Colombia:
Tres hombres formalizan ante notario una unión poliamorosa
“El primer matrimonio en trieja de Colombia”, titulaba por ejemplo El Espectador. Medios de comunicación de todo el mundo, de hecho, recogían la noticia, insistiendo en incluir la palabra “matrimonio” en sus titulares. En realidad, de lo que se trata es de que tres hombres que comparten una relación poliamorosa han constituido ante notario un régimen patrimonial compartido. Y es que, aunque a muchas personas (incluyendo personas LGTB) les pueda resultar extraño, hay una realidad que poco a poco se abre paso: la existencia de modelos familiares distintos al articulado en torno a la pareja y que muy posiblemente dará lugar en el futuro al debate sobre cómo reconocerlos jurídicamente, al menos en las sociedades más desarrolladas.
El pasado 3 de junio, en la Notaría 6ª de Medellín, Manuel José Bermúdez, Víctor Hugo Prada y John Alejandro Rodríguez firmaron la que es primera unión poliamorosa formalmente constituida de Colombia, mediante un documento de “Constitución de régimen patrimonial de trieja”. Lo hicieron asesorados por el abogado Germán Rincón Perfetti, que en el pasado ha batallado por el reconocimiento del matrimonio entre personas del mismo sexo en ese país. “Jurídicamente eso tiene tres significados: el primero es que sí constituyen una familia, el segundo es que si uno de ellos se va mañana, hay que hacer una separación de bienes y el último es que si alguno de los tres fallece, luego de mínimo cinco años de convivencia, los otros quedan pensionados, porque en Colombia se admite la pensión compartida entre varias personas”, explicaba Perfetti a la CNN en español. El abogado colombiano fue el encargado de redactar el documento, que acomodó a la legislación colombiana y cuyas disposiciones el notario consideró totalmente legales.
Insertamos un reportaje del noticiero colombiano CM& la noticia, que incluye declaraciones de los tres involucrados en la relación:
Uniones poliafectivas: ya son una realidad
Más allá de que los medios de comunicación cuenten la noticia de una forma u otra (en nuestra opinión, no cabe hablar del reconocimiento de un “matrimonio entre tres personas” sino de un contrato formalizado ante notario que regula aspectos patrimoniales de una relación), lo cierto es que no se trata de la primera vez que conocemos historias de este tipo. Ya en 2015 dedicábamos una entrada al reconocimiento jurídico de las realidades poliafectivas, al recoger lo sucedido en Canadá, donde un matrimonio de chicos se divorció precisamente para incluir en su relación, en igualdad de condiciones, a un tercer chico, y en Brasil, donde tres mujeres registraron también su unión ante notario.
En este último caso la escritura reconocía a las tres mujeres como familia, establecía la separación de bienes y daba potestad a cada una de ellas para decidir sobre cuestiones médicas de las otras en caso de necesidad. La notaria que formalizó la unión argumentó que los fundamentos por los cuales el Supremo Tribunal Federal de Brasil había reconocido en 2011 a las parejas del mismo sexo el derecho a constituir una unión estable con derechos similares a los de los matrimonios heterosexuales (y que acabó desembocando dos años después en la legalización del matrimonio igualitario en Brasil) sirven para justificar la constitución de una unión poliafectiva.
No se trataba, de hecho, del primer caso de unión a tres registrada en Brasil: según informaba por entonces el diario El País,ya en el año 2003 se registró en São Paulo una primera unión entre dos mujeres y un hombre.
Lo decíamos en 2015, y lo repetimos ahora casi palabra por palabra: la polémica está servida. Por un lado, hablamos de reconocer modelos familiares distintos a los tradicionales (y entre estos podemos incluir posiblemente ya a las parejas del mismo sexo). Por otro, no faltarán los que intenten utilizar estas noticias para justificar su oposición al matrimonio igualitario argumentando que abre las puertas a la temida poligamia. Otros se mostrarán espantados ante lo que considerarán una banalización de las relaciones afectivas. De lo que no cabe duda es de que nos encontramos ante una realidad emergente y posiblemente no tan marginal como algunos puedan pensar.