Más de un mes después de los primeros informes de una
purga anti-gay en Chechenia, Putin ha aprobado una investigación sobre las acusaciones
Merkel recriminó al presidente ruso en una rueda de prensa conjunta las denuncias de los abusos
Campos de concentración de chechenos gays, la última campaña «macho alfa» en Rusia
Por F.J. CALERO - ABCEl Gobierno de Rusia presume de homofobia a su manera. Este país, que cuya cantante fue vetada por Ucrania en el último Eurovisión, se presentó en la edición de 2003 de un festival icónico para la comunidad LGBT como gran favorito de las casas de apuestas gracias a las t.A.T.u., el dúo de mujeres que, ataviadas con uniforme colegial, se besaban en público y cuyas canciones versaban sobre su supuesta relación lésbica. Once años después, en pleno conflicto con Ucrania por Crimea y el EuroMaidán, Sochi albergaba los Juegos Olímpicos de Invierno y las t.A.T.u. volvieron a representar a su país ante el mundo entero, pese a que en junio de 2013 la Duma aprobó la ley contra la propaganda homosexual que condena la promoción de lo gay. Entre medias, Lena y Julia demostraron no ser lesbianas, sino que solo jugaban a serlo. Incluso una de ellas aseguró que no aceptaría tener un hijo gay puesto que «un hombre verdadero debe ser un hombre real». Para Julia, «Dios creó al hombre para la procreación, es la naturaleza». Luego Rusia tomó Crimea, congeló el conflicto en el este de Ucrania y ahora, en 2017, en una de sus repúblicas, Chechenia, están cazando homosexuales: los persiguen, los encierran en campos de concentración, los torturan y los asesinan, según denuncia a ABC la vicepresidenta de la comisión de DD.HH. del Parlamento Europeo.
Más de un mes después de los primeros informes de una purga anti-gay, la semana pasada el presidente ruso Vladimir Putin finalmente aprobó una investigación al respecto. En Chechenia rechazan vehementemente no sólo la tortura denunciada de gais, sino la propia existencia de estos hombres. «No hay homosexuales en Chechenia. No se puede detener y perseguir a los que no existen», dijo Alvi Karimov, portavoz del líder checheno Ramzan Kadirov, a la agencia de noticias Interfax después del primer reportaje del diario Novaya Gazeta sobre la desaparición de homosexuales. Tema tabú en la Chechenia conservadora, la comunidad gay estaba acostumbrada a llevar una doble vida: casarse, tener hijos y esconder su sexualidad incluso de sus familiares más cercanos.
La activista LGBT rusa Svetlana Zahariova dice en un reportaje de la cadena norteamericana PRI que es muy difícil obtener información de la región, la más represiva de Rusia, pero pese a este vacío informativo varias víctimas y testigos han relatado a medios occidentales los abusos y violaciones del régimen checheno.
La denuncia internacional llegó hace unas semanas a Sochi, donde Merkel recriminó a Putin en una rueda de prensa conjunta los abusos contra homosexuales: «Recibimos informaciones muy negativas sobre lo que sucede con los homosexuales en Chechenia y le pedí a Putin que ejerza su influencia para asegurar los derechos de las minorías». Ramzan Kadirov preside como un emir esta república rusa, donde se impone la sharia y la violencia lo inunda todo como símbolo de la masculinidad del líder, que reivindica su «islam moderado» frente al yihadismo de las guerrillas.
En Rusia se asocian las crisis recientes tras el desplome de la URSS e incluso las guerras chechenas a una crisis de la masculinidad, según un reportaje de New Eastern Europe, y ahora machos alfa como Kadirov o Putin han recuperado los valores de una Rusia fuerte y patriarcal. La cultura de la masculinidad que implica fuerza y liderazgo es muy importante tanto en Rusia como especialmente en el norte del Cáucaso. «Tanto Putin como Kadirov hablan de ello y saben cómo rentabilizarlo en política comenta Maxim A. Suchkov, profesor asociado a la Universidad de Pyatigorsk State, situada a tan solo 280 km de Grozni, la capital chechena con una de las mezquitas más grandes del mundo.
«Kadirov ha creado una especie de policía que se encarga de velar porque el comportamiento -desde los bailes hasta la vestimenta- en las bodas sea el adecuado, ha permitido de facto la poligamia frente a las leyes rusas y, ahora, se permite negar la persecución de homosexuales porque argumenta que en Chechenia, directamente, no existen: esto iría en contra del islam», afirma el autor de «La yihad en Rusia», Adrián Tarín.
