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General: Las UMAP marcaron el destino de mi hermano
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: CUBA ETERNA  (Mensaje original) Enviado: 17/08/2017 19:09
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Carolina de la Torre:
Las UMAP marcaron el destino de mi hermano
       Sandra Abd'Allah
La prestigiosa investigadora cubana Carolina de la Torre, la “profe Carola”, como la conocemos al menos cinco generaciones de psicólogos graduados en la Universidad de La Habana, acaba de terminar un libro distinto. No se trata de una de sus obras sobre sicología y sociedad, sino un testimonio familia; un volumen que cuenta la historia de su hermano Benjamín, quien se suicidó luego de haber sido reclutado para las Unidades Militares de Apoyo a la Población (UMAP), aquellos campos de trabajo forzado a donde fueron a parar miles de jóvenes cubanos (clasificados como lacras sociales) con la intención, se dijo, de que salieran reformados. Luego de tres años de existencia, a partir de 1965, las UMAP dejaron de existir. Sin embargo, sus consecuencias todavía perduran en la memoria de muchos de los que allí estuvieron o de sus familiares.
 
“Benjamín se quitó la vida después de haber estado en la UMAP”, cuenta Carolina, en el inicio mismo de un extenso diálogo con OnCuba. “Él salió de allí en 1967, la sobrevivió, trató de resistir, y resistió el año y medio en que estuvo allí. Después luchó y sufrió más de un año por tratar de encontrar su lugar; esta vez con el agravante de ser un homosexual (tímido para el sexo y con culpabilidad) puesto al descubierto y con un certificado del Servicio Militar cumplido en las Unidades Militares de Ayuda a la Producción. Verse cerrado y sin oportunidades, padecer el estigma, la homofobia y la intolerancia, además de su trauma personal con su homosexualidad, el desequilibrio psicológico y la impotencia que su falta de opciones le causó, creo que fueron las causas que lo hicieron tomar su decisión.”

Uno de los capítulos más dolorosos en la historia cubana de las últimas décadas aún está por explorarse de manera objetiva. “No evito criticar a las UMAP. Por el contrario, creo que reducir el análisis a ese negro episodio, sería olvidar el daño causado por la intolerancia y el machismo que hicieron de la homosexualidad –durante muchísimos años, antes y después de la UMAP– un asunto político que supuestamente conspiraba contra el futuro de este país. Sería olvidar el daño que han causado la intolerancia y la discriminación –tanto en Cuba como en otros lugares– a todos los que han sido diferentes por cualquier razón de raza, sexo, pensamiento, apariencia, gustos, religión etc.; pero, en este caso, sobre todo por las ideas y por la preferencia sexual. Sería olvidar la tragedia personal de los que sufrieron la intransigencia que nos condujo poco después al tan mencionado quinquenio gris;  tal vez más negro y de más duración”.
 
¿Pudieras adelantar algo de lo que cuentas o incluyes en él?
 
Se trata de una historia novelada y testimonial, aunque no es, ni pretende ser, una copia exacta de las personas que aparecen ni de la realidad que me tocó vivir y que he querido contar.
 
Siempre supe por dónde debía empezar y de hecho el primer capítulo lo escribí hace como cinco años y muy poco lo cambié. Igual supe siempre –porque es lo que deseaba hacer– que el centro de mi libro sería la historia y la obra de mi hermano Benjamín, poeta, pintor y estudiante de música, con un enorme potencial intelectual.  El libro recoge la vida de mi hermano así como sus relaciones con mi madre, el resto de mi familia y con sus talentosos amigos, que en aquellos años empezaban a manifestarse en las letras y artes hasta convertirse, casi todos, en importantes figuras de la cultura cubana en Cuba o en el exterior.”
 
¿Por qué has decidido poner en blanco negro esta historia tan personal?
 
Primero era un deseo, no un proyecto concreto ni una investigación. Treinta y cinco años después de muerto él, recién jubilada y terminado mi último libro como profesional, tuve el tiempo y la necesidad de empezar a procesar información, y me dispuse a enfrentar este pasado que ha sido tan fuerte para mí.
 
Después de muertos mis padres yo pude acceder a sus papeles y fotocopiar la obra escrita de mi hermano y de mi mamá, y me senté, en el año 2003, con una grabadora frente a mi hermano Salvador. “¡Cuéntame tu versión de los últimos años de Benjamín y de su muerte; cuéntamelo todo tal como lo recuerdas tú”. Fue lo único que le pedí antes de llenar dos o tres cintas con informaciones que nunca antes nos habíamos contado ninguno de los dos.
 
Después, con recesos y angustias, seguí investigando hasta que encontré la forma y comencé a escribir. El deseo se hizo proyecto después del 2010. Una de las razones por las que me demoré era cierto pudor de convertirme en escritora a costa de tanto dolor familiar.  Pero a la vez sentía que esa era y había sido la voluntad de mi mamá, que siempre anheló dar a conocer la vida y obra de mi hermano Benjamín. Ella nunca hubiera deseado dejarlo morir en la memoria, que es más muerte que la muerte material.
 
¿Cuáles son las fuentes y personas que has consultado para poder hilvanar la historia?
 
Yo he estudiado –no solo leído– poco a poco lo que he ido encontrando de lo mucho que escribieron mi madre y mi hermano. Al morir su hijo mayor mi mamá encontró un motivo para vivir en la meta de publicar lo que ella llamó “la obra de Benjamín”. Ella estuvo dos años en Colombia después de 1972 en que logró viajar;  y su principal objetivo, además de cuidar a mi hermanita Liz (que tenía 7 años cuando Benjamín murió) fue siempre lograr esa publicación y hacer la historia de ese hijo que perdió.
 
