La primera dama celebra su último acto público en la
Casa Blanca pidiendo a los estadounidenses que defiendan sus derechos
Pura emoción, la primera dama de EE.UU. - La primera dama Michelle Obama, al término de su discurso
Michelle Obama en su despedida: “La diversidad no es una amenaza”
Por Cristina F. Pereda - Washington - El PaísMichelle Obama se despidió este viernes de los estadounidenses con un mensaje dirigido a los jóvenes en el que les instó a no tener miedo al futuro y defendió los valores de la diversidad en un discurso dedicado a la educación. “Ese es el mensaje de esperanza que deberían compartir los políticos”, dijo la primera dama, visiblemente emocionada. Justo antes de abandonar la sala, con lágrimas en los ojos, dio las gracias por haber tenido “el máximo honor" de servir a los ciudadanos estos últimos ocho años.
“La diversidad no es una amenaza, es lo que somos”, afirmó la primera dama desde la Casa Blanca en un mensaje dirigido especialmente a los jóvenes. “Si vuestros padres o vosotros sois inmigrantes, sabed que formáis parte de la misma tradición que ha hecho este país tan grande”. Michelle Obama dijo lo mismo a quienes intentan desafiar a la suerte desde la pobreza o pertenecen a minorías raciales y religiosas. “Nunca dejéis que nadie os haga creer que no tenéis un lugar en nuestra historia”.
Obama celebró en Washington los logros de sus programas para aumentar el número de estudiantes que acceden a la universidad así como las tasas de graduación en los institutos de todo el país. Como acostumbra, aderezó su mensaje con unos cuantos consejos para un futuro marcado por la incertidumbre de la presidencia de Donald Trump. “No tengáis miedo, seguid concentrados, decididos, tened esperanza”, aseguró. “Recordad que ninguno de vuestros derechos vino de la nada, debéis hacer todo lo posible para proteger lo que habéis heredado”.
Michelle Obama no ha cesado de repetir durante sus ocho años como primera dama que “la educación es la clave del éxito” y este viernes lo reiteró una vez más, durante su último acto público en Washington, antes de que su esposo abandone la presidencia. Apenas unas horas antes, la primera dama había sorprendido a un grupo de estudiantes de la capital que aspiran a acceder a la universidad. Michelle repartió abrazos y consejos cargados con una buena dosis de honestidad, dos de sus señas de identidad que volvió a desplegar al despedirse de los estadounidenses.
El próximo 20 de enero, después de que Trump se convierta en el 45 presidente de EE UU, un helicóptero trasladará a la familia Obama a su nueva residencia en Washington. Entonces también comenzará una nueva etapa para Michelle, que estos últimos ocho años ha dado muestra de su carácter y su personalidad, creando la versión más moderna, activa y dinámica de una primera dama hasta la actualidad.
Michelle Obama ha alternado su versión de “mamá en jefe” en la Casa Blanca con apariciones en programas de humor y varias campañas a favor de la alimentación sana en las escuelas, la igualdad de oportunidades para todos los jóvenes o la atención médica de calidad para los veteranos de guerra. En estos últimos gestos cumplió su papel tradicional de primera dama. En los primeros dejó ver a una profesional dispuesta a construir una imagen auténtica, sin precedentes en EE UU.
El resultado más claro de esa labor se vio el pasado mes de octubre. Michelle Obama apenas había ofrecido discursos durante las dos campañas presidenciales de su marido. Este año era distinto. La publicación de un vídeo con una conversación sexista del candidato republicano le inspiró a hacer campaña a favor de Hillary Clinton. “No puedo dejar de pensar en ello”, dijo a la audiencia. La primera dama no escondió que se sentía afectada por las palabras de Trump y su discurso marcó un antes y un después en la carrera electoral.
Durante los primeros años de la carrera política de su marido, Michelle nunca ocultó su opinión sobre la política, pero nada más llegar a la Casa Blanca había adoptado una postura más comedida. Era consciente de que su cargo estaba al servicio de todos los estadounidenses, pero a lo largo de los años le ha ido dando su forma personal. Hace dos semanas habló abiertamente de que la pareja no siempre contó con grandes apoyos en Washington y del racismo al que se han enfrentado los dos desde la histórica victoria de Obama en 2008.
“Cuando atraveséis dificultades y penséis en rendiros, recordad algo que nos ha ayudado a Barack y a mí durante todos estos años”, aseguró una Michelle Obama visiblemente emocionada en los últimos instantes de su discurso. “Creed en el poder de la esperanza” dijo recordando el lema Hope que inspiró la campaña del demócrata. “Eso es lo que nos ha ayudado a superar todas las palabras de división, ira y miedo a las que nos hemos enfrentado en nuestras propias vidas”.
Los estadounidenses deberán esperar para saber qué Michelle Obama surgirá de sus años fuera de la Casa Blanca. Quizás siga la tradición de sus predecesoras y publique sus memorias. Quizás continúe su faceta más activista de los últimos meses. Su círculo más cercano niega que a pesar de las presiones esté dispuesta a apostar por la presidencia. La única garantía, si el pasado sirve de pista, es que la versión ciudadana de Michelle Obama la construirá ella, y a su manera.
Este viernes prometió que seguirá defendiendo los intereses de las próximas generaciones de estadounidenses. “Seguiré a vuestro lado”, les dijo. Obama también pide a los jóvenes que busquen “la mejor educación posible para que podáis pensar críticamente y expresaros con claridad. Así podréis convertiros en la fuerza más positiva que empuje a vuestras comunidades”, afirmó rodeada de los ganadores del premio nacional y estatal al mejor asesor educativo del año. Era también un buen resumen de su legado. Con lágrimas en los ojos, Michelle Obama se despidió de la Casa Blanca con un "gracias" y un deseo: “Espero que se sientan orgullosos de mí”.
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