El hombre tiene también su propio climaterio y comienza a partir de los 50 años. Afecta negativamente al deseo sexual y al rendimiento físico. La buena noticia es que sus efectos pueden contrarrestarse, le contamos cómo.
El pene, el primer indicador de la «menopausia masculina»
Joaquín Soto Medina - Madrid - ABC
La vejez nos llega a todos. Sumar años es un proceso natural de la vida que se manifiesta de múltiples y reconocibles formas. El pelo se encanece, la piel se arruga, nuestras fuerzas y sentidos se debilitan cada vez más...Y la lista de problemas incluye afrontar las consecuencias de la menopausia mientras que los hombres verán muy degradadas sus erecciones, libido y resistencia a la fatiga. Pero no tiene por qué ser así. Estos síntomas, que los hombres consideran erróneamente inherentes a la senectud, pueden deberse a una caída de los niveles hormonales, un fenómeno comúnmente conocido como andropausia. Sin embargo, esta pérdida de facultades puede contrarrestarse mediante cambios en la dieta, en la actividad deportiva y la administración directa de testosterona.
La andropausia suele manifestarse de manera clara a partir de los 50 años y sus síntomas más importantes son mentales (irritabilidad, depresión, trastornos del sueño), sexuales (pérdida del deseo, bajo rendimiento...), vasomotores (sudores, transpiración o sofocos) y físicos (tendencia a la acumulación de grasa corporal sobre todo en el vientre, pérdida de la masa muscular y de la energía).
Aunque tal y como explica el urólogo y andrólogo, Mariano Roselló Barbará, «el primer centinela que se da cuenta de que existe este deterioro es el pene. De esta forma, el primer aviso es la pérdida progresiva de la erección». Este problema, contrariamente a lo que podría pensarse, no es el equivalente de la menopausia en hombres. Así lo confirma el doctor y director del Instituto de Urología y Medicina Sexual de Zaragoza, Luis Rodríguez Vela: «”Andro”significa hombre y “pausia”, parada. No hay una parada como tal.
Sin «pausa»
A partir de los 50 años muchos hombres tienen una testosterona normal, mientas que en otros se produce un descenso. Por el contrario, la mujer deja de tener la regla, ya no produce óvulos y no puede quedarse embarazada. En el hombre sí que hay testosterona, aunque menos, y sí que hay producción de espermatozoides (también menor), pero no es una «pausa».
De esta forma, la forma más correcta de definir este problema, que tienen en torno al 20 o 30% de los varones mayores de 55 años, es «andropenia» o «síndrome de déficit de testosterona». Las posibles causas que ocasionan estos síntomas y deterioros, según indica el doctor Mariano Roselló, «hay que buscarlas en el cerebro, en los testículos, en alcoholismos crónicos. Así como en el uso de ciertos medicamentos con capacidad para disminuir la producción o la acción de testosterona, como ocurre con algunos contra la hipertensión arterial y los trastornos gastroduodenales». A su vez, existen una serie de factores de riesgo para desarrollar andropenia como la obesidad, el consumo de tabaco, de fármacos y el estrés emocional.
Hay solución
Pero tiene solución. Eso es lo que buscó Juan (nombre ficticio) cuando sopló su cincuenta cumpleaños. «A esa edad empecé a reflexionar sobre las cosas que me pasaban y por qué sentía una falta de energía, dormía mal, y hasta mi libido tenía sus altibajos. Me decidí a buscar algo que me permitiera identificar soluciones a todas estas cuestiones». En esta búsqueda, expuso todo aquello que le pasaba a los médicos de la clínica Neolife, especializada en el control clínico del envejecimiento. «Me hicieron una serie de análisis -indica Juan-, y me empezaron a tratar con diferentes fórmulas». En Neolife, tal y como explica el director médico de la clínica Moisés de Vicente, «lo primero que hacemos es un chequeo donde valoramos- a través de una historia clínica completa, una exploración física y una serie de cuestionarios validados-, la situación hormonal del paciente. Si hay una correlación entre los niveles de testosterona y los síntomas, se le diagnostica y procedemos a un programa».
Cambios en la vida
La mayor parte de los pacientes acuden a la clínica sin saber identificar sus síntomas. «La mayoría de ellos-explica el doctor Moisés- llegan con síntomas de tener un déficit andrógenico en el hombre adulto como cansancio o irritabilidad. Han acudido al médico de primaria o incluso al urólogo y no les han dado la respuesta que ellos esperaban. Muchos de ellos llegan sin saber exactamente qué es lo que les ocurre, pero reflejando y contando los síntomas perfectamente. Eso es lo más habitual».
El programa del tratamiento de la andropenia incluye una serie de cambios higiénico-dietéticos, ejercicio físico relativamente fuerte, así como regular las comidas, el sueño y evitar factores de riesgo como el alcohol o el tabaco, sin suprimirlos, pero consumiéndolos con precaución. «Lo primero que te cambian-indica Juan- es la nutrición: pasas de comer mal a comer bien. Haces una dieta con mucho menos azúcar y se incrementa el nivel de frutas, verduras y tomas más proteínas. Se incrementa el nivel de ejercicio físico y te dan una serie de suplementos alimenticios que también ayudan a reponer los diferentes niveles que se te han ido bajando por el paso del tiempo y la edad». A su vez, para pacientes que padezcan el síndrome de déficit de testosterona, puede ser de ayuda suplementos hechos a base de plantas medicinales (como el eleuterococo). Entre estos destacan, según indica el vicesecretario de la cooperativa farmacéutica Fedefarma, Rubén Martín, las plantas galactógenas: «Sirven para que el individuo adapte su respuesta a la situación de estrés a la que se expone, sobre todo cuando la respuesta está exacerbada. Por ejemplo, el insomnio (los problemas de sueño son uno de los síntomas que causa la andropenia) es una característica es muy habitual».
