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General: Historia: Las extrañas prácticas sexuales de los antiguos egipcios
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: cubanodelmundo  (Mensaje original) Enviado: 24/05/2017 18:29
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La masturbación masculina tenía un trasfondo casi sagrado
Las extrañas prácticas sexuales de los antiguos egipcios que hoy resultan perturbadoras
Sobre las famosas orgías que evocan tanto la Antigua Grecia como el Antiguo Egipto, se cree que
       había ceremonias religiosas que conllevan la práctica de sexo en grupo relacionadas con los ritos de la fertilidad
          CÉSAR CERVERA - ABC
La necesidad de preservar lo que luego se llamaría, de forma aproximada, «sangre azul» y las alianzas entre dinastía reales obligó a los reyes europeos a casarse entre primos, estirando la endogamia a niveles prohibitivos. Una exigencia de las dinastías reinantes que encuentra su más remoto germen en el Antiguo Egipto. Los faraones permitían el matrimonio entre hermanos y, en algunos casos, también entre padre e hija, con el fin de preservar la pureza del linaje. Algo que hoy en día resulta chocante, pero que responde a la forma en la que interpretaban los egipcios la sexualidad en el periodo que les tocó vivir. El incesto estaba permitido entre monarcas y la circuncisión, práctica adoptada posteriormente por los judíos, tenía un carácter ritual en la ceremonia de iniciación a la adolescencia.
 
Sexo explícito en las representaciones
La represiva época en la que nació la egiptología, en plena moralidad victoriana, pospuso durante más de un siglo el estudio en profundidad del sexo en el Antiguo Egipto. Los egipcios entendían el sexo desde una visión muy pragmática, siendo el amor romántico y la pasión algo que les resultaba difícil de comprender. Tal vez por ello a los violadores, esto es, los que actuaban como animales sin poder contener sus bajas pasiones, les estaba reservada una pena tan drástica como la castración.
 
Según la idea extendida sobre todo por la literatura, la sexualidad era algo muy familiar para los egipcios antiguos y carecían de muchos de los tabúes sexuales que hoy presiden la sociedad occidental, entre otras porque la benévola climatología del país obligaba a que la ropa fuera ligera y a veces fueran directamente desnudos (los campesinos aparecen sin ropa realizando su trabajo en muchas representaciones). Pero ni tanto ni tan calvo. Las referencias iconográficas al sexo a lo largo de los cinco milenios de esta civilización no son tantas como para comprobar si muchos de estos mitos sexuales estaban extendidos o solo eran escenas puntuales.
 
Lo que sí está claro es que en las referencias son bastante explícitas. Según el profesor Jorge Roberto Ogdon en su texto «Apuntes sobre las erótica egipcia y la sexualidad en el Antiguo Egipto», «el acto sexual, en el Egipto faraónico, según la evidencia disponible, se representó de una manera natural y sin tapujos», sin que haya otra civilización comparable. El egiptólogo francés Jean-François Champollion (1790–1832), imbuido por la moralidad de la época, encontró chocante lo abiertamente que representaban el sexo estas civilizaciones: «Había imágenes de monstruosa obscenidad que realmente me dieron una extraña impresión acerca de la sabiduría y compostura egipcia». En concreto se refería al «Papiro Erótico de Turín», uno de los escasos documentos que hablan de la conducta sexual de los antiguos egipcios. En la desgastada superficie de estos papiros se puede ver a miembros de la corte, los sacerdotes y altos cargos en plena orgías, todo acompañado con frases tan poco sutiles como «Ven y métemela por detrás».
 
Enlaces con fines reproductivos; orgías religiosas
La mujer gozaba de una notable independencia en comparación con otros pueblos –sin ir más lejos no se encontraba bajo la dependencia legal del marido– y no sufría presiones por llegar virgen al matrimonio. Los enlaces tenían lugar a una edad muy temprana, en contraste con la sociedad griega que mantenía a los hombres separados de las mujeres hasta una edad avanzada. Ellas solían casarse con catorce años y ellos con dieciséis. No había ceremonia de casamiento ni los enlaces eran sancionados por alguna autoridad; se entendía que eran pareja cuando se iban a vivir juntos y se realizaba un contrato sobre la futura crianza y custodia de los hijos.
 
Esta incapacidad de hallar pruebas de ceremonias de casamiento ha fascinado durante décadas a los historiadores. El egiptólogo Montet en su obra «La vida cotidiana en Egipto en tiempos de Ramsés», recoge el testimonio de una joven recién casada con uno de los hijos del faraón: «Me llevaron como esposa a casa de Naneferkaptah. El faraón ordenó que me entregaran espléndidos regalos en oro y plata y todas las personas de la casa real me los presentaron». Bastaba con que la pareja viviera junta para que empezara el matrimonio.
 
