Fidel Castro se convierte en arte degenerado
Seis meses después de su muerte, el que fuera líder de la revolución cubana «reaparece» en una de las capitales del capitalismo (Hong Kong) y en una feria de arte contemporáneo (ArtBasel).
La obra que «resucita» a Fidel Castro, del artista chino Shen Shaomin
Aún no se han cumplido ni seis meses de su muerte (el 25 de noviembre de 2016) y Fidel Castro ha reaparecido en una de las capitales de capitalismo -mientras China lo siga permitiendo- y en una feria de arte contemporáneo (ArtBasel Hong Kong), donde los billetes fluyen sin ningún tipo de racionamiento.
Fidel Castro se ha convertido en una de las estrellas de mencionada cita, que por estas fechas se celebra en la ciudad que fue enclave británico, y ahora ya forma parte del conglomerado chino, comunista para lo quiere y capitalista para lo que más le gusta: el poderoso señor don dinero, que diría el clásico español.
Si Lenin o Stalin levantaran la cabeza, no durarían en tachar este entramado del arte y sus asuntos multimillonarios en «arte degenerado». La lista que hicieron en su tiempo fue larga y no se salvaron de la quema ni los que un día fueron fieles al régimen. Las ironías de los artistas, sin embargo, permiten hacer burla hasta de las más férreas dictaduras de la historia y de la memoria. Y tenía que ser un artista chino, Shen Shaomin, que vive y trabaja entre Pekín y Sydney, para traerse a Fidel Castro de cuerpo presente mientras le rondan millonarios de todo el mundo.
Sobrecogedor
Si hubo colas inmensas los días de sus exequias, aquí se montan corrillos al alrededor del «cadáver», cual momia, para sacarle fotos con el móvil. Confieso que impresiona verle tan real y realista. Sobrecoge acercarse. Tumbado en su cama, con un rigor mortis más que relajado, descansa en paz y en compañía de algunos de sus colegas en el ordeno y mando del comunismo.
La pieza de Shen Shaomin, titulada «Summit», está compuesta por cinco esculturas de tamaño real que representan cinco muertos ilustres: Lenin, Mao, Kim Il Sun, Ho Chi Minh y Fidel Castro. Menos Castro, todos están tapados por una urna de cristal. El mensaje del artista está bien claro, para que se cerrara el círculo de la ironía estaría bien que un coleccionista cubano, de esos que han habitado el exilio en Miami durante décadas, se lo llevara a casa.
Me temo que no está el horno para sentido del humor tan negro. Por ahora, el único sarcasmo que nos permitimos es ver a Fidel Castro convertido en arte degenerado merced a los focos de uno de los mercados más millonarios y capitalistas del mundo.