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¿Qué dice la Biblia realmente sobre la homosexualidad? EN LA BIBLIA NO HAY NINGÚN TEXTO EN EL QUE JESÚS CONDENE A UNA PERSONA POR SER LGBT Desconocer el contexto social e histórico de los textos bíblicos y citar versículos sueltos se ha convertido en una fórmula para decir que Dios condena la diversidad sexual. En el fondo, no es más que una estrategia política de algunos líderes religiosos.
--No tiene sentido imaginar que un libro sagrado como este fue escrito con la intención de oprimir a minorías.
“Lo dice la Biblia“, repiten quienes se oponen a la existencia de las personas lesbianas, gais, bisexuales y trans (LGBT) con argumentos religiosos.
“¡Pecadores!“, “¡se irán al infierno!” y “¡Dios no ama la homosexualidad!“, señalan algunos líderes religiosos convencidos de que las personas LGBT no son parte del plan de Dios (para quienes son creyentes).
Aseguran que deben “cambiar” su orientación sexual o identidad de género si quieren “salvarse”.
Para sustentar su idea, citan pasajes del Génesis, Romanos, Corintios, Timoteo, Deuteronomio, Reyes y Levítico, entre otros textos bíblicos.
Para empezar, aquellos líderes olvidan que estos escritos fueron elaborados en un contexto social, histórico y cultural particular, muy diferente al actual. Para la muestra, el último texto del Nuevo Testamento fue escrito hacia el año 100 después de Cristo.
Según Hugo Córdova, doctor en Estudios Interdisciplinarios en Migración, Etnicidad y Religión e integrante del Grupo de Estudios Multidisciplinarios sobre Religión e Incidencia Pública (GEMRIP), usar los escritos bíblicos ignorando su contexto es hacer una mala interpretación de estos.
De hecho, citar versículos sueltos mezclando el nuevo con el antiguo testamento, se ha convertido en una fórmula para decir que Dios condena la diversidad sexual y de género, cuando los creyentes tienen claro que la palabra de Dios es una palabra viva que se ajusta a cada momento histórico.
“Esta práctica no es nueva. Por quedarse en una interpretación literal de la Biblia, hace 200 años fue usada para justificar la esclavitud“, explica Juan Fonseca, licenciado y magister en Historia e investigador sobre minorías religiosas en Perú.
En efecto, no tiene sentido imaginar que un libro sagrado como este fue escrito con la intención de oprimir a unas personas. “¿Qué está pasando, entonces, con sus interpretaciones?“, pregunta Fonseca.
El contexto, obligatorio El Concilio Vaticano II, autoridad máxima de la Iglesia Católica, les exige a todos los católicos leer los textos bíblicos teniendo en cuenta los análisis científicos, literarios, históricos, arqueológicos y demás disponibles para entender el sentido original del texto, explica el padre Alberto Múnera, jesuita y doctor en Teología.
Ahora, ¿por qué pensar que un pasaje bíblico permite entender la Biblia como un todo? “Es un libro escrito por muchas manos, que recoge diferentes perspectivas e incluso voces contradictorias“, agrega Carlos Manrique, doctor en filosofía y director del Departamento de Filosofía de la Universidad de Los Andes.
Otro punto importante es que el concepto “homosexualidad” apareció en el siglo XIX. Es decir, las expresiones “orientación sexual” e “identidad de género” no pudieron ser incluidas en este libro porque son relativamente nuevas.
Ahora, al ser la Biblia un libro escrito en un contexto particularmente machista, sí condena las prácticas sexuales entre dos hombres, a las mujeres ni siquiera las contempla.
“Y las condena porque las asocia con cultos paganos lejanos a los del pueblo de Israel“, explica Fidel Mauricio Ramírez, licenciado en Teología y en Filosofía, Pensamiento Político y Económico y magister y doctor en Educación.
Sin embargo, para supuestamente demostrar que Dios rechaza la homosexualidad, algunos líderes religiosos acuden al argumento de que así lo establece el Génesis. Para tal fin, hablan de Sodoma y Gomorra.
La falta de hospitalidad Se refieren al pasaje bíblico que relata cuando Lot recibió a unos huéspedes y los ciudadanos de Sodoma querían tener relaciones sexuales con ellos. En ninguna parte se habla de una relación consentida entre dos personas del mismo sexo sino de abuso sexual que es algo muy distinto.
“Ese texto describe un intento de violación, algo abominable en Israel como en todos los pueblos semitas porque el huésped era un ser sagrado. Entonces, lo que Dios castiga ahí es el intento de maltrato a esos huéspedes“, señala el padre Múnera.
