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De: CUBA ETERNA (Missatge original) |
Enviat: 31/05/2017 18:32 |
'El profeta habla de los cubanos'
Luis Aguilar León: Este es, sin duda, el artículo más popular que he escrito en mi vida. Con risueña sorpresa ha llegado a mis manos traducido al inglés, reproducido en revistas y aun citado en un sesudo tratado de Sociología. Pero también lo he visto circular mutilado y, grande villanía, anónimo o con nombres extraños. Para remediar tales agravios, lo reproduzco en su forma original y definitiva.
Desde una roca en el puerto, El Profeta contemplaba la blanca vela de la nave que a su tierra había de llevarlo. Una mezcla de tristeza y alegría inundaba su alma. Por nueve años sus sabias y amorosas palabras se habían derramado sobre la población. Su amor lo ataba a esa gente. Pero el deber lo llamaba a su patria. Había llegado la hora de partir. Atenuaba su melancolía pensando que sus perdurables consejos llenarían el vacío de su ausencia. Entonces un político de Elmira se le acercó y le dijo:
-Maestro, háblanos de los cubanos. El Profeta recogió en un puño su alba túnica y dijo: Los cubanos están entre vosotros, pero no son de vosotros.
No intentéis conocerlos porque su alma vive en el mundo impenetrable del dualismo. Los cubanos beben de una misma copa la alegría y la amargura. Hacen música de su llanto y se ríen con su música. Los cubanos toman en serio los chistes y hacen de todo lo serio un chiste. Y ellos mismos no se conocen.
“Nunca subestiméis a los cubanos. El brazo derecho de San Pedro es cubano, y el mejor consejero del Diablo es también cubano. Cuba no ha dado ni un santo ni un hereje. Pero los cubanos santifican entre los heréticos, y heretizan entre los santos. Su espíritu es universal e irreverente. Los cubanos creen simultáneamente en el Dios de los católicos, en Changó, en la charada y en los horóscopos. Tratan a los dioses de tú y se burlan de los ritos religiosos. Dicen que no creen en nadie, y creen en todo. Y ni renuncian a sus ilusiones, ni aprenden de las desilusiones.
“No discutáis con ellos jamás. Los cubanos nacen con sabiduría inmanente. No necesitan leer, todo lo saben. No necesitan viajar, todo lo han visto. Los cubanos son el pueblo elegido… de ellos mismos. Y se pasean entre los demás pueblos como el espíritu se pasea sobre las aguas.
“Los cubanos se caracterizan individualmente por su simpatía e inteligencia, y en grupo por su gritería y apasionamiento. Cada uno de ellos lleva la chispa del genio, y los genios no se llevan bien entre sí. De aquí que reunir a los cubanos es fácil, unirlos imposible. Un cubano es capaz de lograr todo en este mundo menos el aplauso de otros cubanos.
“No les habléis de lógica. La lógica implica razonamiento y mesura, y los cubanos son hiperbólicos y desmesurados. Si os invitan a un restaurante, os invitan a comer no al mejor restaurante del pueblo, sino ‘al mejor restaurante del mundo’. Cuando discuten, no dicen ‘no estoy de acuerdo con usted’, dicen ‘usted está completa y totalmente equivocado’.
“Tienen una tendencia antropofágica: ‘Se la comió’ es una expresión de admiración; ‘comerse un cable’, señal de situación crítica, y llamarle a alguien ‘comedor de excrementos’ es su más usual y lacerante insulto. Tienen voluntad piromaniaca: ‘ser la candela’ es ser cumbre.
Y aman tanto la contradicción que llaman a las mujeres hermosas ‘monstruos’ y a los eruditos ‘bárbaros’; y cuando se les pide un favor no dicen ‘sí’ o ‘no’, sino que dicen ‘sí, como que no’.
“Los cubanos intuyen las soluciones aun antes de conocer los problemas. De ahí que para ellos ‘nunca hay problema’. Y se sienten tan grandes que a todo el mundo le dicen ‘chico’. Pero ellos no se achican ante nadie. Si se les lleva al estudio de un famoso pintor, se limitan a comentar: ‘a mí no me dio por pintar’. Y van a los médicos no a preguntarles, sino a decirles lo que tienen.
