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General: El Origen de la Navidad: Una lucha entre lo religioso y lo pagano
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Respuesta  Mensaje 1 de 4 en el tema 
De: cubanet201  (Mensaje original) Enviado: 15/12/2017 16:34
Es una fiesta religiosa en la que los cristianos celebran el nacimiento de Jesús. Aunque, si se investiga un poco más, su origen se pierde en la antigüedad.

El origen de la Navidad:
Una lucha entre lo religioso y lo pagano
La Navidad se ha convertido en una fiesta en la que se mezclan las tradiciones de muchos orígenes con el consumismo desatado que, pese al auge del comercio electrónico, sigue atascando las ciudades. Las luces, los árboles, las compras, los mercadillos y las cenas de empresa tal vez no dejan ver el bosque: la Navidad es una fiesta religiosa, en la que los cristianos celebran el nacimiento de Jesús. Aunque, si se investiga un poco más, su origen se pierde en la antigüedad, en las primeras y remotas creencias humanas a las que a lo largo de los siglos se han ido incorporando nuevas tradiciones. La Navidad ha sido desde el Imperio romano una lucha entre elementos religiosos y paganos, entre lo festivo y lo litúrgico, que se prolonga hasta nuestros centros comerciales.
 
¿Por qué celebramos la Navidad en diciembre?
El solsticio de invierno es la noche más larga del año y, a la vez, el momento en el que los días comienzan de nuevo a crecer, una victoria simbólica del sol sobre la oscuridad. Tiene lugar entre el 21 y el 22 de diciembre y se celebra desde tiempos inmemoriales. El historiador Richard Cohen relata en su libro Persiguiendo el Sol. La historia épica del astro que nos da la vida (Turner) que “prácticamente todas las culturas tienen una forma de celebrar ese momento”. “El aparente poder sobrenatural para gobernar las estaciones que se manifiesta en los solsticios ha inspirado todo tipo de reacciones: ritos de la fertilidad, festivales relacionados con el fuego, ofrendas a los dioses”, sostiene Cohen. En esa misma época del año, a mediados de diciembre, se celebraban en la antigua Roma las Saturnales, una fiesta en la que se ofrecían regalos, pero también se intercambiaban los papeles sociales, una mezcla entre nuestra Navidad y el Carnaval.
 
¿Qué ocurrió el 25 de diciembre?
“La Navidad fue fijada el 25 de diciembre por el emperador Constantino, porque en esa fecha se celebraba la gran fiesta solar en Roma”, explica Ramón Teja, catedrático emérito de Historia Antigua en la Universidad de Cantabria, especialista en historia del cristianismo y presidente de honor de la Sociedad Española de Ciencias de las Religiones. Así el emperador que convirtió el cristianismo en la religión del Imperio romano, que gobernó entre 306 y 337, identificaba de alguna manera su figura con la divinidad aprovechando el antiguo Festival del Nacimiento del Sol Invicto. “Fue una fusión del culto solar con el culto cristiano”, prosigue Teja.
 
¿Entonces no nació Jesús en Navidad?
No existe ninguna información sobre la fecha de nacimiento de Jesús. La inmensa mayoría de los expertos sostienen que fue una figura histórica, pero, al igual que sí se conservan datos sobre su muerte —que fue crucificado por Roma en Jerusalén durante la pascua judía—, su nacimiento es un profundo misterio. “El único dato histórico es que reinaba todavía Herodes I, por lo que el cálculo del año cero estaba equivocado, habría que adelantar cuatro o cinco años”, explica Ramón Teja, ya que Herodes el Grande murió en el año 4 antes de nuestra era.
 
