Lo que nos ha enseñado la rebelión de los hombres con falda
Por Vanessa Friedman
Los códigos de vestimenta han acaparado las noticias recientemente, sobre todo porque su carga parece recaer exclusivamente en las mujeres, ya sea cuando se les pide que usen zapatos de tacón en vez de zapatos bajos, que no usen leggings (o mallas ajustadas) o simplemente “que se vistan como mujer” (¿recuerdan eso?). Sin embargo, la semana pasada cambiaron los papeles y, repentinamente, los hombres se encontraron en una situación discriminatoria.
Se les ordenó que usaran pantalones largos, y no cortos, en medio de una ola de calor. La protesta resultante unió a hombres de distintos países, edades y empleadores. Las faldas fueron el arma. De ahí se desprendieron algunas lecciones importantes.
El primer ejemplo ocurrió el 19 de junio cuando Joey Barge, quien trabaja en un centro telefónico en Buckinghamshire, al sur de Inglaterra, fue al trabajo con pantalones cortos de vestir, a pesar de que no estaban incluidos en el código de vestimenta de su oficina. Además, documentó su decisión en un mensaje de Twitter: “Si las mujeres pueden usar vestidos o faldas en el trabajo, ¿puedo usar pantalones cortos como estos?”.
La respuesta fue negativa, y le pidieron que se fuera a su casa donde se puso un vestido —uno sencillo de color negro y rosa— y regresó al trabajo.
Al día siguiente, los conductores de autobús en la ciudad francesa de Nantes —a quienes se les dijo que las políticas de la empresa no permitían pantalones cortos aunque sus vehículos no tuvieran aire acondicionado y (como ellos lo señalaron) generalmente los pasajeros no ven su cuerpo de la cintura hacia abajo— llegaron al trabajo con faldas.
Casi al mismo tiempo, un grupo de alumnos en la ciudad inglesa de Exeter, para quienes los pantalones cortos no eran una opción de uniforme, comenzaron a llegar a la escuela vestidos con las faldas que se les permite usar a sus compañeras.
Las protestas fueron aplaudidas de forma generalizada en las redes sociales. El lunes por la mañana, aquella primera publicación de Barge ya tenía 6600 me gusta y una entrevista en video con los conductores franceses había recibido más de 334.000 visitas.
Las protestas surtieron efecto: los empleadores de Barge modificaron sus políticas y permitieron que los hombres usaran pantalones cortos de tres cuartos color negro, azul marino o beige, según un mensaje publicado en Twitter.
El jueves, Semitan, la empresa francesa de transporte cuyos conductores protestaron en Nantes, les dijo a sus empleados que podían usar pantalones cortos negros o beige como medida temporal y que revisarían las políticas oficiales, según reportó The Local, un sitio de noticias en inglés. Además, The Guardian informó que la “rebelión de las faldas” —y la reacción positiva que generó— hizo que la escuela de Exeter permita que los niños puedan usar pantalones cortos a partir del siguiente año escolar.
Vale la pena considerar todo esto por varias razones. Primero, demuestra que el prejuicio implícito de género en los códigos de vestimenta afecta a ambas partes, algo que no debemos olvidar.
Por otro lado, muestra el cambio en el equilibrio del poder en la relación entre un individuo y una institución, y que el individuo parece estar obteniendo cada vez más ventajas.
Además, revela nuestros extraños prejuicios contra los pantalones cortos de los hombres, así como nuestro creciente nivel de comodidad con los hombres que usan falda. Ese es un avance bastante notable.
En cuanto a los hombres con pantalones cortos, no está completamente claro por qué se trata de un problema. ¿Se debe a que los pantalones cortos son igual a la infancia o los fines de semana? ¿A que estamos extrañamente incómodos con la idea de verles las piernas a los hombres? Ustedes díganme.
Sin embargo, el tema de los hombres que usan falda ha sido objeto de debate durante un tiempo, en parte gracias al interés de la moda por reconocer y respetar la discusión sobre la fluidez del género y el desafío a los estereotipos.
Jaden Smith lució una falda en una campaña publicitaria de Louis Vuitton en 2016 y Thom Browne (quien de hecho es un gran defensor de los pantalones cortos para hombre) lanzó toda una colección de trajes masculinos tradicionales, entre los que había algunos con faldas o pantalones cortos, en vez de largos. Aunque, en la pasarela, los diseñadores han ensayado esa idea durante mucho tiempo (Jean Paul Gaultier lo hizo en 1984), me pregunto si por fin está atrayendo la atención universal.
Después de todo, aunque los manifestantes de los pantalones cortos no insinuaron que querían usar falda para siempre, la facilidad con que adoptaron la prenda y la genialidad de la reacción que despertó su protesta ciertamente sugirió la desintegración del prejuicio de la vestimenta tradicional.
Como le dijo Gaultier a The New York Times después de su pasarela en 1984: “Usar falda no significa que no eres masculino. La masculinidad no proviene de la ropa. Viene de algo en tu interior. Tanto hombres como mujeres pueden usar la misma ropa y seguir siendo hombres y mujeres. Es divertido”.
Pasaron más de 30 años, pero sus palabras parecen casi proféticas. Es probable que veamos más situaciones similares por lo que más vale que los patrones se vayan acostumbrando.