'Maltrato a los caballos en Cuba'
Por Ana León
El abuso de los caballos es una realidad, pero en Cuba no existe una sola ley que obligue a su cuidado y regule su explotación
En las provincias del centro y oriente cubano es muy frecuente el uso de los caballos para realizar faenas, o transportar pasajeros. En Holguín, por citar un ejemplo, prácticamente abundan más que los ómnibus, cuya esporádica frecuencia ha provocado que las personas recurran a los llamados “coches”.
Desde el reparto Pueblo Nuevo hasta el centro de la ciudad o el Valle de Mayabe, los caballos deben recorrer largas distancias enganchados a una pesada carreta donde van ocho o nueve personas, además del cochero. Cuando llegan a destino, apenas pueden tomar un respiro antes de emprender la misma rutina de regreso, por calles estrechas y llenas de baches donde también circulan, desordenadamente, toda clase de vehículos. Un caos sorteable únicamente con destreza y, como se dice en buen cubano, dando cañona.
Como viene sucediendo en el sector privado, el alza de los impuestos y la vigilancia canina de los inspectores -más concienzudos en Holguín que en la capital-, han incidido en la dinámica de esta actividad económica que, de no existir, afectaría la vida cotidiana y laboral de los holguineros.
Por otra parte, ha disminuido el precio del pasaje, medida razonable teniendo en cuenta que vale tres pesos y la mayoría de los clientes necesita realizar dos o tres viajes diarios en coche. Si este importe se multiplica por cada día hábil, es fácil deducir que la suma de 120 0 180 pesos representa un agujero enorme en un salario promedio que no rebasa los 500 pesos mensuales; sobre todo en una provincia donde mucha gente vive de su sueldo, o al menos lo intenta.
Si el usuario reclama, el Estado presiona y el cochero tiene bocas que alimentar, la soga se parte, entonces, por el lado más débil: el caballo. Frank Luis, un cochero que tira pasaje desde Pueblo Nuevo al Valle de Mayabe (3 km aproximadamente), comentó a CubaNet que no es recomendable que un caballo realice tal esfuerzo más de tres o cuatro horas diarias. “Este trabajo es muy duro para el caballo, sobre todo porque las carreteras están muy malas y se puede torcer una pata o recibir un golpe de un carro. Lo justo que se le puede sacar en cuatro horas de trabajo son 200 o 250 pesos, pero no más si quieres que te dure unos años”.
La cifra parece enjundiosa con respecto al salario promedio en Cuba; pero pierde todo su encanto al conocerse que el cochero debe pagar al Estado la Licencia (100 pesos), Seguridad Social (87 pesos) y Derecho de Piquera (20 pesos). A ello habría que sumar el pago del corral (25 pesos diarios), pues hay quien no puede tener al bruto en casa; más los gastos considerables por alimentación y atención veterinaria.
Nano Bermúdez trata de no explotar a su caballo, que labora 6 horas diarias; pero explicó a CubaNet que solo en comida para el animal debe gastar entre 80 y 100 pesos cada jornada. “El saco de yerba me cuesta 30 pesos, tengo que pagar 35 por 10 libras de harina de maíz, más 20 pesos en miel de purga (…) Lo ideal es darle dos huevos crudos con la miel y la harina; pero aquí no encuentras huevos ni para darle a tus hijos”.
La solución adecuada a este problema, según el cochero, sería topar los precios para los particulares que venden el forraje de los caballos. Con ello, sostiene, “los animales se alimentarían mejor y uno ahorraría un poco más”.
Otro inconveniente es la escasez de piezas para arneses y carretas. La mayoría de los caballos utilizados para el transporte usan arreos improvisados que les lastiman dientes y encías, haciéndolos sentir visiblemente molestos. Las lastimaduras producidas por el bocado son particularmente dolorosas cuando el cochero jala las riendas para guiar al animal, provocándole irritación y descontrol. Abundan carros defectuosos, cuyas insuficiencias técnicas y trastabilleos son compensados por la fuerza bruta del caballo, lo cual inevitablemente le produce daños acumulativos en huesos y músculos.
Se estima que los caballos utilizados en estos menesteres viven alrededor de 15 años. Si bien algunos cocheros ofrecen a su animal el mejor cuidado posible, no es de extrañar que la mayoría acaben reventados en pocos meses de trabajo. Nano reconoce que es muy fácil y barato conseguir caballos en Holguín, así que los dueños no se preocupan mucho por el reemplazo de sus bestias.
El abuso de los caballos es una realidad, pero en Cuba no existe una sola ley que obligue a su cuidado y regule su explotación. En pleno siglo XXI, la protección a los animales está entre las cuestiones menos discutidas. Mientras los escasos esfuerzos en este sentido se concentran en proteger a perros y gatos, la existencia de los equinos -considerados mera fuerza de trabajo- es dura e ingrata por la mano del hombre, quien lo fustiga sin miramientos y luego termina sus días con un sacrificio cruel.