¿Por qué está creciendo la población musulmana en Cuba?
La religión de más rápido crecimiento en el mundo cuenta con 9 000 miembros reconocidos en la isla comunista
La primera vez que un papa puso pie en Cuba fue en 1998, cuando Juan Pablo II viajó al estado comunista. La visita fue el resultado de un deshielo entre el Vaticano y el gobernante cubano, Fidel Castro, que prohibió la religión tras tomar el poder. La población mayoritariamente católica de Cuba dio la bienvenida al pontífice con gran entusiasmo; varios cientos de miles de personas, entre ellas Castro, asistieron a la misa dirigida por el papa en La Habana. Mientras tanto, un pequeño número de otros cubanos sacó su propia conclusión de la creciente tolerancia del régimen a la religión: quizás pronto el Estado aceptaría cada vez más también el Islam.
La religión está creciendo en silencio en Cuba, donde hay 9 000 musulmanes. Si bien representan un pequeño segmento de la población de 11,3 millones de habitantes, supone un aumento significativo de aproximadamente una docena a principios de los noventa. “El Partido Comunista ha tomado decisiones para abrir la pluralidad religiosa”, dice Michael Leo Owens, profesor asociado de ciencias políticas en la Universidad Emory de Atlanta. “El islam crecerá de forma natural”
Debido a que no hay un largo legado del Islam en Cuba, muchos de los musulmanes de la isla son conversos que encontraron la fe después de hablar con estudiantes y diplomáticos que venían países de mayoría musulmana, dice Joan Alvado, un reportero gráfico con sede en Barcelona, España. A partir de 2014, Alvado ha fotografiado la vida de los musulmanes cubanos, en la capital de La Habana y en todo el país. Más recientemente regresó a Cuba, desde principios de octubre hasta principios de noviembre, para seguir explorando esta pequeña cultura.
Osman Reyes, uno de los fotografiados por Alvado, se convirtió al Islam en junio de 2015. Dice que la religión lo ayudó a sentirse “más libre”. Reyes vive cerca de la ciudad central de Camagüey, donde los musulmanes locales establecieron una humilde mezquita dentro de una casa privada a principios de los años 2000.
A pesar de formar parte del grupo religioso de más rápido crecimiento en el mundo —un informe del Centro de Investigación Pew estima que la población musulmana aumentará en un 73 por ciento en 2050—, los musulmanes de Cuba pueden parecer invisibles, incluso para otros cubanos. “Nadie en La Habana, ni siquiera mis amigos cubanos, sabían que había musulmanes”, dice Alvado.
A principios de la década de 1990, el puñado de ciudadanos musulmanes en Cuba se enfrentaba a la posible persecución por parte del régimen por practicar su religión, pero la mayoría de ellos adoraba por su cuenta. Pocos podían enseñarles acerca de su nueva fe. Ahora tienen liderazgo, maestros y una gran casa de culto que se inauguró en La Habana en junio de 2015. La mezquita distribuye el vestido tradicional musulmán a hombres y mujeres y dona cordero a los congregantes durante el Ramadán.
Adaptarse al Islam ha sido un cambio significativo para los cubanos, muchos de los cuales crecieron comiendo cerdo y bebiendo alcohol. La mayoría de los musulmanes cubanos se han adaptado gradualmente. La falta de expertos o de imanes para guiar su camino ha significado que las viejas tradiciones sobreviven incluso mientras que los convertidos adoptan nuevas maneras de vivir bajo Islam. En una de sus fotografías, Alvado presenta un pequeño árbol de Navidad junto a una bandera de Arabia Saudita. Las decoraciones pertenecen a una mujer cubana de origen católico que ha sido musulmana durante cinco años. “Ella todavía pone el árbol de Navidad cada año”, dice Alvado. “La comunidad musulmana en Cuba es muy joven”.
No está claro si la muerte de Castro en noviembre afectará el resurgimiento religioso de Cuba. Castro ya había pasado el mando a su hermano menor Raúl en 2008, aunque siguió representando una facción poderosa e intransigente en la política cubana. “Los elementos duros del gobierno cubano perdieron su portavoz más grande”, dice Andrew Otazo, director ejecutivo del think tank Cuba Study Group, con sede en Washington. Los cubanos estarán observando ansiosamente para ver si la muerte de Castro conducirá a una reforma o si los partidarios de la línea dura —inseguros acerca de dónde se encuentran ahora— reprimirán la religión. “¿Habrá más libertad religiosa o habilidad para practicar su religión si lo considera conveniente? Esa es la gran pregunta”, dice.