El periodista Juan Arias, uno de los grandes conocedores de la figura de Cristo y profundo divulgador de la historia cristiana a través de libros como Jesús. Ese gran desconocido, escribió: “La leyenda del nacimiento de Jesús es silenciada por dos de los cuatro evangelios canónicos: el de Marcos, considerado el más antiguo, y el de Juan. Ellos inician el relato de la vida de Jesús cuando era ya adulto”. La revista National Geographic ha publicado en su número de diciembre un amplio reportaje sobre las certezas arqueológicas en torno a Jesús, firmado por Kristin Romey y fotografiado por Simon Norfolk, que se pronuncia en el mismo sentido. “La Iglesia de la natividad en Belén es el templo cristiano más antiguo todavía en uso, pero no todos los expertos creen que Jesús de Nazaret naciese en Belén. La arqueología guarda silencio sobre el asunto”, escribe Romey. El relato del pesebre y de los pastores aparece en Lucas; los Reyes Magos, la masacre de los inocentes y la fuga a Egipto, en Mateo. “Es una interpretación teológica a posteriori”, explica Ramón Teja. “Se trata de una forma de indicar que desciende de la tribu del rey David, que procedía de Belén”, agrega.
 
¿Y cuál es el papel de los Reyes Magos en esta historia?
El relato de la visita de los magos con sus regalos —un momento conocido como la Epifanía— sólo aparece en el Evangelio de Mateo. La inmensa mayoría de los historiadores considera que Gaspar, Melchor y Baltasar tienen una función muy importante en la tradición cristiana porque, como explica Teja, “los reyes que vienen a visitarle son paganos, no judíos, y son los primeros que le reconocen como un descendiente de la estirpe de David, como rey y como dios”. De hecho los cristianos de Oriente siguen conmemorando la Navidad el 6 o el 7 de enero. Tiene que ver con las diferencias entre calendario juliano y el gregoriano, pero también con el hecho de que en Oriente se mantuvo durante siglos la Epifanía como el momento clave de esta fiesta. Su asociación con regalos es mucho más tardía y comienza a finales del XIX, aunque su presencia en nuestra cultura es enorme: la primera obra teatral castellana de la que existe constancia es el Auto de los Reyes Magos, del siglo XII. En otros países también se celebra: en Italia, por ejemplo, el 6 de enero viene una bruja buena, la Befana —palabra que procede de Epifanía—.
 
¿Cómo cuadra Papá Noel en todo esto?
El viaje de Papá Noel o Santa Claus hasta nuestra Navidad es largo y tortuoso. Los más radicales entre los protestantes, los puritanos, prohibieron la Navidad porque consideraban, tal vez con cierta razón, que era una fiesta que se estaba paganizando. Además, el protestantismo defendía la iconoclastia, estaba en contra de la representación de figuras sagradas, lo que no cuadraba mucho con las tradiciones navideñas. El Parlamento británico prohibió las Navidades en 1644 y no fueron restauradas hasta 1660.
 
Los puritanos fueron los primeros colonos de América del Norte y se llevaron aquellas costumbres: en Boston también prohibieron las fiestas entre 1659 y 1681. Pero, poco a poco, la Navidad fue renaciendo en el Nuevo Mundo, aunque decidieron buscar su propio camino para diferenciarlas de las fiestas católicas. Así se acordaron de un viejo santo, San Nicolás. “Santa Claus es una figura muy cristiana”, explica Diarmaid N.J. MacCulloch, profesor de Historia de la Iglesia en el Saint Cross College de Oxford. “El nombre es una traducción holandesa de San Nicolás. Otra cosa es que realmente existiese: era un santo de Mira, en lo que es hoy Turquía, y su leyenda incluía la historia de que resucitó a tres niños asesinados, de ahí su conexión con la infancia”. La importancia cultural que Estados Unidos ha ido adquiriendo en nuestras sociedades hizo el resto: Papá Noel comenzó a colonizar las fiestas durante el siglo XX. El gran antropólogo francés Claude Levi Strauss escribió un pequeño ensayo sobre este proceso, El suplicio de Papá Noel. Según su teoría, la clave no estaba en el prestigio de EE UU, sino en “la función práctica de los ritos de iniciación”, en este caso, enseñar que las buenas acciones tienen recompensas, regalos a cambio de portarse bien.
 
