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General: En solo una semana, Trump cambia la imagen de EEUU cultivada durante décadas
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De: cubanodelmundo  (Mensaje original) Enviado: 02/02/2017 18:47
trump_embargo_golf.jpg (750×394)
En solo una semana, Trump cambia la percepción global que Estados Unidos había cultivado durante décadas
            POR DAVID E. SANGER — WASHINGTON 
Con las decisiones de sus primeros siete días de gobierno, el presidente Trump ha alterado la percepción de la política exterior estadounidense mucho más que sus predecesores de los últimos 70 años.
  
Una nación que forjó su imagen al abrir sus puertas a los necesitados y emprendedores del mundo ahora es vista como un país que cierra sus fronteras como nunca antes lo hizo, incluso después de los ataques del 11 de septiembre. Los veinte años de negociaciones que tomó reconstruir la relación con México —en materia de comercio, contraterrorismo y prohibición a las drogas— se estrellaron contra un exabrupto, que se pudo haber evitado, con el presidente mexicano Enrique Peña Nieto, quien canceló su visita al país.
 
Cuando la primera ministra británica Theresa May llegó a Estados Unidos en la primera visita de un líder extranjero durante el gobierno Trump, ella habló de mantener las sanciones a Rusia hasta que cumpliera sus compromisos con Ucrania y Trump guardó silencio.

Al día siguiente habló del presidente ruso Vladimir Putin; la versión oficial de la Casa Blanca no hacía mención sobre Ucrania ni de la operación de guerra informativa para influir en la elección estadounidense que llevó al presidente Barack Obama a emitir nuevas sanciones en sus últimos días de su gobierno.
 
La percepción es distinta de la realidad. Es posible que al volver a analizarlos tras unos años, los pronunciamientos de Trump sobre el “veto extremo” y su prisa por remover de sus puestos a algunos de los más experimentados diplomáticos de carrera de Estados Unidos nos parezcan una ofensiva con el propósito de enviar un mensaje al mundo de que hablaba en serio cuando dijo: “Estados Unidos primero”.
 
En una declaración el domingo, Trump intentó suavizar su acción con el argumento de que “esta no es una prohibición a los musulmanes, como los medios informan falsamente”. Prometió “encontrar formas de ayudar a aquellos que están sufriendo”, palabras que no mencionó el viernes cuando anunció que a todos los refugiados sirios se les negaría el acceso a Estados Unidos de manera indefinida.
 
“Apenas ha transcurrido una semana”, dijo el exsecretario de Defensa y director de la CIA, Robert Gates a “This Week” de ABC. “Cada administración con la que he trabajado comienza con una ráfaga de órdenes ejecutivas” con la intención de diferenciarse de su predecesor.
 
Sin embargo, Gates, quien ha trabajado para ocho presidentes, añadió que Trump corre el riesgo de acelerar el sentimiento de que Estados Unidos está volviendo a levantar muros, lo que dejaría un vacío de poder en el mundo.
 
“Ese vacío no se llenará con fuerzas benignas”, comentó. Otros dos republicanos importantes de la clase dirigente, los senadores John McCain, de Arizona, y Lindsey Graham, de Carolina del Sur, dijeron que la inclusión en la orden migratoria de un adversario importante como Irán, y su aliado, Irak, era una de las muchas razones por las que esta medida es “una herida autoinfligida en la lucha contra el terrorismo”.
 
Trump no es el primer presidente en anunciar cambios en sus políticas que sorprenden a aliados y dan un vuelco al orden existente. La decisión del presidente Richard Nixon de reconocer a China provocó una sacudida al sistema. Lo mismo sucedió con la decisión de George W. Bush de invadir a Irak o cuando Obama llegó a un acuerdo nuclear con Irán y restableció las relaciones diplomáticas con Cuba.
 
No obstante, en el caso de Trump, hay una sensación de que la prisa por mostrar un cambio ha estado por encima del análisis de las consecuencias. La prohibición a la migración y los visitantes de siete naciones llegó con una contribución mínima, o inexistente, del Departamento de Estado sobre los efectos colaterales en la región, al igual que la declaración de Trump sobre el posible traslado de la Embajada de Estados Unidos en Israel a Jerusalén.
 
