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General: Cristina Saralegui: Anecdotas de mi amistad con Celia Cruz
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: BuscandoLibertad  (Mensaje original) Enviado: 21/09/2017 15:58
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Whoopi Goldberg, Celia Cruz y Cristina Saralegui
            El día que Celia Cruz consoló a Cristina Saralegui, anécdotas de una amistad
           By Cristina Saralegui - El Nuevo Herald
Bajo la luz de un candil que reflejaba a una virgencita de la Caridad del Cobre, nació una niña de cuna humilde que estaba destinada a convertirse en toda una reina. Celia de la Caridad Cruz Alfonso.

Su trayectoria fue larga y diversa pero gracias a su gran talento y tesón, esa niña que una vez se ganó un par de zapatos para sus pies descalzos por cantarles unas estrofas a unos turistas en las calles de La Habana, continuaría su bello canto hasta que el mundo fuera su escenario.

Con el tiempo fue participando y ganando varios concursos radiales amateurs hasta que llegó a formar parte de la famosa agrupación La Sonora Matancera, convirtiéndose en su voz estelar.

Una vez Celia me contó lo que sintió cuando a raíz de la situación política en Cuba, la agrupación decidió que ese viaje que se aproximaba a México no tendría regreso.

“Ay, mi negra, fue muy difícil despedirme de mi mamá, claro también de toda mi familia, pero es que yo tenía un presentimiento que esa sería la última vez que la iba a ver”.

Ya al final de esa frase su voz era un gemido apenas audible, tantos años habían pasado de esos acontecimientos y todavía llevaba el dolor marcado en su rostro.

El presentimiento resulto verídico ya que el régimen castrista no le permitió regresar para poder despedirse de su mamá. Celia, amante de la libertad, nunca pudo olvidarse de esa canallada, como también de todas las injusticias que sufrió su Cuba adorada.

Junto a su trompetista del alma, su Perucho, como ella le decía con cariño a su esposo, Pedro Knight, fueron trotando por el mundo y cada década le trajo a la ya solista y súper estrella indiscutible nuevas colaboraciones: Johnny Pacheco, Tito Puente, Sergio George, Emilio y Gloria Estefan. entre muchos laureados productores e intérpretes. Y logró trascender épocas y países. Simplemente Celia no tenía edad.

Cuántas veces no le pregunté en mi show que me dijera su edad y ella, coquetona, me decía: “Cristina, yo nací en el mil noveciento punto com... ¡Azúcar!”

Cuando la conocí a mediados de los años 1970, yo era una joven periodista que iba haciendo mis primeras incursiones en los medios. Recuerdo que fui a entrevistarla al hotel Diplomat. Empecé la entrevista, pero por esos días yo andaba muy triste porque había perdido un embarazo y me pasó algo insólito. De pronto empecé a llorar, Celia me preguntó qué me pasaba, le conté y me dio un abrazo y me consoló. Tanto era su calor humano que se me desplomaron las defensas y crucé una línea que nunca después he vuelto a cruzar con nadie que he entrevistado. Pero así era la magia de Celia, era magna en todas sus formas de ser. No bastándole con ese consuelo, me confió todas las dificultades que ella había tenido tratando de quedar embarazada sin haber podido lograrlo. Desde ese día empezamos una amistad que ha durado toda la vida, porque para mí ella todavía vive.

Mi Celia, mi hermana, vives en mi corazón, vives en mí porque nunca te has marchado. Pero sé que no estoy sola al pensar así, porque todo el que te conoció lleva un pedacito de ti.

Recuerdo tus consejos porque cada vez que veías unos de mis programas que no te gustaba porque pensabas que el tema estaba subido de tono, no faltaba la llamada al día siguiente para alarme las orejas. “Oye, rubia, ten cuidado porque ese show de ayer...”, y por ahí empezaba. Yo la escuchaba y tomaba buena nota porque siempre se aprendía algo de Celia.

Todos los años la primera postal navideña que recibía era la de Celia y Pedro. Eso sí, hecha de su puño y letra y con un mensaje cariñoso para toda la familia. Qué amiga tan especial, recuerdo también que al fallecer mi padre, unas de las primeras llamadas que recibí fue de Celia desde el estudio de grabación donde se encontraba grabando el que sería su último disco. Y cuántas veces no cruzó medio mundo para estar conmigo en un programa al que la invitaba o alguna presentación mía.

Es que Celia era única, se rompió el molde con ella. Cada vez que se presentaba en mi programa se quedaba hasta después que el show se acababa para saludar a la audiencia del estudio, se tomaba fotos con ellos, los abrazaba. Ella adoraba a su público tanto como ellos la adoraban a ella, les decía: “Aquí estoy. Tóquenme, Tóquenme, Tóquenme... Azúcar”.

Celia fue famosa mundialmente pero para nosotros, los del exilio, ella fue nuestra bandera y cuando oímos su voz se nos revuelven los sentimientos.

Al final, cuando un tumor canceroso invadió su cerebro fui a visitarla a su bello apartamento de Fort Lee, Nueva Jersey, y sentada con ella, agarraditas de manos, sobraron las palabras.

Cuando llegó el momento, ese 16 de julio de 2003, Miami la supo recordar y su cuerpo fue traído desde Nueva York tres días después de su muerte y esta ciudad la honró con una velada en la Torre de la Libertad y su gente le brindó tributo a la Guarachera de Cuba, la Voz de Cuba, la Reina de la Salsa. Miles y miles de personas pasaron las puertas una vez más del portal de la diáspora para traerle flores, banderas cubanas y gritos de ¡Azúcar¡, pero la más acertada presencia fue la de la virgen de la Caridad del Cobre, que presenciaba el cierre del círculo de la trayectoria de la Reina de Cuba.

 CRISTINA SARALEGUI
Periodista cubanoamericana, escritora, presentadora y creadora de ‘El Show de Cristina’
 
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Celia Cruz y Olga Guillot, una foto memorable para la historia de la música cubana y del exilio en Miami


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