Henrietta Lacks, la mujer con células inmortales que ha salvado innumerables vidas
La ciencia ha estado utilizando durante más de 60 años las células de una afroamericana que se reproducen indefinidamente en el laboratorio y se convirtieron en una de las herramientas más importantes de la medicina, pero nadie le pidió permiso para hacerlo.
1951 marcó el inicio de un gran avance en la biotecnología. Todo empezó con la llegada de una afroamericana pobre a un hospital estadounidense. Sus células revolucionarían la ciencia médica.
Henrietta Lacks, nacida como Loretta Pleasant (Roanoke, Virginia; 1 de agosto[n de 1920-Baltimore, murió en Maryland; 4 de octubre de 1951, fue una mujer afroamericana donadora involuntaria y sin su conocimiento de células de su tumor canceroso, el cual fue cultivado por George Otto Gey para originar una línea de cultivo celular inmortal (células HeLa). Con las células de Lacks se han realizado más de 70 000 experimentos científicos en todo el mundo.
Primeros años de vida
Sus padres fueron Eliza (1886-1924) y John Randall Pleasant (1881-1969), que trabajaba como guardafrenos en el ferrocarril. Sus descendientes no saben cómo ocurrió el cambio de nombres de Loretta a Henrietta, llevando en vida el sobrenombre de Hennie. Su madre murió en el nacimiento de su décimo hijo en 1924, por lo que su padre llevó a los niños a criarse con sus abuelos maternos en Clover (Virginia).
Se casó con su primo David “Day” Lacks (1915-2002) en Halifax (Virginia). David se había mudado de casa de los abuelos de Henrietta cuando ella llegó ahí a la edad de 4 años. Henrietta y David se casaron en 1941, después del nacimiento de dos hijos, sorprendiendo a muchos en la familia, ya que ambos se habían criado como hermanos.
Después de convencer a David para migrar hacia el norte en busca de trabajo, Henrietta se le unió en 1943. David encontró empleo en el astillero de Sparrows Point, Maryland, viviendo en una casa en Dundalk, Maryland. Esta comunidad era una de las más grandes y más jóvenes de las comunidades afroamericanas del Condado de Baltimore, Maryland.
El matrimonio Lacks tuvo cinco hijos: Lawrence (n. 1935), Elsie (n. 1939), David “Sony” Jr. (n. 1947), Deborah (n. 1949) y Joseph (n. 1950, quien después se nombraría Zakariyya Bari Abdul Rahman). Joseph, el último hijo de Henrietta, nació en el Hospital Johns Hopkins en noviembre de 1950, tan sólo cuatro meses antes que le diagnosticaran cáncer a Henrietta. Elsie, que era descrita por la familia como "diferente" y "sordomuda", murió en el Hospital Estatal de Crownsville en 1955. Muchos años después, la familia se enteraría de que allí Elsie sufrió abusos y pudieron haberle perforado hoyos en la cabeza para realizar experimentos. Elsie había sido internada alrededor de 1950, más o menos en las mismas fechas en que Henrietta descubría que tenía inflamaciones y sangrado inusual.
El 1 de febrero de 1951, después de un viaje de curación por polio a la ciudad de Nueva York (de acuerdo a Michael Rogers del Detroit Free Press, Rolling Stone y Rebecca Skloot), Lacks habría consultado en el Hospital Johns Hopkins debido a un doloroso bulto en el cuello uterino y un derrame de sangre de la vagina. Ese día le fue diagnosticado cáncer cervical y la apariencia del tumor era diferente a cualquiera antes visto por el ginecólogo examinador, Dr. Howard Jones; este fundaría con su esposa Georgeanna el Jones Institute for Reproductive Medicine en la Escuela de Medicina de Virginia del Este en Norfolk, Virginia.
Antes de iniciar el tratamiento contra el tumor le fueron extraídas células del carcinoma con fines de investigación sin el conocimiento o consentimiento de Henrietta Lacks; esta situación era normal en ese tiempo. En su segunda visita ocho días más tarde, el Dr. George Otto Gey tomó otra muestra del tumor y guardó una parte. Es en esta muestra donde tienen su origen las células HeLa.
