Sí, una película que cuenta la historia de amor de dos hombres es cine gay. No, no es necesariamente cine comprometido, ni activista, ni de nicho. ¿Por qué tanto miedo a la etiqueta?
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¿Por qué se siguen vendiendo como historias de amor heterosexual películas que no lo son?
POR JUAN SANGUINO
En 1982, Michael Caine y Christopher Reeve protagonizaron lo que en Hollywood todavía se conoce como “el beso de los 10 millones de dólares”. Esa es la cifra que, según la industria, La trampa de la muerte dejó de recaudar por mostrar el beso en cuestión. La publicación de este detalle de la trama en la revista Time antes de su estreno (a todas luces un spoiler, pues el thriller mantiene en secreto durante la mayor parte del metraje la motivación romántica de los personajes para cometer un crimen) perjudicó la viabilidad comercial de la película. “Christopher Reeve me contó que en un pase en Denver, Colorado, el público abucheó la escena” recuerda el historiador Vito Russo en El celuloide oculto, un documental de 1995 sobre las veladas referencias LGTB insertadas en el cine a lo largo del siglo XX. Un rechazo similar al que relata Jordan Schildcrout en su libro Murder Most Queer cuando alguien gritó en la sala de cine “No, Superman, ¡no lo hagas!”.
En 2018, 36 años, dos generaciones y una ganadora del Oscar de temática gay (Moonlight) después, la conversación en torno a cómo se promocionan las películas LGTB prendió fuego (bueno, chispas, porque en la comunidad LGTB hasta las polémicas son minoritarias) en las redes cuando este miércoles la cadena de multisalas Cinesa tuiteó una imagen promocional de Call Me By Your Name en la que Elio (Timothée Chalamet) le sonríe a Marzia (Esther Garrel). La frase que acompañaba la romántica fotografía era “Elio y Oliver descubrirán la embriagadora belleza del despertar sexual a lo largo de un verano que cambiará sus vidas para siempre”. Cualquier persona que no sepa qué es Call Me By Your Name (y, en contra de lo que puede parecer en Twitter, son muchas) entendería que Chalamet interpreta a Oliver y Garrel a Elio y asumiría que la película relata una historia de amor adolescente heterosexual. Vamos, lo que el espectador medio conoce como “una historia de amor adolescente”.
Porque percepción es realidad. El gran público inconscientemente da por hecho que todos los personajes de una película son heterosexuales hasta que les demuestren lo contrario. Y créanme, en Call Me By Your Name Elio (Timothée Chalamet) y Oliver (Armie Hammer) demuestran de varias formas que no lo son. Por este motivo muchos usuarios en Twitter acusaron a Cinesa de tergiversar el relato de la película para atraer a un público mayoritario o, al menos, para no espantar a aquellos espectadores que pudieran sentir rechazo ante una historia de amor homosexual (lo que se conoce como un espectador homófobo). Una estrategia, por otra parte, contraproducente teniendo en cuenta la política de Cinesa de devolver el dinero de la entrada a los espectadores insatisfechos durante la primera hora de película.
¿Qué interés podría tener Cinesa en manipular la representación de Call Me By Your Name? En teoría ninguno. Pero la indignación surgió en Twitter porque, por un lado, para eso está Twitter y por otro porque menuda casualidad que esa imagen, y no otra, fuera la primera que Cinesa compartía en redes de la película. No es la primera vez que una campaña publicitaria vende una película que no existe (El bosque prometía una película de terror y Drive una trepidante película de acción) pero en este caso la tergiversación choca con una cuestión política: no existen tantas películas LGTB como para las que lo son no lo parezcan.
En Call Me By Your Name Elio y Marzia mantienen un pequeño romance, de manera que la imagen publicada por Cinesa, técnicamente, no es engañosa. La película, por su parte, no entra a valorar si Elio es o no bisexual porque no es un relato de respuestas sino de deseos. Pero el tuit de Cinesa resultó chocante porque jamás se habría promocionado Casablanca con una imagen de Ingrid Bergman y Paul Henreid (el actor que hacía de su marido) o El diario de Noah con Rachel McAdams sonriendo tímidamente a James Marsden, el soldado con el que su personaje se promete durante tres escenas. Sí existen, no obstante, precedentes de cine homosexual disimulado: Philadelphia fue promocionada como un drama de juicios, Brokeback Mountain lanzó de cara a los Oscars dos pósters de Jake Gyllenhaal y Heath Ledger con sus respectivas mujeres en la película (Anne Hathaway y Michelle Williams) y hace solo unos meses el tráiler de La batalla de los sexos mostraba a Billie Jean King (Emma Stone) en la cama con un ser humano de género indeterminado (es una mujer).
