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General: Breve historia de la radio cubana en Miami, intransigencia y combatividad
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: SOY LIBRE  (Mensaje original) Enviado: 17/01/2018 16:55
 
 
 La radio cubana: nostalgia, intransigencia y combatividad
             MANUEL C. DÍAZ
La mayoría de los ensayos académicos que tratan sobre la radio hispana en Estados Unidos solo se ocupan de las grandes cadenas como Radio Centro, Entravisión Radio, CNN en Español y Univisión Radio, que es la mayor de todas. A veces, de pasada, mencionan la llamada “radio cubana de Miami”. Y cuando lo hacen, usualmente se limitan a citar estadísticas. No sólo las que dan cuenta de la cantidad de estaciones que existen en el área y la potencia en vatios de sus transmisores, sino también las que reflejan el auge de la emigración desde la isla, su composición social y el idioma de preferencia.
 
Lo que nunca han tomado en consideración esos estudios es el vínculo emocional que existía en aquellos primeros años de exilio entre las estaciones de radio y sus oyentes. Sobre todo el que tenía que ver, primero, con la cubanía y la añoranza del regreso; y después, con la lucha por la libertad de Cuba. Es cierto que las cosas han cambiado, pero muchos aquí en Miami, todavía, cuando se les menciona la “radio cubana”, lo que siempre les viene a la mente es la voz grave de Armando Pérez Roura al comenzar cada programación: “Aquí, Radio Mambí, la grande”. O la de Agustín Tamargo, quebrada por la emoción, entonando la frase con la que cerraba sus programas: “Cuba primero, Cuba después y Cuba siempre”.
 
Pero antes de que Radio Mambí (WAQI, 710 AM), fundada en 1985 por Amancio Suárez, Jorge Rodríguez y Armando Pérez Roura, se convirtiese en una de las estaciones más escuchadas, hubo otras que le precedieron y que pueden ser consideradas la pioneras, como La Cubanísima (WQBA, 1140 AM), la Fabulosa (WFAB, 990 AM) y la Cadena Azul (WRHC, 1550 AM). En realidad, la historia de la radio cubana de Miami comenzó hace más de medio siglo, cuando algunos cubanos exiliados decidieron comprar espacios en la WMIE, una pequeña estación que transmitía en inglés con apenas 10,000 vatios por la frecuencia 1140 AM desde sus estudios en el noroeste de Miami.
 
Salvador Lew, quien fuera director de la Cadena Azul y de Radio Martí, recuerda muy bien aquellos primeros años: “Yo también fui uno de los que compró tiempo de transmisión en la WMIE”, dijo durante una entrevista con el Nuevo Herald. “A través de mi programa, La voz del pueblo, daba noticias sobre lo que ocurría en la isla”, agregó.
 
No fue el único que lo hizo; otros periodistas cubanos, como Juan Amador Rodríguez y Norman Díaz, también usaban espacios comprados para transmitir noticias sobre Cuba. Los exiliados cubanos siguieron llegando y pronto la WMIE se convirtió en La Cubanísima. “Cuando la WMIE iba a transmitir completamente en español, Herb Levin, que era el gerente general de la emisora, quería buscar un nuevo nombre y yo le propuse WQBA, por la semejanza fonética con la palabra Cuba”, explica Lew.
 
Herb Levin, por los resultados de una encuesta entre los oyentes, prefería llamarla WCMQ, como la famosa estación cubana de los hermanos Mestre. Sin embargo, la WMIE terminó llamándose WQBA, como había sugerido Lew; solo que con el apelativo de La Cubanísima añadido. Al frente de la emisora estaba Emilio Milián, quien algunos años más tarde resultó victima de un atentado terrorista. Bajo su dirección, la WQBA alcanzó altos índices de audiencia. Según la Enciclopedia del Español en Estados Unidos, ese éxito se debió a los programas El show de las factorías y El show de la tarde, conducidos por Alexis Farí y Eduardo González Rubio, respectivamente.
 
En 1965 salió al aire La Fabulosa. “Fue la segunda emisora en transmitir en español”, recuerda Lew. “En ella, con un programa musical, comenzó Tomás Regalado su carrera en la radio”, afirma. Algún tiempo después, cuando La Fabulosa cerró sus operaciones, Salvador Lew, que ya había fundado la WRHC Cadena Azul, se llevó a Tomasito, como todos le conocían, para su emisora. “Fue allí donde él comenzó a transmitir noticias sobre Cuba y se dio a conocer como un experto en el tema, cuando ni siquiera podía imaginar que algún día llegaría a ser alcalde de Miami”.
 