Recursos naturales
A su vez, existen plantas, como la maca, que se aconsejan para aumentar la capacidad sexual e incluso la fertilidad. «Otro de los síntomas que están asociados a la andropausia-explica Rubén Martín- es la disminución de la función eréctil, pero también la fertilidad, el número de espermatozoides y su viabilidad». E incluso plantas vasodilatadoras, «muy utilizadas en pacientes de 40 o 50 años».
Aún con sus muchas virtudes, Rubén Martínez indica que estos remedios, pese a ser naturales, no son inocuos: «Tienen muchos principios activos que interaccionan con los medicamentos. Además los suplementos naturales también interaccionan entre sí. Siempre que estemos tomando remedios naturales o medicación hay que hacerlo siempre bajo la supervisión de un farmacéutico». Los farmacéuticos aconsejan además que los pacientes acudan primero a los especialistas antes de buscar remedios naturales: «Nos llega a la farmacia la receta del médico y en función de los síntomas, de su preocupación y tras confirmar que está al tanto de su tratamiento, de su duración...Les aconsejamos algún tratamiento complementario que no interfiera con el que le ha prescrito el especialista. Y siempre le indicamos que en la próxima revisión indique al médico el suplemento aconsejado o nosotros nos comunicamos directamente con el especialista».
La farmacia como ayuda
Además de cambios en la nutrición, en la actividad física y el consumo de suplementos o remedios naturales, Juan también precisó de la administración directa de testosterona, disponible a través de fármacos orales, inyectables intramusculares, parches epidérmicos o geles. Entre los fármacos orales destaca, según indica el doctor Mariano Roselló, el undecanato de testosterona por ser el único medicamento por vía oral que no causa daño hepático.
Por su parte, «los parches transdérmicos, al pegarse a la piel, permiten liberar testosterona de forma más progresiva y parecida a la curva fisiológica. El inconveniente es que pueden producir reacciones alérgicas cutáneas que dificulten su aplicación diaria».
Gel de testosterona
Juan recibe un tratamiento con testosterona mediante la aplicación de geles que se da por las mañanas, se absorbe por la piel y desde sus capas más profundas libera la hormona a lo largo de todo el día. «En el caso del gel- explica el doctor Luis Rodríguez Vela- el tratamiento mínimo tiene que ser de tres meses. Tras ese tiempo, volvemos a ver al paciente y chequeamos dos cosas. Un análisis para ver cómo han evolucionado los niveles de testosterona y también recibir el feedback del paciente».
El gel es efectivo en el 75% de los pacientes y no está exento de contraindicaciones como descartar un posible un cáncer de próstata o de efectos secundarios: puede subir el nivel de glóbulos rojos en sangre o producirse un leve aumento de la próstata. «En más de 300 tratamientos con testosterona-puntualiza el doctor Luis Rodríguez Vela-, solamente en tres casos he tenido que detener el tratamiento por un ascenso excesivo de glóbulos rojos». En los casos donde el gel no ha sido efectivo se recurre a las inyecciones intramusculares. El principal problema de las inyecciones es que, a diferencia del gel, la testosterona inyectada permanece en el organismo durante un mes. «Con el gel, si hay un efecto adverso-equiparables a la aplicación del gel- se suspende y a los tres días ya no hay señales de la hormona». Y, según indica el doctor, es efectivo entre el 5 y el 10% de los pacientes donde falló el gel.
«Me canso menos y duermo mejor»
Tras comenzar hace tres años el tratamiento de Neolife, Juan afirma estar muy satisfecho con los resultados: «He mejorado en todo; tengo más energía y me canso menos. Duermo mucho mejor, el cambio en el sueño ha sido espectacular. De hecho, era una de las cosas que más fatiga me producía durante el día. Además, con los cambios en nutrición y actividad física también tienes cambios a nivel estético: aumenta tu musculatura y disminuye el nivel de grasa».
Alrededor del 75% de los pacientes tienen posibilidades de recuperar las erecciones, el deseo sexual y la actividad que tenían hace unos 10 años. «No hay ni un solo paciente-asevera el director médico de Neolife- que no haya experimentado una mejoría franca en la inmensa mayoría de los síntomas. Los pacientes decían que era como si hubiesen rejuvenecido 20 años. Obviamente esto es imposible, pero recuperar la vitalidad y actividad social perdidas les lleva a retroceder a esos años».
Así lo siente Juan: «Mi mejor momento físico estuvo alrededor de los 30 años y ahora estoy muy cerca de esa situación. Me noto con capacidad: monto en bici, hago pesos y me encuentro en una forma física estupenda. Tengo 55 años, pero casi diría que he retrocedido dos décadas».