“Usan los diminutivos con ternura, pero también con voluntad de reducir al prójimo. Piden un favorcito; ofrecen una tacita de café; visitan por un ratico, y de los postres sólo aceptan un pedacitico. Pero también a quien se compra una mansión le celebran la casita que adquirió, o el carrito que tiene a quien se compró un coche de lujo.
“Cuando visité su isla me admiraba su sabiduría instantánea y colectiva. Cualquier cubano se consideraba capaz de liquidar al comunismo o al capitalismo, enderezar a la América Latina, erradicar el hambre en África y ayudar a los Estados Unidos a ser una potencia mundial. Y se asombran de que las demás gentes no comprendan cuán sencillas y evidentes son sus fórmulas. Así, viven entre ustedes, y no acaban de entender por qué ustedes no hablan como ellos”.
Había llegado la nave al muelle. Alrededor del Profeta se arremolinaba la multitud transida de dolor. El Profeta tornose hacia ella como queriendo hablar, pero la emoción le ahogaba la voz. Hubo un largo minuto de conmovido silencio. Entonces se oyó la imprecación del timonel de la nave: “Decídase, mi hermano, dese un sabanaso y súbase ya, que ando con el schedul retrasao”.
El Profeta se volvió hacia la multitud, hizo un gesto de resignación y lentamente abordó la cubierta. Acto seguido, el timonel cubano puso proa al horizonte.
ACERCA EL AUTOR Luis Enrique Aguilar León, fue periodista, historiador, ensayista, político, abogado y profesor. Una de las figuras insignes de la intelectualidad en el exilio, nacio el año 1925, en Manzanillo, Oriente, estudió en los colegios jesuitas de Dolores, en Santiago de Cuba, y Belén, en La Habana, coincidiendo en ambos centros educacionales con Fidel Castro. Se tituló en Derecho por la Universidad de La Habana (1949), por la Universidad Complutense de Madrid (1950) y en Relaciones Internacionales en la American University de Washington, D.C. (1967). Falleció en su casa de Key Biscayne Florida, rodeado de su familia un 5 de julio del 2008 a los 82 años, víctima de la enfermedad de Alzheimer.
P.D. Continuare poniendo más artículos de Luis Aguilar León en este panel..
Con el solo propósito de mantener su legado para las próximas generaciones de cubanos.
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EL PROFETA HABLA DEL REGRESO A CUBA
Esto no lo dice el profeta, lo digo 'YO', Cuba es de todos los cubanos; Los que viven en ella y los que vivimos fuera, no debe ser propiedad privada ni de partidos políticos, ni de los gobernantes
Autor: Luis Enrique Aguilar León En cuclillas, a orillas del mar, el Profeta trazaba en la arena rasgos enigmáticos y observaba cómo las olas los borraban lentamente. Entonces un grupo de cubanos se le acercó y uno de ellos le dijo: «Maestro, háblenos de cuándo regresaremos a Cuba». Irguiendo la frente hacia el horizonte, el Profeta habló casi en susurro.
«Ustedes no están en Cuba, pero Cuba está en ustedes. Cuba es una isla cargada de dolor y de alegría. Aférrense a ese dolor, porque en él están las raíces de su pueblo; cultiven esa alegría porque ella es el carácter que salva a ese pueblo. Dondequiera que ustedes estén, el sufrimiento los hermana; donde quiera que ustedes canten, canta el indomable espíritu y la dolorosa esperanza de ese pueblo. Ustedes son una ola en el mar infinito de la patria. ¿Por qué preocuparse tanto por el 'cuándo van a volver', si ustedes no saben cuándo van a morir?
