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Muerte de Martí: desespero y embullo El interés y urgencia de los cubanos por batirse con los
españoles no justifica haber arriesgado a Martí en una escaramuza insignificante
La muerte del Apóstol [1917], de Esteban Valderrama, según apareció publicada en la revista Bohemia [1918]
Por Arnaldo M. Fernández, Broward | Cuba Encuentro El Dr. en Ciencias Históricas Pedro Pablo Rodríguez, director general de la edición crítica de las Obras completas de José Martí, publicó esta semana en Trabajadores el artículo “La muerte heroica en Dos Ríos”. Por entre las acostumbradas estaciones de que Martí no “buscó él mismo la muerte”, sabía cabalgar desde chiquito, practicó tiro en la Florida y “había estudiado al detalle las campañas de Bolívar” y otras peripecias de la guerra, el tren de pensamiento del Dr. Rodríguez pasa de largo frente a la causa eficiente de la caída de Martí en combate: la conducción irracional de las acciones combativas en Dos Ríos por el General en Jefe Máximo Gómez.
El Dr. Rodríguez simplemente plantea: “Gómez se dejó arrastrar por el entusiasmo, sin saber bien el número y la posición de la tropa española, y se jugó la vida cruzando el río crecido. Martí y todos también se la jugaron”. Sólo que ni el desespero de Gómez ni el embullo de los demás por batirse con los españoles justifica haber arriesgado a Martí en una escaramuza insignificante para malograr su objetivo primordial declarado: “la constitución de nuestro gobierno, útil y sencillo [A tal efecto] seguimos camino, al centro de la Isla, a deponer yo, ante la revolución que he hecho alzar, la autoridad que la emigración me dio, y se acató adentro, y debe renovar, conforme a su estado nuevo, una asamblea de delegados del pueblo cubano visible, de los revolucionarios en arma”.
La conducción racional de una guerra no supone jugarse la vida propia y de los demás, sino por el contrario conservar vidas con arreglo a fines. Gómez puso en peligro un fin de tamaña envergadura como dar constitución y elegir gobierno saliendo alocadamente a batirse en acción de poca monta. Algo que ya había hecho el 17 de mayo de 1895 al salir “con los 40 caballos a molestar el convoy de Bayamo” y dejar a Martí a pie en el campamento de Dos Ríos “con tres guardias, a los tres caminos”, expuesto a la irrupción sorpresiva de patrullas española.
Sin ponderar el desespero y la mala jefatura de Gómez como causa eficiente de que Martí se extraviara en un potrero de Dos Ríos y fuera la única baja mortal de los cubanos aquel día, pues para nada servía en medio del combate haber estudiado al detalle las campañas militares de otros, el Dr. Rodríguez trata de justificar el embullo de Martí con unas preguntas que formula como retóricas, pero distan mucho de serlo. Vamos a examinar tres.
“¿Podía aceptar Martí quedarse atrás, no disparar, no chocar con el enemigo, rehuir su primer combate, él, que a menudo se lamentó de no haber peleado antes?” Sí, podía aceptarlo de haber ordenado Gómez, tal y como el 17 de mayo de 1895, que Martí se quedara al frente del campamento mientras el grueso de la tropa salía a chocar con el enemigo.
“¿Quedarse en el campamento mientras la tropa se batía?” Sí, podía quedarse tal y como se quedaron el 19 de mayo de 1895 los coroneles mambises Estrada y Tamayo, con sus respectivas fuerzas apostadas en los caminos de acceso para “evitar con esta medida una sorpresa de ataque combinado”. Aunque tal misión era menos peligrosa que salir a chocar con el enemigo, nadie podría atribuirla a rehuir el combate.
“¿Atrás el Delegado [del Partido Revolucionario Cubano], que había convocado a la guerra? ¿Atrás el Mayor General recién nombrado en consejo de jefes días antes?” Sí, porque el Delegado era un líder político que ni pintaba ni daba color en aquel ni en ningún otro combate alocado, ya que además haber sido nombrado a dedo Mayor General, sin haber sido jamás en la vida ni jefe de escuadra, Martí tenía en Dos Ríos la condición equívoca de jefe sin tropa bajo su mando y sin otro jefe que el jefe de todos: Máximo Gómez.
El Dr. Rodríguez se contenta con “aplaudir y respetar su decisión, su consecuencia, su valentía. Por eso Martí es mi héroe, como lo es para la gran mayoría de los cubanos”. Cabría añadir que ese heroísmo viene con el desespero y el embullo de quienes suelen llevar tesoros en vasos de barro.
