Joe Kennedy, congresista de Massachusetts, nieto de Bob Kennedy
Un joven Kennedy da la réplica demócrata a Trump
Llama a Trump "matón" sin decir su nombre al contestar su discurso sobre el Estado de la Unión
AMANDA MARS - WASHINGTON
Como respuesta, un Kennedy. Aún convulsos por la gran debacle electoral de 2016, y sin líderes de futuro definidos, los demócratas confiaron la réplica al discurso del estado de la Unión al joven congresista Joe Kennedy III, nieto de Bob Kennedy y sobrinonieto de JFK, un hombre de 37 años que recuerda a una época de esplendor del partido. El político de Massachusetts hizo de su discurso una enmienda a la totalidad del paisaje de "sueño americano" dibujado por Donald Trump, a quien acusó de promover una “fractura” social con un falso dilema entre estadounidenses, como si el Gobierno tuviera que elegir entre proteger al campo o a la ciudad, a mineros o madres solteras, empresarios o trabajadores.
“Lo fácil sería decir que el año pasado ha sido caos, partidismo, política, pero es más grave”, apuntó. “Nos bombardean con elecciones falsas cada día”, dijo, “como si el padre que se despierta aterrorizado por si acosan o pegan a su hijo transgénero es menos legítimo que el que tiene el corazón roto porque su hija está en las garras de los opiáceos”. “Aquí tienen la respuesta de los demócratas: les elegimos a ambos, luchamos por ambos”, clamó. En esta lína, defendió a los inmigrantes como clave del éxito y la historia americana y acusó a la Administración de Trump de haber espoleado el extremismo. “El odio y la supremacía [racial] marchan orgullosos por nuestras calles”, lamentó, y eso “no es lo que somos”.
Kennedy habló con corbata y sin chaqueta desde un instituto de formación técnica en Fall River, un pueblo a menos de 100 kilómetros de Boston, otrora ciudad fabril que se ha visto dañada por la desindustrialización. Fue una manera de acercarse a ese votante blanco obrero con el que los demócratas quieren conectar de nuevo de cara a las legislativas de 2018. Congresista en Washington desde 2012, de un pelirrojo llamativo, ha ganado protagonismo en el último año con discursos muy progresistas. Para los demócratas, permite mostrar que el Partido tiene lo que la jerga futbolística llama cantera, jóvenes promesas o talentos listos para renovar el equipo titular, pero su elección como imagen frescura en una noche como la de este martes, todo un hit de la liturgia política americana, también ha suscitado críticas entre analistas por su perfil dinástico.
Michael Steel, quien fuera jefe de prensa del portavoz del líder de la mayoría republicana John Boehner, advertía esto en The Washington Post: “han escogido a un blanco hijo del privilegio del estado más progresista de América. Hoy los votantes más insatisfechos rechazan a las dinastías políticas (como mi antiguo jefe, Jeb Bush, descubrió en 2016)”. Pero Steel se olvida de que esos votantes dieron la Casa Blanca a un -también blanco- magnate de Manhattan, nacido ya millonario, que aun así se las apañó para erigirse en opositor al establishment.
A los 'dreamers', en español
En un discurso genérico, que evitó citar datos concretos para rebatir el primer año del mandato de Trump, el joven congresista defendió mejoras laborales. Denunció que Rusia “está metida de lleno” en la democracia estadounidense y repasó las causas omitidas por Trump -el movimiento contra el acoso sexual ‘Me too’ (Yo también) o ‘Las vidas negras importan’. Se refirió al muro que Trump quiere construir en la frontera con México para advertir de que su generación lo tumbará. Y se dirigió, en español, a los dreamers o soñadores, los jóvenes migrantes que llegaron a EE UU sin papeles como niños a los que Trump ha retirado la cobertura legal. “Ustedes son parte de nuestra historia, vamos a luchar por ustedes”, dijo.
Kennedy fue reelegido congresista por Massachusetts en 2016 para su tercera legislatura. Formado previamente en la Universidad de Stanford, en 2009 se licenció en Derecho por Harvard, donde tuvo como profesora a la senadora demócrata por Massachusetts Elizabeth Warren y conoció a la que sería su esposa, Lauren A. Birchfield. Cuando estudiaba le apodaron "el lechero" porque no tomaba alcohol. Habla español porque entre, unos estudios y otros, fue voluntario con las Peace Corps en la República Dominicana. Antes de su llegada a Washington, fue fiscal de distrito en Cape Cod. Su andadura en el Congreso ha ido ganado protagonismo en el último año, en paralelo o quizá espoleada por la era Trump. Ha logrado momentos muy notorios, como su discurso en la Cámara sobre la anulación de la reforma sanitaria de Obama, que calificó de acto de malicia. Tuvo 10 millones de visitas en Facebook.
Pero el de esta noche ha sido, sin ninguna duda, el discurso que le ha colocado en el centro de atención nacional. La versión en español del discurso la pronunció la delegada de Virginia Elizabeth Guzman y la invitada escogida por el congresista para representarle en la Cámara, fue la soldado transgénero Patricia King, miembro de uno de los colectivos perjudicados en la era Trump. Le dejó un último recado: “Los matones pueden dar un puñetazo. Pueden dejarte una marca”, pero "nunca, ni una sola vez, en la historia de Estados Unidos, lograron igualar la fuerza y el espíritu de un pueblo unido que defiende su futuro”.
Ustedes son parte de nuestra historia. Vamos a luchar por ustedes.
Al contrario de Trump, él sí ha mencionado en su discurso a las mujeres ("decís con coraje: ¡Yo también"), la comunidad LGTBI (el bullying a los transexuales) y los afroamericanos, "cuyas vidas importan", un homenaje al movimiento Black lives matter contra la violencia policial hacia los negros.
"Los políticos son aplaudidos por las promesas que hacen pero nuestro país será juzgado por las promesas que mantenga. Esa es la medida de nuestra valía", ha apuntado. "Tened fe porque nuestra unión es esperanzadora, resistente e imperecedero", ha sido su conclusión del estado de EEUU.
AMANDA MARS - WASHINGTON