HISTORIA DEL MURO DE BERLÍN
Fue uno de los símbolos más importantes del siglo XX, un baluarte alimentado por toneladas de hormigón que, con sus dimensiones monstruosas y una estricta vigilancia, evitó durante 28 años, dos meses y 26 días el abrazo entre el este y el oeste.
El Muro de Berlín dividió la ciudad en dos partes durante 28 años. Conoce los detalles de su construcción, caída e historia, y descubre dónde ver los restos del que se convirtió en símbolo de la Guerra Fría.
Sus huellas permanecen a día de hoy en la capital alemana, donde varios fragmentos originales, reconvertidos en una especie de museo de la historia viva, son inmortalizados de forma continua en selfies por la marabunta de turistas. En el Checkpoint Charlie, uno de los puntos fronterizos más famosos del Muro de Berlín que conectaba la zona de control estadounidense con la soviética, una foto con un joven disfrazado de soldado americano, bandera en mano, cuesta tres euros (2,4 dólares).
La construcción del Muro de Berlín y, especialmente su caída, han formado parte de los momentos más importantes de la historia del siglo XX. Este muro dividió Berlín en dos partes durante 28 años, separando a familias y amigos.
Antecedentes
Al finalizar la II Guerra Mundial, tras la división de Alemania, Berlín también quedó dividida en cuatro sectores de ocupación: soviético, estadounidense, francés e inglés. Las malas relaciones entre los comunistas y los aliados fueron creciendo hasta llegar al punto en que surgieron dos monedas, dos ideales políticos y, finalmente, dos alemanias.
En 1949, los tres sectores occidentales (estadounidense, francés y británico) pasaron a llamarse República Federal Alemana (RFA) y el sector oriental (soviético) se convirtió en la República Democrática Alemana (RDA).
Berlín quedó dividida y se crearon 81 puntos de paso entre las dos zonas de la ciudad.
La construcción del muro
La maltrecha economía soviética y la floreciente Berlín occidental hicieron que hasta el año 1961 casi 3 millones de personas dejaran atrás la Alemania Oriental para adentrarse en el capitalismo.
La RDA comenzó a darse cuenta de la pérdida de población que sufría (especialmente de altos perfiles) y, la noche del 12 de agosto de 1961, decidió levantar un muro provisional y cerrar 69 puntos de control, dejando abiertos sólo 12.
A la mañana siguiente, se había colocado una alambrada provisional de 155 kilómetros que separaba las dos partes de Berlín. Los medios de transporte se vieron interrumpidos y ninguno podía cruzar de una parte a otra.
Durante los días siguientes, comenzó la construcción de un muro de ladrillo y las personas cuyas casas estaban en la línea de construcción fueron desalojadas.
Con el paso de los años, hubo muchos intentos de escape, algunos con éxito, de forma que el muro fue ampliándose hasta límites insospechados para aumentar su seguridad.
El Muro de Berlín acabó por convertirse en una pared de hormigón de entre 3,5 y 4 metros de altura, con un interior formado por cables de acero para aumentar su resistencia. En la parte superior colocaron una superficie semiesférica para que nadie pudiera agarrarse a ella.
Acompañando al muro, se creó la llamada "franja de la muerte", formada por un foso, una alambrada, una carretera por la que circulaban constantemente vehículos militares, sistemas de alarma, armas automáticas, torres de vigilancia y patrullas acompañadas por perros las 24 horas del día. Tratar de escapar era similar a jugar a la ruleta rusa con el depósito cargado de balas. Aun así, fueron muchos los que lo intentaron.
En 1975, 43 kilómetros del muro estaban acompañados de las medidas de seguridad de la franja de la muerte, y el resto estaba protegido por vallas.
Cruzando al muro
Entre 1961 y 1989 más de 5.000 personas trataron de cruzar el muro y más de 3.000 fueron detenidas. Alrededor de 100 personas murieron en el intento, la última de ellas el 5 de febrero de 1989.
En el Museo del Muro de Checkpoint Charlie se narran las historias más curiosas de cómo la gente consiguió cruzar el muro.
La caída del muro de Berlín
La caída del muro vino motivada por la apertura de fronteras entre Austria y Hungría en mayo de 1989, ya que cada vez más alemanes viajaban a Hungría para pedir asilo en las distintas embajadas de la República Federal Alemana. Este hecho, motivó enormes manifestaciones en Alexanderplatz que llevaron a que, el 9 de noviembre de 1989 el gobierno de la RDA afirmara que el paso hacia el oeste estaba permitido.
