Happy San Patrick's Day
El gran milagro de San Patricio
El patrón de Irlanda genera un fervor inusual en muchos países y, particularmente, en ciudades como New York. Sin embargo, la mayoría de los festejantes ignora los datos esenciales de la biografía del santo, ni el porqué del verde y del trébol. Si sigue leyendo sabrá eso y más.
(Cortesía, Loving New York)
COMO SE SABE, LA TRADICIÓN EXIGE VESTIRSE DE VERDE
O AL MENOS LLEVAR ALGÚN DETALLE, SI BIEN MÍNIMO DE ESE COLOR
Por Emilio J. Sánchez Diario Las Américas
No existe apóstol más universal que San Patricio, ni celebración que promueva más el jolgorio y la alegría de vivir que la del santo patrón de Irlanda.
El Día de San Patricio (St. Patrick’s Day) se celebra en muchas partes del mundo: Londres, París, Montreal, Buenos Aires, Madrid y hasta Ciudad de México. Dondequiera que se encuentren familias irlandesas o sus descendientes habrá fiesta. Y a ella se sumará todo el que pueda encontrar un poco de “embullito” dentro de sí y deseos de divertirse y pasarla bien.
Lo extraordinario del Santo no es tanto los miles de milagros y cerca de 33 resurrecciones que se le atribuyen —según textos religiosos—, sino que logre vestir de verde a millones personas cada 17 de marzo. ¿Y alguien pudiera citar milagro semejante a tornar una fecha luctuosa (se cree que el misionero murió alrededor de esa fecha, entre el año 461 y el 464) en motivo para desplegar el desenfado y dejar correr ríos de cerveza?
Después de Irlanda, donde con más fervor se celebra la defunción del predicador es en Estados Unidos, particularmente en Nueva York. No es casual que en la Quinta Avenida se alce una catedral estilo gótico que lleve su nombre y que sea precisamente en la capital del mundo donde se desarrollen los desfiles más tumultuosos y vivaces. Más de dos millones de personas lo presencian y muchos más lo siguen por internet y televisión.
No nació en Irlanda
A diferencia de lo que comúnmente se cree, Patricio no es originario de Irlanda sino de Escocia —sí, el lugar de la gaita y la kilt o "falda escocesa"—, aunque a decir verdad del sitio y fecha nadie está seguro. Se dice que pudo haber nacido en alguna localidad cercana al Muro de Adriano (que los muros son cosa antigua, eh), acaso entre el año 377 y el 385.
Siendo adolescente tuvo la mala suerte de que unos piratas irlandeses lo raptaran y vendieran como esclavo. En esa condición fue llevado a Irlanda y durante los seis años que duró su cautiverio aprendió a hablar algunas de las lenguas celtas, lo cual si no es milagro es ciertamente un enorme mérito. Con un poco de determinación y mucha fe logró fugarse y se dirigió a Francia, donde estudió y se ordenó sacerdote. Sin embargo, años después, y oyendo un reclamo entre sueños, quiso regresar al lugar donde le habían obligado a pastorear ovejas y ahora convertirse en pastor de almas.
Él fue el gran difusor de la religión cristiana en la isla, aunque no el primero ni el único. Contribuyó a difundir el conocimiento y la escritura (latín) entre aquellos clanes, integrados por gente primitiva, lenguaraz y rebelde. Debió de enfrentar una fuerte resistencia entre la clase sacerdotal, los druidas, quienes utilizaron sus poderes de hechicería, según se dice, para impedir la entrada del cristianismo. Hay quien estima, sin embargo, que el encono druida no se debió tanto a la naturaleza de la nueva religión como a lo insoportablemente tedioso del latín.
A fin de cuentas, lo que no pudieron conseguir los ejércitos romanos lo logró la facundia del apóstol: después de 30 años de prédica, la religión cristiana prendió. Aparte de haber librado a la isla de serpientes —siempre según textos religiosos—, a Patricio se le atribuye la construcción de más de 700 iglesias y la ordenación de 5,000 sacerdotes.
Verde que te quiero verde
Federico García Lorca no pensaba en San Patricio cuando escribió su famoso Romance sonámbulo (1928), pero muchos amantes de la literatura española seguramente recordarán el poema en algún momento de la celebración:
Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar
y el caballo en la montaña.
Con la sombra en la cintura
ella sueña en su baranda,
verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Como se sabe, la tradición exige vestirse de verde o al menos llevar algún detalle, si bien mínimo, de ese color. No, señor; no tiene nada que ver con la esperanza… Quien haya visitado Irlanda se habrá sorprendido gratamente de la verdura del paisaje y los ricos y variados matices del verde. No en balde se le llama la “Isla Esmeralda”, y una de las tres franjas de su bandera lleva ese color.
Por cierto, tampoco tuvo que ver el Santo con esa cerveza verdosa que uno puede encontrar en tantos bares con motivo de la fecha. Durante los años 60, estudiantes irlandeses, imposibilitados de mostrar abiertamente su afán de independencia, recurrieron a la bebida fermentada más antigua del mundo para mostrar su rebeldía y, de paso, emborracharse.
El trébol
En sus prédicas, Patricio solía explicar el misterio de la Santísima Trinidad. Misterio difícil como pocos. Cansado de abstracciones y de que lo entendieran mal, echó mano a un trébol de tres hojas, planta silvestre de Irlanda que los antiguos celtas vinculaban con el poder de regeneración de la tierra. Sencillo: la primera hoja era el Padre, la segunda, el Hijo, y la tercera el Espíritu Santo. Un solo Dios y tres personas distintas. Listo: en lo adelante, el trébol se convirtió en símbolo de la cultura irlandesa.
Como sucede con tantas celebraciones, pocos se acuerdan de su origen y menos de su significación, pero aprovechan la oportunidad para pasarla bien y socializar. Estoy seguro de que, a no ser que lean este artículo, buena parte de quienes se vistan mañana de verde no sabrán nada del santo ni del trébol.
Da igual. A fin de cuentas, entre tanta avalancha de malas noticias y coros repitiendo hasta el cansancio las pifias de Donald Trump y sus asesores, resulta formidable que el Día de San Patricio concentre la atención nacional e internacional. Si el Paraíso es como nos cuentan, quiero imaginar que los ángeles celestiales, vestidos de túnicas verde esmeralda, rodearán al Santo y también le agasajarán. Pero seguramente a él lo que más le complacerá será la alegría que mostraremos aquí, en este mundo. Y por eso sonreirá.