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General: Alicia Alonso, más sombras que luces en una doble carrera
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: BuscandoLibertad  (Mensaje original) Enviado: 14/01/2017 18:31
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La bruja bailarina Alicia Alonso y el dictador Raúl Castro
Alicia Alonso, más sombras que luces en una doble carrera
             LUIS DE LA PAZ - El Nuevo Herald
Es uno de los personajes más polémicos de la historia del arte, la cultura y la política cubanos de los últimos 60 años. Nadie niega las virtudes de Alicia Alonso como artista, pero muchos cuestionan su labor como policía de la cultura cubana y su rol como embajadora del castrismo en el mundo.
  
El 21 de diciembre, la legendaria Prima Ballerina Assoluta agregó la velita número 6, a su novena década de vida. La gran bailarina ha cumplido 96 años, oficialmente al mando del Ballet Nacional de Cuba (BNC).
  
Hay quienes afirman que todavía rige los destinos de la compañía, a pesar de su edad y estar completamente ciega. Otros opinan que hay un entorno que es el verdadero poder, poniendo siempre el nombre de la diva por delante para imponer control y hasta temor.
 
Lo que sí parece estar claro es que al mencionarse el nombre del Ballet Nacional de Cuba se establece una inmediata asociación con su figura fundadora y emblemática, algo que de alguna manera parece desconocer, a otras grandes estrellas que han cosechado triunfos a nombre y para el BNC. La compañía ha tenido al menos 10 grandes primeros bailarines en ambos sexos, como Loipa Araújo, Aurora Bosch, Mirta Plá y Josefina Méndez, conocidas como “las cuatro joyas del ballet cubano”, y más tarde Rosario Suárez “Charín” y Jorge Esquivel, entre otros.
 
El crítico Baltasar Santiago Martín, que recientemente estuvo en la capital cubana para asistir a las galas del 25 Festival Internacional de Ballet de La Habana, estima que para dirigir los destinos de una institución como el BNC hay que tener mano dura.
 
“La esencia y el éxito del ballet depende en gran medida del rigor y la disciplina”, afirma
 
Por su parte, Pedro Pablo Peña, fundador y director artístico del Festival Internacional de Ballet de Miami, aporta un ángulo destacado en cuanto al control sobre la compañía: “Hay quienes dicen que Alicia fue una dictadora, pero creo que de serlo se debió más al celo por su carrera y el éxito de la compañía. A veces los egos hacen dictadores”. Luego añade: “Ella es una mujer de mucho rigor y no iba a ceder su espacio para dárselo a nadie, ella era el Ballet Nacional y el Ballet Nacional pasaba por ella”.
 
Sin embargo, señala Peña, su longevidad y dificultades visuales, incluso el hecho de que ella no esté dirigiendo de manera permanente los destinos de la institución, ha causado un declinar en la compañía.
 
“El Ballet Nacional en una época fue una compañía deslumbrante”, dice Peña. “Hoy ha decaído y perdido su rigor, a pesar de que la escuela cubana de ballet es un caudal de desarrollo para el bailarín, pero ya el bailarín cubano como tal se ha descolorido. El BNC se ha anquilosado”.
 
La historia de la institución se remonta a la década de 1940 cuando Alicia Alonso, tras una exitosa carrera en el Ballet Theater de Nueva York, donde fue alumna aventajada de Balanchine, decide regresar a la isla y crear su propia entidad, el Ballet Alicia Alonso, que alcanzó un rápido ascenso en el marco danzario nacional e internacional.
 
Baltasar Santiago Martín que escribe Alicia Alonso: bailar al borde, una biografía semiautorizada por la diva, enfatiza que “Alicia Alonso no se conformó solamente con ser una estrella mundial, sino que deseaba llevar el ballet a Cuba, y así lo hizo”.
 
Aunque el esfuerzo personal de la diva fue determinante en la creación de su propia compañía, gozó de una subvención del gobierno del presidente Carlos Prío Socarrás (1948-1952), según destaca Santiago Martín: “Antes de recibir el respaldo del presidente Fulgencio Batista logró fondos oficiales del gobierno de Prío por 43,000 pesos, que en aquella época era bastante dinero”. Para ese entonces cambia el nombre y comienza a llamarse Ballet de Cuba. Luego continúo recibiendo dineros de Batista, “hasta que en agosto de 1956, renuncia a la subvención batistiana”.
 