Lacks fue tratada con radioterapia durante varios días, un tratamiento común para estos tipos de cánceres en 1951. Lacks volvió para continuar el tratamiento de rayos X. Pero su condición empeoró y los médicos del Hospital Hopkins la trataron con antibióticos, pensando que su problema podría complicarse por una enfermedad venérea (tenía neurosífilis y presentaba gonorrea aguda).[2] Con un fuerte dolor y sin mejoría, Lacks regresó al Hospital Hopkins demandando ser admitida el 8 de agosto, permaneciendo allí hasta su muerte. Aunque recibía tratamiento y transfusiones de sangre, murió el 4 de octubre de 1951 por insuficiencia renal, a la edad de 31 años. Una autopsia parcial posterior mostró que el cáncer había sufrido metástasis a otras partes del cuerpo. Henrietta Lacks fue sepultada sin lápida en un cementerio familiar en Lackstown. Su sitio exacto de la sepultura no se conoce, aunque su familia cree que se encuentra a poca distancia de la tumba de su madre.
Legado
A inicios de 1970s la familia recibía peticiones de investigadores que querían muestras de sangre de la familia para conocer la genética de la familia. La familia se sorprendió cuando se enteró de las células retiradas a Henrietta. Nadie más en la familia tenía los rasgos lo que hacen sus células únicas,
Las células del tumor de Henrietta fueron dadas al investigador George Otto Gey, este descubrió que las células de Henrietta hacían algo que nunca había visto: se mantenían vivas y crecían en cultivo celular. Gey nombró a la muestra "HeLa" por las letras iniciales del nombre de Henrietta Lacks. Estas fueron las primeras células humanas que podían desarrollarse en un laboratorio y que eran "inmortales" (no morían después de algunas divisiones celulares), y podían emplearse para desarrollar muchos experimentos. Esto representó un enorme avance para la investigación médica y biológica. De acuerdo con el reportero Michael Rogers el crecimiento de las células HeLa por un investigador en el hospital ayudó a responder la demanda de 10.000, quien desencadenó en la cura de la poliomielitis sólo poco después de la muerte de Lacks. Hacia 1954, HeLa estaba siendo usado por Jonas Salk para desarrollar una vacuna contra la poliomielitis. Para probar la nueva vacuna de Salk las células fueron puestas rápidamente en producción masiva en la primera producción “industrial” de células.
La demanda de células HeLa creció rápidamente.
Desde que las células de Henrietta fueron puestas en producción masiva, las células han sido enviadas a científicos alrededor del mundo para investigaciones sobre cáncer, sida, los efectos de la radiación y sustancia tóxicas, mapeo genético y un número incontable de fines científicos. Las células HeLa han sido empleadas para investigar la sensibilidad humana a cinta adhesiva, pegamento, cosméticos y muchos otros productos. Los científicos han producido 20 toneladas de células de HeLa, aunque aún no han descubierto por qué las células HeLa son tan particulares. Hay más de 11.000 patentes que involucran las células HeLa.
En 1996 la Escuela de Medicina Morehouse de Atlanta y el alcalde de Atlanta, Georgia reconocieron tardíamente a la familia de Henrietta Lacks por sus contribuciones póstumas. Su vida es conmemorada por los residentes de la Estación Turners pocos años después de la conmemoración de la Escuela Morehouse. Una resolución del congreso en su honor fue presentada por Robert Ehrlich poco después de la primera conmemoración de Henrietta, su familia y sus contribuciones a la ciencia en la estación Turners.
En 1998 el documental de una hora de la BBC Modern Times: The Way of All Flesh sobre Lacks y HeLa dirigido por Adam Curtis ganó el premio al mejor documental sobre ciencia y naturaleza (Best Science and Nature Documentary) en el Festival de Cine Internacional de San Francisco.
Otros también han sido conmemorados en la Estación Turner por sus contribuciones incluyendo Mary Kubicek, la asistente de laboratorio que descubrió que las células HeLa sobrevivían afuera del cuerpo humano, así como el Dr. Gey y su esposa la enfermera Margaret Gey, quienes después de 20 años de intentos lograron que células fueran capaces de crecer fuera del cuerpo humano. Gey diría a los medios "quien estudie estas células vencerá al cáncer".
