Correo electrónico:

Contraseña:

Registrarse ahora!

¿Has olvidado tu contraseña?

Cuba Eterna
 
Novedades
  Únete ahora
  Panel de mensajes 
  Galería de imágenes 
 Archivos y documentos 
 Encuestas y Test 
  Lista de Participantes
 BANDERA DE CUBA 
 MALECÓN Habanero 
 *BANDERA GAY 
 EL ORIGEN DEL ORGULLO GAY 
 ALAN TURING 
 HARVEY MILK 
 JUSTIN FASHANU FUTBOLISTA GAY 
 MATTHEW SHEPARD MÁRTIR GAY 
 OSCAR WILDE 
 REINALDO ARENAS 
 ORGULLO GAY 
 GAYS EN CUBA 
 LA UMAP EN CUBA 
 CUBA CURIOSIDADES 
 DESI ARNAZ 
 ANA DE ARMAS 
 ROSITA FORNÉS 
 HISTORIA-SALSA 
 CELIA CRUZ 
 GLORIA ESTEFAN 
 WILLY CHIRINO 
 LEONORA REGA 
 MORAIMA SECADA 
 MARTA STRADA 
 ELENA BURKE 
 LA LUPE 
 RECORDANDO LA LUPE 
 OLGA GUILLOT 
 FOTOS LA GUILLOT 
 REINAS DE CUBA 
 GEORGIA GÁLVEZ 
 LUISA MARIA GÜELL 
 RAQUEL OLMEDO 
 MEME SOLÍS 
 MEME EN MIAMI 
 FARAH MARIA 
 ERNESTO LECUONA 
 BOLA DE NIEVE 
 RITA MONTANER 
 BENNY MORÉ 
 MAGGIE CARLÉS 
 Generación sacrificada 
 José Lezama Lima y Virgilio Piñera 
 Caballero de Paris 
 SABIA USTED? 
 NUEVA YORK 
 ROCÍO JURADO 
 ELTON JOHN 
 STEVE GRAND 
 SUSY LEMAN 
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
  
 
 
  Herramientas
 
General: Juanita Castro ha soportado el aislamiento familiar de medio siglo
Elegir otro panel de mensajes
Tema anterior  Tema siguiente
Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: administrador2  (Mensaje original) Enviado: 05/04/2017 17:39
i (1180×568)
DE MUJER A MUJER
     JUANITA CASTRO HA SOPORTADO EL AISLAMIENTO FAMILIAR DE MEDIO SIGLO 
Por María Antonieta Collins —  El Nuevo Herald
Mientras escribía las memorias de Juanita Castro allá por 1999, en aquella inmensa y dolorosa catarsis hubo períodos de risa y felicidad: cuando me narraba la infancia feliz de ella y sus seis hermanos en la casa familiar de Birán.

Contrario a lo que la maledicencia popular afirmara por el odio a dos de sus hermanos, Juanita siempre es feliz recordando ese tiempo donde invariablemente algo quedó patente: Ángel Castro y Lina Ruz tuvieron dos grupos de hijos: Angelita, Ramón, Fidel y Raúl eran los mayores; el otro estaba formado por tres mujeres: Juanita, Enma y Agustina, las menores.

Los grandes se enamoraron, se casaron, hicieron sus vidas y tuvieron hijos, mientras las hermanas pequeñas eran otro mundo. Enma y Juanita fueron socias de la vida desde niñas. Ambas estaban internas en La Habana y al cuidado de sus hermanos mayores Fidel y Raúl, quienes las visitaban en las Ursulinas, pero Agustina la menor era un mundo aparte.

“Agustina llegó como la hija de la vejez para mi papa y mi mamá. A todos nos querían mucho, pero con Agustina las cosas eran diferentes. Era tan consentida que todo el mundo hacía lo que ella quería. Era muy bonita, y abrazó los temas de la religión con pasión, al tiempo que estudio todo aquello que quiso. No recuerdo a una niña más consentida que ella. Tristemente su vida feliz sería solo en aquel tiempo, porque la vida después le dio mucho sufrimiento”.

Pero el sufrimiento fue aminorado por Juanita, la hermana que, al igual que cuando eran niñas, la defendía y ayudaba.

La conocí en casa de Juanita, en Miami, y la vi por última vez en La Habana, cuando la visita del Papa Francisco a Cuba. Juanita, al igual que miles de cubanos en el exilio, le enviaba lo que ella necesitaba y lo que no pedía, pero que sabía que necesitaba: “Con esta ropa tan bonita iré muy arreglada a la misa del Papa, gracias a Juanita”.

Juanita durante muchos años fue la campeona en la vida de su hermana menor. No solo la sostenía económicamente, sino que cubría al instante cualquier necesidad de índole médica que Agustina requiriera. La procuraba como si viviera a la vuelta de su casa y nunca dejó de llamarla por teléfono mientras la enferma pudo hablar con ella. De dos meses a la fecha su salud se complicó, sin esperanza de arreglo. Juanita lo sabía y trataba de aminorar el peso de los diagnósticos: difícilmente Agustina saldría adelante porque su desgastado cuerpo no reaccionaba.

Juanita me lo dijo dentro de ese privilegio que tengo de ser parte de su familia extendida, la que no es por lazos de sangre sino por cariño, y que me permite, a diario, siempre que estoy en Miami, compartir la mesa con ella y su entorno, sabiendo que la única y principal condición es nunca viole la privacidad de la dueña de casa, algo que atesora herméticamente y que ayudo a cubrir.

Con décadas de trato he aprendido a no preguntar, a menos de que Juanita inicie la plática sobre algún tema sensible, pero también a responderle con honestidad cuando ella misma cuestiona sobre aquello que le duele. Y así fue que, cuando supe de la salud de Agustina, de inmediato me preocupé por Juanita.

Ha soportado mucho. El aislamiento familiar de medio siglo, las infamias y mentiras en su contra y recientemente las muertes de cuatro de sus hermanos, todo observado a la distancia, incluida la muerte de Fidel que develó algo más de su personalidad: se enfrentaron brutalmente por sus creencias políticas, pero nunca por odio de hermanos. De manera que, quienes vivimos a su alrededor, pudimos ver cómo la muerte del tercero de sus seis hermanos, a pesar de todo, fue un dolor silente porque, al final, la sangre es la sangre. Pero la muerte de Agustina es diferente: era muy cercana a ella.

Era parte de ese triángulo formado junto a Enma, la hermana a quien Juanita adora, y de quien ha recibido fuerza y apoyo siempre que lo ha necesitado, desde aquellos días del inicio del exilio. Y aunque hoy Agustina ya no estará en su día a día, la recordará con el espíritu religioso que siempre rigió su vida, sabiendo que, en verdad, toda la gloria del mundo cabe en un grano de arroz.
 
                                           MARÍA ANTONIETA COLLINS
                                                             Fuente El Nuevo Herald
 


Primer  Anterior  Sin respuesta  Siguiente   Último  

 
©2024 - Gabitos - Todos los derechos reservados