¿El árbol de Navidad es también una invención de Estados Unidos?
El abeto de Navidad también realizó un viaje extraño desde Europa hasta Estados Unidos y vuelta, pero no es en absoluto una invención americana. Al revés, como Santa Claus, es una exportación. En este caso, como ocurre con los solsticios, el culto a los árboles se pierde en las profundidades de nuestras tradiciones culturales y religiosas. Sin embargo, como explica el profesor MacCulloch, “el árbol de Navidad es una tradición más cristiana de lo que piensa la gente”. “Todas las religiones utilizan a los árboles como símbolos y es un elemento esencial en la historia del Génesis. Los primeros árboles de Navidad decorados que conocemos son de Alemania en el siglo XVI, en la época de la Reforma. El propio Martín Lutero alentó esta costumbre”, prosigue el profesor de Oxford. De nuevo, una tradición relacionada con el protestantismo –el árbol de Navidad evita las representaciones de figuras sagradas– cruza el Atlántico y vuelve convertida en un símbolo universal. En España convive pacíficamente con la representación máxima de nuestra Navidad: los belenes.
 
¿Cuándo comenzamos a montar belenes?
El primer belén aparece en una leyenda: en la noche del 24 de diciembre de 1223, san Francisco de Asís organiza en una cueva del pueblo de Greccio un belén viviente y la figura del niño acaba por convertirse en el verdadero Jesús. Este milagro fue plasmado por Giotto a finales del siglo XIII en uno de los frescos más famosos de la historia del arte, que puede contemplarse en la Basílica Mayor en Asís.
 
Para el relato de la historia de los belenes hemos recurrido a la erudición de Antonio Basanta, vicepresidente y patrono de la Fundación Sánchez Ruipérez, pero, sobre todo, dueño, junto a su esposa, Teresa Martín, de una de las mayores colecciones del mundo, una parte de la cuál puede verse estos días en la Casa del Lector del Matadero de Madrid. La colección Basanta-Martín se compone de 25.000 piezas, 4.000 conjuntos de belenes, todos realizados por artesanos en activo. “Es un fenómeno universal, indisociable de la cultura española”, explica Basanta, que acaba de publicar el ensayo Leer contra la nada. “Para organizar su belén, San Francisco tiene que pedir una dispensa papal, porque Roma los había prohibido en el siglo XIII ya que a través de los pastores se colaban elementos paganos. Eso quiere decir que es un fenómeno que ya existía antes”, explica Basanta.
 
El belén más antiguo de España se encuentra expuesto en una capilla de la Iglesia de La Sang de Palma de Mallorca y es de 1480, obra de los hermanos Alamanno. Desde Murcia hasta Nápoles, pasando por Barcelona o por la plaza Mayor de Madrid, los belenes ocupan un espacio enorme en nuestro imaginario colectivo. En las calles del casco histórico de Nápoles pueden comprarse figuras de Berlusconi o Maradona, santificadas en cierta medida a través de su conversión en barro, y en los mercados de Cataluña los famosos caganer —que, explica Basanta, provienen de la Edad Media y simbolizan el abono de la tierra— se encarnan en los personajes de la temporada. Este año, inevitablemente, se han agotado los Puigdemont y Josep Lluís Trapero. De nuevo, lo celestial y lo terrenal se funden en unas fiestas que resumen una parte importante del camino largo e inagotable de la relación humana con lo divino. Y nos hemos dejado fuera a Scrooge y los fantasmas de la navidades presentes, pasadas y futuras, y las luces, y Qué bello es vivir y Love actually…
 
              GUILLERMO ALTARES

 
Fuente:  España - El País  - 2017
 


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Respuesta  Mensaje 2 de 4 en el tema 
De: CUBA ETERNA Enviado: 17/12/2017 16:50
 

 Al final, ¿dónde y cuándo nació Jesús?
La verdadera fecha de nacimiento de Jesús el Cristo 
Actualmente, los más serios estudiosos y eruditos de la Biblia coinciden en que Jesús no nació el 25 de Diciembre como la tradición cristiana nos dice.
 