La ausencia de una reflexión de qué hacer con los que tengan green cards y los intérpretes iraquíes a los que se les prometió un ingreso seguro a Estados Unidos a cambio de los servicios que prestaron a las tropas estadounidenses obligó a la Casa Blanca a modificar sus interpretaciones de la orden menos de 48 horas después de que Trump la suscribió.
 
Todo es sintomático de un nuevo presidente que primero tuitea y luego averigua cómo hacer las cosas. “Esta es una política que cae como una bomba”, dijo Joseph Nye, profesor de Harvard que fue director del Consejo de Inteligencia Nacional y ha escrito ampliamente sobre cómo Estados Unidos puede sacar provecho de su “poder blando”, el atractivo de su cultura y democracia. “No hay que desechar setenta años de política exterior sin haber pensado bien con qué la vamos a remplazar”.
 
Sin embargo, en los pasillos del Departamento de Estado donde Rex Tillerson, el nuevo secretario, apenas se está dando cuenta de dónde está parado, los diplomáticos tienen la sensación de que este es el inicio de un nuevo sistema.

La semana pasada, el “equipo de transición”, compuesto por las personas designadas por Trump, le dijo a varios de los diplomáticos más experimentados del departamento —funcionarios de carrera, algunos con décadas de servicio— que desocuparan sus oficinas. Casi todos habían presentando sus renuncias, conforme al protocolo que se sigue cuando cambia la administración, pero habían ofrecido quedarse durante un par de meses o hasta que llegaran sus sucesores, para garantizar que las instalaciones del Departamento de Estado estuvieran seguras, los ciudadanos estadounidenses fueran evacuados de lugares peligrosos y se emitieran sus pasaportes.
 
El equipo de Trump dejó claro que no tenía interés en las transiciones (Tillerson nunca se reunió en persona con su predecesor, John Kerry, antes de la posesión).
 
No era exactamente una purga pero es un hecho que algunos de los diplomáticos con mayor experiencia del gobierno se han ido… incluyendo a algunas de las mujeres de más alto rango en el departamento. Entre ellas se encuentra Anne Patterson, de 67 años, la subsecretaria de Estado para el Medio Oriente y exembajadora de Pakistán y Egipto, dos de las situaciones más delicadas que enfrentará Trump.
 
Victoria J. Nuland, de 55 años, una de las principales expertas en Rusia y exembajadora de la OTAN que trabajó en la crisis de Ucrania, decidió retirarse tras concluir que tal vez no habría sitio para ella en la administración de Trump.
 
Estos cambios tan abruptos dejan abierta la pregunta de si Tillerson, quien tiene un amplia experiencia como director ejecutivo de Exxon Mobil pero ninguna como diplomático, tendrá el personal que necesita en una tarea que es muy distinta a las negociaciones de la empresa petrolera más grande del mundo.
 
En este ambiente, incluso los cambios que parecen de rutina —como la reorganización del Consejo de Seguridad Nacional— tienen un tinte político. El domingo, el principal estratega de Trump y su principal ideólogo, Stephen Bannon, fue nombrado miembro permanente del “comité de directores” del Consejo de Seguridad Nacional, con lo que el asesor político tiene la misma importancia que los secretarios de Estado y de Defensa.
 
Mientras tanto, el director de Inteligencia Nacional y el presidente de la Junta de Jefes de Estado Mayor parecieron bajar de nivel y le avisaron que solo estarían presentes cuando se discutieran los asuntos que ellos manejan.
 
“Esto es la locura”, escribió en un tuit Susan Rice, asesora de seguridad nacional hasta principios de este mes. “¿Quién necesita asesoría o inteligencia militar para implementar políticas sobre el Estado Islámico, Siria, Afganistán, Corea del Norte?”, preguntó en su perfil de la red social.
 
La respuesta de Trump es sencilla: si vienes a acabar con la clase dirigente, esta debe desalojar las instalaciones.
 
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