El objeto del matrimonio era reproductivo, en tanto la infertilidad era motivo de divorcio. La poligamia estaba permitida pero no era frecuente, salvo entre las clases dirigentes que, respetando la posición de la esposa en el entorno familar, mantenían varias concubinas. En el momento de su muerte, a la edad de 91 años, Ramsés II aseguraba haber tenido más de 20 reinas y una multitud de concubinas. En los textos antiguos se recoge que fue padre de más de 100 hijos. Y lo mismo ocurría con los matrimonios incestuosos, que solo estaban reservados para los faraones.
 
Sobre las famosas orgías que evocan tanto la Antigua Grecia como el Antiguo Egipto, se cree que había ceremonias religiosas que conllevan la práctica de sexo en grupo relacionadas con los ritos de la fertilidad. Un asombrado Herodoto, historiador griego del siglo V, describió con todo detalle una de las orgías celebradas en nombre de la diosa felina Sejmet Bastet en la ciudad de Bubastis: «Las barcas, llenas de hombres y mujeres, flotaron cauce abajo por el Nilo: Los hombres tocaban flautas de loto, las mujeres címbalos y los panderos, y quien no tenía ningún instrumento acompañaba la música con palmas y danzas. Bebían mucho y tenían relaciones sexuales. Esto era sí mientras estaban en el río; cuando llegaban a una ciudad los peregrinos desembarcaban y las mujeres cantaban, imitando a las de esa ciudad».
 
Prostitución en tiempos remotos
Sobre la prostitución resulta complicado saber si existía un equivalente exacto de lo que hoy se considera una práctica alegal en España. En el Reino Nuevo las denominadas casas de cerveza contaban con mujeres de vida alegre, quienes se identificaban con llamativas pelucas, perfumes y pintalabios. Las prostitutas comunes eran conocidas con el nombre egipcio de «kat tahut» (vulva). El estudio de documentos como el Papiro Erótico de Turín parece probar que estas trabajadoras del sexo eran, además, bailarinas y músicas.
 
Desde el punto de vista religioso se les consideraba mujeres impuras y estaban estigmatizadas socialmente. De nuevo Herodoto cuenta como el faraón Keops al quedarse sin dinero obligó a su hija a ejercer de prostituta como un acto de pura «maldad». Asimismo, se cree que existieron las conocidas como felatrices, que eran prostitutas especializadas en las felaciones y se distinguían por el color rojo intenso de sus labios. Una práctica aceptada en contraste con el conservadurismo de los romanos, que consideraban el sexo oral como algo impuro.
 
Paradojicamente, la estimada como una de las primeras referencia al sexo oral en la historia está incluida en un mito egipcio. Después de que el dios Osiris fuera asesinado y descuartizado por su hermano Seth (el mal), su esposa y su hija viajaron alrededor del mundo recolectando todos los pedazos del cuerpo de Osiris. Al no encontrar su miembro viril, su esposa esculpió un pene en arcilla, lo unió a su cuerpo y le devolvió a la vida a través de una felación.
 
El valor sagrado del sexo
Otro mito recurrente para los egipcios es el del valor sagrado del semen. Los egipcios creían que el dios Atum («El que existe por sí mismo») se formó de la nada, tras lo cual se masturbó y de su semen nacieron los dioses que le ayudarían a crear y gobernar el universo. Es por ello que los egipcios consideraban el flujo del Nilo como parte de la eyaculación de Atum y apreciaban que también el faraón debía contribuir a mantener vivo el río. El faraón de turno encabezaba cada año una ceremonia en conmemoración al acto del dios que consistía en dirigirse a la orilla del Nilo a masturbarse, cuidando que el semen cayera dentro del río y no en la orilla. Posteriormente, el resto de los asistentes a la celebración hacía lo propio.
 
Por el Papiro de Ebers, además, hay constancia de que la necrofilia no estaba gravemente censurada, como lo ha estado en todas las civilizaciones a lo largo de los siglos. Según este documento durante el reinado de Amenhotep I se descubrió que los embalsamadores cometían estas prácticas, sin que ninguno de ellos fuera castigado por llevar a cabo dicha parafilia. Lo cual no significa que fuera aceptado socialmente: los familiares de las mujeres fallecidas comenzaron a contratar guardias que vigilaran los cuerpos.
 
En este sentido, la creencia de que el dios Osiris, la primera momia, fue resucitada por su esposa Isis estableció que todos los muertos tenían que copular con su Ba (alma) antes de pasar al otro mundo. Es por ello que la ceremonia de apertura de la boca que se hacía en las tumbas en el Antiguo Egipto consistía también en abrir todos los orificios del cuerpo, incluyendo los relacionados con la práctica sexual.
 
