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General: Una epidemia de soledad, su efecto en la salud
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Respuesta  Mensaje 1 de 3 en el tema 
De: cubanet201  (Mensaje original) Enviado: 19/12/2017 17:11
                                                                                                                                  Cuando tienes a Dios en el corazón, no existe soledad
                  'Una epidemia de soledad'                                                                             
      Inglaterra — La mujer al otro lado de la línea hablaba despreocupadamente sobre la primavera y su cumpleaños número 81 la semana anterior.
“¿Con quién celebraste, Beryl?”, preguntó Alison, cuyo trabajo es ofrecer un oído amablesu
“Con nadie, yo…”.
Y así, la alegría de Beryl se convirtió en tristeza.
 
Su voz se comenzó a quebrar cuando reconoció que no solo había estado sola en casa el día de su cumpleaños, sino durante muchos días. Esa conversación telefónica era la primera vez que hablaba en más de una semana.
 
Aproximadamente 10.000 llamadas similares se reciben a la semana en un modesto edificio de oficinas en este pueblo costero en el extremo noroeste de Inglaterra, que aloja a la Silver Line Helpline, un centro de llamadas telefónicas que trabaja 24 horas al día para atender a adultos mayores que buscan satisfacer una necesidad básica: tener contacto con otras personas.
 
La soledad, que Emily Dickinson describió como “el horror que no debe examinarse”, es silenciosa y devastadora. Sin embargo, en el Reino Unido se ve cada vez más como un serio problema de salud pública que merece recursos públicos.
 
Los gobiernos locales y el Servicio Nacional de Salud de ese país han desarrollado programas dirigidos a mitigar la soledad en decenas de ciudades y pueblos. Incluso se ha capacitado a brigadas de bomberos para inspeccionar las casas no solo por seguridad contra incendios sino buscando signos de aislamiento social.
 
“Aquí ha habido una explosión de la conciencia pública, desde las autoridades locales hasta el Departamento de Salud, pasando por los medios”, dijo Paul Cann, presidente ejecutivo de Age UK Oxfordshire y fundador de la Campaña para Terminar con la Soledad, un grupo fundado hace cinco años y con sede en Londres. “La soledad tiene que ser asunto de todos”.
 
Los investigadores han encontrado pruebas cada vez más concluyentes que vinculan la soledad con enfermedades físicas así como con un declive funcional y cognitivo. Como indicador de muerte prematura, la soledad está por encima de la obesidad.
 
“Los efectos profundos de la soledad en la salud y la independencia son un problema crucial de salud pública”, afirmó la Dra. Carla M. Perissinotto, una geriatra de la Universidad de California en San Francisco. “Ya no es ni médica ni éticamente aceptable ignorar a los adultos mayores que se sienten solos y marginados”.
 
En el Reino Unido y Estados Unidos, cerca de una de cada tres personas mayores de 65 años vive sola, y en Estados Unidos la mitad de quienes son mayores de 85 años viven solos. Estudios realizados en ambos países muestran que la prevalencia de la soledad entre individuos mayores de 60 años oscila entre el 10 y el 46 por ciento.
 
Mientras que los sectores públicos, privado y de voluntariado en el Reino Unido están pasando a la acción para enfrentarse a la soledad, los investigadores están profundizando su conocimiento sobre sus fundamentos biológicos. En un trabajo publicado en este mismo año en la revista Cell, neurocientíficos del Massachusetts Institute of Technology identificaron una región del cerebro que, según creen, genera sentimientos de soledad. Esta región, conocida como el núcleo dorsal del rafe, o NDR, es más conocida por su vínculo con la depresión.
 
Kay M. Tye y sus colaboradores hallaron que cuando los ratones vivían juntos, las neuronas dopaminérgicas en el NDR estaban relativamente inactivas. Sin embargo, después de aislar a los ratones durante un periodo corto, la actividad de esas neuronas aumentaba cuando se reunía a esos ratones con otros.
 
“Es la primera vez que encontramos un sustrato celular de esta experiencia”, dijo la Dra. Tye, profesora adjunta en el Instituto Picower para el aprendizaje y la memoria del MIT y autora principal del artículo. “Observamos ese cambio después de 24 horas de aislamiento”.
 
John T. Cacioppo, profesor de psicología en la Universidad de Chicago y director del Centro de Neurociencia Cognitiva y Social de esa misma universidad, ha estado estudiando la soledad desde la década de los noventa. Dijo que la soledad es una señal aversa, muy parecida a la sed, el hambre o el dolor.
 
