OTRO ANIVERSARIO DE LA
MASACRE DEL REMOLCADOR 13 DE MARZO QUE ORDENÓ FIDEL CASTRO
El Estado cubano único responsable del crimen del remolcador ‘13 de Marzo’. La madrugada del 13 de julio de 1994 el dictador cubano Fidel Castro daba la orden de hundir un viejo remolcador en el que intentaban escapar de la dictadura comunista 72 cubanos.
Víctimas de la masacre del remolcador 13 de marzo que ordenó Fidel Castro
El hundimiento del remolcador ‘13 de Marzo’, un crimen impune
Manuel C. Díaz – Escritor cubano – El Nuevo Herald Era el 13 de Julio de 1994. Ese día, hace 23 años, el gobierno cubano dio la orden de hundir el remolcador 13 de Marzo, causando la muerte de 41 de sus ocupantes, entre ellos diez niños, cuando intentaban escapar de la isla.
Por los testimonios de algunos de los sobrevivientes nos ha sido posible recrear aquel monstruoso crimen. Todo comenzó así: durante la madrugada fueron llegando en pequeños grupos al muelle donde estaba atracado el barco en el que escaparían de Cuba. Algunos se acomodaron en los camarotes y el cuarto de máquinas; otros lo hicieron en la cubierta bajo un toldo que servía de techo. Cuando estuvieron todos, Fidencio Ramel Prieto, que era el líder del grupo, arrancó el motor. En el puente de mando, Raúl Muñoz, que era el patrón del remolcador, escuchó el sonido del arranque y condujo la nave lentamente por el canal de salida de la bahía.
Cuando enfilaba hacia el mar abierto se percató que dos remolcadores modelo Polargo, habilitados para apagar fuegos, lo seguían de cerca. Justo al llegar frente al Castillo del Morro los dos Polargo comienzan a disparar sus cañones de agua. Algunas mujeres que estaban en la cubierta alzaron a sus hijos en brazos pidiendo clemencia, pero la presión de los chorros de agua las lanza al mar junto con los niños. Mientras tanto, un tercer remolcador que se ha unido a la persecucion, embiste al 13 de Marzo por la popa y rompe su casco. Raúl, el patrón, pone la máquina a full y trata de escapar, pero el motor no le responde. El barco empieza a hacer agua y los que estaban en el cuarto de máquinas son los primeros que mueren; los demás se tiran al mar. El remolcador 13 de marzo se para de proa completo, se vira con la quilla para arriba y empieza a hundirse.
Momentos antes, en medio de la oscuridad de la noche, un niño ve acercarse a toda velocidad tres barcos que enseguida comienzan a embestir la embarcación en la que viaja junto a su madre y otros familiares para escapar de Cuba. Entonces, cuando comienzan a lanzarles chorros de agua tratando de hundirlos, el niño grita: "Nos rendimos, nos rendimos". Quizás fueron sus últimas palabras. Momentos después se hundía para siempre en la negra profundidad de las aguas mientras su madre, desesperada, gritaba: "!Cójanme al niño, auxilio que se me ahoga!".
Su nombre era Juan Mario Gutiérrez García, le llamaban cariñosamente Joanmi y tenía diez años de edad. De los 17 miembros de su familia que intentaron salir de Cuba aquella fatídica noche, solo tres sobrevivieron: su madre y dos primos.
Casi un año después, el 7 de marzo de 1995, la Comisión de Derechos Humanos de la OEA, por denuncias recibidas de parte de los sobrevivientes, abrió una investigación y solicitó al gobierno de Cuba la información pertinente sobre los hechos. En nota de 23 de marzo de ese mismo año, la Sección de Intereses del gobierno de Cuba remitió a la Comisión una copia de la intervención de Fidel Castro, de fecha 5 de agosto de 1994, ante los medios de comunicación cubanos tratando de justificar el hundimiento: “Fueron ellos, los trabajadores de los remolcadores, los que tan pronto se dieron cuenta de que se había producido el secuestro se movilizaron a toda velocidad para impedir que se lo llevaran. El comportamiento de los obreros fue ejemplar, no se puede decir que no, porque trataron que no les robaran su barco. ¿Qué le vamos a decir ahora, dejen que les roben los barcos, sus medios de trabajo? Los guardafronteras no tuvieron nada que ver, llegaron allí unos minutos después que se produce el accidente”.
