Sal Magluta, a la izquierda, Willie Falcón en un viaje a Las Vegas. FBI
Los cowboys de la cocaína ‘Willie y Sal’ hicieron una fortuna, luego financiaron una operación para matar a Castro
Por Jay Weaver
La reputación de Willie Falcón y Sal Magluta como los legandarios cowboys de la cocaína, los precede dondequiera.
Lo que no se conoce mucho de estos dos, que abandonaron la escuela superior y se convirtieron en contrabandistas para el cartel de Colombia es lo siguiente: A mediados de los 1990, en pleno auge de la era de Miami Vice, donaron una cantidad sustancial de las ganancias del tráfico de drogas a unos paramilitares cubanos en el exilio que planeaban matar a Fidel Castro, según fuentes de la policía y personas que supieron de estas donaciones.
Mientras Magluta sirve una condena de 195 años por tráfico de drogas, Falcón enfrenta la deportación a Cuba después de finalizar una condena de 20 años en junio a la que llegó en un acuerdo al declararse culpable de lavado de dinero. Desde entonces ha estado detenido en un centro de inmigración en Louisiana.
Falcón, de 61 años, y quien nació en Cuba pero nunca se hizo ciudadano norteamericano, planea establecer una defensa para bloquear su deportación como un extranjero convicto en una audiencia de inmigración el jueves. Los detalles de su batalla legal con el gobierno de Estados Unidos no están disponibles, ya que los expedientes de inmigración no son públicos y sus abogados no han devuelto nuestras llamadas o mensajes.
La decisión del gobierno federal de deportar a Falcón no es común, principalmente porque más de 28,000 cubanos convictos de crímenes en Estados Unidos no han sido deportados a Cuba, debido a que no había relaciones diplomáticas con el país comunista hasta el 2015. De todos esos cubanos criminales liberados a la comunidad norteamericana, unos 2,000 de ellos estaban involucrados en asesinatos en Florida y otros estados desde 1960, según expedientes federales.
La condena de Falcón fue por lavado de dinero relacionado al tráfico de drogas, no por un crimen violento. Su caso de inmigración –y la posibilidad de que sea deportado a Cuba– ha vuelto a destapar la historia de que él y de Magluta dieron un discreto apoyo financiero a militantes anticastristas en el sur de la Florida, incluyendo pagos para la compra de armas, suministros y entrenamiento en los Everglades. Esas actividades encubiertas, incluyendo un plan para asesinar a Fidel Castro, fueron secretamente apoyadas por la CIA y se extendieron durante la Guerra Fría y el período posterior, según informes escritos y testimonios de personas que estuvieron familiarizadas con el intento de asesinato.
Las personas cercanas a Falcón, incluyendo su antiguo abogado defensor, dicen que el régimen de Raúl Castro lo va a ver como enemigo mortal del gobierno cubano por sus esfuerzos en la lucha clandestina hace más de dos décadas y por su ayuda financiando los esfuerzos para matar a Fidel Castro, quien murió el año pasado. Granma, el periódico oficial cubano, ha publicado varios artículos a lo largo de los años identificando a Falcón y a Magluta entre los que exiliados que han estado envueltos en conspiraciones para matar a Castro, informes que reciben de los espías cubanos radicados y mezclados en la comunidad exiliada de Miami.
l ex abogado defensor de Falcón, Rick Diaz, dijo que era un fiel creyente en la larga y frustrante lucha del exilio para derrotar el gobierno de Castro. “Willie Falcón era un verdadero defensor anticastrista – era algo visceral”, le dijo Diaz al Miami Herald.
El abogado defensor de Miami, Frank Quintero, quien ha representado a miembros de grupos anticastristas como los de la Brigada 2506, Alpha 66 y otros, dijo que al gobierno cubano “le encantaría echarle mano a él” (refiriéndose a Falcón).
“Es incomprensible el por qué el gobierno de Estados Unidos hace esto a sabiendas de que no tienen las manos limpias”, dijo Quintero. “Bajo el gobierno actual cubano, cualquier deportación de un activista político o anticastrista, a sabiendas de que van a ser encarcelados y ejecutados, equivale a la mayor violación de derechos humanos”.
Falcón y Magluta, que hicieron amistad mientras iban a Miami Senior High School y pertenecían a la comunidad cubanoamericana, levantaron un imperio en el sur de la Florida en la época en que los contrabandistas de cocaína del cartel de Medellín y Cali llevaban a cabo una guerra en la calles de Miami. Ambos alardeaban de una vida de lujos, con botes de carrera, paseando por los clubes nocturnos y viajando frecuentemente a Las Vegas. Pero mientras hacían esa fortuna “los chicos” (The Boys), como se les conocía, se convirtieron en el enemigo No. 1 de los federales.