La zoofilia también aparece mencionada en las imágenes que han llegado hasta hoy, lo cual no resulta extraño ya que los propios dioses eran representados con rasgos animales. Resulta imposible saber si se trata de algo más que una sátira o si realmente estaba tolerada esta parafilia. Por cierto, que entre los objetos más extraños hallados por los arqueólogos se encuentra un primitivo consolador fabricado con restos del pene de un cachalote.
 
Sexo y lujuria en la antigua Roma Flecha_a_la_derecha.gif (100×50)Pincha sobre la foto 
 
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FUENTE ABC


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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: cubanodelmundo Enviado: 24/05/2017 19:06
  
'LA HOMOSEXUALIDAD Y OTROS FALSOS MITOS SOBRE LA ANTIGUA GRECIA'
Los griegos practicaban la pederastia como una forma de introducción de los jóvenes (ya en la pubertad) a la sociedad adulta, pero las relaciones entre adultos eran vistas de forma negativa entre personas del mismo estatus social.
  
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LA homosexualidad en la Antigüedad 
     POR CÉSAR CERVERA - ABC
La homosexualidad en la Antigüedad es un tema que la mayor parte de la historiografía ha evitado de forma premeditada hasta hace poco tiempo. El resultado es un concepto equivocado e idealizado de lo que era tolerado socialmente en el periodo. Sin ir más lejos, en ocasiones se confunde la homosexualidad entre adultos, reprobada gravemente entre el pueblo, con las relaciones entre un adulto y un joven, la pederastia, que estaban instrumentalizadas en algunas ciudades como parte de la formación de los adolescentes procedentes de la aristocracia, pero que también era vista como inaceptable en algunos periodos. En definitiva, y así lo denuncian distintos autores desde hace años, las generalidades han transmitido una visión desdibujada de la realidad sexual en la Antigua Grecia y en la civilización que posteriormente recogió su legado, Roma.

La literatura y la mitología grecolatina están repletas de personajes bisexuales y de referencias a prácticas homosexuales entre hombres. El propio Zeus, «el padre de los dioses y los hombres», tenía a un joven troyano, Ganimedes, como a uno de sus amantes favoritos. La ambigua relación entre el héroe más popular, Aquiles, y su fiel pupilo Patroclo en «La Ilíada» de Homero fue vista por los propios autores griegos como una clara referencia homosexual. Precisamente por las muchas referencias, resulta sorprendente que casi ningún historiador abordara de forma clara el asunto hasta el siglo XX. Tras un largo periodo marcado por la censura en temas de homosexualidad, no se publicó un libro en inglés que tratara en exclusiva el tema histórico de la homosexualidad hasta 1978, «Homosexualidad griega» de K. J. Dover, que provocó airadas protestas en Grecia. Desde entonces, el tema se ha inundado de imprecisiones y generalidades de tintes literarios.
  
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La homosexualidad en la Antigua Grecia
     La pederastia como un instrumento social
Lo primero que hay que comprender a la hora de estudiar qué prácticas sexuales eran aceptadas en la Grecia clásica es que el país estaba conformada por diversas ciudades estados, donde la legislación, la forma de gobierno y la concepción social podía variar profundamente en cuestión de pocos kilómetros, y que la mayoría de fuentes que han sobrevivido son de procedencia y enfoque ateniense. Lejos del concepto moderno de homosexualidad entre adultos, los griegos practicaban la pederastia como una forma de introducción de los jóvenes (ya en la pubertad) a la sociedad adulta. Un mentor asumía la formación militar, académica y sexual de un joven –que no era considerado ni legal ni socialmente un hombre– hasta que alcanzaba la edad de casamiento. Lo tardío de los matrimonios y el papel limitado de la mujer en la sociedad alentaban este tipo de prácticas.

En Atenas, la ciudad que condenó a muerte a Sócrates «por corromper a la juventud», la pederastia era principalmente una costumbre aristocrática. La alta sociedad ateniense alentaba a los maestros a tomar por alumnos a jóvenes (de entre 15 y 18 años) para iniciarlos tanto sexualmente como académicamente. La pederastia llegó incluso a estar rígidamente reglamentada: se condenaba a los parientes de los jóvenes que convertían el proceso en una «subasta» y a los menores que vendieran sus favores.
En contraposición, Esparta veía en la pederastia una forma de adiestramiento militar e incluso se ha planteado que la relación entre alumno y maestro era del tipo casto, aunque también con un componente erótico. Pero si hay un ejército que llevó a su máxima expresión esta práctica fue el tebano. El Batallón Sagrado de Tebas fue una unidad de élite griega formada por 150 parejas de amantes masculinos y creada por el comandante Górgidas. Según la narración de Plutarco, la unión entre amantes aumentaba su capacidad combativa, haciendo que la unidad permaneciera invicta hasta su única derrota en la batalla de Queronea contra Filipo II de Macedonia y su hijo Alejandro Magno.
 