Lo que Dios reprueba en este pasaje es el irrespeto del pueblo judío con los ángeles que los visitaban. Se trató de un castigo sobre Sodoma y Gomorra por no cumplir con los mandatos de amparar y proteger a los extranjeros.
“Eso sí, nadie se rasga las vestiduras por la afirmación que hace Lot en este texto: no hagan nada con estos huéspedes, les entrego a mis hijas para que hagan lo que quieran con ellas”, añade Ramírez.
Según Córdova, en ningún momento –hasta la Edad Media europea– este texto del Génesis fue asociado con diversidad sexual. “Fue en el siglo XII que un erudito cristiano, Pedro Damián, escribió un libro en el que, por primera vez, se asoció el deseo por personas del mismo sexo con el castigo divino relatado en el Génesis“.
Ese momento, agrega Córdova, coincidió con una creciente intolerancia en la Europa medieval contra las personas hoy llamadas “LGBT”, la comunidad judía y contra quienes ejercían la prostitución.
Así, a partir del siglo XII, la palabra “sodomía” pasó a ser un “pecado” y quienes tenían relaciones con personas del mismo sexo comenzaron a ser perseguidas.
Una vez superada la discusión sobre lo que en realidad se castiga en el texto de “Sodoma y Gomorra”, algunos líderes religiosos acuden a otros textos bíblicos, específicamente a un pasaje del Levítico que cataloga de “abominación” que dos hombres se acuesten.
“Lo primero es entender que el Levítico reúne las reglas sacerdotales de la tribu de Levi: los levitas. Y una de las razones por la que dos hombres no podían tener actividad sexual era por la obligación del pueblo hebreo de tener descendencia“, señala Andrés Gioeni, exsacerdote católico.
De hecho, agrega, para preservar la raza hebrea, también prohibían los matrimonios interraciales.
Condena a ciertos rituales Lo que se condenaba, entonces, no era que dos personas tuvieran una relación afectiva, sino las prácticas rituales no aprobadas por la religión de Israel.
“La prohibición está relacionada con prácticas religiosas que fueron consideradas ‘idolátricas’ por la religión de Israel y que no debían ser permitidas“, señala Hugo Córdova en el texto 12 mitos acerca de las religiones y la diversidad sexual.
Ahora, la mención del Levítico de “no se eche varón con varón” forma parte de una larga lista de mandatos. Es más, de ajustarse a las cerca de 1.500 leyes allí propuestas, hoy podrían tenerse esclavos, estaría prohibido cortarse el pelo, una mujer después de haber dado a luz sería considerada impura y otra serie de normas que no tienen vigencia.
“¿Por qué darle prioridad a esa mención desconociendo las otras? ¿Por qué hacer una lectura selectiva de este libro? ¿Por qué si hoy todas esas normas las pasamos por alto con la certeza de que son prescripciones antiguas, ese pasaje no?“, pregunta Gioeni.
Es entonces cuando hay quienes dicen que varios textos del Nuevo Testamento, hablan de que “los afeminados no entrarán al reino de los cielos”, pero la palabra “afeminado” se refiere en ese contexto a personas incapaces de comprometerse con la justicia.
“Tanto la Biblia Hebrea o Antiguo Testamento como la Biblia Cristiana o Nuevo testamento no condenan la diversidad sexual. No existe ningún texto sagrado en ninguna religión que de manera explícita condene la relación entre dos personas del mismo sexo basada en el respeto mutuo“, señala Córdova.
En realidad, el problema es más de fondo y no solamente con las prácticas sexuales entre personas del mismo sexo: muchas iglesias se oponen a todas las formas de sexualidad que no conduzcan a la procreación.
De ahí que se resistan al uso de métodos anticonceptivos y a la masturbación cuando la sexualidad también es recreativa.
El asunto es que condenar las relaciones entre personas del mismo sexo malinterpretando pasajes bíblicos es la manera que algunos grupos religiosos encontraron de legitimar sus intenciones políticas.
Son sectores que, incluso, han acudido al lenguaje de quienes realmente han sido víctimas para hablar de “cristianofobia” o de “activismo pro-heterosexual”.
Interpretación al gusto Otro de los temas a entender es que las iglesias pentecostales (lo que muchos medios denominan, junto con las evangélicas, como “iglesias cristianas”), no comparten un método para interpretar la Biblia, ni un corpus dogmático.
