Mitos y realidades de la vida LGBT en Medio Oriente
Por Miguel A. Fuentes Carreño — Sopitas
Nuestro orientalismo introyectado invita a que pensemos en Medio Oriente y el Norte de África como una región de faraones, camellos, velos y turbantes. Para lxs más diversxs, también nos recuerda a cuerpos aceitados y sensuales, barbas delineadas en pieles doradas y pestañas de Aladdín. Aunque la vida LGBT no siempre es un carnaval, aprovecharé unas cuantas líneas para aclarar algunos mitos y realidades sobre la diversidad sexual en la región. Si bien recojo algunas preguntas del público enjotecido, muchas otras me venían a la mente cada vez que contaba de los antros gays, de los lugares de cruising y de los saunas que visité —por motivos meramente académicos y etnográficos, claro está.
1. No se puede ser gay/lesbiana en Medio Oriente y el Norte de África.
Muchos países de la región argumentan en foros internacionales, desde el culturalismo, diciendo que la homosexualidad es un invento occidental que quiere invadir sus países. En muchos países existen artículos en los códigos penales y códigos islámicos que prohíben actos “sodomitas”, “libertinaje” o explícitamente la homosexualidad. No obstante, en muchos de ellos existen comunidades LGBT+ reconocidas y estudiadas desde antes de la llegada del Islam: Irán, Egipto, Turquía, Marruecos, entre otros.
2. No hay vida gay/lésbica en la región.
Israel y Líbano (desde 2017) celebran la marcha del orgullo gay anualmente. En el primero hay una marcha en Tel Aviv, pero también en Jerusalén, pese al carácter religioso de la ciudad. A lo largo de la calle Hamra, en Beirut se marchó por primera vez este año, y se alzaron banderas del orgullo durante toda una semana en mayo. Egipto tiene bares en Cairo y Alejandría que la gente conoce como espacios de encuentro homosexual. No se publicitan mucho, pues el gobierno hace redadas como triunfo contra las “perversiones de la globalización”. Turquía y Marruecos son famosos por sus saunas y espacios de cruising homosexual.
3. Los musulmanes prohíben la homosexualidad
Para empezar, el Medio Oriente y el Norte de África no son países exclusivamente musulmanes, sino de mayoría musulmana. Líbano tiene un sistema confesional, Egipto tiene coptos, Irak tiene caldeos, Palestina tiene melquitas, e Israel tiene judíos, cristianos y musulmanes. En todas estas tradiciones religiosas encontrarán personas que se oponen a la comunidad LGBTT, y también quienes la defienden.
Hay una tradición homoerótica muy extensa en la región, por lo que la comunidad LGBT+ puede encontrar huecos en la legislación. Además, la ley islámica, o shari’a, no prohíbe la homosexualidad, sino la sodomía. Como existen cuatro escuelas de jurisprudencia en el Islam sunni, e Irán sigue el Islam shi’a, podremos imaginar la cantidad de interpretaciones que existen para condenar a alguien por cusca. Por ejemplo, en Arabia Saudita se requieren al menos 4 testigos, según la ley islámica, que afirmen que una pareja de hombres durmió en el mismo lecho. En Irán te declaran culpable según el sexo, estado civil, religión, posición durante el acto (¡aguas los activos!), edad y tipo de relación sexual (penetrativa o no). Por lo demás, hay una clara división entre la vida privada y la pública. Todo lo que pasa detrás de tus puertas será un misterio para la persona que busca el chisme.
4. No hay activistas LGBT en la región
Sí existen grupos LGBT institucionalizados —formal e informalmente—, aunque no todo el activismo se hace desde una organización. En Túnez, Chouf Minorities organiza anualmente un festival de arte feminista (Chouftouhonna) como espacio de expresión para la comunidad lésbica, bisexual y queer. Helem, en Líbano, fue la primera organización en el mundo árabe abiertamente LGBT, y ahora existen otras como LebMASH y Meem (colectivo de lesbianas). Shams trabaja en Argelia, Túnez y Francia para despenalizar la homosexualidad en los dos países magrebíes. En Cisjordania, al-Qaws lucha contra la ocupación y por el reconocimiento de la comunidad LGBT+ palestina.
La Iranian Society for Supporting Individuals with Gender Identity Disorder (ISSIGID) trabaja directamente con el gobierno iraní para mejorar los servicios médicos de la comunidad transexual. El discurso del gobierno es “corregir” un desorden de identidad en homosexuales, lesbianas, y personas transgénero. Con el trabajo de ISSIGID comienza a surgir un grupo de médicos, psicólogos y funcionarios reformistas en el gobierno que se oponen a la reasignación de sexo como método de cura para la homosexualidad.
5. No puedo parecer afeminado o fuera de mi género, si voy a Medio Oriente y el Norte de África
En muchos países de la región los espacios están segregados entre hombres y mujeres. La homosocialización es tan común que en casi todos estos países los hombres se saludan de beso y caminan de la mano por la calle —al igual que las mujeres. La sexualidad y el género se viven distinto en todo el mundo, así es que no se espanten si un beduino jordano los invita a tomar té a su tienda de campaña, mientras ven el cielo lleno de estrellas. Lo más probable es que, incluso si pasa algo, ni siquiera se reconozca como mithly (“lo mismo”, como traducción al árabe de lo “homo”).
Medio Oriente y el Norte de África es una región diversa, rica en cultura y belleza. No mentiré diciendo que la vida para la gente con sexualidades y géneros diversos siempre es fácil —como la comunidad transgénero, la intersexual o la bisexual—, pero han encontrado una u otra forma de salir adelante. La experiencia de cada extranjero visitando alguno de estos países será diferente, estoy seguro; sin embargo, yo disfruté hacer belly dance en Egipto, cantar al ritmo de Fairuz en Líbano, ligar en la marcha del orgullo en Jerusalén y proyectar mi orientalismo más puro en los ojos delineados con kujul de un beduino jordano.
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ACERCA EL AUTOR
Miguel A. Fuentes Carreño es arabista, bailarín amateur, y doctorante en Estudios Globales por la Universidad de California, Santa Bárbara. Coordina la logística de la Semana Árabe en México y baila vogue con la House of Apocalipstick.