La Bailarina Española
El alma trémula y sola Padece al anochecer: Hay baile; vamos a ver La bailarina española.
Han hecho bien en quitar El banderón de la acera; Porque si está la bandera, No sé, yo no puedo entrar.
Ya llega la bailarina: Soberbia y pálida llega; ¿Cómo dicen que es gallega? Pues dicen mal: es divina.
Lleva un sombrero torero Y una capa carmesí: ¡Lo mismo que un alelí Que se pusiera un sombrero!
Se ve, de paso, la ceja, Ceja de mora traidora: Y la mirada, de mora: Y como nieve la oreja.
Preludian, bajan la luz, Y sale en bata y mantón, La virgen de la Asunción Bailando un baile andaluz.
Alza, retando, la frente; Crúzase al hombro la manta: En arco el brazo levanta: Mueve despacio el pie ardiente.
Repica con los tacones El tablado zalamera, Como si la tabla fuera Tablado de corazones.
Y va el convite creciendo En las llamas de los ojos, Y el manto de flecos rojos Se va en el aire meciendo.
Súbito, de un salto arranca: Húrtase, se quiebra, gira: Abre en dos la cachemira, Ofrece la bata blanca.
El cuerpo cede y ondea; La boca abierta provoca; Es una rosa la boca; Lentamente taconea.
Recoge, de un débil giro, El manto de flecos rojos: Se va, cerrando los ojos, Se va, como en un suspiro...
Baila muy bien la española, Es blanco y rojo el mantón: ¡Vuelve, fosca, a un rincón El alma trémula y sola!
El alma trémula y sola - La Bailarina Española
JOSÉ MARTI
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EL 19 DE MAYO DE 1895 Y EL 20 DE MAYO DE 1902
SON FECHAS IMPORTANTÍSIMAS Y SAGRADAS DE NUESTRA PATRIA
Este año 2017 conmemoramos el 122 aniversario de la muerte en combate en Dos Ríos de nuestro Apóstol José Martí. Además de celebrar la fundación de la República hace 115 años con Tomás Estrada Palma, nuestro primer presidente.
El 19 de mayo es un día para recordar y para pensar en el Apóstol de Cuba, en sus pensamientos y en sus acciones de combate al servicio de la libertad de su patria. Hay que recordar las inmensas dificultades, calumnias y fracasos que José Martí tuvo que enfrentar en su lucha por la libertad de su patria, al igual que todos los mambises que lucharon en las tres guerras del 1868 al 1895. España estaba decidida a no perder su colonia más rica, la llamada “Siempre fiel Isla”. Su jefe de gobierno, Antonio Cánovas del Castillo, declaró que España gastaría “hasta su última peseta y su último soldado” en vencer a los mambises.
España envió a Cuba entre noviembre de 1895 y mayo de 1897 un ejército, el mayor que cruzara el Atlántico hasta esa fecha, compuesto de 181,738 soldados, 6,261 oficiales y 40 de sus mejores generales. Este ejército que estaba bien equipado con fusiles modernos máuser, suficiente balas, artillería, etc. se unió a las tropas españolas que ya estaba en la Isla.
Los mambises tuvieron que luchar contra más de 225,000 soldados españoles. Más de 500,000 soldados españoles lucharon durante los tres años de una sangrienta y brutal guerra sin cuartel. Unos 55,000 soldados españoles murieron en combate y de muchas enfermedades tales como la fiebre amarilla y la fiebre tifoidea.
La marina española, con más de 30 barcos de guerra, bloqueó las costas de Cuba. España reconstruyó la trocha de Morón a Júcaro y construyó una segunda trocha de Mariel a Majana para contener al general Antonio Maceo, el Titán de Bronce, en Pinar del Río. Estas trochas han sido comparadas a la Muralla China aunque de mucho menor tamaño.
España envió al más cruel de sus generales, Valeriano Weyler, llamado “el Carnicero”, que implementó la terrible política de genocidio de Reconcentración. Los campesinos y sus familiares fueron reconcentrados en campamentos en centros urbanos para que no pudieran ayudar a los mambises. Los combates a través de la Isla, la falta de higiene, el hambre y las enfermedades trajeron la muerte a unos 300,000 mambises y campesinos.
