Daniel Llorente corriendo con la bandera de EEUU delante de la manifestación del 1ro de mayo (Reuters)
El recurrente cuento del anexionismo
Vuelven a reforzarse en las campañas oficialistas
José Antonio Fornaris | La Habana | Cubanet
Durante decenios, con sus obligadas quietudes y sus picos propagandísticos, el Gobierno de Cuba ha sacado a relumbrar el presunto interés que siempre ha tenido Estados Unidos de anexarse a Cuba.
En estos días estamos en una de esas crestas. El acicate ha sido la acción del ciudadano Daniel Llorente que “inauguró” el gubernamental desfile por el Primero de Mayo, en la Plaza de la Revolución, corriendo delante de la formación preparada para abrir el desfile, flameando una bandera estadounidense.
Esa fue la señal de arrancada para que todos los medios, todos propiedad del grupo gobernante (en la práctica es así), avivaran la campaña antianexionista.
Así, en relación con el tema, hemos escuchado hablar nuevamente de Thomas Jefferson, de los presidentes Monroe y Polk, de la hipótesis de “la fruta madura”, y de algún que otro de los nacidos en esta isla en tiempos un poquito lejanos.
También se ha dicho que en el siglo XIX una élite entre los criollos estaba a favor de la anexión de Cuba a Estados Unidos. En este punto la verdad es que en esa época en la isla existían cuatro corrientes políticas que, hasta este momento, no se sabe muy bien cuál era la predominante porque, en algunos casos, estaban firmemente mezcladas: anexionismo, autonomismo, independentismo e integrismo.
Curiosamente, nunca se menciona cual era la posición de Carlos Manuel de Céspedes, el Padre de la Patria, en ese asunto.
El 3 de enero de 1869, Céspedes le comunica a José Valiente, a quien un mes exacto antes había nombrado como su representante en Estados Unidos, lo siguiente: “Le recomiendo indague cual es la opinión del gobierno de esa república sobre la emancipación, en el sentido que la he decretado en el caso probable de la anexión de esta Isla a esos Estados”.
Doce días después volvía a ordenarle a José Valiente: “todos los que tenemos las armas en las manos y el pueblo en general, estamos convencidos de que se hace necesario pedir la anexión de esta Isla a esos importantes Estados. Proceda usted pues sin demora a comunicarlo al Gobierno de esa República…”
Hasta donde se conoce, Céspedes solicitó cuatro veces la anexión de Cuba a Estados Unidos. El gobierno de ese país nunca tomó verdaderamente en cuenta esas peticiones.
Pero además, la Asamblea de Guáimaro en pleno, en sesión a partir del 9 de abril de 1869, para redactar la primera Constitución de la República de Cuba (en armas), solicitó también la anexión de la isla a Estados Unidos, y dice lo hacía en nombre de todo el pueblo.
Así que cuando Fidel Castro el 10 de octubre de 1968 dijo: “Ellos hoy hubieran sido como nosotros. Nosotros entonces hubiéramos sido como ellos”, estaba afirmando que él hubiera sido anexionista. Y a juzgar por su actuación, estuvo todo el tiempo al servicio de una ideología foránea, y se entregó a la Unión Soviética, no cabe ninguna duda al respecto.
Por su parte, José Martí, a quien el régimen pinta siempre poco menos que rosado, al desmentir comentarios que le conferían haber dicho que los anexionistas eran viles, aseveró: “Con todos se ha de fundar para el bienestar de todos”.
En todo esto hay algo que es necesario reconocer: a cada paso que se da en esta isla se recibe la impresión de que existe una fuerte y amplia corriente pro estadounidense. Y es que tal y como ocurrió en buena parte del siglo XIX, en contraste con Cuba, se ve a Estados Unidos como un país de libertad, democracia, oportunidades, desarrollo, bienestar, orgulloso de sus valores nacionales y respetuoso de la decencia humana.