Aunque la pederastia estaba aceptada como una práctica habitual entre los aristócratas –siendo objeto, no en vano, de burlas por parte de los plebeyos–, la homosexualidad entre hombres adultos despertaba en muchas ocasiones comportamientos homófobos. Las relaciones entre hombres adultos de estatus social comparable, no así con esclavos, iban acompañadas de estigmatización social dada la importancia de la masculinidad en las sociedades griegas. La única excepción de normalidad social en estos casos se daba en antiguas relaciones pederastas que habían alcanzado la edad adulta.

Otra de las controversias asociadas a la sexualidad en la Antigua Grecia es la tendencia sexual de Alejandro Magno. En la película que Oliver Stone realizó en 2004 sobre el conquistador macedonio –una región considerada bárbara por los griegos pero de gran influencia helenística y hoy dentro de las fronteras de Grecia– se presenta a Alejandro como alguien abiertamente bisexual (sobre todo en la versión extendida). De su biografía conocida se desprende que se casó con varias princesas de los territorios persas que conquistó (Roxana, Barsine-Estatira y Parysatis) y fue padre de al menos dos niños. Los relatos históricos que describen las relaciones sexuales de Alejandro con Hefestión –amigo de la infancia del macedonio– y Bagoas –un eunuco con el cual Darío III había intimado y que luego pasó a propiedad del conquistador– fueron escritos siglos después de su muerte. A falta de fuentes directas sobre este aspecto, es imposible determinar cuál fue la naturaleza exacta de la vinculación del macedonio con estos supuestos amantes, pero, de haberse producido con Hefestión, hubiera sido obligatoria mantenerla con discreción puesto que se trataba del tipo de homosexualidad entre adultos que estaba estigmatizada en Grecia. No así la mantenida con un esclavo como Bagoas.
 
Roma, los emperadores homosexuales
La homosexualidad en la Antigua Roma, sin ser un crimen penal –aunque lo era en el ejército desde el siglo II a.C.–, estaba mal vista en todos los sectores sociales, que la consideraban, sobre todo en lo referido a la pederastia, una de las causas de la decadencia griega. Como recuerda el historiador Adrian Goldsworthy en el libro «César, la biografía definitiva», «aquellos senadores que tenían amantes varones solían hacerlo con discreción, a pesar de lo cual con frecuencia los opositores políticos les ridiculizaban públicamente». No obstante, el historiador Edward Gibbon recuerda en su obra que de los doce primeros emperadores solo a Claudio le interesaban exclusivamente las mujeres. El emperador Nerón fue el primero que se casó con otro hombre, un joven eunuco de palacio llamado Esporo. Y a principios del siglo III, el emperador Heliogábalo escandalizó a sus contemporáneos casándose públicamente dos veces vestido de mujer, adoptando así explícitamente el papel pasivo en la relación.

Si bien en Grecia la línea roja la marcaba el que hubiera una diferencia de edad entre los amantes, en Roma era prioritario diferenciar quien ejercía el papel de activo y quién el de pasivo, tanto a nivel sexual como social. Como ejemplo de ello, los opositores a Julio César usaron siempre los rumores de que en un viaje diplomático había mantenido relaciones homosexuales con Nicomedes IV, Rey de Bitinia, para erosionar la autoridad del dictador romano. La acusación era grave no por tratarse de una relación homosexual, la cual podía ser asumida en algunas circunstancias, sino por haber ejercido supuestamente el papel de pasivo sexual. Julio César, que siempre negó la acusación, fue de hecho un conocido casanova con predilección por las esposas de otros senadores y cargos políticos.
 
Con el reinado del emperador de origen hispano Trajano, que sentía gran admiración por la cultura helenística, se retornó parcialmente la práctica de la pederastia. A la conocida preferencia de este emperador por los jóvenes le siguió la que su sucesor, el también hispano Adriano, profesó especialmente a uno, el joven griego Antínoo. Tras su trágicamente muerte ahogado en el río Nilo, Adriano erigió templos en Bitinia, Mantineia y Atenas en su honor, y hasta le dedicó una ciudad, Antinoópolis.

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  Resultado de imaxes para homosexualidad en la Antigüedad  Grecia
 Fuente ABC 


 
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