«Ustedes se afanan todos los días en sus menesteres, y hacen planes de futuro y no se preocupan por cuándo llegará el viento negro que borra los semblantes. Pues bien, trabajen con igual fervor por el retorno a la patria y no se preocupen por cuándo ha de llegar la hora del retorno. ¿O es que el amor tiene una cuota de tiempo y la esperanza un término fijo, y el deber un plazo limitado? Cumplid la cuota de deber de cada día y cada día mejoraréis la faz del futuro. Pero no le pidáis al futuro que os señale una fecha. «Vivan con la ilusión del regreso, pero no crean que van a regresar a la ilusión. Las arenas del tiempo caen inexorablemente, y nadie retorna a su pasado o a su juventud. 'Generación va y generación viene, mas la tierra permanece siempre', dice la Biblia. Hubo una Cuba antes de vosotros y habrá una Cuba después de vosotros, pero la que ustedes conocieron y amaron no la han de encontrar jamás. Ella es parte de vuestra música y parte viva de vuestro dolor, pero el recuerdo amado es como la luz de un farol rodeado de sueños que se va extinguiendo en la mente.
«Aprendan la parábola de una madre prudente a quien su hijo le dijo: 'Madre, enseña a mi esposa a hornear el pan, porque el que ella me hace nunca sabe como el que tú me hacías'. Y la madre prudente le respondió: 'Ni yo ni nadie puede hornearte ese pan, hijo mío. Yo lo cocinaba para un muchacho de doce años que corría como el viento y tenía un voraz apetito. Mas tú eres ahora un hombre de cuarenta años volcado en el trabajo y los problemas. Yo puedo ofrecerte el mismo pan que siempre hago, pero no puedo devolverte la energía ni la voracidad de los doce años. Vuelve a tu esposa y aprende a disfrutar el pan de los cuarenta. El de los doce años nadie te lo puede devolver'.
«Cuidad de vuestros hijos, y no permitáis que la ilusión del regreso se convierta en tema que os separe de ellos. Ellos marchan detrás de ustedes, pero su visión cabalga a la vanguardia de ustedes. Y el futuro de la caravana está en las manos de aquéllos que sepan mirar con ojos firmes el mañana. Muchos cubanos han ayudado y van a ayudar al regreso, aun cuando ellos mismos no lograron o no lograrán regresar. Y en ellos alentó y alienta el verdadero amor a la patria. Pues, ¿quién tiene más mérito, aquél que trabaja esperando una recompensa o aquél que se sacrifica sin esperar recompensa? ¿Quién tiene más valor, quien siembra para recoger su cosecha, o quien siembra esforzándose porque la cosecha sea fecunda y a todos aproveche?
«Trabajad cada día para que haya una amplia y generosa cosecha que abrigue a los cubanos de hoy y a los de mañana. Y si alguien os critica venenosamente, no permitáis que el odio tienda sus negras alas en vuestras almas y cubra de resentimientos el futuro. No olvidéis que aun cuando parezcan triunfantes, los malvados saben cuán ásperas se tornan las horas del odio; y odiar al tirano no justifica derramar odio en todos los rincones. Vuestro pueblo marcha hoy malherido y necesita vasto apoyo y larga generosidad; ofrézcanle toda la cuota que puedan ofrecer. Y no olvidéis que no ha bastado aprender las palabras de vuestro apóstol para crear libertad; es necesario conocer su conducta, que debió haber sido modelo de ética en vuestra historia. De ahí que sea más sabio preocuparse más del cómo que del cuándo será el regreso».
Y el Profeta reclinó su mirada y volvió a trazar rasgos en la arena y a observar cómo las olas barrían lentamente las huellas de sus trazos.
LUIS ENRIQUE AGUILAR LEÓN
El Nuevo Herald, Miami, 9 de junio del 2002
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Un nivel de la tragedia
El nivel de sufrimiento suele ser intransferible. De ahí que, conociendo la circunstancia cubana de hoy, pienso que ni Dante, maestro en cerrar esperanzas y fustigar el pasado, pudiera describir las agonías físicas y espirituales bajo las cuales transita la mayoría de los cubanos, desde hace más de cuarenta años.
La sinfonía patética comenzó en una isla tropical llena de música y risas, rodeada de bellos mares y habitada por un pueblo que trabajaba bien y se esforzaba por superar las torpezas de una política salpicada por la corrupción. De 1940 a 1952 pareció que los senderos democráticos se aferraban al suelo y mejoraban el futuro. Luego vino un golpe de estado, y un dictador sin mensaje, más corrompido que duro. Una victoriosa lucha 'revolucionaria' contra ese dictador llevó al poder a otro tipo de líder cuyo mensaje venía envuelto en promesas de libertad democrática.
