‘No tengo idea de qué voy a hacer’:
En Cuba lamentan la pérdida de privilegios en Estados Unidos
Cubanos en un refugio de migrantes en Panamá reaccionan ante el anuncio del fin de la política de 'pies secos, pies mojados' (Arnulfo Franco/Associated Press)
Por Hannah Berkeley Cohen, Azam Ahmed y Frances Robles — La Habana — Read in English
Andrés Iván y su novia han vivido en Cuba desde su infancia, pero, por mucho tiempo, planearon su futuro en Estados Unidos.
Ella se fue hace cuatro meses en busca de trabajo a Miami, donde fue recibida como migrante legal. Él se quedó en La Habana, a sabiendas de que el tratamiento especial de Estados Unidos hacia los cubanos le daba la libertad de alcanzarla para casarse cuando le fuera posible.
Esos sueños fueron arruinados el 12 de enero, cuando el presidente Barack Obama anunció el fin inmediato de la política de “pies secos, pies mojados”, bajo la cual cualquier isleño que llegara a tierra estadounidense era admitido y quedaba encaminado hacia la residencia y ciudadanía.
“Nuestra relación está cimentada en dos cosas: el amor y la idea de que vamos a tener una vida juntos en Estados Unidos, ya sea en un año o en cinco”, dijo Iván. “Ahora tengo que repensar todo mi plan de vida”.
Iván es uno de los muchos cubanos que tendrán que revisar planes, incluidos miles que podrían terminar varados a mitad de camino ya sea por vía marítima o por tierra, particularmente en México. Aquellos que llegaron a cruces fronterizos en Arizona, California y Texas el jueves pudieron pasar. Los que seguían en el lado mexicano tuvieron que considerar si escabullirse o contratar a coyotes para entrar a un país que, al comenzar el viernes, comenzó a tratar a los isleños como a cualquier migrante ilegal de cualquier otra nación.
También fue eliminado un programa que permitía migrar fácilmente a Estados Unidos a doctores cubanos que se desempeñaban en otros países. Eso dejó a Ayme Monges, de 25 años, atorada en Bogotá, con todo el papeleo listo pero sin un lugar a dónde ir.
“Llegué a la embajada en la mañana y me dijeron: ‘¿Eres cubana? No puedes pasar, el programa está congelado’”, contó Monges, quien había estado trabajando en Venezuela. “Estoy atorada aquí”.
La cantidad de cubanos que se van a Estados Unidos se ha disparado desde que los dos gobiernos restablecieron sus relaciones bilaterales a finales de 2014, ya que se especulaba que podría terminarse la política de “pies secos, pies mojados” (fue denominada así porque aquellos que llegaban a tierra podían quedarse y aquellos detenidos en alta mar eran regresados).
Un oficial del Departamento de Seguridad Nacional estadounidense, quien aceptó hablar a condición de mantener el anonimato, dijo que la administración de Obama decidió terminar el programa de manera inmediata para prevenir un éxodo masivo que podría poner en riesgo la vida de muchos por tierra y por mar.
En Cuba, el cambio abrupto en la política migratoria profundizó las divisiones generacionales. Muchos isleños mayores dijeron que la decisión era justa y detendría el flujo de muchos cubanos, especialmente los que tienen mejor formación como los doctores, hacia Estados Unidos. Un hombre que vendía el periódico Granma el viernes en la calle dijo que la medida era necesaria para que “el gobierno cubano ya no sea socavado” con promesas que hacían que la gente “dejara su suerte al mar”.
Pero cubanos más jóvenes, esperanzados por la idea de irse a Estados Unidos ante las dificultades económicas, quedaron devastados al verse forzados a pensar en un futuro con opciones reducidas.
La identidad y el orgullo cubanos están formados en buena medida por la relación de la isla con Washington, tanto por el desafío hacia el vecino más grande como por los privilegios que gozaban aquellos que huyeron y llegaron a Estados Unidos. Fue una caída dura quedar de pronto en el mismo plano que millones de personas alrededor del mundo que también querían llegar a ese país.
Sobre todo para cubanos como Iván que ya tienen fuertes vínculos familiares y amistosos en Estados Unidos. Su hermano dejó la isla hace cuatro años, cruzando por México, y ahora está viviendo el “sueño americano” con un coche, un trabajo que le paga un buen salario y hasta una hipoteca.
A Iván solo le quedan el remordimiento de no haberse ido antes y la duda de si podrá reunirse con su novia.
“Hice tantas promesas a esta persona y todas dependían de una sola ley. Una ley que es injusta y no está bien formulada y debería haber cambiado hace mucho, pero de la cual dependían mis promesas”, dijo Iván, quien vive en La Habana con su madre, hermana y padrastro. “Se supone que iba a llegar a Estados Unidos gracias a esta ley”.
Los parques en La Habana, donde la relativamente nueva conexión wifi le da acceso a internet a cubanos que de otro modo no lo tendrían, se han vuelto escenarios de desesperanza tras el anuncio de Obama. En una nación que no tuvo conectividad por tanto tiempo, el reciente acceso a medios como el correo electrónico o las redes sociales fue una manera particularmente cruel de enterarse que el trato especial había terminado.
En el vecindario del Vedado, cerca de la embajada estadounidense, un joven incluso le gritó a la gente reunida: “¡¿Ya oyeron?! Esto arruina todas nuestras vidas”.
“No tengo idea de qué voy a hacer. La idiosincrasia cubana era saber que todo lo que necesitas es llegar al único lugar que te dará las libertades que uno no tiene en Cuba”, dijo otro isleño.
Y es que la noticia saca a la luz las frustraciones de muchos cubanos jóvenes, especialmente ante la nueva dinámica que un turismo en auge ha significado para la isla.
Los precios de la comida han aumentado ante la mayor demanda, mientras que los pocos recursos que hay han sido redirigidos hacia los extranjeros con dinero que visitan el país.
“Aquí en Cuba no tenemos por qué vivir. Nuestro país es para los extranjeros, no para nuestro pueblo, y no es sorpresa que la gente se quiera ir”, dijo Miguel Alberto Escalona, un habanero de 24 años.
En contraste con la reacción de los jóvenes isleños, el anuncio de Obama fue aplaudido por el gobierno de Raúl Castro, que por mucho tiempo se había quejado de esta política migratoria.
Mientras, Iván buscaba señal de manera desesperada para mantenerse en contacto con su novia en Miami. Y, quizás aceptando su nueva situación, escribió: “Quiero que sepas que, sin importar qué suceda, siempre te amaré”.
Hannah Berkeley Cohen colaboró con este reportaje desde La Habana, Azam Ahmed lo hizo desde Ciudad de México y Frances Robles desde Miami.