Nueva York y otras
"Ciudades Santuario" en guerra contra plan de deportación de Trump
El alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, al salir de la Trump Tower luego de reunirse con su dueño
'Ciudades santuario bajo asedio'
Por Bernadette Pardo
Santuario es una palabra acogedora que nos transmite paz. Si nos fijamos, hay santuarios para casi todo lo que es frágil, refugios para animales, reservas para plantas exóticas e incluso lugares donde se protege a seres humanos perseguidos. En un principio y por definición, santuario era un lugar sagrado, generalmente una iglesia, que ofrecía protección a perseguidos como Esmeralda, la amada de Quasimodo, el jorobado de Notre Dame, quien rescató a la bella gitana y le ofreció refugio en la catedral gótica. El derecho a santuario fue garantizado por la ley inglesa desde el siglo IV hasta el siglo XVII.
Los tiempos cambian, o quizás no tanto. Hoy santuario es una mala palabra y los jorobados son los inmigrantes indocumentados en ansiosa espera de una deportación anunciada. En el umbral de la presidencia de Donald J. Trump las llamadas ciudades santuario están bajo asedio. Hay más de 200 de ellas. La lista incluye San Francisco, Los Ángeles, Nueva York, Chicago y Miami. Son ciudades que ofrecen, en mayor o menor grado, cierta protección a cientos de miles de sus residentes sin papeles. El gobierno federal es el que está a cargo de inmigración y deportación. La labor de la policía local es combatir el crimen. Son dos cosas diferentes aunque a veces convergen.
La política de deportación de Trump le declara la guerra a ciudades santuario. El alcalde de Chicago, el combativo Rahm Emanuel, fue desafiante anunciando que Chicago seguirá siendo ciudad santuario pase lo que pase. El alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, está contemplando borrar las direcciones de indocumentados de récords municipales y ya se reunió con el presidente electo Trump para recordarle que Nueva York es una ciudad de inmigrantes.
El recién reelecto alcalde de Miami-Dade, Carlos Giménez, ha respondido como Hamlet, no sabe si somos o no somos. La vacilación del alcalde es justificable. En juego hay $650,000 millones en fondos federales que les serían negados a ciudades que no cooperen en esfuerzos de deportación. Y ahí está el detalle para Miami-Dade que está apelando una reciente decisión del Departamento de Justicia que clasifica al condado como ciudad santuario.
El condado sostiene que está cooperando plenamente con las autoridades en la misión de deportar indocumentados que son arrestados por la policía local. Una vez que un sospechoso indocumentado llega a la cárcel del Condado se le notifica al FBI, que a su vez tiene la responsabilidad de notificar a otras agencias federales como ICE. Esta agencia incluso tiene funcionarios en los juzgados para facilitar esta labor. Lo que sucede es que las agencias federales suelen moverse a paso de tortuga y el Condado, o sea nosotros, terminamos pagando millones de dólares manteniendo a estas personas en la cárcel mientras los federales deciden qué hacer con ellos.
En diciembre del 2013 la comisión del Condado aprobó una resolución estableciendo que el gobierno federal tiene que asumir esos costos. Si el FBI advierte que un indocumentado es peligroso o que lo quieren deportar, el Condado lo mantiene tras las rejas.
Todos queremos que lo criminales sean deportados. El Condado actúa responsablemente con su política actual y los contribuyente locales no tenemos por qué pagar los costos de una gestión federal.
Miami-Dade también actúa correctamente al no permitir que agentes de la policía local participen en redadas para capturar indocumentados con órdenes de deportación. Esa no es su función.
Decenas de miles de indocumentados viven aquí, son nuestros vecinos, nuestros amigos, nuestros compañeros de trabajo y de colegio y muchas veces miembros de nuestra familia. No hay por qué aterrorizarlos. Perseguirlos con agentes de la policía local solo serviría para resquebrajar el orden social y sembrar el pánico. Como dice el jefe de la policía, Juan Pérez, eso pondría en riesgo la seguridad de todos porque la policía depende de la cooperación de todos, con o sin documentos, para combatir el crimen.
De aquí a abril el Departamento de Justicia determinará si somos o no una ciudad santuario. Los que leyeron la novela de Víctor Hugo o vieron la película de Disney saben que la historia de Esmeralda y Quasimodo no termina muy bien. Esperemos que a nosotros nos vaya mejor en esta nueva realidad.
Nueva York y otras "ciudades santuario" en guerra contra plan de deportación de Trump
Nueva York y otras grandes "ciudades santuario" para inmigrantes como Chicago y Los Angeles se han rebelado y prometen combatir el plan de deportación de indocumentados del presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump.