La Navidad es una bella y tierna leyenda ya que Jesús no nació ni el 24 de diciembre, ni en Belén, ni en un pesebre
 
Cada año, al acercarse la Navidad hay siempre quien me pregunta, recordando mis estudios bíblicos: “¿Donde nació de verdad Jesús?” ¿Es verdad que no nació en Belén sino en la minúscula aldea de Nazaret, en la región de Galilea?
 
¿Es cierto que no nació el 24 de diciembre? ¿Se sabe lo que hizo hasta aparecer en público con 30 años? ¿Estaba casado? ¿Tuvo hijos? ¿Por qué lo mataron? ¿Por revolucionario político o por desafiar el poder del Templo judío?
 
La Navidad tal y como la viven los cristianos, católicos, protestantes o evangélicos es hoy más bien una leyenda según los expertos en estudios bíblicos. Una bella y tierna leyenda creada, para que se cumplieran las profecías según las cuales el Mesías debería ser de la estirpe de David que había nacido en Belén.
 
En realidad Jesús y toda su familia eran de Nazaret. Todos judíos. La leyenda del nacimiento de Jesús cuenta que, nació en invierno, en un pesebre, entre animales que le ofrecían calor, adorado por tres reyes de Oriente que le llevaron de regalo oro, incienso y mirra.
 
Junto con la de su nacimiento en Belén nació también la leyenda de la huida a Egipto porque el rey Herodes quería matar al niño. Como no consiguió encontrarlo, habría mandado matar a todos los niños menores de dos años. Una historia preñada de simbolismos que acaba gustando a pequeños y grandes.
 
La leyenda del nacimiento de Jesús es silenciada por dos de los cuatro evangelios canónicos: el de Marcos, considerado el más antiguo, y el de Juan. Ellos inician el relato de la vida de Jesús cuando era ya adulto. Dan por hecho que Jesús y toda su familia eran oriundos de la aldea de Nazaret tan pequeña que no aparece en los mapas de aquel tiempo. Tan rural, que en ella se hablaba un dialecto del arameo, la lengua oficial. El hebreo se había convertido en una lengua de culto. Tan insignificante en aquel tiempo que los fariseos, ante la fama que iba ganando el profeta, se preguntaban “si en Nazaret podía nacer algo bueno”.
 
El judío Jesús que daría origen al futuro cristianismo nació sin cantos de ángeles, sin magos llegados del Oriente para adorarlo, sin pesebre y sin ser perseguido por Herodes. No nació el 24 de diciembre, por el simple hecho de que en ninguno de los textos evangélicos se habla de esa fecha. Fue escogida por la Iglesia más tarde porque los cristianos querían celebrar la festividad de su nacimiento.
 
Se decidió que fuera el 24 de diciembre porque era la gran fiesta de Roma, la fiesta al dios Sol. La Iglesia bautizó como cristiana la gran festividad pagana de los romanos.
 
Otro de los argumentos de los biblistas para defender que Jesús nació en Nazaret se refiere al hecho de que a los judíos se les designaba o por el nombre del padre o por el del lugar del nacimiento. Jesús debería haberse llamado o Jesús de José o Jesús de Belén, algo que no aparece en ningún texto evangélico. En ellos, en todos, se le llama siempre Jesús de Nazaret.
 
Una cosa es cierta: nadie sabe lo que Jesús hizo hasta los 30 años que es cuando aparece en público. Se ha querido defender últimamente que Jesús era analfabeto. Nada más falso. Si acaso, el misterio radica en saber como sabía tanto tras haber vivido hasta entonces encerrado en el pequeño pueblo de Galilea trabajando como carpintero o peón de albañil.
 
En efecto, a los 30 años Jesús se muestra capaz de discutir con los doctores de la ley, conocía los textos sagrados del judaísmo, varias culturas como la griega o la de los gnósticos y otras religiones como el budismo.
 
Jesús era culto y hasta intelectuales como Nicodemo iban a encontrarse con él de noche, a escondidas, para discutir temas filosóficos como el de la metamorfosis indispensable para poder dar un salto cuántico del frío culto a la ley a la libertad de espíritu del nuevo Reino por él anunciado.
 