Atracción por los dictadores
El crítico aporta un detalle indiscreto: “Hay indicios de que en 1952 la Alonso viaja a la Unión Soviética y baila para Stalin”. Este dato, afirma, “no está confirmado”, aunque cree que ocurrió. De la misma manera estima que Alicia rechaza la ayuda de Batista, porque ya sabía de los planes de Fidel Castro y hasta había recibido compromisos de respaldo por parte de Castro, algo que luego se materializó.
 
De ser cierto que bailó para Stalin y que años después, el 25 de febrero de 1955 lo hizo para Batista, y que tras el triunfo de la Revolución fidelista realizó numerosas galas con la presencia de Fidel Castro, se puede inferir que la diva ha sentido a lo largo de su vida cierta atracción por los dictadores. Parece que esta identificación con quienes ejercen autoridad suprema es parte de su propia personalidad, pues grandes figuras y hasta miembros del cuerpo de baile del BNC, han escogido el camino del exilio durante las giras internacionales, para escapar de la mano dura de su directora, y de quienes la han financiado durante más de medio siglo.
 
“Sin duda ella ha sido una artista muy comprometida con la política cubana y el régimen, y muy particularmente con Fidel, ya que eran amigos”, señala Peña. De cualquier manera, añade, “ha sido la embajadora de la cultura política cubana a través del ballet”. Es de destacar que el movimiento danzario en Cuba es un apéndice del aparato cultural oficial. Las figuras descontentas con la revolución, o disidentes dentro del BNC, eran apartadas o se veían forzadas a buscar nuevos horizontes en el extranjero como exiliados.
 
Los bailarines cubanos tenían intenciones de llegar a las compañías europeas y norteamericanas, por eso ha habido tantas deserciones durante las giras. Quizás la más sonada ocurrió en París en 1966, cuando una docena de miembros del ballet se quedaron para seguir con sus carreras sin el control político, y la presencia, en algunas ocasiones castradora, de su directora.
 
Si el evento de París resultó incómodo para el BNC, no menos penoso fue la cantidad de jóvenes que se quedaron en Puerto Rico y México hace apenas un par de años. Algunos de esos bailarines mostraron sus habilidades en una muy aplaudida gala como parte del Festival Internacional de Ballet de Miami que dirige Pedro Pablo Peña, apenas pocos días después de llegar a Miami, en una muestra de apoyo de una institución del exilio a los nuevos talentos.
 
Sobre la deserción de 1966, Baltasar Santiago estima que la causa principal del descalabro la provocó la apertura de los campos de la UMAP (Unidades Militares de Ayuda a la Producción), donde internaron a miles de cubanos por sus posiciones políticas, religiosas y sociales. Sobre la más reciente opina que se debe al descontento por la manera en que les pagan: “Las giras generan mucho dinero al BNC pero los bailarines apenas reciben $30 al mes, algo irrisorio”. Añade que “Alicia es cómplice de esa explotación, porque sabe que sus bailarines están muy mal pagados y ella lo permite”.
 
¿Morirá con ella el BNC?
La nonagenaria directora del Ballet Nacional de Cuba se ve débil. Incluso han corrido hasta rumores acerca de su muerte, algo que definitivamente ha de ocurrir por ley natural en un período no muy lejano. La pregunta es qué pasará con la compañía cuando ella no esté.
 
Peña estima que “con la muerte de Alicia el Ballet morirá también, aun cuando se mantenga, pues ella es el Ballet. Nadie puede sustituirla. El alma de ese ballet es Alicia, y esa compañía abre y cierra con ella”. Aun así piensa que Loipa Araújo pudiera tomar su lugar.
 
“Loipa tiene la técnica, lleva la tradición de Alicia, y está en forma: es quizás la única que pudiera continuar su labor”, dice Peña. “De cualquier manera Cuba es una dictadura y allí nadie se va a mover. El gobierno, no el Ballet, va a decidir quién será su sustituta”.
 
Santiago Martín opina que Laura, la hija de Alicia, “es una buena formadora y quizás pudiera asumir la responsabilidad”, aunque, añade, “de ahí a dirigir la compañía como se requiere, no sé si tendría el rigor necesario”. También ofrece otro nombre, el del bailarín Carlos Acosta.
 
Todos coinciden en que el legado de Alicia Alonso es extraordinario, un legado artístico de gran realce y a la vez una postura de apoyo incondicional a la dictadura castrista que tanto daño le ha hecho a Cuba, y hasta al propio Ballet Nacional, que ha perdido mucho brillo.
 
Esa es Alicia, una mujer astuta y servil, tan rigurosa y apasionada por el ballet, como dúctil en lo moral. Quizás no todo ha sido en nombre del ballet.

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La bruja bailarina Alicia Alonso, más muerta que viva..
 
Fuente El Nuevo Herald  


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