La culpa en realidad es, como todo lo malo que sucede, de las redes sociales. Antes de internet, cada película tenía un póster y una serie de fotografías oficiales para las revistas pero ahora todas esas imágenes promocionales adquieren la visibilidad, la presencia en redes y, por lo tanto, el carácter de un póster. El equipo de Cinesa nos ha explicado su postura: “Utilizamos una imagen promocional de la película. Por la calidad que en Cinesa sabemos que tiene la película estamos seguros y esperamos que sea un éxito”. Cinesa niega que sus dos tuits posteriores, que sí incluían imágenes de Timothée Chalamet y Armie Hammer, fuesen publicados con la intención de aplacar la controversia y aseguran que estaban programados. [El tuit con la pareja heterosexual salió a las 18:00 y los tuits con la pareja homosexual a las 23:00 y a las 23:51 el mismo miércoles 16 de enero]
Por su parte, la distribuidora Sony confirma que esa imagen es efectivamente parte de la promoción de Call Me By Your Name. “Hay más de 20 fotografías a disposición de la prensa. La mayoría de Chalamet y Hammer pero también hay, como sucede con cualquier película, imágenes promocionales del resto de personajes”, explica el equipo de Sony, “Cinesa cogió esa imagen de nuestras redes sociales sin pedir permiso. Nosotros la publicamos dentro de un contexto, acompañada de muchas otras fotos, pero Cinesa la compartió aislada en Twitter sin que nosotros aprobásemos el texto que la acompañaba y que llevaba a confusión porque puede dar a entender algo de la película que no es. Sony nunca habría acompañado esa imagen de ese texto porque parece que los que aparecen en ella son Elio y Oliver”. Ante las quejas de los usuarios, Sony le pidió a Cinesa que emitiera una rectificación, pero la cadena de exhibición prefirió “no darle más bombo al asunto”, según explica Sony. “La relación que tiene Elio con Marzia es importante en la trama, pero Sony en todo momento ha centrado la campaña en la historia de amor entre los dos hombres. Si hubiéramos querido vender Call Me By Your Name como una película heterosexual no habríamos lanzado el póster que tenemos, el cual no deja lugar a dudas”, concluye la distribuidora.
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Durante los meses previos al estreno de Call Me By Your Name se ha generado cierta narrativa de que “no es una película homosexual”, sino un relato sobre el despertar romántico y sexual de un adolescente. Este tipo de apreciaciones contribuyen a la complejidad de la película porque Luca Guadagnino la dirige como una fantasía bohemia, evita rodar escenas de sexo explícito prefiriendo empaparse de erotismo cool y la homosexualidad de los protagonistas es abordada con la misma naturalidad y la misma ausencia de complejos que ellos sienten. Sin embargo, decir que Call Me By Your Name no es una película homosexual (spoiler: sí que lo es) suena también a disculpa bienintencionada. Suena a “Déjame salir no es una película de terror”, a “no solo es una buena película de animación, es una buena película a secas”, a “es una comedia romántica pero no es la típica comedia romántica”, a “El caballero oscuro no parece una película de superhéroes” e incluso se parece a lo de “es tan buena que no parece española”: intenta separar, distinguir y elevar a Call Me By Your Namerespecto al resto de cine LGTB. Sugiere a los espectadores heterosexuales “hey, id a verla, que la vais a entender”. Y da a entender que sería peor película si *solamente* fuese una película sobre homosexuales.
Esta defensa, casi una justificación, se acerca demasiado a insinuar que Call Me By Your Name es buena a pesar de ser cine homosexual. Recuerda a actitudes como “mi cuñado es gay, pero no se le nota”. Pero esencialmente ignora un detalle relevante: la comunidad LGTB está ahora mismo aproximadamente en la invención del cine sonoro y del color. Hay tan pocas películas sobre el colectivo que solo ahora, 123 años después de la invención del cinematógrafo, algunos cineastas comienzan a explorar historias en las que la condición sexual de sus personajes es circunstancial y no la razón absoluta de la existencia de la película y de su trama. Por eso el cine LGTB es aún percibido como un género, porque durante décadas lo ha sido. Moonlight, Carol o Call Me By Your Name lideran un despertar temático que confirma que la comunidad LGTB en el cine está, por fin, alcanzando su mayoría de edad y dejando atrás la adolescencia trágica, tremendista y confusa en la que se ha regodeado durante todos los años anteriores.
Call Me By Your Name no es una película realista, sino una fábula romántico-sexual que apela a cómo recordamos nuestro primer amor mejor de lo que realmente fue. Ninguno de sus protagonistas son narradores en los que podamos confiar, porque están enamorados y no hay mayor enajenación que esa, pero sí merece la pena acompañarlos en su espejismo. ¿Acaso el cine no es precisamente la mentira más bonita y emocionante de todas?
Cinesa, en los 51 minutos que separaron sus dos tuits de Elio y Oliver, aprovechó la coyuntura para proponer una encuesta a sus seguidores. ¿Cómo se llamaba el personaje de Heath Ledger en Brokeback Mountain? La respuesta más votada, con un 40%, fue Jack Twist (el nombre del personaje de Gyllenhaal), seguida de la correcta, Ennis del Mar, con un 31%. Y por alguna razón, el 20% votó que el nombre del personaje de Heath Ledger era Jake Gyllenhaal. Algunos votarían la opción incorrecta por mala memoria, otros por nula comprensión lectora, pero muchos sin duda votaron “Jack Twist” para jugar al mismo juego que Elio y Oliver, que se intercambian sus nombres en la intimidad, crean cuando susurran en secreto “llámame por tu nombre y yo te llamaré por el mío”. Y todos esos votantes, los olvidadizos, los despistados y los conceptuales, serán el público objetivo de Call Me By Your Name cuando se estrene el 26 de enero tanto en salas de arte y ensayo como en multicines de centro comercial. El celuloide oculto ha acabado representando un punto y aparte hasta en su título: ya no se rueda en celuloide y ya no tiene por qué estar oculto.
JUAN SANGUINO
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