Nacen así las hipótesis de que en vez de haberse quedado en Nazaret hubiese podido viajar a Egipto y hasta a la India durante su juventud. Conocía bien la cultura griega. Cuando los apóstoles le presentan un grupo de griegos que querían conocerle, usa con ellos de una fina ironía. A sabiendas de que para ellos la belleza corporal era fundamental y criterio de poder, Jesús les cuenta la parábola de la simiente, la cual si no se pudre en la tierra y no se la cubre de estiércol, no nacerá ni dará frutos. Lo opuesto a los puros criterios de la estética de la belleza griega.
 
¿Qué si Jesús estaba casado? Pocos teólogos y expertos en cuestiones bíblicas tanto católicos como protestantes lo ponen hoy en duda. Era práctica inconcebible para un judío de su tiempo no tener familia y descendencia ya que el judaísmo se transmite de madre a hijo.
 
Tan fuerte era ese motivo que en la Biblia a los patriarcas cuyas esposas eran estériles, Dios les pedía que se acostasen con una de las esclavas para darles descendencia. Fue el caso, por ejemplo, de Abraham casado con Sara que no podía procrear.
 
¿Con quién estaba casado? Sin duda con la Magdalena, que no era, como sostuvo durante siglos la Iglesia, una prostituta o endemoniada. Con mucha probabilidad era una conocedora de la doctrina gnóstica, como aparece en algunos evangelios de aquella secta. A ella confiaba sus mayores secretos, algo que despertaba los celos de Pedro: “¿Por qué a ella y no a nosotros?”, se pregunta en uno de los evangelios gnósticos.
 
De no haber sido su mujer no hubiese sido a ella a quien se le apareció el día de la resurrección, antes aún que a su madre. Pedro se quedó perplejo preguntándose por qué no se les había aparecido a ellos, sus discípulos, ya que además las mujeres no contaban nada, ni eran creíbles en aquel tiempo. Ni siquiera como testigo ante un juez.
 
Fue siempre ese hecho el gran quebradero de cabeza de Tomás de Aquino, doctor de la Iglesia, que se murió sin entender por qué Jesús no se apareció antes que a nadie a Pedro, que era el jefe del grupo de apóstoles y lo hizo a una mujer.
 
¿Entonces, si no nació en Belén ni el 24 de diciembre vale la pena celebrar la Navidad? Sí, porque esa leyenda lleva en su entraña la añoranza del ser humano de pararse una vez al año para celebrar la vida, para apostar por la paz, un paréntesis para el perdón y la aceptación de los otros, sobretodo de los diferentes.
 
¿No fue por ser diferente, por no doblegarse al poder tirano e injusto, por predicar el perdón, bendecir a prostitutas y endemoniados y tocar a leprosos por lo que Pilatos mandó clavarlo aún joven en una cruz? Dónde y cuándo nació importa menos.
 
Mi amigo Jorge Perelló me escribe para felicitarme la Navidad, que dice “existe sólo para los rechazados”, y añade: “el resto es leyenda, historia y hasta superstición”.
 
Es cierto, pero en ese caso en la Navidad cabemos todos ya que de un modo u otro todos somos de algún modo rechazados por alguien, pobres de algo, solitarios, exiliados, a veces de nosotros mismos y a la vez buscadores de esa paz que el mundo rechaza porque es más fácil matar o mandar matar, que amar y perdonar.
 
Por eso, a pesar de todo,
¡Feliz Navidad!
 
 
 
 