Pero la Comisión no se dejó engañar por Fidel Castro y en sus conclusiones estableció lo siguiente: “El Estado de Cuba es responsable de la violación del derecho a la vida –artículo I de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre– de las 41 personas que naufragaron y perecieron como consecuencia del hundimiento".
La dictadura cubana ha cometido muchos crímenes, pero ninguno como el hundimiento del remolcador 13 de marzo. A veces nos olvidamos de todo el daño que esa despreciable dictadura nos ha hecho. Por eso, cada vez que el tiempo transcurrido comience a ablandarnos el corazón, debemos recordar los gritos de Joanmi: “Nos rendimos, nos rendimos”.
EN NUESTRA OPINIÓN: El hundimiento del remolcador ‘13 de Marzo’, un crimen impune Junta Editorial El Nuevo HeraldLa gran tragedia del pueblo cubano abarca insólitos e innumerables capítulos de sufrimiento. Desde los fusilamientos en el paredón al grito de “¡Viva Cuba Libre! ¡Viva Cristo Rey!” a principios de la revolución castrista, hasta el calabozo para quienes hoy practican la libertad de pensamiento inherente a la condición humana, la maldad en sus diversas manifestaciones no cesa.
De ese clima de asfixia que ha posicionado al pueblo cautivo de espaldas al progreso, millones han escapado a lo largo de casi seis décadas. Huyen de la impotencia, del desaliento, de la represión, de la falta de oportunidades. Los más valientes se arriesgan en travesías que a menudo los obligan a bracear en el rugiente mar, guerreando contra sus olas para no hundirse, o peor aún, han visto a sus seres queridos sumergirse en las aguas sin emerger.
Sucedió la madrugada del 13 de julio de 1994, a siete millas de las costas habaneras. Tres embarcaciones del Estado cubano equipadas con tanques de agua embistieron un viejo barco remolcador llamado “13 de Marzo” con unas 70 personas a bordo que se fugaban de la grave crisis económica que flagelaba la isla, buscando un mejor porvenir allende los mares, en el paraíso de “la Yuma”.
Los potentes cañonazos con mangueras de alta presión apuntando desde varias direcciones continuaron durante unos 45 minutos, empujando a las víctimas desarmadas hacia las turbulentas aguas marinas, no obstante que revelaban indicios de haberse rendido. Incluso la súplica de mujeres y niños, que alzaban en brazos clamando a gritos auxilio, fue ignorada deliberadamente por esos atacantes con corazón de hielo.
Un horrendo crimen se consumó ese día, dejando al menos 37 personas muertas identificadas, entre ellas 10 menores. La venganza y el odio tenían que cebarse en aquellos que cometieron el pecado de soñar con libertades.
La masacre –como otras de impensable crueldad bajo la égida de Fidel Castro– pervive en la memoria del exilio en Miami a 23 años de la tragedia.
El régimen cubano ha negado reiteradamente su responsabilidad en el hundimiento de la embarcación. Sin embargo, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, tras una exhaustiva investigación, dictaminó que el naufragio no fue accidental, sino un acto premeditado e intencional por parte de sus fuerzas de seguridad; una descarnada violación de los derechos a la vida, la integridad física y el libre movimiento.
Aun así, y pese a los recursos presentados por los supervivientes ante organismos multilaterales como Naciones Unidas, Cuba aún no ha efectuado una investigación imparcial de los hechos, ni ha procesado y sancionado a los culpables.
Ya es hora de que la comunidad internacional exija a Raúl Castro el pago de una justa indemnización compensatoria a los sobrevivientes que aún esperan justicia y necesitan conocer la verdad sobre los cadáveres que jamás fueron entregados dignamente a sus familias.
Las futuras negociaciones políticas y económicas entre Washington y La Habana ante todo deben tomar en cuenta la agonía de los ahogados del remolcador “13 de Marzo” y de tantas otras víctimas anónimas cuyos crímenes continúan impunes.
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