Murieron abrazados bajo el infierno de la erupción del Vesubio hace
dos mil años y todo el mundo pensaba que eran un hombre y una mujer. Hasta hoy
Los amantes de Pompeya
Roma gay: los amantes calcinados de Pompeya eran dos hombres
Se abrazaron bajo la lluvia de fuego desencadenada por la violentísima erupción del Vesubio del año 79 d.C. Sabían que iban a morir. Y así -calcinados y endurecidos por el tiempo, los encontró casi dos mil años después, a principios del siglo XX, el arquéologo Vittorio Spinazzola convirtiéndolos en una imagen icónica de aquella terribe erupción que borró del mapa las ciudades de Pompeya y Herculano, en el apogeo del Imperio Romano. Por supuesto, todo el mundo dio por hecho que los célebres amantes de Pompeya, como ya serían por siempre conocidos, eran un hombre y una mujer. Hasta hoy.
Y es que según las últimas investigaciones de Massimo Osanna, actual director de las excavaciones en Pompeya, con motivo de la inauguración de una nueva exposición, los cuerpos de los amantes de Pompeya pertenecerían a dos jóvenes de sexo masculino que no formaban parte de la misma familia, según los análisis de ADN, y de una edad comprendida entre los 18 y los 20 años. "No podemos decir que los dos eran amantes", ha explicado el arquéologo, "pero teniendo en cuenta su posición, es de suponer". De esta forma, aquellos dos hombres que se abrazaron para morir bajo el fuego del Vesubio podrían perfectamente convertirse en el ícono de una antigua Roma gay.
Las figuras petrificadas fueron halladas en 1913, en la conocida como Casa del Criptoportico. El superintendente Spinazzola las llamó directamente "las dos chicas" pues se llegó a pensar que era una madre y su hija hasta que más tarde todo el mundo se empezó a referir a ellas como 'los amantes de Pompeya, dando por hecho que eran un hombre y una mujer. No obstante, tengan el sexo que tengan, Osanna se ha felicitado porque "tendremos nueva luz sobre la vida de los pompeyanos" gracias a las investigaciones sobre los restos óseos encontrados en los calcos de yeso, un medio de recuperar lo pasado en aquella mañana de agosto que empezó a aplicarse en 1858".
"Los cuerpos, al descomponerse a lo largo de los siglos, habían dejado espacios vacíos bajo la lava. El arqueólogo Giuseppe Fiorell os rellenó con yeso líquido introducido a través de los agujeros abiertos en la corteza creada sobre Pompeya tras la erupción. En esa cámara vacía, donde la materia orgánica había desaparecido, Fiorelli obtenía moldes de extraordinaria precisión que reflejaban los últimos momentos de la vida de esas personas".
La importancia de los análisis de ADN para la antropología
El uso de las investigaciones de ADN en el ámbito antropológico se revela cada vez más como un instrumento fundamental para el conocimiento científico - según Ossana - porque los resultados obtenidos aportan seguridad en un campo hasta ahora limitado al terreno de las hipótesis.
Todo lo revelado por los recientes estudios de las dos víctimas encontradas en la domus criptopórtica confirma esta teoría. En este caso podemos afirmar que no se trata de dos mujeres y que no había relación de parentesco en línea materna entre ellas. Obviamente, tampoco se ha podido contrastar científicamente qué tipo de vínculo afectivo había entre ellas.
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El abrazo de Pompeya era en realidad el de dos hombres
La tecnología ha permitido determinar el sexo de las célebres figuras, que se creía eran dos mujeres.
Pompeya nunca deja de sorprender y emocionar. Siempre se había imaginado que las dos figuras abrazadas que aparecieron en las excavaciones de Pompeya correspondían a dos mujeres que habían muerto en la erupción del Vesubio en el año 79 después de Cristo. Ahora se descubre que son dos hombres en un íntimo abrazo al ser sorprendidos en la mañana del 25 de agosto, cuando la muerte se extendió por Pompeya en el arco de pocos minutos.
A esta conclusión se ha llegado gracias a los análisis con las más modernas técnicas, a comenzar por el ADN y también la TAC (tomografía axial computarizada). Diversos medios hablan incluso de abrazo gay. Al superintendente de Pompeya, Massimo Osanna, se le ha preguntado si es plausible la hipótesis de que los dos personajes fueran amantes. Osanna respondió que «no se puede decir con exactitud», pero considerada la posición en que aparecieron, «ciertamente se puede plantear la hipótesis, aunque es difícil tener la seguridad», explica el arqueólogo Osanna.
El suyo parecía un simple abrazo entre dos mujeres. Las figuras fueron descubiertas en 1913, en la Casa del Criptoportico. El superintendente de la época, el arqueólogo Vittorio, las denominó «las dos chicas». Los recientes estudios antropológicos revelan que los cuerpos corresponden a dos individuos: Uno de más de 20 años, y el otro de unos 18.
El responsable de la investigación que se acaba de presentar en Pompeya, el profesor Stefano Vanacore, precisa que los dos individuos no son parientes, ni hermanos, ni padre e hijo. En cuanto a la posibilidad de que existieran vínculos sentimentales entre ellos, subraya que «estamos en el campo de las hipótesis que no podremos nunca verificar».
De todas formas, según afirma el superintendente Osanna, «tendremos nueva luz sobre la vida de los pompeyanos» gracias a las investigaciones sobre los restos óseos encontrados en los calcos de yeso, un invento debido a la gran intuición de arqueólogo Giuseppe Fiorelli (1823-1896), destacado director de la excavaciones.
Solo desde 1858, gracias al método genial introducido por Fiorelli, podemos apreciar la impronta que dejó la erupción en los pompeyanos, al obtener moldes de yeso de los muertos. Los cuerpos, al descomponerse a lo largo de los siglos, habían dejado espacios vacíos bajo la lava. Fiorelli los rellenó con yeso líquido introducido a través de los agujeros abiertos en la corteza creada sobre Pompeya tras la erupción. En esa cámara vacía, donde la materia orgánica había desaparecido, Fiorelli obtenía moldes de extraordinaria precisión que reflejaban los últimos momentos de la vida de esas personas.