Autoinfectados con VIH en Cuba: Treinta años después Los ‘frikis’ buscaban protestar contra la sociedad y ser internados en un sanatorio
Los ‘frikis’ se infectaban con VIH para ir a un sanatorio (Captura de pantalla)
Cubanos que han sobrevivido portando el VIH durante casi treinta años han accedido a hablar con la prestigiosa publicación periodística VICE y contar su historia. Se trata de seguidores del punk rock que, en su juventud, se autoinfestaron con el virus que produce el sida para vivir “en libertad” dentro de sanatorios donde trataban a enfermos como ellos.
Se trata de una decisión impensable para la mayoría, pero que en la Cuba de fines de los años 80 y principios de los 90, cuando comenzaba la peor crisis económica que ha vivido la nación, inyectarse sangre infectada con VIH constituía una salida para un grupo de personas que, además de enfrentar la miseria generalizada, sufrían la discriminación y la persecución policial por su forma de vestirse y la música que escuchaban.
Para “los frikis”, que se vestían con ropas oscuras y se ponían piercings y tatuajes, infectarse con VIH era una forma de protestar contra el sistema e ir a parar a un lugar donde podían vivir escuchando la música que querían y vistiendo del modo que querían, con sus similares.
“Sabía que al infectarse sería enviado al sanatorio”, dice Niurka Fuentes sobre su difunto esposo, Papo La Bala, uno de los primeros infectados. Fuentes salió de uno de esos sanatorios luego de más de quince años allí y volvió a integrarse a la sociedad.
“Sabía que iba a conocer a otras personas como él allí, que la policía lo dejaría solo, y que podría vivir su vida en paz”, explica la mujer.
En los sanatorios, además de estar con otros “frikis”, los autoinfectados recibían comida y atenciones que no podrían encontrar en un país en crisis total. La caída del campo socialista y el aislamiento de Cuba hicieron del Período Especial una época oscura para la gran mayoría.
Al principio, los sanatorios en Cuba estaban a cargo de militares, pero en 1989 el Ministerio de Salud tomó el control. Desde entonces, a los pacientes se les permitió escuchar y tocar música, vestir como prefirieran e intercambiar con otras personas tanto dentro como fuera de las instalaciones.
“Estos eran mejores alojamientos que los que un cubano promedio podía permitirse en ese momento, por no hablar de un ‘friki’. Creamos nuestro propio mundo allí”, dice Niurka Fuentes.
“Podías oír el rock and roll y el heavy metal que salía de cada casa”, recuerda por su parte Yoandra Cardoso, que aún vive en los terrenos de un antiguo sanatorio. “Cuando el sanatorio abrió por primera vez, era 100% ‘frikis’. Estábamos todos aquí juntos”.
|