Un grupo armado “queer”, formado por combatientes
anarquistas y kurdos, lleva la bandera arcoíris al corazón del Estado Islámico
La noticia está en medios de todo el mundo, desde Newsweek, que recoge declaraciones de su portavoz, hasta El Huffington Post, que en un interesante artículo de Nacho Esteban hace un repaso de lo que podríamos llamar “lucha armada LGTB”. En el norte de Siria, voluntarios internacionales y combatientes kurdos han creado TQILA (The Queer Insurrection and Liberation Army, o Ejército de Liberación e Insurrección Queer, como lo podríamos traducir), un grupo armado dispuesto a plantarle cara al Estado Islámico. A día de hoy, bien poco se sabe sobre su estructura y composición, y resulta imposible confirmar si el grupo está combatiendo sobre el terreno (como asegura su portavoz a Newsweek y ha difundido en redes sociales) o si por el momento se trata más bien de una acción propagandística. Incluso si así fuera, su mera existencia supone un duro golpe contra una estructura, la del Estado Islámico, que precisamente ha hecho de la persecución a los homosexuales un importante elemento de propaganda.
El TQILA (pronunciese “Tequila”, según el propio grupo explica en Twitter) sería en realidad una unidad del IRPGF (siglas de International Revolutionary People’s Guerrilla Forces, o Fuerzas Guerrilleras y Revolucionarias Internacionales del Pueblo), una guerrila anarquista de reciente creación conformada por combatientes de diferentes lugares partes del mundo y cuya actividad parece estar localizada básicamente en la región de Rojava, en el Kurdistán sirio.
TQILA ha hecho público un manifiesto fundacional, publicado en inglés el 24 de julio en el perfil de Twitter del IRPGF. Un día después, este mismo perfil ha retuiteado una versión en español, que insertamos a continuación:
“Las compañeras del TQILA han visto con horror cómo las fuerzas fascistas y extremistas de todo el mundo han atacado a la comunidad queer y asesinado a innumerables miembros de nuestra comunidad alegando que somos ‘enfermos’, ‘pecadores’ y ‘antinaturales’. Las imágenes de varones gays que eran arrojados desde los techos y, otros, apedreados hasta la muerte por Daesh era algo que no podíamos vanamente mirar”, expresa el comunicado, que no se limita solo a criticar al Estado Islámico. “Los conservadores cristianos de todo el mundo occidental también han atacado a la comunidad LGBT*QI+ a lo largo de la historia en un intento de silenciar y borrar su existencia. Queremos enfatizar que queerfobia, homofobia, bifobia, lesbofobia y transobia no son inherentes al Islam ni a ninguna otra religión, sino producto de las construcciones sociales heteropatriarcales”, añade.
El comunicado, que puedes leer íntegro arriba, acaba con lemas como “¡Liberación Queer!”, “¡Muerte al capitalismo rosa!” o “¡Estas maricas matan fascistas!”, entre otros. Este último lema, de hecho, es el que aparece en una pancarta que miembros del grupo sostienen en una fotografía difundida también en Twitter, con el fondo de edificaciones dañadas por la guerra, supuestamente en la misma Raqqa (la que ha sido “capital” del Estado Islámico y que en estos momentos se encuentra en primera línea del frente):
“¡Estas maricas matan fascistas!”
No es, de hecho, la única fotografía del grupo que ha sido difundida. En otro tuit, y delante de la pancarta, aparece además sosteniendo la bandera arcoíris Heval Mahir, que sería el actual comandante del IFB (International Freedom Battalion, o Brigada Internacional de Liberación), grupo paraguas de combatientes de izquierda en el Kurdistán sirio en el que se integra el IRPGF:
Sosteniendo la bandera arcoíris Heval Mahir comandante del IFB (International Freedom Battalion)
Estado Islámico: régimen de terror contra los homosexuales Siria e Irak, hace años estados de tradición laica en los que las personas LGTB podían encontrar pequeños espacios de libertad, acabaron por convertirse en un infierno. En Irak, la homosexualidad fue legal hasta 2001, cuando Sadam Hussein, para contentar a los sectores religiosos, decidió castigarla con cárcel y, en caso de reincidencia, con pena de muerte. Tras la invasión, la situación se sumió en un estado de confusión. La entonces autoridad administrativa estadounidense ordenó en 2003 retrotraer los códigos penal y civil a la situación vigente en los 70, pero la diversidad de autoridades existentes según la zona del país, así como el papel preponderante que los líderes religiosos alcanzaron, facilitó que la persecución de las personas LGTB fuera en aumento. En los años sucesivos la situación no hizo más que empeorar, y las denuncias sobre el secuestro, la tortura y el asesinato de homosexuales, involucrando además a las fuerzas de seguridad, no hacían sino aumentar en todas las zonas del país.
En el área suní de Irak, la situación de descontento con el régimen surgido de la invasión, unida a la difusión de las ideas religiosas más radicales, terminó por cristalizar en el surgimiento del Estado Islámico, que acabó también por controlar una parte importante de Siria. En este último país, la revuelta contra el régimen de Bashar al-Asad, alentada en sus inicios desde los países occidentales (y de la que ya en 2013 conocíamos sus consecuencias para los homosexuales sirios) acabó confluyendo en el mismo fenómeno. En este caso, además, el propio régimen de Asad utilizó la persecución de los homosexuales como un instrumento de propaganda contra los rebeldes.
El Estado Islámico, finalmente, hizo de la persecución de las personas LGTB, y muy singularmente de los varones que mantienen relaciones con otros hombres o que son percibidos como homosexuales, uno de sus principales elementos de propaganda. Quizá algún día, tras la derrota del Estado Islámico, sea posible conocer la verdadera extensión de la persecución, de las torturas y de los asesinatos, de los cuales posiblemente solo ha trascendido una pequeña parte (a lo largo de estos años hemos recogido algunas de las ejecuciones más horribles). En este contexto, no podemos sino ver con simpatía la creación de una fuerza como el TQILA.
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