Durante la Guerra de los Diez Años unos 200,000 cubanos murieron. En esta larga guerra los españoles fusilaron a mi bisabuelo y tres tíos abuelos. ¡Ningún país de las Américas sufrió tanto para lograr su independencia, ya que uno de tres cubanos pereció!
La vida de José Martí Desde niño José Martí se preocupó por el presente y porvenir de Cuba. Durante su juventud dio muestras inconfundibles de un amor por la libertad y la independencia de la nación cubana. Fue un insigne pensador e inspirado poeta y escritor de fama universal.
El opresor y tiránico gobierno comunista que ha sufrido Cuba por más de 57 años ha distorsionado la imagen de José Martí. El Apóstol jamás hubiera estado de acuerdo con la brutal tiranía de los hermanos Castro. Él escribió, “Con un poco de luz en la frente no se puede vivir donde mandan tiranos”.
Martí jamás hubiera apoyado un régimen brutal que en 57 años ha fusilado a más de 17,000 hombres, mujeres y niños, ha encarcelado a más de 300,000. Tristemente, 35,150 niñas y mujeres fueron encarceladas y torturadas por toda Cuba. Además de un estimado de casi 100,000 personas ahogadas y devoradas por tiburones en el mar. Dos millones se han marchado y se siguen yendo de la Isla esclava que no es más que una finca de los asesinos hermanos Castro.
El pensamiento martiano giró en torno a tres conceptos universales: libertad, igualdad y dignidad. Martí se dio cuenta que el marxismo o socialismo es “la futura esclavitud” del mundo. Entre el forjador de la nación cubana y Marx existió un profundo abismo. La doctrina martiana predicaba el amor y la libertad y no el odio y la lucha de clases del marxismo
Martí en los Estados Unidos y su lucha por la libertad de Cuba El Apóstol fijó su residencia definitiva en New York en 1881 donde vivió la mayor parte de su vida adulta y el período de su vida de mayor intensidad como escritor y revolucionario. Martí se unió a la lucha del Comité Revolucionario de New York en favor de la independencia de Cuba. Se dedicó a escribir poesías, ensayos, traducciones y artículos periodísticos. El Apóstol fue un brillante periodista cuyos artículos se publicaron en unos 20 periódicos y revistas en Iberoamérica. A mediados de 1882, Martí les escribió a los grandes patriotas de la Guerra de los Diez Años para reanudar la lucha por la independencia de Cuba
Martí en Ybor City, Tampa y Cayo Hueso En Tampa José Martí pronunció dos de sus más importante discursos. El 26 de noviembre de 1891 Con sus enormes dotes de orador, Martí dijo lo siguiente: “Para Cuba que sufre mi primera palabra…” Al día siguiente, Martí pronunció otro gran discurso llamado “Los pinos nuevos”. En Tampa, Martí escribió unas resoluciones que describieron la futura acción revolucionaria. Por último, en enero de 1892, se aprobaron en Cayo Hueso, con la representación de muchos grupos independistas, las Bases del Partido Revolucionario Cubano (PRC).
La guerra de 1895 En abril de 1892, Martí fue elegido Delegado del Partido Revolucionario Cubano, cargo que ocupó hasta su muerte. Martí fundó el periódico Patria y el primer número vio la luz en marzo de 1892. En Patria se publicaron las Bases del PRC y se explicó que la futura guerra en Cuba “no es contra el español, sino en contra de la codicia e incapacidad de España”.
Después del fracaso del plan de la Fernandina, José Martí continuó la lucha y se reunió con el general Máximo Gómez en la ciudad donde él nació, Montecristi, en la República Dominicana. Juntos firmaron el Manifiesto de Montecristi donde se prometió traer a Cuba un régimen democrático con el triunfo de la guerra de independencia. Martí nunca sintió odio contra España. Combatió el despotismo de España en Cuba, la corrupción del gobierno colonial y su arbitrariedad.
El 11 de abril de 1895, Martí, Gómez y otros cuatro patriotas desembarcaron en la costa oriental de Cuba en una zona llamada Playitas. Después del desembarco se acordó conferir a José Martí el grado de mayor general. El Apóstol estaba loco de alegría. Escribió en su diario lo siguiente: “Llegué al fin a plena naturaleza. Sólo la luz es comparable a mi felicidad. Hasta hoy no me he sentido hombre. He vivido avergonzado y arrastrando la cadena de mi patria, toda mi vida”.
