TRIBULACIONES DE LOS COMUNISTAS
Por Hildebrando Chaviano Montes | La Habana | Diario de Cuba¿A qué se puede atribuir que la izquierda, ya sea vegetariana o carnívora, haya tenido tantos renegados ilustres a través de su historia? ¿Cuál es la razón por la que en EEUU, país que desde 1919 tiene un partido comunista, este esté integrado por la ridícula cifra de 5.000 miembros?
Desde Kautsky, apodado por Lenin "el renegado", pasando por Ravines y demás izquierdistas latinoamericanos que han hecho crisis de fe después de una vida dedicada a creer en el milagro marxista y simpatizar con la Revolución Cubana, muchos simpatizantes de esta nueva religión han optado por abandonar sus filas.
En este éxodo no hay que olvidar a los cientos o quizás miles de comunistas cubanos que han desertado durante viajes de negocios o misiones internacionalistas en países capitalistas, o los que han sido fusilados, encarcelados o condenados al ostracismo por manifestaciones de diversionismo ideológico (preferencia por el modo de vida capitalista). La lista es larga y en la medida que más creyentes tomen conciencia del fracaso, aumentarán las fugas.
Con el desmerengamiento ocurrido en los antiguos países socialistas europeos se quemaron miles de carnés del Partido Comunista, en la antigua URSS las imágenes de fogatas alimentadas con las cartulinas rojas, otrora símbolos de poder, ayudaron a devaluar las propias ideas que representaban, y junto con los carnés se quemaba una época de oprobios totalitarios.
¿Cuántos rusos integran el actual Partido Comunista de ese país? Una vez con capacidad de decidir y sin nada que ganar por tener en el bolsillo el dichoso carné, se demostró que el fervor con que se defendían las banderas del proletariado era puro teatro.
Hace pocos días apareció en el periódico Granma una entrevista realizada al señor Emile Schepers, secretario de Relaciones Internacionales del Partido Comunista de EEUU. En un país en el cual, según los fundadores del marxismo, a estas alturas estarían dadas las condiciones de desarrollo de las fuerzas productivas y blablabla para convertirse en una sociedad comunista, manifiesta este optimista señor que su partido tiene nada más y nada menos que 5.000 miembros, y aún así insiste en que "el comunismo se niega a desaparecer en EEUU".
¿Cómo se entiende que un partido fundado en 1919 en un país de más de 300 millones de habitantes tenga a estas alturas semejante ridícula cifra? Cualquier municipio cubano cuenta con más de 5.000 militantes del PCC.
La única explicación a estas cifras asombrosas es que los norteamericanos son libres de elegir entre los diferentes partidos existentes, crear el propio o no pertenecer a ninguno. Después de todo, pertenecer o no a un partido político en EEUU no va a influir en el acceso a los servicios públicos o a un puesto de trabajo. En cambio, en Cuba pertenecer o no al PCC puede decidir el destino de una persona y hasta de sus hijos. Las universidades cubanas son para los revolucionarios, los puestos de dirección y los trabajos mejor remunerados son para personas de confianza, entiéndase por tales a los militantes del PCC, e incluso los deportistas seleccionados para representar a Cuba en eventos internacionales deben ser preferiblemente militantes del PCC o de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) por ser más confiables.
Esa es la razón por la que el número de comunistas cubanos supera abrumadoramente al de los estadounidenses: no hay más opciones políticas ni económicas, o eres comunista o no existes, no cuentas, eres descartable. Si no lo has sido nunca eres una especie de leproso social, pero si lo fuiste alguna vez y abandonaste la senda, estás condenado definitivamente a sufrir humillaciones y castigos por traidor. Tal vez sea esta la única organización política en la que se entra solo después de un riguroso análisis no importa cuánto interés tenga el candidato, y de la cual no se puede salir voluntariamente.
No en balde la quema furiosa de carnés y los libros publicados con tanta carga de frustración. Habrá más renegados y llegará el momento que en Cuba los miembros del PCC sean 500 o 50 quizás, como ocurría antes de 1959, cuando constituían un partido minúsculo que en cierto momento de su historia integró el Gobierno de Fulgencio Batista.
Con la forzada entrada en la etapa soviética de nuestra historia, se violentó todo por lo que habían luchado nuestros próceres independentistas, desde Agramonte a Martí, dando paso a una generación de hipócritas con ínfulas totalitarias que el pueblo pondrá en el lugar que les corresponde sin tiempo ya para convertirse en renegados.
|