“Negar que te sientes solo es tan absurdo como negar que tienes hambre”, dijo. Sin embargo, la palabra “solo” tiene una connotación negativa, comentó el profesor Cacioppo, y se interpreta como debilidad social o incapacidad para valerse por sí mismo.
 
El estigma no verbalizado de la soledad se hace muy evidente durante las llamadas a Silver Line. La mayoría de las personas llaman para pedir consejo, por ejemplo, sobre cómo hornear un pavo. Muchas marcan más de una vez al día. Una mujer llama cada hora para preguntar qué hora es. Es muy raro que alguien hable con franqueza sobre la soledad.
 
No obstante, el impulso de llamar a servicios como The Silver Line es sano, afirma el profesor Cacioppo.
 
Hace poco, una tarde, Tracey, consejera de Silver Line, estuvo escuchando a un hombre de unos ochenta años que se embarcó en un nostálgico viaje a través de sus películas favoritas. En la siguiente llamada un hombre le ofreció una serenata a Tracey tocando “Oh What a Beautiful Morning” en su armónica.
 
Una vez que colgó el músico, entró una llamada de un hombre de 88 años con una avalancha de recuerdos para compartir: los perros que tuvo, los barcos que capitaneó, Londres bajo los ataques aéreos. Tracey, una antigua enfermera, escuchó pacientemente durante 30 minutos.
 
“Puede ser fascinante cuando la gente habla sobre cosas como Londres durante los bombardeos”, dijo cuando terminó la llamada. “Es importante recordar las vidas de las personas”.
 
Los trabajadores de Silver Line dejan a quienes llaman la decisión de mencionar si se sienten solos. De todas formas, los consejeros están capacitados para identificar señales de aislamiento infeliz, y llevar gentilmente la conversación hacia ese tema; tal vez ofrecen relacionar a quien llama con un amigo de Silver Line, es decir, un voluntario que lo llamará una vez a la semana o escribe cartas a quienes lo solicitan.
 
Sophie Andrews, presidenta ejecutiva de Silver Line, dijo que estaba sorprendida por el torrente de llamadas recibidas poco después de que el servicio comenzara a funcionar hace casi tres años. Este centro de llamadas en Blackpool recibe ahora alrededor de 1500 llamadas al día.
 
Andrews dijo que lo más preocupante no son las personas que llaman a Silver Line, sino aquellos tan deprimidos por su aislamiento que no levantan el teléfono para llamar. “Necesitamos crear conciencia en aquellos a quienes es más difícil alcanzar”, afirmó.
 
El profesor Cacioppo alaba iniciativas como The Silver Line; sin embargo, advierte de que el problema de la soledad tiene muchos matices, y las soluciones no son tan obvias como parecen. Eso significa que una línea de llamadas puede ayudar a reducir el sentimiento de soledad temporalmente, pero no parece posible que disminuya los niveles de soledad crónica.
 
Mediante sus investigaciones, el profesor Cacioppo ha demostrado que la soledad afecta varias funciones corporales clave, por lo menos en parte a través de la sobreestimulación de la respuesta del cuerpo al estrés. Según ha mostrado su trabajo, la soledad crónica se asocia a niveles altos de cortisol, una de las principales hormonas del estrés, así como con una mayor resistencia vascular, que puede elevar la presión arterial y reducir el flujo sanguíneo hacia órganos vitales.
 
Las investigaciones del profesor Cacioppo también han demostrado que las señales de peligro activadas en el cerebro por la soledad afectan la producción de glóbulos blancos; esto puede afectar la capacidad del sistema inmune para combatir infecciones.
 
Solo en los últimos años comenzó a estudiarse la soledad desde una perspectiva médica más que psicológica o sociológica. La Dra. Perissinotto, geriatra de la Universidad de California en San Francisco, decidió estudiar la soledad cuando comenzó a sospechar que había factores que afectaban la salud de sus pacientes y que ella no estaba captando.
 
Utilizando datos de una extensa encuesta nacional sobre adultos mayores, en 2012, la Dra. Perissinotto analizó la relación entre la soledad notificada por los mismos individuos y los resultados de salud en personas mayores de 60 años. De los 1604 participantes en el estudio, 43 por ciento dijeron sentirse solos, y estas mismas personas tuvieron tasas significativamente más altas de movilidad decreciente, dificultad para llevar a cabo actividades rutinarias diarias y muerte a lo largo de seis años de seguimiento. La relación entre la soledad y la mortalidad se mantuvo significativamente constante aun después de los ajustes por edad, situación económica, depresión y otros problemas de salud más comunes.
 