Muerte de Martí El 19 de mayo de 1895, al mediodía, el campamento de Martí y Gómez en Dos Ríos, donde el río Contramaestre se une al Cauto, fue atacado por una columna española al mando del coronel Ximénez de Sandoval. El general Gómez salió al encuentro y le pidió a José Martí que se quedara en la retaguardia.
Martí rehusó y se dio a la batalla galopando en su caballo blanco y acompañado solamente por su ayudante, el joven capitán Ángel de la Guardia. Cabalgaron, sin saberlo, hacia un grupo de españoles que estaban ocultos en la maleza. Pocos minutos después fue herido mortalmente con balas en la mandíbula, el pecho y el muslo. Los esfuerzos de las tropas cubanas por rescatar el cadáver del Apóstol fracasaron. Martí dio su cuerpo por la patria en la plenitud de su vida, a los 42 años, de cara al sol.
Su cuerpo fue recogido por las tropas del coronel Ximénez de Sandoval y llevado a la ciudad de Santiago de Cuba. El coronel Ximénez de Sandoval expresó ante su féretro, “Cuando pelean hombres de hidalga condición como nosotros, desaparecen odios y rencores”. La guerra continuó y después de la intervención militar de los Estados Unidos en 1898 y con el enorme apoyo de las tropas mambisas del general Calixto García, se ganó la Guerra Cubano-Hispano-Americana.
El 24 de febrero de 1899, justo cuatro años después del inicio de la guerra, hizo su entrada triunfal a La Habana el generalísimo Máximo Gómez al frente de su ejército. Miles de personas salieron a recibir al Ejército Libertador y al generalísimo Gómez, héroe invencible, que sorprendido le dijo a uno de sus hombres: “Si toda esta gente hubiese peleado con nosotros habríamos derrotado a España hace muchísimo tiempo”.
La Enmienda Platt Estados Unidos cometió un gran error exigiendo a los patriotas que se incorporara en la primera constitución de Cuba como un apéndice la llamada Enmienda Platt. Esta enmienda recibió el apoyo del Congreso y del presidente estadounidense William McKinley. Después el gobernador militar de Cuba, el general Leonard Wood, entregó la Resolución de la Enmienda Platt a la Convención Constituyente de 1901.
Esta imposición creo un gran malestar entre los 31 delegados de la Asamblea Constituyente, los mambises y la mayoría de los cubanos en la Isla. Hubo protestas y motines por toda la Isla. Muchos delegados se opusieron a esta exigencia y se negaron aceptarla. La batalla fue dura. Finalmente, después de muchos debates en la Convención, la Enmienda Platt fue aprobada por la Asamblea Constituyente el 12 de junio de 1901 por un solo voto, de 15 a 14.
La Enmienda Platt consistió en ocho artículos y el peor de todos fue el Artículo III donde se autorizó la intervención política y militar estadounidense en Cuba.
Durante años los cubanos lucharon por abolir la odiada Enmienda Platt. Finalmente, el 10 de septiembre de 1933 el presidente Ramón Grau San Martín la abolió en un decreto presidencial. Más tarde el presidente Franklin Delano Roosevelt pidió al Senado estadounidense que la aboliera y así lo hizo el 28 de marzo de 1934.
Nacimiento de la República de Cuba Tomás Estrada Palma fue el primer presidente de la República de Cuba.
El 31 de diciembre de 1901 se celebraron las elecciones presidenciales y triunfó Tomás Estrada Palma. El 20 de mayo de 1902 nació la República de Cuba. En el Palacio de los Capitanes Generales, el militar y gobernador de Cuba Leonard Wood hizo el traspaso de poderes al presidente Tomás Estrada Palma.
Después de décadas de dominación española y de una breve ocupación norteamericana el general Emilio Núñez y otros veteranos izaron la bandera cubana en el mástil del Morro habanero. ¡Que orgullo para esos mambises poder ver nuestra bandera de la estrella solitaria ondeando por primera en Palacio de los Capitanes Generales y en el mástil del Morro habanero! El generalísimo Máximo Gómez izó la bandera en el edificio que ahora se convirtió en el Palacio Presidencial. El generalísimo Gómez abrazó al general y futuro presidente de Cuba José Miguel Gómez exclamando “¡Creo que hemos llegado!”
El generalísimo Máximo Gómez junto al general Leonard Wood izó la bandera en el edificio que ahora se convirtió en el Palacio Presidencial
Cuba, al fin, logró su independencia.
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