En 1991, Falcón y Magluta fueron acusados, junto a una docena de asociados, bajo cargos de conspiración para importar y distribuir 75 toneladas de cocaína con un valor de $2 millones por delitos ocurridos en 1978.
El caso criminal de los federales contra Willie y Sal parecía el final del camino. Pero en 1996, el famoso juicio de Miami acabó en la exoneración de Falcón y Magluta. Después del juicio, la oficina del secretario de Justicia de EEUU y el FBI descubrieron que Falcón y Magluta habían comprado al jefe del jurado para ganar el caso.
Aun tras bastidores, incluso cuando estuvieron bajo custodia en este período, Falcón y Magluta siguieron colaborando con amigos narcotraficantes que financiaban misiones militares de cubanos exiliados para matar a Castro, según informó un antiguo agente y personas que conocían este tipo de contribuciones.
El colega que solicitó su ayuda fue Antonio García Pérez, un traficante de drogas de Miami que activamente había apoyado a grupos militantes exiliados como PUND, y el National Democratic Unity Party y sus misiones contra Castro. Entre los miembros de PUND está el conocido agente de la CIA Luis Posada Carriles, que dedicó su vida a tratar de matar a Castro.
Pérez donó cantidades significativas de dinero procedente del narcotráfico al PUND y otros grupos militantes del exilio ya fuera para entrenamiento en los Everglades o para conspiraciones para el asesinato de Castro, según agentes de seguridad y familiares que lo conocían.
Pero después de su arresto bajo cargos de narcotráfico en Texas en 1994, los fondos de Pérez empezaron a mermar –a pesar de que sus contribuciones a las actividades anticastristas respaldadas por la CIA le ayudaron a conseguir una sentencia de 10 años en vez de cadena perpetua en el caso Texas.
Según sus recursos mermaron, Pérez recabó la ayuda de Falcón y Magluta para financiar a los exiliados militantes en sus planes contra Castro. Pérez –junto al infame agente de la CIA Frank Sturgis, uno de los cinco ladrones de Watergate– colobaró con intermediarios de Falcón y Magluta para recoger largas sumas de dinero en efectivo para la causa, de acuerdo con fuentes y récords.
Cuando Magluta fue enjuiciado por segunda vez por lavado de dinero relacionado al tráfico de drogas en el 2001, su primo, Alfred Alfonso, testificó haberse reunido con Magluta y Falcón cuando estos estaban bajo custodia en la cárcel federal en Miami en los 1990.
Alonso dijo que dos hombres se reunieron con Magluta y Falcón y discutieron recoger dinero para la misón anticastrista. Alsonso identificó uno de ellos como Aldo González, investigador privado para ‘Los Chicos’; Alonso describió al otro como un cubano “luchador por la libertad” pero no se acordaba del nombre. De acuerdo a otras fuentes, el segundo hombre era Justo Regalado Borges, un alto funcionario de PUND, la organización militante en el exilio.
El el juicio del 2001, Alonso testificó que después de que los dos hombres que se reunieron con Magluta y Falcón en el centro de detención a fines del 1995, él llevó un paquete con dinero en efectivo a una persona desconocida para la campaña contra Castro.
Durante el juicio de Magluta, el fiscal Pat Sullivan le preguntó a Alonso si él había llevado el paquete a un representante del grupo del exilio cubano.
Alonso contestó que sí lo hizo, explicando que estuvo presente en 1995 cuando esa persona visitó el centro de detención.
“Y de qué hablaron”, le preguntó Sullivan a Alonso, quien recibió inmunidad a cambio de su testimonio.
“De cómo tumbar a Fidel”, testificó Alonso. “Yo creo que Fidel iba a visitar uno de esos países de Centroamérica, y querían conseguir a alguien que lo tumbara”.
Para aclarar bien el punto para el jurado, Sullivan le preguntó a Alonso si el visitante del centro de detención “estaba pidiendo” dinero para “ayudar a su organización”.
La respuesta de Alonso: “Eso es correcto”.
ACERCA DEL AUTOR
Jay Weaver - Periodista y reportero desde la Corte Federal, en El Nuevo Herald y The Miami Herald, cubre el fraude de cuello blanco, el terrorismo, politica internacional y el narcotráfico.
Sal Magluta, a la izquierda, Willie Falcón en Las Vegas. FBI