis interna la solución es escapar, a veces con propósitos bien claros para cuando se esté fuera, pero en otras ocasiones a probar suerte, porque existe la creencia de que en cualquier otro lugar la vida será mejor. Este modo de pensar algunos lo catalogan como la cultura de la inmediatez y la inmanencia, el solucionar el problema de hoy sin importar ni “meterle cabeza” al mañana.
 
Marco A. Márquez, 17, hermano de Emmanuel, cursa el año final de la enseñanza preuniversitaria. Como consecuencia de la escasa formación vocacional, no ha decidido aún por qué rama de estudios decantarse.
“El futuro no solo depende de la carrera, sino también de mis proyecciones en varios aspectos”, dice Marco. “Además de tener una profesión, me gustaría tener algún negocio personal como un restaurante, un bar, una cafetería; pero si en Cuba las cosas no cambian, no creo que vea mi futuro aquí”.
 
El espíritu rebelde de los jóvenes es una fortaleza, y bien encausado provocaría salir de la inercia que impide todo tipo de movimiento. Los deseos de protagonizar y destacar son la chispa para darle vida a proyectos comunitarios deportivos, culturales, etc. que estén abiertos a la innovación y a la creatividad.
 
El Padre Antonio Rodríguez, sacerdote cubano, precisamente destaca entre los rasgos de una personalidad social madura “la participación responsable y creativa en la interacción social y en las relaciones interpersonales, sin sucumbir al conformismo y la masificación”.
 
Al conversar con muchos jóvenes cubanos de hoy día es fácil notar que son más incluyentes de la diversidad existencial en cuanto se refiere a sexo, etnia, religión, pluralismo político. Valoran la transparencia y la apertura de mente en gran medida y buscan constantemente la autenticidad, no la transmisión de un modelo de vida que trae como premisa “haz lo que yo digo y no lo que yo hago”.
 
Esa necesidad de ser auténticos, de no parecerse a los otros, de no seguir el dogma sino buscar la renovación implica también seguir nuevas tendencias, más allá de los gustos cubanos. Eso se hace evidente al preguntar de las preferencias en cuanto a música, cine, deporte, etc.
 
Otra de las fortalezas de los jóvenes es su carácter emprendedor. Basta detenerse a observar en cada barrio, en cada provincia, que la mayoría de los trabajadores por cuenta propia son jóvenes.
 
El ejemplo es Luis, peluquero de 21 años que estudió un técnico medio superior y ahora se dedica a este oficio, es la realidad de muchos otros jóvenes en Cuba hoy.
 
 
Fuente El Nuevo Herald
  


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