Conmovido y frenético, el pueblo vociferó todo su apoyo; rápidamente el líder controló a todo el pueblo. Con un toque de imaginación, podemos visualizar las históricas imágenes que proyectaban ambos dictadores. El primero hubiera sido como 'Alí Babá y sus 40 ladrones', más inclinado a enriquecerse que a matar. Tuvo a su enemigo en prisión y lo dejó partir. El segundo, quien había sido perdonado, no perdona nunca y actúa con la suprema autoridad de Alá.
Bajo esas condiciones, todo se fue distorsionando en Cuba. De ahí que, concentrando la atención en el tema de emigración y exilio, podemos medir el toque brutal a que ha sido sometido el pueblo cubano. En 1959, en una isla donde la emigración era minoritaria, miles de cubanos se lanzaron sobre aviones y barcos y abandonaron sus tierras rumbo al norte; otros fueron expulsados y algunos conocieron las prisiones y el paredón.
A pesar de ese dolor inesperado, casi todos los cubanos estaban convencidos de que iban a volver pronto a Cuba. Se hicieron esfuerzos patrióticos y, además, la vida en Miami se mostraba grata, había trabajos alcanzables y los americanos nos habían recibido muy bien.
Mas el endurecimiento de la política de Castro cambió la faz de la situación. La economía de la isla decaía, la represión aumentaba y los cubanos veían cómo se alejaban las puertas del retorno. La creciente diáspora ahondaba más la trágica situación de los cubanos. Después de la caída de la Unión Soviética y el siguiente desplome de la economía, Castro endureció aún más las reglas sobre aquéllos que querían abandonar la isla. Se dibujaba el trágico escenario que se imponía sobre un pueblo sin salida ni esperanza.
La primera característica de la situación contemporánea es el convencimiento colectivo de que a Fidel Castro no lo derriba nadie. La represión es muy fuerte, no existen grupos armados y, conociendo la realidad, los disidentes proclaman sus intenciones pacíficas. Para el pueblo inconforme, para los que viven casi sin alimentos, con hospitales turbios y salarios de hambre, sólo hay dos caminos a seguir: escapar como sea o languidecer dentro del ámbito cubano, y esperar a que el líder lance su último balbuceante suspiro.
Un nuevo factor inesperado añadió su peso al drama. Muchos grupos americanos y sectores gubernamentales comenzaron a dar muestras de simpatía por Fidel Castro y mencionaban medidas que se deberían tomar para olvidar las tensiones de la 'guerra fría'. La retórica seguía siendo anticastrista, pero no se tomaban medidas que pudieran forzar a Castro a transigir con la oposición. No, lo más común es enfatizar los 'logros' de la revolución y las ventajas de superar la era de 'la guerra fría'. Pasmados se quedaban muchos de ellos cuando aprendían que Castro los rechazaba y que prefería mantener su imagen “antiimperialista'.
Aun el presidente Bush, héroe de muchos cubanos, no parece nada interesado en atender a las voces cubanas que le sugieren medidas positivas no para combatir a Castro, sino para reducir su influencia y ayudar al pueblo cubano. Dentro de esa actitud de pasividad frente a Castro, resulta más injusto y negativo que se hayan tomado medidas que ayudan a Castro.
Analizar esta situación requeriría mucho tiempo. Pero puedo ofrecer una imagen del dolor cubano que me llegó al alma. Bien sé que casi todos los días nos muestran escenas de balseros que llegan exhaustos a las costas de Florida, dejando detrás a individuos o grupos que no lograron superar las olas. Los que arriban son usualmente arrestados, curados y devueltos al infierno que los odia. Pero ese día iba a recibir una más dolorosa y permanente visión. Una noche fui a visitar una sala con una o dos personas que habían venido como yo a ver a una señora. Estaba allí casi tan blanca y bella como una estatua de mármol. Como abismado, un niño pequeño la contemplaba en silencio. Ella tenía 21 años. Se había hundido en una barquichuela con cinco personas. El niño era su hijo.
Luis Aguilar León, fue historiador, ensayista político, profesor y periodista.
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