Lo que hay que hacer en Cuba por una flor
El regalo más popular de San Valentín es difícil de encontrar… y de comprar
Ahora no hay ni mariposas, y eso que es la flor nacional
“Celebrar el amor en Cuba: una pesada carga”
Ernesto Pérez Chang | La Habana | Cubanet
“¿Cuánto vale esa rosa?”, pregunta el muchacho. “Cinco fulas” (poco más de 5 dólares), le responde el vendedor. El chico lo piensa, duda un buen rato pero termina sacando la billetera y comprando esa única flor, que será el regalo para la novia.
Le ha costado más del 20 por ciento de su salario mensual, pero está enamorado y varias veces la chica le ha insinuado que le gustan esas rosas. Son las que compra Cuba a la empresa Agritab, de Ecuador, y suelen durar más de una semana si se le echa una aspirina al agua del jarrón.
Los cubanos que pueden hacerlo solo compran rosas de Ecuador en las grandes ocasiones, sin embargo, ahora, para el 14 de febrero, día de San Valentín, los vendedores esperan grandes ventas y jugosas ganancias, ya que las mismas rosas que durante el año cuestan entre 2 y 5 dólares y cuyo valor de importación no supera los 50 centavos, durante esta fecha suelen alcanzar precios entre los 8 y 10 dólares.
“El amor lo puede todo”, dice sonriendo un vendedor de esos que se han hecho habituales en el crucero ferroviario de La Víbora. Allí plantan sus puestecitos varios de ellos y al final del día se van con una buena suma de dinero a sus casas.
“El cubano tiene ese defecto. Le gusta hacerse el que puede aunque no tenga ni dónde caerse muerto. ¿Tú crees que nadie nos compra? Quédate ahí y mira”, me propone el mismo vendedor.
En efecto, a los pocos minutos se acerca una pareja y compra una única rosa amarilla. “No es para regalar”, me dice uno de ellos, “sino para ponérsela a la Caridad del Cobre”. Pero, “¿no es más apropiado e incluso más barato comprarle un girasol, unas margaritas criollas, de esas que valen 2 o 5 pesos cubanos?”, le pregunto, y su respuesta me descubre que comprar rosas de Ecuador no es siempre un acto de alarde sino una necesidad: “No hay flores en Cuba, están desaparecidas”.
La pareja, que debía cumplir una promesa espiritual a la virgen patrona de Cuba, había recorrido varios lugares de La Habana en busca de flores más económicas y debieron terminar por comprar aquella única flor amarilla que les abriera un verdadero agujero en el bolsillo.
¿Es cierto que no hay flores en Cuba? ¿Acaso no se cultivan? Los vendedores hablan de una escasez y de una consecuente subida de precios. Las personas en la calle piensan que se trata de una estrategia para obligarlos a comprar las flores importadas.
Greysi, cultivadora de flores en una cooperativa de Boyeros, asegura que nunca, en febrero, ha habido una gran producción de flores pero que otros factores han agravado la situación. “Este año también ha sido poco favorable y no esperamos cosechar muchas porque ha habido mucha sequía y problemas para adquirir insecticidas, herbicidas y abonos. Tenemos contratos con (la empresa de) Comunales y prácticamente todas las flores se destinan a los servicios fúnebres. Otra parte muy pequeña se lleva a los agromercados o la compran los vendedores ambulantes. Hay flores pero no para todo el año”.
Los cultivos en la finca de Greysi y de otros campesinos reflejan esas dificultades. Algunos de los cultivadores han pensado en dedicar las tierras a otras producciones mucho más generosas que las flores.
“¿Cuánto vale esa rosa?”, pregunta el muchacho. “Cinco fulas” (poco más de 5 dólares), le responde el vendedor. El chico lo piensa, duda un buen rato pero termina sacando la billetera y comprando esa única flor, que será el regalo para la novia.
Le ha costado más del 20 por ciento de su salario mensual, pero está enamorado y varias veces la chica le ha insinuado que le gustan esas rosas. Son las que compra Cuba a la empresa Agritab, de Ecuador, y suelen durar más de una semana si se le echa una aspirina al agua del jarrón.
Los cubanos que pueden hacerlo solo compran rosas de Ecuador en las grandes ocasiones, sin embargo, ahora, para el 14 de febrero, día de San Valentín, los vendedores esperan grandes ventas y jugosas ganancias, ya que las mismas rosas que durante el año cuestan entre 2 y 5 dólares y cuyo valor de importación no supera los 50 centavos, durante esta fecha suelen alcanzar precios entre los 8 y 10 dólares.
“El amor lo puede todo”, dice sonriendo un vendedor de esos que se han hecho habituales en el crucero ferroviario de La Víbora. Allí plantan sus puestecitos varios de ellos y al final del día se van con una buena suma de dinero a sus casas.
“El cubano tiene ese defecto. Le gusta hacerse el que puede aunque no tenga ni dónde caerse muerto. ¿Tú crees que nadie nos compra? Quédate ahí y mira”, me propone el mismo vendedor.
En efecto, a los pocos minutos se acerca una pareja y compra una única rosa amarilla. “No es para regalar”, me dice uno de ellos, “sino para ponérsela a la Caridad del Cobre”. Pero, “¿no es más apropiado e incluso más barato comprarle un girasol, unas margaritas criollas, de esas que valen 2 o 5 pesos cubanos?”, le pregunto, y su respuesta me descubre que comprar rosas de Ecuador no es siempre un acto de alarde sino una necesidad: “No hay flores en Cuba, están desaparecidas”.
La pareja, que debía cumplir una promesa espiritual a la virgen patrona de Cuba, había recorrido varios lugares de La Habana en busca de flores más económicas y debieron terminar por comprar aquella única flor amarilla que les abriera un verdadero agujero en el bolsillo.
¿Es cierto que no hay flores en Cuba? ¿Acaso no se cultivan? Los vendedores hablan de una escasez y de una consecuente subida de precios. Las personas en la calle piensan que se trata de una estrategia para obligarlos a comprar las flores importadas.
Greysi, cultivadora de flores en una cooperativa de Boyeros, asegura que nunca, en febrero, ha habido una gran producción de flores pero que otros factores han agravado la situación. “Este año también ha sido poco favorable y no esperamos cosechar muchas porque ha habido mucha sequía y problemas para adquirir insecticidas, herbicidas y abonos (…). Tenemos contratos con (la empresa de) Comunales y prácticamente todas las flores se destinan a los servicios fúnebres. Otra parte muy pequeña se lleva a los agromercados o la compran los vendedores ambulantes. Hay flores pero no para todo el año”.
Los cultivos en la finca de Greysi y de otros campesinos reflejan esas dificultades. Algunos de los cultivadores han pensado en dedicar las tierras a otras producciones mucho más generosas que las flores.