Frente a los planes del outsider republicano de deportar indocumentados en cuanto llegue a la Casa Blanca el 20 de enero, alcaldes, gobernadores y jefes de policía de varias ciudades han alzado la voz para asegurar que protegerán a los inmigrantes.
El alcalde demócrata de Nueva York, Bill de Blasio, se reunió este miércoles con Trump y le advirtió que hará "todo lo posible" para defender a los indocumentados.
"Le reiteré que esta ciudad y otras ciudades a través del país harán todo lo posible para proteger a nuestros residentes y para asegurarnos que las familias no sean destrozadas", dijo De Blasio a periodistas tras reunirse en la Trump Tower con el vencedor de los comicios.
- NYC, abierta a todos -
La promesa de Trump de deportar a entre dos y tres millones de inmigrantes indocumentados "va contra todo lo que era genial en Nueva York", dijo De Blasio tras su cita con Trump.
Nueva York "es LA ciudad de los inmigrantes. El lugar que ha tenido éxito porque estuvo abierta a todos, el lugar construido por generación tras generación de inmigrantes", agregó.
Hace unos días, De Blasio afirmó que si es necesario, la ciudad eliminará a fin de año la base de datos con nombres de cientos de miles de indocumentados que han recibido una tarjeta de identificación municipal y que podría servir al gobierno de Trump para identificar y deportar inmigrantes.
El estado de Nueva York inclusive implementó una "hotline" telefónica esta semana para la denuncia de crecientes crímenes racistas contra musulmanes, inmigrantes y negros tras la victoria del multimillonario populista.
"Si alguien siente que se encuentra bajo ataque, quiero que sepan que el estado de Nueva York -el estado que tiene a la Estatua de la Libertad en su puerto- es su refugio", dijo el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, en una carta abierta tras el imprevisto triunfo electoral de Trump frente a la demócrata Hillary Clinton.
- Resistencia nacional -
Declaraciones de rebelión similares han llegado de los alcaldes de Boston, Providence, Chicago, Nueva Jersey, Seattle, Filadelfia, Los Angeles, San Francisco y Washington DC, "ciudades santuario" que no persiguen a los indocumentados por haber violado la ley migratoria federal y que a veces les otorgan documentos como licencia de conducir o tarjeta de identificación municipal.
"Esto es alentador y no es sorprendente y seguirá creciendo. (Los alcaldes y jefes de policía) no tienen miedo. Van a la batalla y creen que pueden ganarla políticamente y legalmente", dijo a la AFP Jonathan Blazer, experto del American Immigration Council, una ONG de defensa de los inmigrantes.
Blazer sostuvo que las fuerzas de la ley apoyan esta política porque permite a los indocumentados denunciar crímenes o ser testigos y hablar con la policía sin miedo a ser detenidos, y que por eso será difícil que Trump corte fondos para estas ciudades como ha prometido.
Trump y su equipo "verán a quién pueden amedrentar a través de la amenaza" de cortar los fondos, estimó Blazer.
Durante su campaña, Trump prometió cortar los fondos federales a las "ciudades santuario", que según el conservador Centro de Estudios de la Inmigración (CIS, por sus siglas en inglés) son unas 300.
Durante su campaña Trump dijo que deportaría a los 11 millones de indocumentados que residen en Estados Unidos, en su mayoría mexicanos y centroamericanos. Tras ser electo, afirmó que primero deportará a entre dos y tres millones de "criminales", "narcotraficantes" e "integrantes de pandillas" y luego verá qué hacer con el resto.
Defensores de los inmigrantes se alarman porque dicen que no hay evidencias de que existan dos o tres millones de indocumentados "criminales" en el país, por lo cual muchos inocentes o personas que han cometido delitos leves o de tránsito pueden terminar cayendo en esa bolsa.
Alcaldes como De Blasio y Rahm Emanuel, de Chicago, insisten en que no darán marcha atrás. "Chicago siempre será una ciudad santuario", dijo Emanuel esta semana.
"No vamos a sacrificar a ninguna de nuestras personas", aseveró el alcalde de Providence (Rhode Island), Jorge Elorza, hijo de inmigrantes guatemaltecos, citado por el diario The Boston Globe.
Muriel Bowser, alcalde del Distrito de Columbia, capital del país, dijo que DC seguirá siendo "una ciudad santuario" porque "sabemos que nuestros barrios son más seguros y fuertes cuando nadie tiene miedo de llamar a nuestro gobierno para pedir ayuda, cuando nuestra policía puede enfocarse en proteger y servir".
Miembros de varios grupos por los derechos de los indocumentados se manifestaron este jueves frente a las oficinas de la representante de Florida Holly Merrill Raschein (R). Ella votó a favor del proyecto de ley HB 675 que castiga a las llamadas ciudades "santuario" por limitar su cooperación con las autoridades federales migratorias.