A la Dra. Perissinotto también le interesa analizar el vínculo entre la soledad y el pensamiento suicida, puesto que ha habido muy pocas investigaciones al respecto. Espera estudiar la Friendship Line, una línea a la que se puede marcar sin costo y durante las 24 horas en caso de soledad; depende del Institute on Aging de San Francisco y también es una línea para prevención del suicidio.
 
Aunque gran parte de la investigación sobre la soledad se lleva a cabo en Estados Unidos, el Reino Unido sigue estando adelante en cuanto a hacer frente al problema.
 
“En Estados Unidos no hay mucho reconocimiento en términos de iniciativas de salud pública, ni tampoco en cuanto a que una persona promedio reconozca que la soledad tiene que ver con la salud”, dijo Julianne Holt-Lunstad, profesora de psicología en la Universidad Brigham Young, cuyos estudios también relacionan la soledad con el deterioro en la salud.
 
Age UK, una organización similar a la AARP (Asociación de Personas Retiradas) de Estados Unidos, supervisa una variedad de programas dirigidos a disminuir la soledad y coordina esfuerzos con brigadas de bomberos para buscar señales de soledad y aislamiento en las casas a las que entran.
 
Otra institución de caridad, Open Age, lleva a cabo cerca de 400 actividades cada semana en el centro de Londres (círculos de costura, debates sobre sucesos de actualidad, clubes de lectura y clases de ejercicio y computación, en atrios de iglesias, centros deportivos y complejos habitacionales) y sus empleados también visitan a las personas en sus casas para tratar de que salgan y tengan actividades.
 
“Tratamos de entender qué es lo que les impide salir de casa”, dijo Helen Leech, la directora de la organización.
 
Los hombres y las mujeres muestran grandes diferencias en cuanto a su manera de lidiar con la soledad. El 70 por ciento de las llamadas a Silver Line son de mujeres.
 
“Tenemos esta especie de orgullo masculino”, dijo Mike Jenn, de 70 años, un empleado retirado de una institución de caridad que vive en Londres. “Decimos: ‘Yo puedo cuidarme. No necesito hablar con nadie’, y eso es totalmente falso. No comunicarnos nos ayuda a matarnos”.
 
Jenn dirige un “Cobertizo para hombres” en el distrito Camden Town de Londres, que busca reunir a ancianos en un ambiente más familiar y cómodo: trabajando lado a lado en un taller de carpintería. El concepto nació en Australia y desde entonces se ha extendido en el Reino Unido: ahora hay más de 300 cobertizos para hombres en Inglaterra, Escocia e Irlanda.
 
Keith Pearshouse, de 70 años, un director de escuela retirado, descubrió el cobertizo para hombres cercano a su casa después de mudarse a Londres desde Norfolk, Inglaterra, en 2007, y reconocer que se sentía solo.
 
“Me daban un poco de nervios entrar a un cuarto lleno de gente”, dijo Pearshouse, mientras conversa en medio del escándalo creado por una sierra de mesa, una fresadora y un torno en el cobertizo de Camden Town, un taller de 65 metros cuadrados en un centro comunitario de la localidad. “Pero de inmediato pensé: ‘Sí, este es un lugar que será bueno para mí’”.
 
Pearshouse, que nunca había trabajado con madera antes de descubrir el Cobertizo para Hombres, le mostró a un visitante un delicado tarro de madera que estaba terminando. Las piezas que elabora son gratificantes, dijo, pero de ninguna manera tan gratificantes como las relaciones humanas que ha establecido.
 
Aunque Pearshouse aún está muy lejos de compartir sus dolencias y pesares con sus amigos del cobertizo, dice que su vida ahora se sentiría mucho más vacía sin esa confianza hombro a hombro que ha llegado a conocer. Mientras hablaba, quitó la tapa de su tarro y se escuchó un ligero “pum”, mostrando que el ajuste es perfecto.
 
                                             KATIE HAFNER
                     Fuente en ingles: The New York Times
                  Fuente en español:  The New York Times
 


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Respuesta  Mensaje 2 de 3 en el tema 
De: cubanet201 Enviado: 19/12/2017 17:21
El efecto de la soledad en la salud
La soledad, así como la depresión leve y grave podrían tener efectos patológicos en el deterioro cognitivo.
 