Aquí no lo podía hacer, ni lo pudo lograr al regresar en 1974, tampoco después. Allá no pudo porque le pedían ciertos enfoques que ella no estaba dispuesta a adoptar, mucho menos teniéndonos a nosotros aquí. Siempre se quejó de manipulación. Entonces la obra quedó sin realizar.
 
Lo demás ha sido la búsqueda de amigos, familiares y conocidos que me pudieran hablar de la vida de mi hermano. Pude entrevistar, hasta más de una vez, a los que yo misma conocía o encontré después, muchos de ellos devenidos importantes figuras de la cultura nacional, entre ellos Manuel Mendive, Silvia Bacallao, Huberto Llamas, Tomás Piard, Justo Pérez, Tulio Peramo, Stinmia Sasturaín, Werner Lúhrsen, Iván Arocha, quienes me ofrecieron valiosos testimonios.
 
En estos años he podido conocer de anécdotas, opiniones y vivencias de más de treinta personas, que de una forma u otra tuvieron cercanía con Benjamín o con los lugares donde vivió y se desarrolló, desde su barrio, sus centros de estudio o la propia UMAP, incluyendo reclutas, jefes y, por supuesto, las colegas psicólogas que fueron allí a investigar.
 
¿Qué supones que traiga consigo la publicación de este texto?
 
Yo creo que, con excepción de los testimonios de quienes vivieron la cruel experiencia de la UMAP y cuentan lo que les sucedió, hay muchos que publican del tema, no sin investigar, pero sí con poca información. La UMAP y sus consecuencias fueron una marca en el destino de mi hermano y el de mi familia, por no hablar de todo este país. Y, por supuesto que mi libro, aunque el énfasis está en la época entera y en las experiencias que nos tocó vivir (la homofobia y el empeño por moldear al “hombre nuevo” de acuerdo a un esquema machista y muy estrecho de lo que debe ser o “es correcto”) no le pasa por encima a la UMAP.
 
Le dedico un espacio importante, además de que, de una u otra forma, está presente desde el inicio hasta el final. Tuve la desgracia de que mi hermano fuera a la UMAP, pero luego tuve la oportunidad de conocer de fuentes directas lo que allí se vivió y lo que se investigó e informó del lugar, además de lo que me pudo contar el propio Benjamín. Creo que todos los que tengan información o vivencias sobre ese triste episodio pueden aportar algo a la valoración de aquellos años y de la UMAP en especial. Es un deber.  Entonces sí, creo que de alguna manera este libro tendrá sus consecuencias para la valoración de dichos acontecimientos.
 
¿Cuáles han sido los principales retos y obstáculos que has encontrado para escribir este libro?
 
Han sido muchos los retos y te los contaré. En cuanto a los obstáculos, si aparecen, estoy segura de que llegarán después.
 
Por el momento parece que me encamino a una solución editorial.  Este asunto es work in progress y no pudiera decir más. Y está el obstáculo enorme que representa la búsqueda de información sin acceso fácil a Internet, aunque la parte de la prensa de la época la pude resolver bien en las bibliotecas del país. De todos modos hubo búsquedas más difíciles.

En cuanto a los retos, el mayor era el de enfrentarme a recuerdos y descubrimientos que me hacían sufrir o llorar. El otro reto es el que tiene que ver con la dificultad para averiguar y escribir  de este tema en mi propio país. En mi libro se hace la historia de una familia durante los primeros diez años de la Revolución; se habla de Benjamín en la alfabetización, de Girón y de la Crisis de Octubre,  pero se habla también de suicidio y de la UMAP y claro está que no existe un lugar adonde uno vaya y pregunte “¿qué información tienen aquí que me puedan ofrecer sobre la UMAP?”

Hace pocos días escuché decir  al destacado historiador Pedro Pablo Rodríguez  que existen tres versiones de los años sesenta en Cuba (y lo cito de memoria, no textual): la romántica, la contrarrevolucionaria y la verdadera. Es cierto, pero además, para hacerlo más difícil, cualquier versión que uno sienta verdadera es solo verdadera para sí; verdadera en la medida de la parcialidad que cada cual puede tener al relatar;  no importa lo mucho que se estudie o se busque documentación; no se puede escapar de la parcialidad, de los falsos recuerdos ni del olvido.

Yo, como muchos,  trato de exponer mi verdad. Y creo que ese reto es grande también; sería muy fácil escribir un libro que se ajuste cien porciento a la visión de un segmento de potenciales lectores o de un grupo editorial. Eso sería más fácil, pero no ha sido lo que he querido hacer.  Mi documental “El Accidente” no salió nunca en horario estelar de la televisión. La razón es lo que dije de mi hermano Benjamín; de su suicidio después de la UMAP. Pero a otros no les gustó porque había escenas y buenos recuerdos, por ejemplo, de la alfabetización. Es así la realidad… y ese será mi obstáculo mayor, creo yo.
  
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Prisioneros de las Unidades Militares de Apoyo a la Producción UMAP



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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: CUBA ETERNA Enviado: 17/08/2017 19:18
Las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP) fueron campos de trabajo forzado establecidos por el régimen en la provincia de Camagüey entre noviembre de 1965 y julio de 1968. Los reclusos fueron en su mayoría jóvenes entre 18 y 27 años, clasificados como religiosos, "antisociales", "contrarrevolucionarios", hippies y homosexuales.

Son unas pocas decenas. De esas pocas decenas, unos tendrán que ir a la cárcel por delito de tipo común, sencillamente por desfalco, uso indebido de fondos; otros tendrán que ir al Servicio Militar; otros tendrán que ir a la UMAP, Unidades Militares de Ayuda a la Producción; y otros tendrán que ir a centros de rehabilitación de acuerdo con las disposiciones del Código de Defensa Social (APLAUSOS). Fidel Castro, marzo de 1966


 
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