«Soy fuerte para proteger a quien obedezca»
Las imágenes estereotipadas de la masculinidad tradicional fuerte y heroica inundan los medios de comunicación y la cultura popular rusa con fotografías de Putin montando a caballo a pecho descubierto, desfiles militares post soviéticos con un derroche disciplinario de sus soldados. Más que poses configuran un discurso político muy importante en la política y parecen claves para entender la Rusia de Putin.
Kadirov trata de emularle en su república islámica. En su Instagram señala a sus enemigos, se fotografía con el presidente ruso, presume de tres hijos luchadores de artes marciales mixtas (MMA) en la televisión y posa marcial con su larga barba. El culto a la violencia lo acompaña de la defensa a ultranza del sufismo -según él tradicional de la región- frente al wahabismo. «Kadirov es un Putin checheno: su obsesión es el control, cortar de raíz cualquier reivindicación de pluralismo o diversidad, porque lo ve como algo decadente y corrosivo. El mensaje es: soy fuerte para proteger a quien me obedezca y despiadado con quien me desafía. Usa el miedo como forma de control social», explica a este periódico la Vicepresidenta de la Subcomisión de DD.HH. del Parlamento Europeo, Beatriz Becerra.
El colapso de la Unión Soviética en 1991 marcó el comienzo de un período en el que un discurso de victimización de la llamada masculinidad fallida impregnaba la sociedad, según el reportaje de News Eastern Europe. Ese discurso se sustentó en el aumento del desempleo de la tasa de mortalidad y desempleo de la población masculina. La investigadora Alexandra Novitskaya expone que la identidad nacional de la Rusia actual se encuentra mediada por una serie de valores como el patriotismo, la construcción de un estado fuerte, y el paternalismo patriarcal, asociados al discurso hipermasculino de Putin. El director del Centro de Estudios de Rusia, Andrew Foxall, ve en las fotografías oficiales de Putin -expone Tarín- los lazos existentes entre la identidad nacional rusa y los valores masculinos. «La existencia de una “militarización de la masculinidad” que casa perfectamente con el nacionalismo».
María, de 26 años, lleva tres en España. Procedente de una ciudad siberiana, estudió en Moscú y ahora en Madrid continúa su carrera en las finanzas. «La sociedad rusa sigue siendo bastante conservadora y tradicional,en la que hombres y mujeres tienen sus propios roles: las niñas son futuras madres y los chicos son los que alimentan a la familia. Una muchacha debe aspirar a verse hermosa, mientras que un chico tiene que ser varonil y fuerte», asegura, antes de comparar la situación de las mujeres en España, donde «son más activas en la lucha por sus derechos». Aunque la televisión -dice- continúa con esos clichés, estos estereotipos están cambiando rápidamente en las grandes ciudades. «Las parejas ya no se casan tan pronto como antes y ya no es tan habitual tener hijos a los veinte años».
Los países del «bloque soviético» siguen sacudiéndose los viejos tics heredados de los regímenes totalitarios comunistas, controlados por «camarillas masculinas y envejecidas», según comenta Beatriz Becerra.Los derechos de las minorías y de las mujeres entraron en la agenda política occidental en los años 60. Así y todo, hace un par de meses el eurodiputado polaco Korwin-Mikke se hizo famoso por afirmar en la Eurocámara que las mujeres son inferiores a los hombres. «Fue lamentable que los medios de comunicación dedicaran sus mejores y mayores espacios a este individuo en un debate sobre la brecha salarial, una realidad que nos debe avergonzar como europeos. Como le dije en el pleno, a mí también me cuesta aceptar que él y yo seamos iguales, que recibamos el mismo salario, que los ciudadanos europeos dediquen los mismos impuestos a pagarle a él y a mí, y que nuestro voto respectivo tenga el mismo valor... pero éstas son las reglas de la democracia representativa». La vicepresidenta de la Subcomisión de DDHH del Parlamento Europeo se ha movilizado también en las últimas semanas para denunciar la caza de los homosexuales en Rusia.
—¿Por qué a Kadirov le interesaría promover estos «pogromos» anti gay?
—Le hace aparecer como un líder fuerte, tradicional, que mantendrá la supuesta pureza de su sociedad sin que le cree un problema con el Kremlin. El gobierno de Putin es también homófobo, así que en eso no van a chocar. Si fuera la caza al ruso o al cristiano tendría un problema. Kadirov le sirve a Putin para apaciguar cualquier ánimo de secesión —concluye Becerra.
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