Rebecca Skloot en su libro en 2010 The Immortal Life of Henrietta Lacks (La Vida Inmortal de Henrietta Lacks) documenta tanto la historia de la línea celular HeLa como la de la familia Lacks. Al marido de Henrietta, David Lacks, le informaron muy poco sobre los estudios a que ella había sido sometida. Las sospechas alimentadas por cuestiones raciales, frecuentes en el Sur, fueron arregladas por cuestiones de clase y educación. Por otra parte, los miembros de la familia Lacks nunca estuvieron enterados de la existencia de la línea de tejido, y cuando su existencia fue revelada, se mostraron sorprendidos de cómo las células de Henrietta pudieron haber sido tomadas sin su consentimiento y de cómo estas podían estar todavía vivas 60 años después de su muerte.
A inicios de los años 1970s se desencadena un escándalo entre investigadores celulares, como relata Michael Gold en su libro "a Conspiracy of Cells". Richard Nixon quiere ser recordado como el presidente que venció el cáncer. Por ello propone a los investigadores de la Unión Soviética la "lucha conjunta contra el cáncer" mediante el intercambio de material genético de células cancerosas.
El experto Walter Nelson-Rees comprueba que del material intercambiado se trata siempre de las células HeLa, que se pretende que son de tejidos de diferentes pacientes. Nelson-Rees prueba diferentes laboratorios en el mundo y reconoce que en todo el mundo las células HeLa han contaminado otras líneas celulares: las células HeLa son un éxito permanente, y se extienden por todos lados, "cubren todo".
Con ayuda de la línea de cultivo de células HeLa se ha producido la vacuna contra la poliomielitis, las primeras células híbridas entre ser humano y ratón. Además del desarrollo del medicamento trastuzumab (Herceptin®) contra el cáncer de mama. Con ayuda de las células HeLa se han desarrollado terapias génicas y medicamentos para tratar enfermedades como el enfermedad de Parkinson y la leucemia. Se calcula que desde el desarrollo de la línea de células HeLa se han producido aproximadamente 50 toneladas de material celular.
Un poco más de su historia
Hoy en día hay billones de estas células en laboratorios de todo el mundo, sin embargo, nadie le pidió permiso ni a ella ni a algún familiar para usarlas y su familia tuvo que luchar varios años por sus derechos.
Ella y los científicos
En 1860, el dueño de una plantación en Virginia llamado Benjamín Lacks escogió una amante negra entre sus trabajadores. Tuvieron dos hijos que llevaron su apellido y durante tres generaciones la familia Lacks trabajó en el campo.
En 1942, Henrietta Lacks decidió mudarse a la ciudad, así que se llevó a su esposo -el bisnieto de Benjamín- y su familia a Baltimore: en tiempos de guerra había trabajo.
A 10 kilómetros de donde vivía Henrietta estaba el laboratorio del doctor George Gey, cuya ambición era librar al mundo del cáncer, estaba convencido de que encontraría la clave para hacerlo dentro de las células humanas. Durante 30 años había estado tratando de cultivar células de cáncer en el laboratorio.
Para ello mezclaba tejidos cancerosos con sangre de corazones de gallinas vivas, con la esperanza de que esas células enfermas vivieran y se reprodujeran para poder estudiarlas fuera del cuerpo, pero siempre morían.
El 1º de febrero de 1951 Henrietta Lacks fue llevada al hospital John Hopkins.
"Nunca había visto algo similar, ni lo he vuelto a ver jamás, era un tipo muy especial de lo que resultó ser un tumor", le dijo en 1997 Howard Jones, el ginecólogo que la examinó, a Adam Curtis de la BBC.
"Su historia era muy simple: había estado sangrando entre menstruaciones y tenía dolor abdominal, lo que no necesariamente es señal de cáncer", recuerda el doctor. "Cuando examiné el cérvix me sorprendí pues no era un tumor normal. Era púrpura y sangraba muy fácilmente al tocarlo".
El tumor no respondió bien al tratamiento y Henrietta Lacks murió de cáncer cervical en octubre de 1951, cuando tenía apenas 31 años de edad. Su familia la enterró cerca de las ruinas de la casa donde nació y la ciencia la olvidó.