Respuesta  Mensaje 3 de 4 en el tema 
De: CUBA ETERNA Enviado: 17/12/2017 16:58
 


Respuesta  Mensaje 4 de 4 en el tema 
De: tentaciónfinal17 Enviado: 20/12/2017 15:43
¿Y si la Estrella de Belén fue una extraña conjunción planetaria?
¿Qué fue en realidad la Estrella de Belén, según la ciencia?
Los Reyes Magos pudieron ser guiados hasta el recién nacido por la visión en el cielo de varios planetas juntos, según un astrónomo
El debate sobre la auténtica naturaleza de la Estrella de Belén llega puntualmente cada año por estas fechas. Astrónomos, historiadores y teólogos llevan décadas reflexionando sobre qué fue lo que guió a los Reyes Magos de Oriente hasta el recién nacido, según el relato bíblico. Más allá del milagro y el hecho religioso, la ciencia intenta dar significado a algo que ocurrió hace más de 2.000 años. ¿Fue un cometa lo que marcó el inicio de nuestra era? ¿La explosión de una potente y brillante supernova? Aleks Scholz, de la Facultad de Física y Astronomía de la Universidad de St Andrews (Escocia) y director del Observatorio Universitario, cree quizás debamos sustituir las estrellas por planetas en el arbolito navideño. Ha llegado a la conclusión de que lo que vieron los sabios en el cielo fue en realidad una conjunción planetaria.
 
En muchas representaciones artísticas, la Estrella de Belén parece un cometa, con una gran cola fulgurante saliendo de su cabeza. Pero según Scholz, hay muchas razones para apartar esa hipótesis. Por un lado, los cometas no se ven como estrellas, «y estas personas no eran estúpidas», dice el astrónomo. El cometa Halley, el candidato más obvio, apareció en el cielo el año 12 a. C., varios años antes de la fecha de nacimiento plausible de Jesús. Además, los cometas eran vistos como heraldos de la perdición, y la llegada de este niño era un acontecimiento alegre.
 
Otra teoría postula que la Estrella de Belén era en realidad una nueva estrella en el cielo, una nova o una supernova. Originalmente fue idea del famoso astrónomo Johannes Kepler, «pero lamentablemente no tenemos registros independientes de una supernova brillante en este período. Eso no quiere decir que no sucediera, por supuesto. Hoy observamos estos objetos rutinariamente, pero en ese momento las personas no habrían sabido cómo interpretarlos», dice el investigador.
 
Encuentros extraños
Para Scholz, las explicaciones más verosímiles para la Estrella de Belén involucran múltiples planetas situados cerca: una conjunción planetaria. De hecho, se produjeron varios encuentros extraños entre planetas prominentes en el período de tiempo correcto.
 
En el año 7 a. C., Júpiter y Saturno se encontraron tres veces. Un año después, se unieron a Marte. Lo que siguió fue una fantástica secuencia de conjunciones entre los años 3 y 2 a. C.: Saturno con Mercurio, Saturno con Venus, Venus con Júpiter y Venus con Mercurio. Después, de nuevo Júpiter con Venus, y esta vez se acercaron tanto que pudieron parece uno solo para el ojo humano.
 
Entonces Júpiter se detuvo en la constelación de Virgo, visto desde Jerusalén directamente sobre Belén. El investigador cree que se trata de un espectáculo de planetas con una gran importancia astrológica que ocurre en el momento adecuado, aunque esa última parte aún se debate. «Tal vez deberíamos eliminar las estrellas en forma de cometa de los árboles de Navidad y reemplazarlas por planetas triples», propone.
 
Un gobernante ha nacido
No es la primera vez que los científicos apuestan por una conjunción planetaria como explicación a la Estrella de Belén. Grant Mathews, profesor de astrofísica y cosmología teórica en el Departamento de Física de la Universidad de Notre Dame's College of Science, explicaba algo similar hace algunos años. Los Reyes Magos, probablemente sacerdotes del Zoroastrismo de la antigua Babilonia y Mesopotamia, pudieron quedar fascinados por una alineación en la que el Sol, Júpiter, la Luna y Saturno estaban todos en Aries, mientras que Venus se encontraba al lado en Piscis, y Mercurio y Marte en el otro lado en Tauro. Esos astros hablaban de un gobernante con un destino especial nacido en Judea. Según calculaba Mathews, el fenómeno no se repetirá en 500.000 años.
 
El Papa emérito Benedicto XVI en su libro «La infancia de Jesús» ya apuntaba a un conjunción planetaria como el fenómeno astronómico que pudo haber llevado a los sabios hasta Belén. Pero quizás esta sea una de esas hermosas historias que siempre irán acompañadas de una parte de misterio.

 
                                                                  J. DE J.
                                                            FUENTE: ABC


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