Ese mismo día, miles de personas se agolparon en los puntos de control para poder cruzar al otro lado y nadie pudo detenerlos, de forma que se produjo un éxodo masivo.
Al día siguiente, se abrieron las primeras brechas en el muro y comenzó la cuenta atrás para el final de sus días. Una vez liberados, familias y amigos pudieron volver a verse después de 28 años de separación forzosa.
"Yo viví la caída del muro a través de la televisión", recuerda Susanne Ehard, originaria de Baviera, estos días de viaje en Berlín. Ella, nacida y criada en el oeste, entiende que aunque la barrera física ha desaparecido, a día de hoy todavía se constatan grandes diferencias entre las dos Alemanias. "Tenemos un sentido de la pertenencia distinto", agrega al compararse con algunos compañeros de trabajo originarios de la extinta República Democrática Alemana (RDA).
En el este, todavía son muchos los que se resisten a mitificar la noche frenética que cambió el mundo. Un gran malentendido, cinco horas de vértigo y miles de personas sedientas de libertad se aliaron a última hora del 9 de noviembre de 1989 para lograr una hazaña que parecía imposible: tirar abajo el Muro de Berlín.
De la euforia a la decepción
El anuncio de que la RDA otorgaría permisos para salir del país hizo que decenas de miles de berlineses orientales se reunieran ante los pasos fronterizos pidiendo cruzar al oeste. La apertura de los pasos llevó a unos 100.000 a visitar esa misma noche por primera vez Berlín occidental, donde fueron recibidos con lágrimas y abrazos en imágenes que dieron la vuelta al mundo y se convirtieron en icono del final del siglo XX.
La caída del "Muro de la vergüenza" tuvo consecuencias globales e inmediatas. Además de simbolizar el derrumbe del bloque soviético y el fin de la Guerra Fría, posibilitó la reunificación alemana un año más tarde de la mano del canciller cristianodemócrata Helmut Kohl y dejó vía libre a la Europa unida de hoy. No obstante, la exaltación general de la que informaban los medios nacionales e internacionales solapó las incertidumbres y miedos de aquellos que no sabían qué les esperaba ahora que el sistema comunista, que les fue vendido como "idílico" desde las estructuras de poder, se desmoronaba.
Muchos alemanes de la antigua RDA se sienten a día de hoy los grandes perdedores de la reunificación. Aunque el nivel de vida ha aumentado desde 1989 en los territorios que antes pertenecían al sector oriental, los "paisajes floridos" prometidos por Kohl en la antigua RDA no llegaron y muchos de sus ciudadanos se sintieron pronto defraudados. En ellos el desempleo se ceba con la población, las pensiones son más bajas y los pueblos y ciudades se vacían de jóvenes que huyen al oeste en búsqueda de perspectivas de futuro.
De ahí que, en las pasadas elecciones generales del 24 de septiembre, el partido ultraderechista y de tintes xenófobos Alternativa para Alemania (AfD) lograse convertirse en la segunda fuerza política en el este del país."En el oeste de Alemania a menudo ha habido una sensación de superioridad", señala el psicólogo Klaus Seifried. "Los jóvenes de hoy apenas se pueden imaginar la vida de hace 30 o 40 años. Para ellos, ver un fragmento del Muro de Berlín es tan lejano como la Segunda Guerra Mundial o el Holocausto", sostiene.
Los jóvenes alemanes no conocen su pasado
Para las nuevas generaciones, las políticas de reformas y transparencia impulsadas por Mijail Gorbachov en la Unión Soviética a finales de los ochenta que propiciaron una creciente demanda de libertad y democracia en la RDA, mientras miles de alemanes del este huían a occidente a través de Hungría, Polonia y Checoslovaquia, no son más que los apuntes que deben memorizar para un examen de Historia. Y las célebres imágenes de Günter Schabowski, miembro del politburó de la RDA, anunciando de forma atropellada y sin darse cuenta la caída del Muro de Berlín en una rueda de prensa constituyen a lo sumo el fragmento de un documental para los millennials.
Sondeos recientes revelan que la mayoría de los jóvenes alemanes desconocen la historia de su país a partir de 1945. "Este déficit de conocimiento favorece la nostalgia, la idealización y el mito sobre la RDA", opina Anna Kaminsky, directora de la Fundación para el Estudio de la dictadura comunista de la RDA.
Hasta la fecha, en todo el país no existe una cátedra sobre la historia de la República Democrática Alemana y la investigación y docencia en relación a la extinta RDA cada vez es más reducida. "Esto no sólo repercute negativamente en la formación de los futuros profesores de Historia, sino también en la cultura de la memoria de Alemania", concluye.
MARÍA PRIETO