La Habana les llama ‘luchadores sociales’,
pero sus expedientes criminales indican algo bien diferente.
En Cuba duermen bien asesinos, secuestradores, terroristas, los fugitivos de EEUU
Un anuncio de ‘Se busca’ publicado por el FBI para la fugitiva Joanne Chesimard,
también conocida como Assata Shakur, quien vive en Cuba (Federal Bureau of Investigations)
Rolando Cartaya - Martí Noticias
La Habana les llama “luchadores sociales”, pero sus expedientes policiales confirman lo que dijo en Miami el presidente Trump: “mientras encarcelaba a personas inocentes (Castro) albergaba a asesinos de policías, secuestradores y terroristas”. Qué hicieron, cómo huyeron y qué vida llevan en Cuba..
Y no sólo. También salteadores de bancos o furgones de transporte de dinero, como Cheri Dalton y Víctor Gerena; y otros de cuello blanco, responsables de fraudes multimillonarios y tráfico de drogas, como Robert Vesco.
Son poco más de 70 los que integran el grupo de los que se podría llamar los "históricos" (en la isla ha buscado amparo una nueva generación de delincuentes buscados en EE.UU. por fraudes al Medicare, las tarjetas de crédito y las aseguradoras, drogas y lavado de dinero etc., casi todos cubanos).
En su mayoría son secuestradores de aviones: entre 1968 y 1973, cuando La Habana firmó un acuerdo con el gobierno de Richard Nixon para impedir y castigar la piratería aérea, hubo 90 intentos de desviar aviones hacia Cuba, principalmente protagonizados por estadounidenses. Pero al menos siete son los presuntos responsables de las muertes de policías en tiroteos o asaltos, o de civiles como resultado de actos terroristas.
Del núcleo histórico, a algunos como Vesco y William Lee Brent la muerte les llegó siendo ya ancianos en su santuario caribeño. Sólo uno, William Potts tuvo el valor de regresar y enfrentarse a la justicia estadounidense. Casi todos se "aplatanaron" a la penosa vida de la isla, unos con más suerte que otros.
Sin embargo, como demostró una reciente investigación de Martí Noticias sobre uno de ellos, Ronald (Ishmael Ali) LaBeet, para los cubanos entre los cuales habitan suelen ser una incógnita: ni siquiera está claro si son “yumas” o jamaiquinos, ni de qué viven (algunos compiten con ellos en la “lucha” cotidiana), pero sobre todo no se sabe por qué fueron a parar allí. Son virtualmente otro secreto de Estado.
Ese conveniente anonimato ha sido roto en algunos casos, como el de la ya célebre JoAnne Chesimard, gracias a la tenacidad de los familiares y amigos de las víctimas en denunciarlos y exigir justicia.
Pero sin duda hasta los más anónimos y olvidados se asustaron mientras veían a los dos gobiernos acercarse en el último mandato del expresidente Obama, y también el año pasado, cuando dejó de existir su principal padrino y garante, el exgobernante cubano Fidel Castro.
No era para menos, Si fueran entregados a la Justicia de Estados Unidos enfrentarían condenas a prisión (según las leyes de EE.UU. como mínimo eludieron ilegalmente un proceso judicial); y los más buscados podrían recibir desde severas condenas de cárcel hasta cadena perpetua o una inyección letal.
A continuación presentamos un resumen de lo que se sabe de los más connotados, qué hicieron, cómo huyeron y cómo ha sido su vida en Cuba, así como una lista completa, pendiente de actualización, de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI).
JoAnne Deborah Chesimard (Assata Shakur)
Es la más conocida de todos, tanto, que fue el único nombre de la lista mencionado por Trump en su reciente discurso. En algún momento se ha sugerido canjearla a Cuba por la espía cubana del Pentágono Ana Belén Montes. Es la única mujer en la lista de los diez terroristas más buscados por el FBI y por su captura se ofrece una recompensa de $ 2 millones, Se le busca por acto terrorista, terrorismo doméstico, huída ilegal para evitar confinamiento y asesinato.
Joanne Chesimard era miembro del radical Ejército Negro de Liberación (Black Liberation Army) cuando, según la fiscalía de Nueva Jersey, se desató en mayo de 1973 un tiroteo en la autopista Turnpike entre ella y dos camaradas suyos de un lado, y del otro dos patrulleros estatales que les habían ordenado arrimar el auto por un problema técnico con una luz. En la refriega uno de los agentes, Werner Foerster, fue herido en un brazo y cayó al suelo. Chesimard, dicen los fiscales, lo remató con dos disparos a la cabeza.
En 1977 ella fue declarada culpable de asesinato en primer grado y otros delitos y condenada a cadena perpetua. Menos de dos años después, se fugó de la cárcel con ayuda de elementos radicalesy vivió en la clandestinidad antes de reaparecer en Cuba en 1984 bajo el alias de Assata Shakur.
Antes del asesinato de Foerster ella ya había tomado parte en tres robos a mano armada, incluido el de un banco; un secuestro, un asesinato y dos intentos de asesinato de agentes de policía.
