Si para los cubanos algo definió este
Año que se va es que “la política no cabe en la azucarera”
“El 2016 fue peor que el año anterior”
Augusto César San Martín y Rudy Cabrera | La Habana | Cubanet
Si algo definió el 2016 para los cubanos es que la “política no cabe en la azucarera”. Ninguno de los acontecimientos sucedidos este año en Cuba, exaltados internacionalmente como avances de cambio, llegaron a la mesa del cubano.
La muerte del Fidel Castro y la visita a Cuba de Barack Obama son los sucesos que los cubanos señalan como significativos, aunque ninguno fue sucedido por alguna señal de los cambios que se esperan. Los dos sucesos dejaron sin expectativas a quienes viven dentro de la isla. La distención entre los gobiernos no ha aportado beneficios al pueblo, y la muerte de Castro ha sido intrascendente para una mejora de la crítica situación que vive el país.
El 2016 consumió las esperanzas del pueblo, todas puestas en el restablecimiento de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. La visita del presidente estadounidense mostró las detenciones y golpizas llevadas a cabo por las autoridades contra los participantes de la campaña opositora #TodosMarchamos, mientras el Air Force One aterrizaba en La Habana.
Ese fue el comienzo de “Nada”, como definen los cubanos de a pie al llamado “deshielo”, y del “incremento de la represión”, como lo describe la sociedad civil. Este último grupo estaría atrapado en un nuevo concepto llamado “politica blanda de Obama”, diseñado para “acelerar los cambios democráticos en Cuba”. El concepto incluye a los llamados cuentapropistas, que este año fueron advertidos, mediante suspenciones de licencias y restricciones, sobre los límites de su próspera actividad.
Con la desesperanza a cuestas y el temor a la eliminación de la ley de ajuste cubano, 46 635 ingresaron a Estados Unidos, según estadísticas de Pew Research Center, basadas en el año fiscal. Los cubanos explotaron la ruta desde Ecuador hacia la frontera México-EEUU en una oleada migratoria por tierra sin precedentes. La crisis puso fin a esta vía de escape, que se reencontró luego en el estrecho de la Florida y otras nuevas rutas como Rusia y Guyana.
La crisis en Venezuela sumó otro año de escasez de combustible y desabastacimiento en la red de mercados. Aún persiste la dualidad monetaria, a pesar del ultimátum público dado por Raúl Castro para su eliminación antes del 2017. Para el nuevo año, la eliminación de la doble moneda continuará siendo la última promesa del gobierno de Castro y la última esperanza de los cubanos.
El decrecimiento de la economía en un 0,9% se reflejó en una sociedad mayoritariamente empobrecida, muy distante de la visible clase alta, integrada por funcionarios gubernamentales y un reducido número de cubanos que, temerosos de ser visiblemente ricos, intenta incorporarse al grupo del gobierno.
El contraste entre el éjercito de indigentes que invaden las principales avenidas de la capital y las castas gubernamentales repuntó a la vista en el desfile Chanel por el Paseo del Prado. Menos pública es la moda iniciada este año por los “temerosos ricos”, de vacacionar en Europa o Cancún.
Acontecimientos como la eliminación de la Posición Común europea, el VII Congreso del Partido Comunista de Cuba y el inicio de los vuelos comerciales entre Cuba y EEUU, no aportaron beneficios ni esperanzas en la población desinteresada por esos temas.
La victoria electoral de Donald Trump resultó para los cubanos un tema ordinario, acostumbrados al discurso agresivo del gobierno cubano contra los vecinos del norte y viceversa. Aunque el nuevo presidente rompa o no con la distención, los cubanos se convencieron en el 2016 que la política estadounidense, “blanda” o “dura”, no cambiará la realidad de un pueblo acostumbrado a vivir en recesión económica.
El mayor logro del gobierno en política internacional es la imagen de “cambio”, lograda sin avanzar en temas como los derechos humanos y la libertad de expresión. Por esto, más cubanos prefieren callar que buscarse problemas.