LOS CAMBIOS DE NOMBRE Y SEXO
EN EL REGISTRO CIVIL DE ESPAÑA CASI SE HAN DUPLICADO EN LOS ÚLTIMOS CINCO AÑOS
En la mayoría de los casos corresponde a hombres que se sienten mujeres y son más frecuentes en personas menores de 30 años.
Según los datos facilitados por el Gobierno en una respuesta parlamentaria al diputado socialista Antonio Hurtado, a la que ha tenido acceso Efe, 280 españoles y españolas cambiaron su sexo y su nombre en el año 2012 frente a los 459 que lo hicieron en 2016.
Desde marzo de 2007, que se aprobó la Ley de identidad de género, cualquier ciudadano mayor de edad puede cambiar su inscripción en el registro civil relativa al sexo cuando la misma no se corresponda con su verdadera identidad de género, sin necesidad de haberse sometido a una cirugía de reasignación de sexo como establecía la legislación anterior. La norma contempla también el cambio de nombre para que no resulte discordante con el sexo reclamado.
Un mes después de su aprobación, Julio Cuesta, que entonces tenía 50 años, se convirtió en el primer transexual español en obtener un cambio de identidad oficial por vía administrativa sin haber pasado por el quirófano.
Pese a haber nacido con cuerpo de mujer, se sintió desde siempre un hombre, lo que le llevó a comenzar, 30 años antes, el proceso de cambio de sexo, un recorrido en el que contó desde el principio con el apoyo de toda su familia.
Desde 2012 hasta 2016, un total de 1.676 españoles y españolas le han emulado a Cuesta. De ellos, 996 han sido hombres que se sentían mujeres y en los 680 casos restantes el sexo de origen era mujer.
Unos datos que, según ha señalado el parlamentario socialista, son «significativos» de que «se va normalizando» la situación y «un buen síntoma» de que la sociedad está asumiendo la transexualidad cada vez más.
Supone también que las personas que tienen una identidad sexual distinta a la de su nacimiento están dando «un paso adelante», ha dicho Hurtado.
Y ello sin necesidad de someterse a una cirugía de reasignación de sexo, sino solamente acreditando un diagnóstico de disforia de género mediante un informe médico o psicológico que, además, certifique que no existen trastornos de personalidad.
Si bien, la ley establece que no serán necesarios estos requisitos cuando existan razones de salud o edad que imposibiliten su seguimiento.
Aunque la normativa no incluye a los menores de edad en los supuestos para acogerse a la rectificación registral, diferentes resoluciones judiciales han posibilitado cambios. De hecho, según la información aportada por el Ejecutivo, 60 menores de 0 a 17 años han cambiado su sexo y nombre en el registro entre 2012 y 2016 (en 44 de ellos el origen era varón), lo que supone que «los propios padres se están implicando en resolver el problema de sus hijos», ha señalado el diputado socialista.
En general, los cambios de sexo y nombre se dan con más frecuencia entre los 18 y los 30 años (el 54 % del total) y es especialmente significativo en este tramo de edad en los casos de mujer a hombre, que suponen el 67 %.
Cuando el sexo de origen es hombre, también hay más solicitudes entre los menores de 30 años (46 %), aunque están muy igualadas a las que registran los del grupo de edad de 31 a 50 años (41 %).
En cambio, son poco comunes los cambios a partir de los 50 años: un 6,9 % de los hombres y un 2,3 % de las mujeres.
En su contestación, el Ejecutivo precisa que no puede proporcionar datos de cambio de nombre masculino a femenino y viceversa sin rectificación registral del sexo, «pues legalmente no sería posible», al ser contrario al artículo 54 de la Ley del Registro Civil que prohíbe expresamente los nombres que induzcan a error en cuanto al sexo.
Para el diputado socialista, «resulta cuanto menos anacrónico» esa prohibición «cuando muchos nombres ya no son identificativos de sexo» y se utilizan indistintamente para hombres y mujeres, como, por ejemplo, Amor o Libertad.