Los efectos potencialmente dañinos de la soledad y el aislamiento social en la salud y la longevidad, en especial entre los adultos de edad avanzada, ya son conocidos. Por ejemplo, en 2013, escribí acerca de una investigación en la que se descubrió que la soledad puede deteriorar la salud al elevar los niveles de inflamación y de las hormonas del estrés, lo cual a su vez puede incrementar el riesgo de sufrir un ataque cardiaco o desarrollar artritis, diabetes tipo 2, demencia senil o, incluso, incitar intentos de suicidio.
 
En el transcurso de los seis años que duró el estudio, la capacidad de llevar a cabo actividades cotidianas como bañarse, acicalarse y prepararse alimentos disminuyó y los fallecimientos se incrementaron entre las personas de edad avanzada que reportaron sentirse abandonadas, aisladas o con falta de compañía, en comparación con personas que dijeron no tener estos sentimientos. Cuando Dhruv Khullar, médico e investigador de Weill Cornell Medicine en Nueva York, escribió para la sección The Upshot de The New York Times en diciembre del año pasado, citó evidencias de interrupciones en el sueño, respuestas inmunes anormales y un empeoramiento cognitivo acelerado entre individuos aislados socialmente, a lo cual llamó “una epidemia en expansión”.
 
A medida que avanza la investigación al respecto, los científicos comprenden mejor los efectos de la soledad y el aislamiento en la salud. También estudian factores como quiénes podrían verse más afectados y qué tipo de intervenciones podrían reducir los riesgos asociados.
 
Se han hecho descubrimientos sorprendentes. En primer lugar, aunque el riesgo es similar, la soledad y el aislamiento no necesariamente van de la mano, según señalaron Julianne Holt-Lunstad y Timothy B. Smith, investigadores en Psicología en la Universidad Brigham Young.
 
“El aislamiento social denota pocas conexiones o interacciones sociales, mientras que la soledad implica una percepción subjetiva del aislamiento; la discrepancia entre el nivel de interacción social deseado y el real”, escribieron en la revista Heart el año pasado.
 
En otras palabras, las personas pueden aislarse socialmente y no sentirse solas; puede ser que sencillamente prefieran llevar una existencia ermitaña. Del mismo modo, hay personas que pueden sentirse solas aun cuando estén rodeadas de mucha gente, en especial si sus relaciones no son satisfactorias a nivel emocional. De hecho, Carla Perissinotto y sus colegas en la Universidad de California en San Francisco reportaron en 2012 que la mayoría de los individuos que reportan sentirse solitarios estaban casados, vivían con alguien y no padecían depresión clínica.
 
“No estar casado es un riesgo importante”, dijo Holt Lunstad, “pero no todos los matrimonios son felices. Debemos considerar la calidad de las relaciones, no solo su existencia ni la cantidad”.
 
Nancy J. Donovan, psiquiatra geriatra e investigadora de Neurobiología en la Universidad Brigham Young y el Hospital de la Mujer de Boston, afirmó en una entrevista que “hay una correlación entre la soledad y la interacción social, pero no en todos los casos. Podría ser muy simplista sugerirle a las personas solitarias que intenten interactuar más con otra gente”.
 
Quizá resulte igual de sorprendente el descubrimiento de que los adultos de edad más avanzada no son, necesariamente, los más solitarios entre nosotros. Aunque la mayoría de los estudios acerca de los efectos de la soledad se han enfocado en las personas mayores, Holt-Lunstad –quien junto con sus colegas analizó 70 estudios que incluyeron a 3,4 millones de personas– comentó que la prevalencia de la soledad llega a sus niveles más altos en adolescentes y adultos jóvenes, y luego vuelve a alcanzarlos durante la vejez.
 
De acuerdo con Louise Hawkley, científica investigadora experimentada del National Opinion Research Center en la Universidad de Chicago, “la intensidad de la soledad disminuye a partir de los inicios de la adultez y durante la mediana edad y no recobra intensidad sino hasta la vejez”. Solo el 30 por ciento de los adultos mayores se sienten solos con cierta frecuencia, de acuerdo con información del National Social Life, Health and Aging Project estadounidense (proyecto nacional de vida social, salud y vejez).
 