Su figura ha sido presentada en forma romántica tanto por la propaganda castrista como por círculos radicales de EE.UU. El diario The Washington Post ha reportado que, si bien por un tiempo su nombre aparecía en la guía de teléfonos de La Habana y era visitada por peregrinos de “la causa”, luego se esfumó de la escena pública cubana. Tendrá ahora entre 65 y 70 años, pues aparece en documentos públicos como nacida en 1952 y en 1947. Antes de desaparecer vivió, según el investigador cubano Luis Domínguez, en el exclusivo reparto de Miramar, en la que es ahora la residencia del Embajador de Cuba en Honduras, sita en 90 #709 entre 7ma A y 88 A.
Cheri Laverne Dalton (Nehanda Abiodun)
Los cultivadores cubanos del hip-hop la llaman “la madrina” por su apoyo al movimiento, pero probablemente desconocen los antecedentes penales de esta alta y agraciada morena, ahora cercana a los 67 años, y considerada peligrosa por el FBI. Los federales conocen que ella formaba parte de un pequeño grupo de veteranos de la izquierda radical negra que se hacía llamar La Familia. A fines de los años 70 se dedicaron a robar a punta de pistola vehículos blindados de transporte de dinero en los suburbios de Nueva York, para autofinanciarse. Se dice que ella conducía los autos que usaban para escapar.
En uno de estos robos, ocurrido el 21 de octubre de 1981 en Nanuet, Nueva York, contra un furgón de la empresa de seguridad Brinks, escaparon con $ 1,6 millones, pero antes dieron muerte a dos agentes de policía y un guardia de seguridad, e hirieron a otro policía y dos guardianes. En noviembre de 1982, un jurado investigador federal del sur de Nueva York acusó formalmente a Dalton de violaciones de la Ley RICO sobre organizaciones criminales; interferencia al comercio interestatal mediante robo; obstrucción de la justicia; robo de banco a mano armada; asesinatos cometidos durante robo de un banco; y ayudar e incitar al delito.
Dalton vivió ocho años en la clandestinidad en EE.UU. y finalmente huyó a Cuba a través de un tercer país. Se cree que ella estaba entre quienes ayudaron a Chesimard a escapar de la cárcel. La ficha del FBI precisa que ha estado vinculada al movimiento de hip-hop cubano.
El diario Washington Post reporta que Dalton, una graduada de la prestigiosa Universidad de Columbia en Nueva York, lleva en Cuba una vida ordinaria, en un pequeño apartamento de un suburbio distante del centro de La Habana (El número 26 del edificio 36 del reparto Guiteras o Bahía, según Luis Domínguez). Cuando tiene algún dinero, producto de alguna remesa que recibe o de seminarios sobre Cuba y el hip-hop que ofrece a visitantes, se conecta a Internet, pero pasa los mismos trabajos que cualquier cubano con el dinero, los alimentos y el transporte.
William Lee Brent (fallecido)
En Cuba desde 1969, Brent, un ex miembro del Partido Panteras Negras, falleció en la isla de una neumonía en 2006. Era entonces el extremista afroamericano que más años había vivido en la isla. Aunque blasonaba de haber sido guardaespaldas del líder del partido, Eldridge Cleaver, lo cierto es que Cleaver lo expulsó de la organización por “bandido”.
Nacido en Louisiana en 1931, pasó su adolescencia en Oakland, California vendiendo drogas y cometiendo delitos menores. Se enroló con un certificado falso de nacimiento en el Ejército y fue dado de baja ocho meses después. En 1955 fue condenado, por robo a mano armada y robo de auto, a siete años de cárcel que pasó en la prisión estatal de San Quintín.
Luego de tener problemas en el partido por su inclinación a las drogas y la bebida, Cleaver lo expulsa en noviembre de 1968, después que Brent y dos cómplices asaltaran una gasolinera en el área de la bahía de San Francisco usando una furgoneta marcada con el nombre de los Panteras Negras. Durante el incidente, Brent hirió a uno de los agentes policiales que acudieron al lugar.
Luego de salir en libertad bajo fianza en junio de 1969, sacó un pasaje en el vuelo 154 de Trans World Airlines de Oakland a Nueva York, y le puso un revólver calibre 38 en la cabeza al piloto para que lo llevara a Cuba. Era una época en que los secuestros de aviones a Cuba eran tan frecuentes que una caricatura presentaba a una azafata preguntando a un pasajero “¿Café, té… o Cuba?”.
Las autoridades cubanas lo enviaron a la cárcel por 22 meses pero luego le empezaron a dispensar el tratamiento de alfombra roja reservado a los “hermanos revolucionarios”, hospedándolo en el Hotel Nacional. Brent, un autoproclamado intelectual, escribió en la isla el libro “Long Time Gone” sobre su breve carrera como revolucionario y su largo historial como fugitivo.
Según el Washington Post, vivía entre libros y papeles en uno de los mejores barrios de La Habana, en un apartamento mejor que los domicilios de todos los demás fugitivos. Sus pares lo consideraban un fanfarrón ególatra y pomposo.
