Debiera tratarse de una declaración de guerra contra el llamado
“Paquete semanal”, de cierto modo clandestino pero relativamente tolerado
Los cubanos buscan aislarse del discurso oficial en los medios de difusión
(Foto Ernesto Pérez Chang)
La ‘mochila’ oficialista no puede contra el ‘paquete’ clandestino
Por Ernesto Pérez Chang | La Habana | Cubanet
Anuncios en la televisión, reportajes en los periódicos, apertura de un sitio web donde descargarla libremente y un largo etcétera de propaganda desde los clubes de computación patrocinados por la rama juvenil del Partido Comunista, rodearon el aparatoso lanzamiento de la “mochila”.
Debiera tratarse de una declaración de guerra contra el llamado “paquete semanal” (de cierto modo clandestino pero relativamente tolerado), sin embargo, para algunos la “mochila” no conseguirá ese objetivo mientras su estrategia de competencia no esté enfocada en responder una pregunta esencial sobre los orígenes del Paquete: ¿Por qué surgió y qué lo ha hecho exitoso?
Pensada para funcionar como un “antídoto ideológico” y no como un producto de verdadera competencia, “los creadores de la ‘mochila’ sufren la misma limitación del gobierno para interpretar las necesidades de nuestro entorno”, afirma Marcos, estudiante de informática que ya ha probado el nuevo producto.
Y agrega este joven: “El ‘paquete’, además de negocio, surgió como respuesta a la pobreza de contenido en los medios oficiales, a la censura, además por el retardo tecnológico de Cuba debido al miedo a generalizar el acceso a la información (más) que a las condiciones económicas del país”.
Para comprender el fracaso de la “mochila” frente al “paquete”, es necesario tener en cuenta que este último responde a la necesidad real e impostergable de un tipo de consumidor, mayoritario en Cuba, que busca evadir el duro contexto político, social y económico donde está obligado a permanecer, y para ello decide tomar el control sobre aquellos pocos instrumentos de ideologización que puede excluir de su espacio privado.
“La televisión y la prensa oficial, son los dos primeros elementos desterrados del círculo íntimo en los hogares y grupos amistosos de aquellos que pudiéramos llamar ‘disidentes pasivos’ o, hasta cierto punto, ‘inconscientes’, ‘evasivos’, incluso en el ámbito personal de quienes, a gusto con la realidad política, con la ideología oficial, también buscan, digámosle, ‘desintoxicarse’, ‘refrescar’, ‘desmayar la talla’ de todos los días, como se dice popularmente”, afirma la joven psicóloga Leyanis Borja.
“El ‘paquete’ satisface una necesidad y por eso es exitoso; la ‘mochila’, en cambio, satura el contexto con esas mismas cosas por las cuales, en reacción de rechazo, la gente acude al ‘paquete’”, explica Nelson, un distribuidor del “paquete semanal” que, además, afirma que lejos de perjudicar el negocio, la “mochila” hasta pudiera beneficiarlo en parte.
“Creo que competencia no es, por todo lo que sabemos. En principio, no hay clubes de computación (centros oficialistas donde se puede adquirir la ‘mochila’) en cada esquina ni prestan servicio a las casas. El paquete tiene mayor distribución en los barrios y hasta lo llevamos a las casas. En una cuadra te puedes encontrar diez personas distribuyendo el paquete. Pocas personas van a ir hasta el Joven Club (nombre oficial de los clubes de computación. Generalmente existe solo uno por cada municipio del país) para buscar el paquete, al final seremos nosotros mismos quienes escogeremos lo que sirve de esa ‘mochila’ y lo agregaremos al ‘paquete’, porque otra cosa a favor nuestro son los contenidos. En la ‘mochila’ hay mucha propaganda (ideológica) y la gente no quiere eso”, comenta Nelson.
A pesar de que los creadores de las matrices de algunos paquetes han insistido en el carácter no político del contenido que ofrecen, e incluso, para salvar el pellejo y evitar ser procesados en los tribunales por la actividad ilegal que realizan, han hecho circular declaraciones sobre su acatamiento de la censura ideológica, el surgimiento de la “mochila” demuestra que los paquetes, no importa cuán “estériles” e “inocuos” sean, no son bien vistos por la oficialidad.
“Esto debiera ser una señal de alerta”, dice Jorge, otro distribuidor del paquete semanal. “Después de esto puede venir una ofensiva contra nosotros no solo por el contenido sino porque casi todo es pirateado. Nadie sabe qué se está negociando con Google, Microsoft, con los americanos y los europeos y este puede ser el fin de la piratería, aunque creo que en la ‘mochila’ también hay cosas pirateadas. Es algo muy raro porque también en el ‘paquete’ hay teleseries cubanas y cosas de Cubadebate, revistas cubanas (…) Creo que no quieren que exista el ‘paquete’ porque ya es algo que se les fue de las manos y lo quieren controlar todo. La Mochila es una tontería que, al final, si no incluye telenovelas mexicanas, Caso Cerrado y el buen chisme de la antena, nadie le hará caso. Si yo quisiera saber la historia del yate Granma y cómo Fidel se alzó en la Sierra para eso prendo la televisión, de eso se habla todo el tiempo”, dice Jorge.
Atiborrados de propaganda oficialista en las calles, en los centros de trabajo y hasta en los comercios estatales, un buen número de cubanos decide no sintonizar las emisoras nacionales y abstenerse de leer la prensa del gobierno, a la vez que busca alternativas de escapismo psicológico para resistir la cruda realidad que los rodea.
El “paquete semanal” es un compendio de productos televisivos foráneos, programas de computación, aplicaciones para dispositivos móviles en su mayoría pirateados y “craqueados” que son comercializados de manera semiclandestina.
La “mochila” ha sido presentada como una contraparte con patente de corso pero que, tras una postura de corte nacionalista, rechaza la mayoría de los productos foráneos que han convertido al “paquete” quizás en el más importante medio de entretenimiento de los cubanos de la isla.