“Descubrimos mayores riesgos en personas menores de 65 años que en los mayores de 65”, dijo Holt-Lunstad. “Los adultos de más edad no deberían ser el único objeto de estudio de los efectos de la soledad y el aislamiento social. Necesitamos dirigirlo a todas las edades”.
 
Además, dijo, aunque no se tiene la certeza de si la soledad o el aislamiento social tienen un efecto mayor en la salud y la longevidad, “si reconocemos las conexiones sociales como una necesidad humana fundamental, entonces no podemos subestimar los riesgos de estar aislado socialmente, aun si las personas no se sienten solas”.
 
También resulta fascinante un descubrimiento reciente que sugiere que la soledad podría ser un síntoma preclínico de la enfermedad de Alzheimer. Con información de un estudio del envejecimiento del cerebro de Harvard, en el que se analizó a 79 adultos cognitivamente normales que vivían en la comunidad, Donovan y sus colegas encontraron una relación entre los puntajes de los participantes en una evaluación de tres preguntas relacionadas con la soledad y la cantidad de amiloides en su cerebro. La acumulación de amiloides se considera un síntoma principal del alzhéimer. En este estudio, la soledad no se asoció con la extensión de las redes sociales de las personas ni con su actividad social; ni siquiera con su estatus socioeconómico.
 
En otro estudio realizado en adultos de 50 años en adelante y publicado a principios de 2017 en la revista International Journal of Geriatric Psychiatry, Donovan y los coautores reportaron que la soledad se asociaba con un deterioro de la función cognitiva durante un periodo de doce años, mientras que tener desde un principio una función cognitiva deficiente no ocasionaba un aumento en la soledad. Cuando los investigadores analizaron sus resultados con más detenimiento, descubrieron que la depresión, incluso la relativamente leve, influía aun más que la soledad en el riesgo del deterioro cognitivo.
 
“Ahora tenemos pruebas sólidas que vinculan los síntomas de depresión más graves con una progresión mayor desde una cognición normal hacia un un deterioro cognitivo leve y del deterioro cognitivo leve hacia la demencia”, según reportaron Donovan y sus colegas al citar sus descubrimientos y los de otros investigadores. Sugirieron que la soledad, así como la depresión, leve y grave, podrían tener efectos patológicos similares en el cerebro.
 
Todo ello despierta interrogantes respecto a la forma en que se podrían combatir la soledad y el aislamiento social para ayudar a evitar el deterioro cognitivo y otros efectos dañinos en la salud.
 
Se les ha sugerido a los adultos solitarios o socialmente aislados que se inscriban en algún curso, que se consigan un perro, que realicen trabajo voluntario y se unan a un centro para adultos mayores. Un programa en el Reino Unido llamado “Befriending” (hacer amistades) consiste en un acompañamiento personal de un voluntario que se reúne de manera constante con una persona solitaria. Aunque estos programas se traducen en leves mejoras en los efectos de la depresión y la ansiedad, se desconoce su relevancia a largo plazo. Al estudiar catorce casos de este programa de amistades, no se descubrió ningún beneficio relevante en general para combatir la depresión, mejorar la calidad de vida, reducir el grado de soledad, ni aumentar la autoestima y el bienestar.
 
Otro programa, llamado “LISTEN” (escucha), desarrollado por Laurie Theeke en la Escuela de Enfermería de la Universidad de Virginia Occidental, se basa en una terapia conductista para combatir a la soledad. Esta terapia consiste en cinco sesiones de dos a cuatro horas en grupos reducidos de personas solitarias que exploran las expectativas sobre sus relaciones, necesidades, patrones de pensamiento y conductas.
 
No obstante, queda en duda que este enfoque resulte práctico a una escala suficientemente grande para cumplir con la necesidad de una restructuración cognitiva de los adultos solitarios a niveles nacionales.
 
          JANE E. BRODY
    Fuente en ingles: The New York Times
   Fuenteen español: The New York Times

Respuesta  Mensaje 3 de 3 en el tema 
De: tentaciónfinal17 Enviado: 20/12/2017 16:22
   LA SOLEDAD EN EL AMBIENTE GAY
La soledad un mal que nos acecha a todos...
Cuando eres gay, tienes desde que naces el sentimiento de ser diferente. Sabes que no eres como los demás compañeros de tu clase y eso inevitablemente te hace sentirte solo. A medida que vas creciendo sientes que no puedes hablar con nadie sobre el tema porque te sientes como un bicho raro. ¿Quien va a querer ser amigo de un chico al que le gustan otros chicos?
 
