La estrategia armamentista de Trump refleja uno de sus objetivos prioritarios:
Fortalecer su relación con las monarquías suníes del Golfo en el contexto de la lucha contra ISIS.
La decisión de vender armas a Bahréin y un posible lote de armamento rumbo a Arabia Saudí generan preocupación por la posible vulneración de derechos humanos.
El Gobierno de Trump sacrifica los
Derechos Humanos para vender armamento militar
Por Simon Tisdall — Eldiario.es La decisión de la Administración de Trump de seguir adelante con un plan para vender material militar valorado en miles de millones de dólares a Bahréin provocará el rechazo de los grupos de la oposición chiíes y las organizaciones internacionales de derechos humanos que son críticas con el régimen autoritario suní de ese país.
Lo cierto es que la venta de 19 aviones de combate F-16, fabricados por Lockheed Martin es coherente con las decisiones que ha tomado Trump desde que tomó posesión del cargo en enero. Ha mandado un mensaje claro de que Estados Unidos está dispuesto a vender material militar de última tecnología en las regiones más conflictivas del mundo e incentivar una carrera armamentística entre grupos enfrentados que puede desestabilizar todavía más algunas regiones del planeta.
El año pasado, Barack Obama no quiso aprobar un acuerdo para la venta de material militar a Bahréin a causa de la preocupación por las medidas de represión del régimen contra los líderes chiíes de la oposición. Obama alegó que Bahréin no había cumplido su promesa de mejorar la situación de los derechos humanos en el país; un veredicto que ha quedado confirmado con la publicación de un informe de Human Rights Watch.
La decisión de Trump refleja uno de sus objetivos prioritarios; fortalecer su relación con las monarquías suníes del Golfo en el contexto de la lucha contra el Estado Islámico (ISIS) y de la confrontación con la teocracia chií de Irán.
Bahréin, que asegura que los movimientos rebeldes en el país están auspiciados por Irán, acoge en sus puertos a la Quinta Flota de Estados Unidos. Reino Unido está construyendo una base naval en el país y les ha vendido armas desde 2011 por un valor de 53 millones de euros.
En otra decisión que genera preocupación por la posible vulneración de derechos humanos, también se espera que Trump autorice la venta de un nuevo lote de armamento a Arabia Saudí. Obama también paralizó esta venta de munición de alta precisión, valorada en 300 millones de dólares, ya que temía que se pudiera utilizar contra Yemen, donde una coalición liderada por Arabia Saudí está luchando contra los rebeldes huzíes que tienen el apoyo de Irán.
Las muertes de civiles en Yemen A las fuerzas saudíes, que cuentan con el apoyo de las cada vez más numerosas operaciones con drones estadounidenses, se las ha acusado en repetidas ocasiones de ser los responsables de bombardeos que han matado o herido a cientos de civiles yemeníes. Según un informe de la ONU publicado en enero, algunos de estos ataques podrían constituir crímenes de guerra.
Trump no es el único mandatario que prioriza la venta de armamento. Con la presión de Yemen de un lado y sus intereses armamentísticos del otro, el gobierno del Reino Unido ha resistido las presiones del Parlamento, que lo insta a limitar la venta de armas a Riad, su cliente que más dinero gasta en armamento. La ONU afirma que este conflicto, que pronto entrará en su tercer año, ha causado la muerte de más de 10.000 civiles y ha situado a Yemen al borde de la hambruna.
El hecho de que Trump esté más que dispuesto a ignorar las consideraciones de derechos humanos para dar un impulso a la venta de armamento puede volver a quedar de manifiesto con la visita esta semana del presidente de Egipto, Abdel Fatah al-Sisi.
Se espera que Trump, que afirma admirar los métodos autoritarios de Sisi (con unos elogios parecidos a los que le dedica a Putin), fortalezca la cooperación bilateral en las operaciones contra el terrorismo. Se prevé que aumente la ayuda militar (que en la actualidad ya es de 1.300 millones de dólares anuales).
Para los europeos todavía resulta más alarmante el hecho de que Trump pueda reforzar la cooperación y cerrar acuerdos para la venta de armamento con Recep Tayyip Erdoğan, el líder autoritario de Turquía. Como era previsible, Alemania dejó de suministrar armamento a Turquía, que también es miembro de la OTAN, debido a las medidas de represión impulsadas tras el golpe de Estado fallido del pasado julio. Sin embargo, Trump y sus asesores quieren conseguir el apoyo de Turquía para derrotar a Estado Islámico y para frenar a Irán.
El referéndum de Erdoğan Si Erdoğan gana el referéndum que se celebrará en un mes y que le permitirá aumentar sus poderes presidenciales, lo más probable es que Trump visite Turquía y que refuerce el acuerdo para la venta de armamento. Esto perjudicaría a los turcos y a los kurdos sirios que se oponen al gobierno de Ankara.
El hecho de que Trump haya dado prioridad a la vía militar en detrimento de la vía diplomática que podría impulsar el Departamento de Estado afectará a otras regiones inestables y zonas en conflicto.
El presidente ya ha confirmado el despliegue de un sofisticado escudo antimisiles en Corea del Sur. Estados Unidos afirma que con este escudo espera disuadir a Corea del Norte (de cualquier posible ataque). Pekín ha mostrado su malestar, ya que considera que pone en peligro un frágil equilibrio de poderes en la zona, que ya se tambaleaba por la carrera armamentística entre los distintos países de la región.
El malestar de China en torno al escudo no será nada comparado con su reacción si Trump sigue adelante con el plan de vender armamento a Taiwán, que según las autoridades de Pekín es una provincia “rebelde”. El lote podría incluir misiles y misiles antibuques especialmente pensados para evitar incursiones chinas. “Existe la voluntad política de llegar a un acuerdo para una venta importante”, indicó un funcionario estadounidense la semana pasada.
A los planes de venta global de armamento por parte de Trump se suma su promesa de aumentar el gasto militar del Pentágono en 54.000 millones de dólares. Eso marcaría un periodo de bonanza para los fabricantes de armamento y material de defensa estadounidenses. En 2016 canalizaron el 33% de la venta internacional de armamento, valorada en 38.000 millones de dólares, y dominan el mercado nacional.
Del mismo modo, se cree que la petición de Trump de que todos los países aliados de la OTAN aumenten el gasto anual en defensa hasta el 2% de su PIB, supondría, si prospera, un incremento de 100.000 millones de dólares en el presupuesto anual de Europa en defensa, del cual el 20% se destinaría a la compra de armamento nuevo. Tanto para Trump, que es más un hombre de negocios que un hombre de Estado, como para la renacida industria militar de Estados Unidos, estas cifras son irresistibles, independientemente del coste humano.
Traducido por Emma Reverter
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