Charlie Hill
Veterano de Vietnam, Hill es buscado por el asesinato de un policía de Nuevo México y el secuestro de un avión de TWA. Pertenecía en 1971 a un grupo llamado Republic of New Afrika que pretendía establecer por la vía armada una nación negra escindida de la Unión en el sureste de los Estados Unidos.
A Hill le ordenaron transportar junto con dos camaradas, Michael Finney y Ralph Goodwin, un alijo de armas y explosivos desde San Francisco hasta Jackson, Mississippi. Cuando iban acercándose a Albuquerque, Nuevo México, el exceso de velocidad de su auto llamó la atención de un patrullero estatal, Robert Rosenbloom. El agente encendió las luces y la sirena, les ordenó detenerse y luego salir del auto, y les pidió que abrieran el maletero, donde llevaban las armas “Entonces recibió un disparo”, ha contado Hill, sin hacerse responsable de la muerte de Rosenbloom.
Se escondieron mientras pudieron en la ciudad, de ahí huyeron al desierto y decidieron pedir por teléfono el servicio de una compañía de camiones de remolque. Cuando el conductor llegó, lo encañonaron y le ordenaron dirigirse a uno de los extremos del aeropuerto local. En la época todavía se abordaban los aviones en la pista. Cuando el vuelo 106 de TWA empezó a abordar, le dijeron al conductor que embistiera la cerca y se dirigiera a la aeronave.
Con los secuestradores a bordo, el avión hizo una escala en Tampa para tomar combustible y de ahí partió hacia La Habana.
El Post cuenta que Hill se hizo en Cuba creyente de la santería, que pasó por los rigores del Período Especial post-soviético y que ahora se gana la vida como “bulevardero”, compitiendo con los cubanos por el favor de los turistas en La Habana Vieja, con la ventaja de su inglés; les vende habanos, les lleva adonde los babalawos para que les adivinen el futuro con sus caracoles; y luego hace el resumen del día bebiéndose seis o siete cervezas. (El editor del Post Eugene Robinson dice que Hill vivía con Jacquelín, una cubana del interior 20 años más joven que él, y con su hijo, en un pequeño apartamento de un suburbio de La Habana (Dolores 310 entre Arnao y Rivera, reparto Santa Amalia del municipio Arroyo Naranjo, según Luis Domínguez) . Un día Hill llegó a la casa y Jacquelín se había ido con el niño, todas sus cosas y el televisor de él).
Los cómplices de Hill, Ralph Goodwin y Michael Finney, murieron en Cuba: el primero, se dice que ahogado en una playa de La Habana, y el segundo, de cáncer.
En 1999 Hill le dijo a un reportero del Washington Post que no tenía remordimientos por haber dado muerte a Rosenbloom, quien dejó una esposa viuda y dos hijas menores huérfanas de padre. “Nunca me he sentido culpable por ese policía”, dijo
William Guillermo Morales
William Morales era miembro, según el FBI, de las independentistas Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN) puertorriqueñas, un grupo terrorista que perpetró más de 100 atentados con bombas, confeccionadas en su mayoría por él con segmentos de tubería. Los estallidos causaron varias muertes, numerosos heridos y millones de dólares en daños.
Morales perdió varios dedos y un ojo en 1978 al estallarle en las manos una bomba que estaba fabricando. Fue condenado a 99 años de cárcel luego de establecerse su participación en dos explosiones en Nueva York, una de ellas perpetrada en 1975 con 10 libras de dinamita en la histórica Fraunces Tavern, en la que murieron cuatro personas y 63 resultaron heridas; y una segunda en 1977 que dejó una persona muerta.
Morales escapó en 1979, mientras recibía tratamiento por sus lesiones, del pabellón de presos del Hospital Bellevue en Nueva York. Consiguió llegar a México donde las autoridades le enviaron a prisión por varios años en relación con un delito no relacionado (un tiroteo en el que murieron tres personas).En 1988 fue liberado y se le permitió viajar a Cuba.
El historiador Jon Lee Anderson, autor de una conocida biografía del Che Guevara, ha contado en The New Yorker que había conocido a Morales durante su condena en México, en un penal llamado Reformatorio del Norte. Luego, en 1999, se lo reencontró en el Aula Magna de la Universidad de La Habana, formando parte de un público rigurosamente seleccionado, ya que iban a estar presentes Fidel y Raúl Castro y otros miembros del Buró Político del Partido Comunista, para escuchar un discurso del entonces recién investido presidente de Venezuela, Hugo Chávez.
Según el investigador cubanoamericano Luis Domínguez, Morales vive en 37 # 208, apartamento 3, en un edificio alto de la zona congelada y reservada para dirigentes y VIP del Nuevo Vedado.
Junto con Morales, fue condenado por el atentado de Fraunces Tavern el también miembro de las FALN Oscar López Rivera. Dos días después de la liberación definitiva de López Rivera en marzo de este año, Raúl Castro le invitó públicamente a visitar Cuba “con los honores y el afecto que mereces”.