Pero parte de ella se volvió famosa
Las células de parte de su tumor fueron retenidas en la unidad de cáncer del hospital pues Gey había descubierto que éstas podían cultivarse en el laboratorio indefinidamente.
Era lo que había buscado por tantos años, hasta les dio un nombre: la línea celular HeLa, por las dos iniciales del nombre y apellido de Henrietta Lack.
"En cuestión de horas, las HeLa se multiplicaban prolíficamente", dice John Burn, profesor de Genética de la Universidad de Newcastle, Reino Unido.
Efectivamente, las células de Henrietta reproducían una generación entera en 24 horas, y nunca dejaban de hacerlo, fueron las primeras células humanas inmortales que crecieron en un laboratorio, de hecho, han vivido más tiempo fuera que dentro del cuerpo de Henrietta.
¿Por qué son tan importantes?
"Hay muchas situaciones en las que necesitamos estudiar tejidos o patógenos en el laboratorio", dice Burn.
"El ejemplo más clásico es la vacuna de polio. Para desarrollarla era necesario que el virus creciera en el laboratorio y para eso se requerían células humanas". Las células HeLa resultaron ser perfectas para ese experimento y la vacuna salvó a millones de personas.
Las HeLa se hicieron mundialmente famosas.
Por primera vez cualquier cosa podía probarse en células humanas vivas, no sólo permitieron el desarrollo de una vacuna contra el polio e incontables tratamientos médicos sino que hasta viajaron al espacio exterior en las primeras misiones espaciales, para que los científicos pudieran anticipar qué le pasaría a la carne humana en gravedad 0.
El ejército de EE.UU. puso grandes frascos de células HeLa en lugares en los que hacían experimentos atómicos. Además, fueron las primeras en ser compradas, vendidas, empacadas y enviadas a millones de laboratorios de todo el mundo, algunos de ellos dedicados a experimentar con cosméticos, para asegurarse de que sus productos no causaban efectos secundarios indeseados.
En resumen, muchos han ganado billones de dólares con bienes que han sido probados en las células HeLa; todo sin que la familia lo supiera.
Para muchos expertos, el hallazgo de células HeLa es una de las cosas más importantes que le ha sucedido a la ciencia, no fue sino hasta 1973 que la familia Lacks se enteró por primera vez de que las células de Henrietta todavía estaban vivas.
"Si fuera posible vencer el cáncer, sería el mercado más grande del mundo. Recuerda, ante el cáncer, todos los humanos son iguales. Casi no hay otro producto, aparte de las balas, que acabe con toda la gente equitativamente", explicó. De pronto, había una oportunidad de hacer mucho dinero".
" La familia estaba enojado".
Cuando la familia Lacks se dio cuenta de lo que estaban haciendo con las células de su madre, decidió consultar abogados para averiguar si tenían derecho a recibir dinero de la industria de biotecnología.
"Investigué y me enteré de que las habían vendido a todas partes y quise saber quién se había enriquecido con las células de mi mamá", explicó David Lacks Jnr.
La familia de Henrietta no tuvo suerte en lo que concierne a una compensación: su madre había muerto hacía demasiado tiempo, pero siguieron luchando por el control de las células y libraron una campaña para que se reconociera la contribución de Henrietta a la investigación médica.
"Aunque fue una contribución involuntaria, ha sido enorme", subraya John Burn.
"Las células que le quitaron la vida han sido la base de decenas de miles de estudios médicos en todo el mundo y sobre todos los aspectos de la ciencia biológica". "Fue un elemento crucial en el desarrollo de la ciencia biológica del siglo XX", declara el experto en Genética.
Como resultado de la campaña de su familia, Henrietta Lacks se convirtió en una heroína científica.
Y en agosto 2013, a la familia Lacks se le confirió un poco de control sobre el acceso de los científicos al código de ADN de las células de Henrietta Lacks. Además, la familia debe recibir reconocimiento en los estudios resultantes.
La historia de Henrietta Lacks muestra los cuestionamientos legales y éticos a los que se enfrenta la investigación en biomedicina.