Vivimos una vida de soledad hasta que empezamos a aceptarnos a nosotros mismos y damos el paso de salir del armario. Entonces hacemos otros amigos con nuestros mismos gustos y es cuando de verdad empezamos a vivir. Pero entonces llega otro tipo de soledad. Queremos compartir nuestra vida con alguien y encontrar pareja. Creemos que sera fácil encontrar a alguien con quien pasar el resto de nuestra vida, pero resulta ser una misión imposible. Sales, conoces a alguien, pero solo encuentras rollos de una noche. Te das cuenta de que la mayoría de chicos gays no quieren comprometerse y que lo único que les interesa es acostarse con el máximo de hombres posible. ¿Eso esta mal? Claro que no. A todos nos gusta el sexo, pero confiamos en que aun quede alguien que quiera encontrar algo más. Y claro que quedan personas que busquen relaciones serias, pero es difícil encontrarlas.
 
No es nada  extraño que la soledad en el mundo gay nos motive a una búsqueda frenética y poco lógica de compañía y de pareja. Por lo general utilizamos diversos medios para sobrellevar la soledad  como los que la tecnología y las distintas sociedades nos ofrecen: usamos Internet,  vamos a saunas , bares, discotecas, gimnasios  y diferentes lugares públicos, cada uno de ellos con sus propias peculiaridades y peligros.
 
La soledad es común también al mundo heterosexual, sin embargo, en los individuos gays es más intenso debido a las condiciones homofóbicas imperantes y que muchas veces interiorizamos y que nos hace más difícil conseguir una estabilidad sea tanto en compañía o en la misma soledad. No obstante sea el género que practiquemos o mejor dicho, seamos gays o no, todos buscamos una compañía o un estado de armonía con nosotros mismos donde prevalezca el respeto, la consideración y el amor, pero sobre todo el amor propio y la autoestima.
 
La soledad tiene uno de sus origen en la misma manera que nosotros nos miramos, es decir en la auto discriminación. Entre las auto discriminaciones podemos mencionar la edad, el status social, la belleza y el dinero entre otras. Todas estas características que absurdamente nos limitan el acceso al amor y a la compañía, pues postergamos las posibilidades de conocer personas reales y nos fijamos en la parte frívola, vinculándonos de manera superficial, cuando en realidad lo que buscamos es una autentica compañía incondicional.
 
Es muy común que los prejuicios internos nos lleve a desechar gente por el sólo hecho de ser gorda, o por ser fea, o porque no posee un carro último modelo, sin ni siquiera llegar a conocerlas bien y desaprovechamos una oportunidad valiosa de conocer personas verdaderamente y que a lo mejor tiene mucho amor que ofrecer. Estas trabas o discriminaciones han hecho que mucha gente invente o mienta sobre su propia personalidad creando además otro punto menos a su favor en la búsqueda de pareja. Creamos así un mundo lleno de frivolidades y de mentira que tanto odiamos y que es tan común en el ambiente.
 
La soledad en el mundo gay no sólo se origina en los contratiempos sociales homofóbicos, sino mas intensamente en nuestras propias conductas auto excluyentes, que lo único que logra es hundirnos cada vez mas en la promiscuidad que después de experimentarla y terminarla, sufrimos y sentimos aún con mas intensidad y pavor, la soledad y el abandono.
 
La soledad, sin embargo a veces no es tan mala como parece, y en ciertos casos es necesaria para desarrollarnos como personas, la cuestión esta en no sentirnos abandonados y a la deriva, muchas veces es “mejor estar solo que mal acompañados”. La soledad es una situación que hemos de aspirar a convertir en transitoria y que conviene percibir como no forzosamente traumática. Podemos mutarla en momento de reflexión, de conocernos a fondo y de encontrarnos sinceramente con nuestra propia identidad.
 
La soledad es buena para revisar nuestros errores, es buena para conocer nuestras vanidades y defectos, en mejorar nuestras virtudes, en derrumbar los prejuicios que nos habitan. La soledad es un problema que nos afecta a todos, pero en la medida que sepamos vivir con ella (no es que sea ese nuestro objetivo) nos llegamos a conocer a nosotros mismos y podemos así establecer las causas internas y externas de nuestra supuesta soledad y poder más adelante conseguir esa compañía que tanto deseamos y que debe estar fundamentada principalmente en el amor.
 
                                                                                             FÉLIX ESTEVES
                                                                            Fuente: Los Mínimos y Máximos


 
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