Enfermos, hambrientos, ignoran el final que les espera
'Vida de perro'
También hay que recordar que los cubanos tienen vida de perro
Alejandro Tur Valladares |CIENFUEGOS | Cubanet Son las 12:30 pm y el termómetro ronda los 40 grados, pero a Serrucho, nombre con el que los muchachos del barrio bautizaron al perro sato que merodea por la zona, no parece importarle esto. Su pelaje ha comenzado caerse tras contraer sarna el verano pasado. Revuelca el vertedero de la esquina, hoza en la basura en busca de algún hueso, o al menos una esquelética espina de pescado.
“Desde hace semanas he visto cómo su salud se ha ido deteriorando. El sol, la lluvia, el hambre y la sed han hecho estragos en el infeliz. Luego, para rematar, no falta quienes odian al perro y se divierten tirándole piedras o agua caliente”, expresa Martha Álvarez, ama de casa.
Según estadísticas presentadas por el Departamento de Higiene y Epidemiología del Ministerio de Salud Pública dadas a conocer durante el año 2012, la isla contaba por aquel entonces con algo más de 200 mil canes deambulando por las calles. El reporte señala a La Habana como la región del país con mayor cantidad de perros callejeros, seguida de Santiago de Cuba, Santa Clara y Camagüey.
Un grave problema
Para el Dr. David Vera Carballo, zoólogo del Centro Municipal de Higiene y Epidemiología, la presencia de los canes en las calles constituye un grave problema para la salud, ya que suelen portar enfermedades transmisibles al hombre.
“Estos animales en la vía y sin una atención elemental están propensos a adquirir moquillo, rabia, leptospirosis, parásitos internos y externos. Este año tuve 37 personas a los que les apliqué tratamiento antirrábico, pero el año anterior fueron muchísimos más”, nos comenta.
En declaraciones a la prensa oficial, Raúl Cruz de la Paz, director del Programa Nacional de Zoonosis, dijo que en un periodo de 3 años aproximadamente 30 mil personas fueron mordidas por animales, en su mayoría perros.
Aunque el especialista no lo menciona, otra de las preocupaciones relacionadas con la presencia de los perros sin dueños en la calzada, es la posibilidad de que provoquen accidentes, ya sean automovilísticos o peatonales; por ejemplo: transeúntes distraídos que sufren caídas tras colisionar con ellos.
La ley como paliativo
Entre quienes se preocupan por el tema abundan aquellos que defienden la aprobación de leyes que penalicen a dueños que maltraten o abandonen mascotas, pues de acuerdo a esos criterios la criminalización del abuso desalentaría esos comportamientos.
Así piensa la Dra. Borja Villalón, zoóloga del Centro Municipal de Higiene y Epidemiología. “Ya es hora que se legislen leyes que sancionen a las personas que maltratan a los perros. Existen organizaciones defensoras de los animales que vienen presentando a instancias gubernamentales borradores de lo que pudiera ser una ley orientada a protegerlos, sin embargo, hasta el momento nada se ha aprobado”.
“Debería crearse un registro que contemplase la identidad del perro y de su dueño”, expresa Roberto Sardiñas, veterinario de profesión que en la actualidad ejerce como cuentapropista. Muchos países poseen registros que contemplan la identidad del animal y su estado de salud.
Opina Sardiñas: “Una vez puedan ser identificados los dueños negligentes, éstos se abstendrían de adoptar mascotas, pues podrían ser multados o padecer cualquier otro tipo de penalidad”.
Una cruel respuesta al problema
Por el momento la única medida visible aplicada por el Estado para sacar de circulación a los perros vagabundos son las campañas de recogida, orientadas y ejecutadas por el Centro Municipal de Higiene y Epidemiología, que tienen como destino final la reclusión de los capturados en la Perrera Municipal. Por norma general los empleados de la perrera esperan unas 72 horas, para ver si los cautivos poseen dueños y se presentan a reclamarlos. En caso contrario los perros son envenenados con estricnina, sobreviniéndoles la muerte por parálisis cerebral.
“Debería crearse un centro donde se puedan llevar esos animales, se puedan tratar, y no haya necesidad de aplicar un sacrificio como hacemos nosotros aquí, ya que cuando la labor de recogida es continua la perrera no ofrece espacio para recepcionarlos a todos”, opina Borja Villalón.
No todo está perdido
Pedro Luis Montalvo, quien habita una finca aledaña a la Universidad de Cienfuegos, nos cuenta que adopta perros abandonados desde que tenía diez años de edad. Cuando le visitamos tenía a su haber algo más de una decena de perros adultos y cinco cachorros. Fuimos testigo de cómo conocidos recogen perros que han sido abandonados y los traen para que él los cuide.
“Para curarlos me sirvo de un amigo veterinario que me facilita residuos de medicamentos que utiliza en su trabajo. Con él resuelvo la Labiomed y vitaminas. Otro amigo que administra un matadero particular me regala las vísceras de los animales, yo se las cocino y las ligo con un poco de boniato que siembro”.
“A quienes abandonan sus animales les digo: si no quieren que sus perras tengan cachorros llévenlas al veterinario, que por 50 pesos las esterilizan. No dejen que las perras se preñen para luego lanzar los cachorros a la calle a que mueran”, concluye Montalvo.