Pero no todo el contenido de la Cadena Azul era político; también se tocaban temas de carácter local. Por ejemplo, en el programa La Peña Azul, que dirigía el mismo Salvador Lew y que se transmitía en vivo desde el restaurante Centro Vasco, los invitados discutían asuntos de interés para la comunidad, mientras que en el programa Música de mi tierra, el conocido periodista Pimentel Molina, complacía las peticiones de los oyentes.
 
El exilio cubano siguió creciendo; sobre todo cuando el éxodo de Camarioca y el comienzo de los llamados Vuelos de la Libertad. En la misma medida, también fueron creciendo las emisoras y la lista de sus periodistas, locutores y presentadores. Entre ellos, por solo nombrar algunos, cabría destacar a Tomás García Fusté, Jorge Luis Hernández, Roberto Rodríguez Tejera, Antonio Arias, Armando García Sifredo, Miguel Ángel Herrera, Aleida Leal, Fernando Penabaz, Omar Marchant, Sarvelio del Valle, Martha Flores, Luis Fernández Caubí, Ricardo Brown, Agustín Acosta, Lourdes Montaner, José Alfonso Almora, Oscar Haza, Martha Casañas, Humberto Cortina, Ninoska Pérez Castellón, Enrique Encinosa, Lourdes D'Kendall y Bernadette Pardo.
 
En 1993 Jorge Rodríguez compra La Poderosa (WWFE 670 AM) y se convierte, junto a La Cubanísima, La Cadena Azul y Radio Mambí, en una suerte de cuadriga triunfal en la lucha contra Fidel Castro. Y aunque todas competían entre sí por una mayor audiencia, compartían una misma línea editorial de intransigencia ante la dictadura cubana.
 
Esa fue la época de las campañas de recaudación de fondos para la defensa legal de Orlando Bosch, acusado en Venezuela como autor intelectual de la voladura del avión de Cubana de Aviación; el boicot a una presentación de Jane Fonda en una tienda de Burdines; el apoyo a la lucha de los llamados contras en Nicaragua; el rechazo a la actuación de Los Van Van en el Miami Arena, y la batalla para que no devolvieran al niño Elián González a Cuba, una saga que se extendió durante cinco meses y que culminó con el asalto por agentes federales, ordenado por la secretaria de Justicia Janet Reno, de la vivienda de la familia González en un vecindario del noroeste de Miami.
 
Pero las cosas comenzaron a cambiar en la ciudad y con ella la radio cubana. Las causas fueron varias. Una de ellas, la principal, fue que Miami dejó de ser un enclave cubano. Los conflictos políticos de Latinoamérica provocaron nuevos éxodos. Así llegaron los salvadoreños huyendo del Frente Farabundo Martí, los nicaragüenses de los sandinistas, los peruanos de Sendero Luminoso y los venezolanos del chavismo. La Pequeña Habana se convirtió en la Pequeña Centroamérica, en la ciudad de Sweetwater nació La Pequeña Managua y en Doral La Pequeña Caracas. Y un día, sin que nadie se diese cuenta, Miami dejó de ser la séptima provincia de Cuba.
 
Otra de las causas, no menos importante, fue que los primeros exiliados cubanos comenzaron a envejecer y a morir, y los nuevos que llegaban de Cuba —con algunas excepciones— no estaban interesados en saber los horrores del presidio político cubano ni la historia de la Brigada 2506. La Peña Mambisa de Pérez Roura —con sus pensamientos martianos— les resultaba aburrida y la música de Olga Guillot les parecía obsoleta.
 
Las consecuencias no se hicieron esperar: la radio cubana de Miami, la que por más de 50 años había dominado el mercado, comenzó a perder radioescuchas. Todavía los ratings reflejaban la ventaja de Radio Mambí sobre otras emisoras, pero incluso así, Univision, que había comprado Hispanic Broadcasting Corporation y era ahora la dueña de La Cubanísima y de Radio Mambí, supo que había llegado el momento de hacer cambios. Los primeros ocurrieron en WQBA cuando fue reestructurada y algunos de sus presentadores fueron trasladados a otras emisoras y su contenido atemperado. En Radio Mambí, Bernadette Pardo fue despedida, el programa La noche y usted, conducido por la veterana periodista Martha Flores, fue reducido en varias horas. Y por último, Armando Pérez Roura, fundador y alma de la emisora, empacó sus maletas y se fue a La Poderosa, la única estación que queda de la vieja radio cubana de Miami. Y la única que todavía, contra toda esperanza, sostiene la antorcha de la intransigencia.
 
¿Es este el fin de la radio cubana en Miami tal como se le conocía? Muchos piensan que sí. La venta de espacios publicitarios le ganó la partida al patriotismo. El tiempo es implacable: los viejos exiliados seguirán muriendo y ya nadie volverá a escuchar, en la voz de Rolando Laserie, aquel lema musical que decía: “Esta sí es cubana”.
 
                         MANUEL C. DÍAZ
                FUENTE:  El Nuevo Herald


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