“Sus doctrinas no están reguladas por ningún magisterio como si lo están las demás vertientes cristianas, tanto católicas como protestantes“, explica William Mauricio Beltrán, sociólogo, doctor en estudios sobre América Latina, docente de la Universidad Nacional de Colombia y autor de la investigación Del monopolio católico a la explosión pentecostal.
Los pentecostales, continúa Beltrán, interpretan la Biblia de manera libre, con base en sus experiencias personales y en las “revelaciones” que reciben.
Su doctrina, por tanto, es formulada y reformulada lo que permite acomodarla fácilmente a los intereses del predicador, que muchas veces son políticos.
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LOS LÍDERES PENTECOSTALES NO REQUIEREN DE UN DIPLOMA EN TEOLOGÍA
De ahí, por un lado, la importancia de que las personas religiosas moderadas contribuyan a contrarrestar el discurso de los sectores extremistas que no representan la totalidad del cristianismo. Finalmente, allí también hay voces solidarias con las luchas por la igualdad de derechos.
“Quienes tanto criticaban al mundo islámico, ahora buscan crear teocracias o estados donde las autoridades gobiernen en nombre de un Dios. En países como Perú y Brasil hay bancadas evangélicas en el Congreso“, añade Fonseca.
Además, los sectores religiosos radicales quieren mantener un estado de confrontación perpetua. “Es más fácil ser extremista y apelar al pánico que hacer un esfuerzo por dialogar porque esto implica empatía y complejidad intelectual“, señala Fonseca.
Por otro lado, parte de la clave está en reconocer que la laicidad propia de un Estado como Colombia es producto de la evolución del cristianismo.
“Muchos de los conflictos que actualmente se presentan ocurren por no respetar la neutralidad que debe tener el Estado en materia religiosa. Tratar de imponer una religión para que así se legisle va en contravía del Concilio Vaticano II“, afirma el padre Múnera.
Cuando los evangélicos llegaron a América Latina, fueron pioneros en el desarrollo de una cultura democrática. “A finales del siglo XIX realizaban elecciones para elegir a sus líderes, cosa que no ocurre en la Iglesia Católica. Pero esa tradición ha venido desapareciendo“, explica Fonseca.
Acuerdos básicos
Para cambiar el panorama, es fundamental empezar a dialogar a partir de unos consensos mínimos: por ejemplo, en el reconocimiento de la dignidad de todas las personas.
“Nos oponemos a cualquier tipo de discriminación, incluso por parte de líderes como los obispos, cuando intentan imponer la visión de algunos documentos de la Iglesia Católica a la hora de legislar“, afirma el padre Múnera.
Un ejemplo de cómo empezar a encontrar acuerdos con sectores religiosos fue el papel que estos jugaron en Argentina, en 2010, durante el proceso de aprobación del matrimonio entre personas del mismo sexo.
Allí, como suele pasar, el 85% de los argumentos utilizados abordaba cuestiones religiosas. Sin embargo, explica el profesor Carlos Manrique, la Federación Argentina LGBT no acudió al argumento de “Estado laico” para alejar del debate público a los sectores religiosos sino que invitó a participar de manera más activa a quienes desde una perspectiva teológica estaban a favor de este derecho.
Así, los sectores católicos apelaron al argumento de la misericordia enseñada por Jesús y que implica amor, cuidado y consideración preferentemente hacia las personas marginadas o discriminadas. Por su parte, un sector protestante señaló que la gracia de Dios es incondicional o que no discrimina porque es universal.
“El triunfo del matrimonio entre personas del mismo sexo en Argentina no se obtuvo con una retirada de la religión del espacio público sino con una aparición militante y convencida a favor de la igualdad“, asegura Manrique.
Finalmente, la revolución del cristianismo es el amor: Jesús propone como modelo de convivencia amar a todos los seres humanos sin ninguna discriminación, lo que implica justicia y un reconocimiento de los unos a los otros en un marco de pluralidad.
También es importante saber que las iglesias son formaciones históricas temporales y pasajeras, mientras que Dios no puede ser encerrado en la agenda de una iglesia. “Dios no tiene religión y mucho menos iglesia“, agrega Fonseca.
Por tanto, si una persona quiere ser realmente cristiana, es decir incluyente, debe empezar por apostarle a discursos y teologías renovadoras. “Cuando la teología se hace dogmática, la iglesia empieza a morir“, señala Fonseca.
En últimas, se trata de evitar que por interpretaciones manipuladas de los textos bíblicos, tantas personas sigan conviviendo con un mensaje equivocado de Dios –quienes sean creyentes– y en medio de familias, iglesias y sociedades que les niegan su carácter de criaturas perfectas tal y como llegaron a este mundo.
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